viernes, 31 de julio de 2009

NO ES MUCHO PEDIR

Creen que han conseguido lo que querían: intimidar, que se sepa que están vivos y que su espiral de odio y terror es inacabable.
Han seleccionado objetivos y han utilizado el factor tiempo: de nuevo, elementos o factores que pretenden confundir a quienes persiguen estrategias con el ánimo de desbaratarlas.
Han golpeado en el corazón del benemérito instituto y en uno de los núcleos turísticos por excelencia.
La España en crisis, la otra que aspiraba a vacaciones modestas, la España que se quema, la otra que tiene entre ojo a un partido político acosado por presuntas corruptelas... esa España se ve sacudida por el zarpazo del terror.
De nuevo, silencio, repulsa, dolor, lágrimas...
Las personas de bien sólo quieren quitarse de encima esta lacra. No piden mucho. Y tienen todo el derecho del mundo al cabo de tanto sufrimiento.

jueves, 30 de julio de 2009

COMUNICAR TRAS EL TERREMOTO

Se cumplen hoy cuarenta y dos años de un terremoto que castigó el litoral venezolano y la ciudad de Caracas.
Aquel suceso tuvo especial impacto: eran muchas las familias con parientes en el país sudamericano y se trataba de saber qué había pasado y en qué estado se encontraban.
En la memoria personal se almacenan los derivados de una situación de entonces: las dificultades para comunicar, para tener información.
Las líneas telefónicas, como consecuencia del sismo, se habían visto afectadas. La marcación automática directa estaba muy restringida. Y entonces surgieron las alternativas: Radio Nacional de España, por ejemplo, a través de su centro emisor del Atlántico, en Santa Cruz de Tenerife, estableció un servicio especial de identificación de personas que habían facilitado su identidad al consulado o a la embajada de España, dando cuenta de su estado. Otra vez la radio como servicio público, como medio directo de saber la suerte de los demás, de amigos y familiares. Largas horas ante los receptores escuchando con atención y aplausos de júbilo cuando nombraban al ser querido que se encontraba bien o fuera de peligro. Después, las llamadas telefónicas de quienes participaban de ese contento.
El otro gran canal de comunicación fue el de los radioaficionados cuyo papel, en esa y en otras catástrofes, ha resultado decisivo. Se buscaba un contacto, a alguien que dispusiera de emisora y que, en noches y transmisiones interminables, conectara con algún colega, le facilitara dirección o teléfono y le requiriese información. En Caracas y en cualquier otro punto del país.
En aquellas fechas pudimos contrastar personalmente el valor de la comunicación y de la interactividad, de modo que si ya había vocación, aquella situación terminó de consolidarla y de inclinar la ocupación del futuro.
Porque no sólo era saber sino sortear todos los obstáculos y todas las circunstancias para conocer. Comparadas con las actuales, las comunicaciones convencionales de entonces eran arcaicas y muy limitadas en su accesibilidad. De ahí la importancia de los radioaficionados que veían amanecer o llegaban tarde a sus trabajos facilitando sus indicativos y luciendo orgullosos las notas o las postales en las que dejaban constancia de haber sabido la suerte de paisanos, amigos y familiares. Eran las célebres ruedas en las que se hablaba lo justo, sin bromas y sin rivalidades.
Recordamos un artilugio técnico, el denominado "phone pass" o "phone patch" o algo así, absolutamente prohibido y que algunos radioaficionados tenían para posibilitar la conexión con una terminal telefónica a través de la emisora personal.
Días y noches de incertidumbre pero también de profunda atracción ante el entonces muy limitado poder de la comunicación. Por ello quizá sea mejor decir ante poder comunicar.

miércoles, 29 de julio de 2009

ALTAS TEMPERATURAS

Será caliente el otoño -tópico periodístico de todos los años- pero estas fechas veraniegas no pueden tener unas temperaturas más altas.
Ya se verá el porvenir, si los goles atenúan los calentones, en el supuesto de que no se desate la guerra televisiva, pero hasta entonces, entre diálogo social roto, incendios por doquier -confiemos en que Canarias siga viéndose favorecida- y tensión política (en cualquier ámbito), el personal de guardia en instituciones y cuarteles generales, becarios y redactores en prácticas, van a tener trabajo de sobra.
Para colmo, ETA reaparece y sacude la madrugada burgalesa. Si es tremendo despertar en la distancia con noticia de atentado brutal (suerte que no ha habido víctimas mortales), imaginemos lo que debe ser estar allí, en el lugar de los hechos. Las primeras imágenes, desde luego, eran impactantes, similares a las de consecuencias de cualquier acción terrorista.
No hay manera, ¿verdad?, de liberarnos de esa lacra. Todas las detenciones, todos los golpes, todas las desarticulaciones, todas las debilidades que se quiera, toda la acción policial, todo el peso de la Ley... pero siguen ahí, los muy terroristas, llenando de violencia y dolor la convivencia en su meticulosa selección de objetivos.
Será caliente el otoño, vale, pero a este verano no le faltan hechos, desgracias y sobresaltos que lo convierten en estación donde las lecturas volanderas y los contenidos 'ad hoc' de los medios de comunicación se ven desbordados. Son altas temperaturas informativas.
País!

