Será caliente el otoño -tópico periodístico de todos los años- pero estas fechas veraniegas no pueden tener unas temperaturas más altas.
Ya se verá el porvenir, si los goles atenúan los calentones, en el supuesto de que no se desate la guerra televisiva, pero hasta entonces, entre diálogo social roto, incendios por doquier -confiemos en que Canarias siga viéndose favorecida- y tensión política (en cualquier ámbito), el personal de guardia en instituciones y cuarteles generales, becarios y redactores en prácticas, van a tener trabajo de sobra.
Para colmo, ETA reaparece y sacude la madrugada burgalesa. Si es tremendo despertar en la distancia con noticia de atentado brutal (suerte que no ha habido víctimas mortales), imaginemos lo que debe ser estar allí, en el lugar de los hechos. Las primeras imágenes, desde luego, eran impactantes, similares a las de consecuencias de cualquier acción terrorista.
No hay manera, ¿verdad?, de liberarnos de esa lacra. Todas las detenciones, todos los golpes, todas las desarticulaciones, todas las debilidades que se quiera, toda la acción policial, todo el peso de la Ley... pero siguen ahí, los muy terroristas, llenando de violencia y dolor la convivencia en su meticulosa selección de objetivos.
Será caliente el otoño, vale, pero a este verano no le faltan hechos, desgracias y sobresaltos que lo convierten en estación donde las lecturas volanderas y los contenidos 'ad hoc' de los medios de comunicación se ven desbordados. Son altas temperaturas informativas.
País!
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