martes, 28 de julio de 2009

EL HIMNO DE CONTADOR

Si no fuera porque uno no cree en las supersticiones, diría que el himno, el himno nacional está gafado.
Hay alguna entrada anterior en este blog, a propósito de aquella frustración que significó el concurso para dotarlo de letra.
Después vino el abucheo ensordecedor de la final de la Copa del Rey, una falta de respeto, cuando menos, que los tribunales de justicia han consagrado con una absolución que nadie entiende.
Y ahora, cuando Contador sube al podio, con el Arco del Triunfo al fondo, alguien se confunde y pone el himno de Dinamarca. Será interesante comprobar si la organización del Tour -tan pulcra para determinadas cosas, especialmente cuando afectan a los franceces- ha hecho alguna averiguación y depura responsabilidades.
El ciclista hizo lo que sabe: mantener la compostura y, mano al pecho, gesto sentido, se ganó al personal cuando se produjo la rectificación.
Y como no hay dos sin tres, quedaron para los fastos del regreso otras estampas. Ahí está la presidenta de la Comunidad Madrid, entonando -ya saben: no hay letra- y dirigiendo, poco menos, el coro de voces que devolvían la ofensa gabacha.
-Una loca-, dijo José María García, hace poco, en una entrevista con "El Follonero", en La Sexta.
Pero allí despachó la presidenta su brote patriótico que nunca viene mal, a ver si lo entiende la progresía.
Y después, desde el balcón del Ayuntamiento de Pinto, de nuevo los sones del himno, tan solemnes y populares a la vez.
No hay letra, da igual.
Alguien olo habrá dicho: mejor así.
Pese a los franceses.

lunes, 27 de julio de 2009

DE PENURIAS SOCIALES

No deja de ser curioso que mientras el municipalismo debate y afronta sin demoras la revisión del modelo de servicios sociales, en alguna comunidad autónoma como la canaria se registran situaciones que reflejan complicaciones, desequilibrios y hasta una cierta falta de solidez estructural para afrontar las más efectiva administración de los recursos públicos destinados a esta materia.
Que Canarias siga siendo, junto con Madrid y Valencia, la última en la aplicación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia; y que Cáritas Diocesana de Canarias -muy poco dada a conflictos y polémicas de connotaciones políticas- haya llegado a pedir la dimisión de la responsable del Instituto Canario de la Mujer, adscrito a la Consejería de Bienestar Social, tras quedar excluidos de sus ayudas dos proyectos de atención específica que, según parece, requieren de continuidad dados los antecedentes, revela que algo no se está haciendo bien, que no funciona correctamente el sistema pese a que, se supone, esté bien dotado después de varios años de probaturas y restructuraciones.
Si los datos, en el primero de los casos, no son desmentidos, hay razones para preocuparse. Transcurridos más de dos años de la entrada en vigor de la Ley que significó un serio impulso a un derecho ciudadano, en nuestra comunidad hay más de veinte mil personas en situación de dependencia. A unas doce mil se las ha reconocido el derecho a una prestación pero sólo perciben ayudas tres mil setecientas veintiséis personas.
En lo que concierne a Cáritas -ya veremos si las explicaciones dadas les convencen o si tras su denuncia mediática se revisa la decisión tomada-, que más de trescientas mujeres que ejercen la prostitución o estén en riesgo de exclusión social no puedan ser atendidas por la carencia de las ayudas económicas solicitadas, habla por sí solo.
Se alegará problemas de financiación -pero ¿no habían sido destinados unos treinta millones de euros para esta finalidad?- y de descentralización -el principio de cooperación interadministrativa sigue siendo, por lo visto, una mera formulación teórica- pero lo cierto es que está faltando capacidad real para cumplir con la filosofía que inspiraba la Ley, esto es, “atender las necesidades de aquellas personas que, por encontrarse en situación de especial vulnerabilidad, requieren apoyos para desarrollar las actividades esenciales de la vida diaria, alcanzar una mayor autonomía personal y poder ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía”.
En asuntos de esta naturaleza, en los que conviene eludir tentaciones demagógicas, hay que combatir el dicho “a peor la mejoría”, al que seguramente habrán recurrido los más afectados, perdidos en la jungla del vuelva usted mañana, falta personal, las responsabilidades descansadas en terceros y la ausencia de voluntad política para resolver problemas y dinamizar soluciones.
A ver si los municipalistas, tras la cumbre de Zamora para tratar el giro que se le debe dar a la materia, estimulan ese nuevo modelo. Ya lo hicieron en su día, cuando la recuperación de las corporaciones democráticas, hace treinta años, cuando se encontraron con instituciones insensibles y sin recursos humanos y materiales específicos. Aquel vacío fue subsanado progresivamente con tremendo entusiasmo, con un aprendizaje intensivo y con dotaciones que permitieron dar consistencia a las primeras redes que resultarán decisivas para afrontar la problemática más cruda de pueblos y ciudades.
Fortalecer el sistema público de servicios sociales es una de las conclusiones a la que llegaron. Vale. Pero para eso es necesario implementar a tales servicios, si se quiere mejorar los índices de eficacia, criterios de cercanía, agilidad y flexibilidad. Las circunstancias económicas y sociales no son las mismas de hace treinta años, por lo que el nuevo modelo debe tener en cuenta no sólo cambios sociales y culturales sino algo tan acusado como la incidencia de la crisis económica en el empleo.
Otra cosa, ya que están en esa fase de repensar el modelo de los servicios sociales municipales: que la reorganización sea lo más sencilla posible, que sea clara. Para que los ciudadanos la entiendan y no sufran los vaivenes antedichos. Y también para que quienes trabajan en ese vasto sector, profesionales y organizaciones, se desenvuelvan con precisión y ejecuten con seguridad y sin trabas las medidas que favorezcan la satisfacción de las demandas ciudadanas.
El caso es que, tras el paso dado por los municipalistas, o hay mayor sensibilidad en la comunidades autónomas y se definen de una vez los criterios de descentralización y financiación, o mucho nos tememos que situaciones como las comentadas van a agravarse. A combatir se ha dicho.

sábado, 25 de julio de 2009

EL FESTIVAL DE GILBERTO

Aviones y avionetas que sobrevuelan el término municipal y la franja norte del litoral de la isla anticipan una nueva edición del Festival Internacional de Aeronáutica y Aeromodelismo que lleva el nombre de la ciudad.
El padre de la criatura es Gilberto Hernández Linares, un popular personaje que sobresalió por hechos insólitos y por un peculiar talante que le hizo desafiar no pocas situaciones comprometedoras de las que salía airoso con un desenfado singular.
Algo hemos escrito de él y seguro que no faltarán ocasiones para rescatar alguna de sus vivencias, convertidas en anécdotas, algunas deformadas por la leyenda popular y otras permanentemente vigentes en conversaciones donde predominan la nostalgia y los recuerdos de un Puerto que jamás volverá.
Pero, lo dicho: fue Gilberto, junto con algunos colaboradores (Paco Jordán, Zenón Pérez, Manolo Tavío, Miguel Angel Torres, uno mismo), quien promovió una convocatoria pública que, con carácter anual y coincidiendo con las Fiestas de Julio, sirviera para fomentar el aeromodelismo, en aquellos años, finales de los setenta, muy constreñido a vuelo circular y primeros aparatos de control remoto.
Gilberto Hernández, más conocido por “Orejas”, fue siempre un aviador en potencia. Le apasionaba ese mundo. Protagonizó verdaderas “hazañas” (y no queda más remedio que entrecomillar el término) como cuando al mando de una avioneta “Piper” sobrevoló el campo “El Peñón” e hizo arrojarse a algún futbolista a la cancha de tierra en tanto un espectador que gozaba de una privilegiada atalaya en una vivienda cercana también cayó al suelo. En otra ocasión, mientras distintas autoridades inspeccionaban unas obras en la playa de Martiánez, descendió tanto que algún alto cargo se lanzó sobre la arena (Cuentan que fue este episodio el que motivó que le retiraran la licencia, pero no está comprobado).
Le apasionaba la aviación, de lo que derivó su interés por el aeromodelismo. En el garaje del desaparecido chalé de la calle Valois, guardaba una admirable colección de aparatos, motores y adminículos. Nos la enseñaba pero apenas nos dejaba tocar las piezas, “porque las contaminan con esas manos”, llegó a decir.
Sus conocimientos le permitieron enseñar trucos y maniobras a quienes se iniciaban en ese mundo, no exento de cierto carácter autoritario. En cierta oportunidad, probando modelos en el parque San Francisco, le dio una bofetada a Francisco González Yanes -décadas después, propietario de una compañía de aviación- por haber estrellado un aparato recién compuesto contra una escalera.
Con experiencias como ésa, y otras muchas, basadas en entrenos en descampados y visitas a la “Casa Portuguesa”, un establecimiento santacrucero donde le ponían al tanto de todas las novedades, fraguó Gilberto Hernández el Festival, cuyas primeras ediciones tuvieron como escenario el campo El Peñón, donde se congregaban centenares de personas que allí pudieron ver las habilidades de los “hombres-pájaro”, tal como él les llamaba, antes de que las denominaciones “Ala Delta” y parapente terminaran imponiéndose.
Hernández se llevó el festival luego a los terrenos del futuro parque marítimo, una explanada que despejaban en la víspera para los ensayos y para alguna exposición de material militar. El certamen fue creciendo. Nadie se lo explica pero lo cierto es que logró involucrar a las autoridades militares, especialmente al Mando Aéreo de Canarias (Macan), que facilitaban la disponibilidad de aparatos y unidades que participaban en aquella convocatoria que terminó siendo uno de los números principales del programa de las fiestas.
Gilberto tenía también una cierta predilección por las formas y se inventaba una cierta liturgia que procuraba desarrollar casi de forma escrupulosa. Siempre buscaba un pregonero que actuara como presentador de la edición correspondiente. Gestionó un año la presencia de la prestigiosa “Patrulla Aguila”. Se las arregló para que los aparatos F-5 y F-18 lucieran todas sus potencialidades sobre el cielo portuense. Logró que paracaidistas se lanzaran sin reservas. Hizo que avionetas del Aeroclub se ejercitaran en los alrededores del refugio pesquero portuense. Consiguió también que Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil, Policía Local y efectivos de las unidades de sanidad, seguridad emergencias del Gobierno de Canarias coordinasen sus acciones para llevar a cabo ejercicios tácticos y reales.
Vivía todo el año pensando en el Festival. Era la motivación principal de su vida. Nunca pensó en beneficio propio. Siempre antepuso el Puerto de la Cruz y su proyección a cualquier otro interés. Mentía y engañaba con simpatía. Lidiaba a autoridades militares como si de un consumado experto se tratare. El se las ingeniaba para que, al final, hubiera cóctel y placas para todos: participantes, invitados y autoridades. Y encima, se permitía comentar, en tono crítico y sarcástico, con memoria fotográfica, algunas secuencias del Festival y sus preparativos.
Un gran tipo, Gilberto, a quien evocamos cuando la ciudad se abre para una nueva fiesta del aire y de las alas. La fiesta que él parió y que algunos, con mucho mérito y pensando en su memoria, han tenido la dicha de continuar.

lunes, 20 de julio de 2009

LA RADIO BIEN HECHA

Radio Popular de Tenerife, integrada en la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE), cumple cuarenta años. Da igual que haya más o menos fastos de celebración; lo importante es que la emisora siga siendo una referencia destacada en el panorama radiofónico de las islas, cada vez más poblado y en donde la competencia se torna complicada, especialmente a la hora de aportar novedades y mantener unos niveles de calidad que permitan, sobre todo, cultivar la calidad y la credibilidad, tan en boga a lo largo de todos los debates que sobre el particular se suscitan.
En Radio Popular labramos buena parte de la trayectoria profesional. A su sede lagunera, enfrente del teatro “Leal”, llegamos en 1970, de la mano de Antonio Expósito Mesa quien sigue en activo en el Ayuntamiento de La Orotava. Era director entonces José Siverio Pérez, que llevaba consigo todo el bagaje de sus estudios cursados en Madrid junto a quienes luego serían destacados profesionales y la experiencia de La Voz del Valle y Radio Popular de Güímar, donde acreditó suficientemente sus dotes gestoras y su iniciativa.
(Siverio, por cierto, convalece de una intervención quirúrgica y se recupera paulatinamente, tal es así que ya oficia misas en su Realejos del alma, desde donde cada día se desplazaba a Aguere en un ejercicio de radioescucha que le permitía, más que fiscalizar, velar por la pureza de la emisión y el rigor de la expresión y los contenidos. A mejorarse, páter).
Siempre agradeceremos a José Siverio su confianza y su magisterio para orientar, primero, la actividad como corresponsal en el Puerto de la Cruz; y luego, cuando la vocación cobró carta de oficio y medio de vida, como conductor del programa “Radio Deportes”, del que aún nos hablan tantas y tantas personas. Allí, tuvimos oportunidad de realizar también un espacio musical y en la última etapa, coincidiendo con los primeros años de democracia, editar informativos.
Hoy, cuando los recuerdos se amontonan, podemos medir lo entrañable de aquel equipo y de aquel ambiente, pese a las diferencias, pese a las tensiones que surgían, pese a las incertidumbres de la realidad política y la singularidad del medio. Tan sólo superar las limitaciones tecnológicas, ingeniárselas para transmitir una información o grabar en el momento límite, era ya un reto apasionante.
Tomar o leer esquelas, relatar las farmacias de guardia, actualizar la denominada “guía comercial”, aprovechar algunas transmisiones en cadena para adelantar grabaciones, pasar de un estudio a otro en pleno directo, corregir algún texto precipitadamente para los locutores… todo aquello, en el fragor de la inmediatez y del escrupuloso respeto a los horarios, era la radio de los setenta y principios de los ochenta.
Era Radio Popular de Tenerife, con Isabel Dorta y con otros muchos compañeros siempre motivados, los que profesaban el amor por la radio bien hecha. Los nombres de Mititi, Marisol Fariña, Adrián Alemán, Miguel Tejera Jordán, Pepe Sánchez, César Fernández Trujillo, Sagrario, Ildefonso Etopa, Alvaro Castañeda, José Moreno, Deogracias, Andrés Siverio, Amaro Toste… Algunos, lastimosamente, ya no están entre nosotros. Y luego, los operadores de control, aquellos que hacían realidad la magia de la emisión: Luis Rodríguez, los hermanos Santiago y José Antonio García, que continúan con Radio Taoro, el otro Santiago García y Alberto Rodríguez, el último en incorporarse.
Era la Radio Popular de títulos y programas que destacaron por su sobriedad y su continuidad: Meridiano Insular, El mundo del elepé, Sala de audiciones, Radio Deportes, Discorecuerdo, Radio Revista, Tablero Deportivo, Tiempo de Juego, Faenando, Al encuentro del tema, El remache… Perdón por las omisiones.
Ya en la primera mitad de los años ochenta del pasado siglo, las cosas empezaron a ser diferentes. La restructuración de la cadena generó otra dinámica y otros hábitos de funcionamiento. Además, la competencia lanzó su ofensiva innovadora a la conquista de audiencias. Años después, por el empeño de José Carlos Marrero, actual director, y Guillermo García, aún hacemos alguna colaboración que propicia seguir vinculados al medio y a aquella casa que ahora cumple cuarenta años, donde aprendimos sin cesar y donde se fraguaron muy gratas experiencias humanas y profesionales, siempre con amor por la radio bien hecha.

sábado, 18 de julio de 2009

UN ESPACIO PARA REVITALIZAR LA CIUDAD

Diario de Avisos publicaba días pasados una interesantísima información sobre la reapertura del cine “Timanfaya” como un espacio para la cultura. Los mentores de la idea proponen un recinto apto para acoger manifestaciones artísticas y culturales, con el fin de dinamizar y enriquecer la oferta cultural del municipio.
José Joaquín Hernández, miembro del colectivo de artistas del norte de Tenerife, uno de los promotores de la idea, y Hanim Suslu, un empresario turco, exponen en la citada información su voluntad de hacer algo distinto, de producir un espacio que, en sí mismo, sea una novedad y permita a los ciudadanos, nativos y visitantes -como siempre nos ha gustado decir-, disfrutar de una alternativa, de un espacio que la ciudad necesita. Y vaya si lo necesita.
Desde luego, hay que congratularse de la iniciativa. Que en plena crisis, aparezcan promotores dispuestos a incursionar y arriesgar, es plausible y merecedor de reconocimiento. Y mucho más, cuando se quiere hacerlo en un plano, el cultural, que, por desgracia, no despierta mucho entusiasmo.
El Puerto es el marco idóneo para desarrollar actividades culturales de todo tipo. Cualquier producción va a disponer de un espacio atrayente. Incluso, al aire libre, como es el caso de “Mueca”. El ambiente de la ciudad contribuye. A poco que se haga una promoción adecuada, las respuestas serán positivas.
Así tuvimos oportunidad de contrastarlo hace unos años, cuando desde la alcaldía, nos esmeramos en impulsar el quehacer cultural e intelectual hasta disponer de una oferta sostenible que redoblara sus opciones de captar más gente y más visitantes, no sólo llamados por sol y playa, no sólo por los tópicos, sino por la innovación. Se trataba, además, de dar una salida a la creatividad. Porque miren que hay autores esperando una oportunidad: sólo faltaba, precisamente, eso, un lugar, un espacio donde dar a conocer su valía y su proyección.
Así que esta iniciativa debe ser ponderada sin reservas. La valentía de los promotores merece ser correspondida. Algunas experiencias similares tuvieron un relativo éxito: recuerdo haber presentado exposiciones en oficinas bancarias y en cafeterías. Las características de los recintos y de los ambientes respectivos, así como otros factores de voluntad, hacían depender la continuidad.
Es bueno, además, que la iniciativa privada dé los pasos adecuados. Como suele ocurrir, de fuera han de venir para que, de nuevo, destaquemos su esfuerzo y su propósito. Lo que se pretende con este planteamiento es propio de agentes privados. Que no esperen por subvenciones ni ayudas económicas institucionales. Que avancen, poco a poco, hasta consolidar la marca, hasta que el reconocimiento de la sociedad sea palpable en cada una de las convocatorias que se haga.
El Puerto, la ciudad de los locales cerrados, necesita estímulos como éste que se barrunta allí donde hasta hace muy poco proyectaban películas. Revitalizar la ciudad -cuestión de todos- precisa imaginación y riesgos. De nada sirven el lamento y la pasividad. De eso andamos sobrados.
Animo para los promotores. Lo pueden conseguir.

lunes, 13 de julio de 2009

CAMBALACHE

Se empiezan a amontonar en Canarias las sentencias y las resoluciones judiciales que cuestionan -en algunos casos, severamente- decisiones adoptadas por órganos institucionales y administrativos, especialmente en el ámbito de la ordenación del territorio y del urbanismo. ¿Adiós al estado de la impunidad? No tan deprisa, no tanto…
Se dirá, por un lado, que es bueno que el poder judicial esté atento, velando por el cumplimiento de la norma y de la seguridad jurídica. Después de tantos casos preñados de irregularidades, que alcanzaron notoriedad mediática, van sucediéndose decisiones de salas, juzgados y tribunales que hacen ver que todo el monte no es orégano. Desde ese punto de vista, que el Estado de derecho funcione, resulta, cuando menos, saludable. Que las controversias, esas que tantas dudas terminan recogiéndose de la siembra de la impunidad, se zanjen -porque no hay más remedio- en residencia judicial, aunque sea tarde -que se lo digan a Carmelo Padrón-, tranquiliza.
Pero, por otra parte, tal sucesión -que no debe dejar paso al “gobierno” de los fiscales y jueces- revela que en las instancias políticas hay muchas cosas que no se están haciendo bien, que muchos responsables se están conduciendo con evidente arbitrariedad y que así no se llega a buen puerto: ni el sistema funciona a plenitud, los perjuicios a terceros pueden ser mayúsculos y se resiente la calidad democrática.
El caso es que se comienza por no tener presente o ignorar los informes técnicos que advierten o condicionan, se sigue por la célebre “quien venga detrás, que arree” y se termina, entre hechos consumados y resoluciones indemnizatorias, con la cruda realidad de derribar, restituir o sufragar económicamente los perjuicios ocasionados. Algunos alcaldes y concejales de hacienda ya saben que, a la hora de presupuestar, deben prever consignación -y no exigua, precisamente- para hacer frente a posibles fallos judiciales en que se condena a los órganos o la corporación que adoptaron alguna determinación contraria a derecho.
Contrastaremos las evidencias a lo largo de los próximos años, es decir, que aún quedan unas cuantas causas pendientes -algunas de grueso calibre- entre las que se pone de manifiesto ese mal tan dañino que es la corrupción política, “una orgía que aquí vivimos”, Alberto Vázquez-Figueroa dixit.
Y por si no bastaran las medidas judiciales correctoras, las conocidas y las que están por venir, ahí surge otro espacio para la duda: el Consejo Consultivo de Canarias, uno de los grandes desconocidos de la institucionalidad canaria, advirtió la semana pasada de la nulidad de derecho de un proyecto legislativo del Gobierno: Ley de Fomento de Participación Ciudadana, que sí que ha nacido ‘estrellado’, vaya que sí.
Aunque en el ejecutivo se esfuercen en minimizar el impacto, la unanimidad de los componentes del Consejo a la hora de rechazar contenidos o figuras del documento ha hecho sospechar de un nuevo cambalache, encima con bendiciones legales. Es como si este Gobierno no estuviera saciado, no le bastara con los mecanismos clientelares que ha puesto en marcha, y entonces aspira a plasmar en textos articulados aquellas pretensiones que reafirmarían su poder y su ‘modus operandi’: así está en la Ley, cúmplase. Y no hay discusión posible.
Lo peor es que nace viciado ese legítimo propósito de dar rango legal a una asignatura tan relevante en la sociedad de nuestros días y del futuro como es la participación social, esa que fluye por las redes de ciudadanía sin muchos corsés legalistas y, en algunos casos, con estimables resultados. Igual queda alertada mucha gente que trabaja estas materias y logra que el rechazo a fórmulas teóricas de intervención en asuntos públicos con clara voluntad de controlar hasta la megafonía de los actos públicos –pero ¿no está sucediendo algo de esto ya sin necesidad de Ley?- haga un largo recorrido.
Los especialistas, desde luego, los que, desencantados, cada vez se han ido alejando más y más de los convencionalismos, tienen una excelente oportunidad durante la tramitación de esta norma que el Consultivo ha frenado en seco dada su apariencia de cambalache. Ya no son tentaciones populistas o totalitarias, ni siquiera búsqueda de soportes con los que consolidar el régimen y perpetuarse en el poder: se trata de adecentar el patio político y de imbuir de una cierta dignidad -y madurez- a la sociedad que, cada vez menos atónita, asiste a los desmanes que, precisamente, la judicatura intenta corregir.
Es la sociedad que algún día se cansará del pan y circo.

sábado, 11 de julio de 2009

PELUQUEROS, BARBEROS

Se ha jubilado Cristóbal Sánchez, a quien uno creía como el último de los barberos o peluqueros de la vieja escuela del Puerto de la Cruz, aquella que tanta admiración despertaba por la calidad con que se ejercía el oficio como por la capacidad para constituir sus centros de trabajo unas potentes unidades emisoras de información, rumores, conjeturas, lectura de periódicos y hasta sesudas tertulias que iban más allá de lo futbolero.
Pues no es Cristóbal el último, no. Aún queda Chano, pupilo de Pedro Toste y que en el hotel "Las Vegas" sigue ejerciendo con fruición. Cristóbal puso punto final a su trayectoria en plena crisis de la calle San Juan, sobre la que parece haber caído una maldición con tanto cierre de establecimiento. Antes había estado con Orlando Toste, en las cercanías de la Punta del viento, y en una peluquería de Santa Cruz. Al terminar su jornada de trabajo, solíamos coincidir y nos trasladábamos al Puerto en su vehículo.
Las peluquerías clásicas fueron sustituidas progresivamente por otras impregnadas de modernismo en la presentación, en los usos y, por supuesto, en las técnicas. La 'unisex' fue posiblemente la gran novedad: eso de ver a hombres y mujeres arreglándose el cabello en un mismo sitio, o mujeres cortándoselo a hombres, era una estampa impensable hace treinta o cuarenta años.
El caso es que la ciudad estuvo poblada de barberías. "Arreglarse", era un expresión con la que se entendía el objeto de la visita. Hasta donde la memoria alcanza, el costo del "arreglo" para los menores -a quienes no atendían, por cierto, los sábados- era de dos pesetas. Luego, cinco. Era común preguntar cuántos había por delante. Para calcular el tiempo o volver más tarde u otro día. Allí estaban aquellos sillones que parecían tronos con una palanca lateral para subir y bajar a medida de los espejos. A los niños se les sentaba sobre una tabla. También colgaba una varilla de cuero o similar para afilar o adecuar la navaja. De unos armarios sacaban los sobretodos y los paños.
En las barberías te enterabas de los resultados del domingo, de los fallecimientos, de algún suceso y de cualquier andanza. No es exageración decir que fueron fábricas de leyendas urbanas. En ellas esperabas por el periódico o seguías por radio el sorteo de loterías.
Así lo recuerda uno en la de Servando, en la plaza del Charco, y en la de Luis Lorenzo. Los padres de ambos, según cuentan, fueron excelentes peluqueros y supieron transmitir los valores de este oficio, en el que también sobresalieron los hermanos Minguillón: Mei, Jaime y Ginés. Por ellos desfilaron las cabezas de un montón de portuenses vinculados al mar y a la pesca. Era la barbería de "La Ranilla". Y a mucha honra.
Con Servando estuvieron Domingo y Lolo Cabo. Este, al independizarse, trabajó muchos años en un pequeño local de la calle Pérez Zamora. "Si quieres que algo se sepa en el Puerto, cuéntaselo al 'Peri' (sobrenombre de Cabo)", fue una frase común que reflejaba espléndidamente, casi con exactitud, esa capacidad emisora anteriormente referida.
Gilberto y Tomás Carrillo tenían su local en la Punta de la carretera. Miguel Rodríguez, de elevada estatura y amante de la música folklórica, trabajó en las proximidades del refugio pesquero. Orlando Toste, ya mencionado, impecable siempre en su atuendo, impartía escuela en la Punta del viento. Suárez nos quedaba un poco lejos, allá por Las Cabezas. Su hijo José Antonio sigue sus pasos.
Y entre todos, Ito Acosta, un singular peluquero de inconfundibles tics para subirse los pantalones desde la bata impoluta mientras canturreaba en voz baja.
Hubo más, seguro, de modo que perdón por las omisiones, en todo caso, involuntarias o ajenas a la memoria.
Un rasgo común entre quienes hemos citado: el trabajo bien hecho, el esmero. Convirtieron el oficio en un arte. Nuestro respeto y nuestro recuerdo.

lunes, 6 de julio de 2009

EPISODIOS

Cada vez más un Estado Libre Alocado, un sarcasmo, si admiten la licencia, una expresión cómica empleada hace ya unos cuantos lunes, cuando el alcalde de La Laguna -desde entonces, muy comedido y reservado, decisión inteligente, sin duda- confesó aquella fórmula mágica que habría de convertir a Canarias en un Estado Libre Asociado… ¡a España, naturalmente!
Cada vez más, agotada desde hace tiempo la capacidad de asombro, una situación de surrealismo puro en cualquier ámbito, en el político institucional, en el social, en el mediático, en el económico o en el turístico va extendiéndose para hacer de nuestro territorio el espacio idóneo donde no sólo todo sea posible, por muy alejado de la lógica que ande, sino que el predominio de la impunidad y de la indiferencia haya terminado de configurar una singular realidad en la que las cifras del desempleo o de la afluencia de turistas son lo de menos, ahora que ya estamos en la primera división del fútbol nacional.
Porque el vicepresidente del Gobierno de Canarias pide cárcel para dos periodistas, por ejemplo, para que se cumpla la Constitución, ¿verdad?, y para poner a prueba el funcionamiento del Estado de derecho. Ya les ha sentado en el banquillo, luego ya ha logrado meter el miedo en el cuerpo a una profesión que libra una delicada pugna contra la precariedad, precisamente una de las causas que más hacer temer por el futuro y por el mantenimiento de ciertos principios.
Porque el todavía Diputado del Común -valga el adverbio no por lo que dijo sino por el tiempo añadido que viene desempeñando una vez cumplido su mandato- se descuelga en público con las bondades de la Administración del régimen preconstitucional en comparación con los vericuetos y las complejidades de las actuales que le tienen a mal traer, seguro, con los incumplidos e incontestados a las quejas y demandas que desde la institución tramita. Ni la peculiar situación, esa suerte de prórroga sonrojante, amainó su juicio, del que se desmarcó, por cierto, el Partido Popular. Muy significativo. Claro que el hastío o el agotamiento no son factores exclusivos: los grupos políticos parlamentarios han dado una lección de incapacidad para ponerse de acuerdo y proceder a la renovación reglamentaria, simplemente para respetar la voluntad popular, que esa es otra a tener en cuenta cuando se hable de la calidad democrática.
Porque el convulso mandato municipal en Santa Cruz de Tenerife ha registrado recientemente un episodio de curiosa controversia: en su día fue declarado un estado de emergencia social, un subterfugio hacia no se sabe muy bien dónde ¿o sí? y que ha ido madurando sin pena ni gloria de una alianza política llamada a proporcionar una estabilidad que los personalismos, los recelos y las ambiciones políticas obstaculizan. En ese estado, y con las tripas de la corporación corriendo casi sin control (hasta el punto de que algunos se han apresurado a dar por muerto el pacto principal, CC+PP), va y surge el anuncio de la subida de las ayudas económicas a los grupos de carnaval por segunda vez en tres años. A diferencia de la incapacidad y de la pasividad de los grupos políticos parlamentarios, la reacción de las murgas no se hizo esperar y su rechazo ha sido de los que marcan época. Un bofetón sin manos.
Y porque, entre los admirables logros de la reunión que al máximo nivel político se desarrolló el lunes pasado en Las Palmas de Gran Canaria, Zapatero y Rivero presentes, sin los seiscientos millones ‘prelanzados’ y con aires de Bienvenido, míster Marshall, hay que consignar la “consolidación de una relación bilateral” entre los gobiernos de España y de Canarias, consideración que da a entender que las cosas no fluyen tan mal como una de las partes, con sonido amplificado e insaciado, da a entender.
Menos mal que el presidente del Gobierno autónomo, un peregrino más, puso las cosas en su sitio con su presencia en El Hierro en medio del fervor popular y los alardes de la televisión, la ‘nuestra’ naturalmente. Lo que hay. Canarias prosigue así esta andadura suya tan llena de episodios singulares que caracterizan el Estado Libre Alocado: quedan menos de dos años, alguna decisión para escalofriar, puede que más de una ruptura y unas cuantas procesiones. Lo que hay.