lunes, 24 de diciembre de 2007

Felicidad!

Hola, saludos a tod@s
Mi felicitación más cordial y el deseo de que sean unas fiestas felices y provechosas.
Mi propósito es reanudar las entradas en el blog a partir del 1 de enero próximo.
Un abrazo

sábado, 29 de septiembre de 2007

BALONES FUERA. SI, GRACIAS

Jugaban Real Madrid y Sabadell en el Santiago Bernabéu. Ganaban los locales, quedaba muy poco tiempo y en un balón sobre el área madridista el portero Junquera cayó lesionado. La portería quedó desguarnecida y el rebote cayó para el atacante Pedro Zaballa que podía anotar sin problemas para igualar la contienda. Pero: prefirió lanzar el balón fuera, para que el arquero fuese atendido.
Guardo en la memoria ese episodio, seguido a través de la radio, en el relato de Pepe Bermejo. Despertó la natural admiración, acentuada cuando días después pudimos verlo en fotografías y en aquellas imágenes televisivas en blanco y negro.
No sólo fue un gesto, sino una determinación de calado: Zaballa privó a su equipo de un valiosísimo gol pero se ganó el reconocimiento de aficionados y medios de comunicación... a perpetuidad. Tal fue así que han instituido un premio que lleva su nombre. Para reconocer el juego limpio, para cultivar los valores de la deportividad.
Ahora que la UEFA no quiere que los jugadores tiren la pelota fuera cuando haya un jugador tendido en la cancha, fruto de algún percance físico, sino que deja a criterio del árbitro la detención del juego, aquel lance de Zaballa -seguro que repetido en algunos otros encuentros de cualquier categoría- cobra hasta una dimensión emotiva.
¿Tan deshumanizado anda el fútbol que también se impide a sus protagonistas en la cancha una acción protectora de la integridad de algún rival? ¿Es que la primacía mercantilista anula también los mejores sentimientos de los deportistas? ¿Por qué suprimir del catálogo del juego limpio esta opción, siempre elegante, de lanzar el balón fuera?
Opción que, en el pasado, por cierto, cuando se consumaba, era aplaudida por los aficionados de los dos equipos. El beneficiado, a propósito, correspondía devolviendo el balón al adversario. Ahora -parece que así queda recogido en unas normas para árbitros y asistentes UEFA de elite- ni siquiera debe esperar a esa recuperación de la posesión. Vaya manera de primar los valores deportivos...
Pues que decida la UEFA lo que le parezca y que se apliquen los árbitros en observar muy concienzudamente trances similares, so pena de equivocarse en la dirección que sea.
Pero que sepan que siempre habrá aficionados y amantes del fútbol que destacarán acciones como la de Zaballa, en el fondo una actitud ante el deporte y ante la vida. Los que sólo entienden de negocio y cuentas de resultados, no saben lo que es eso.

viernes, 28 de septiembre de 2007

ENTRAÑABLE CRUZ ROJA

Escribo desde un ciber al lado de la todavía sede de la Cruz Roja, en la calle Agustín de Bethencourt, siempre bulliciosa cada vez que hay actividad en el parque San Francisco, la que sea. Ahí llegan los extranjeros para abrir las puertas y curiosear.
La sede es una de esas que llamamos casona antigua, donde nació y vivió, por cierto, Luis de la Cruz y Ríos, pintor de cámara de Fernando VII.
Ahí radicó también el seguro de enfermedad, cuando todavía no se empleaba la palabra ambulatorio y, mucho menos, el concepto centro de salud.
Por ahí desfilaban -a veces las colas salían a la calle y los escolares que transitábamos nos sorprendíamos de los gestos y de las caras de dolor de muchas personas que esperaban su turno resignadamente- gentes de toda condición social, a curarse, a sanar, a recibir una palabra de aliento. En habitáculos reducidos, los médicos de entonces, de medicina general o especialistas (que eran los menos), atendían a los enfermos, cuando el despacho de don Celestino Cobiella, en la calle Blanco, se veía claramente desbordado para atender tanta demanda.
En la Cruz Roja portuense andaban Eduardito, que se tomaba el pelo a sí mismo; Pacheco, siempre marcial; Juan Pedro (a quien todos conocían como “el de la farmacia”); Gilberto Hernández, popularmente identificado como “el Orejas”... y tantos entusiastas de la solidaridad, altruistas de pura cepa, como lo fue y es Chano, cuyo verdadero nombre es Gumersindo, y que todavía hoy presta los servicios que sean necesarios.
La banda de cornetas y tambores fue una de sus divisas. Era curioso cómo los extranjeros aplaudían su paso en las cabalgatas o procesiones o se situaban justo detrás de la última fila, los que tocaban el bombo, acompañándoles hasta el toque final.
La institución ha estado presidida por Antonio Castro García, Rafael Espinosa y Juan Topham. Arnoldo Suárez hizo también un trabajo administrativo muy meritorio. Como el que ha acometido, ya en la etapa más reciente, una vez democratizada su estructura, Heliodoro López.
Hay más nombres, claro que sí, y habrá que pedir disculpas por alguna omisión, tan injusta como no intencionada.
La sede cruzrojista ha acogido convocatorias de todo tipo. Bueno, políticas no. Para preservarla de cualquier sesgo. Pero allí hubo reuniones y asambleas de clubes deportivos o de entidades sociales y recreativas. Como si de contrastar su polivalencia se tratara, también ha sido marco de exposiciones y conferencias.
Aunque el uso lúdico ha sido uno de los preponderantes. Me refiero al de la lotería doméstica, principalmente los domingos y festivos al mediodía. Eran centenares de personas las que jugaban los viejos y desgastados cartones, mientras otras esperaban pacientemente a que alguien se marchara para ocupar su lugar. Se pagaba la línea a veces pues casi siempre se jugaba cartón completo.
“¡Cuajo!”, se escuchaba con frecuencia entre los más ansiosos de ganar unas pesetas.
Siempre resultará memorable el cántico de Tomás “el Patito”, un sonsonete de números y sinónimos (el 15, la niña bonita; el 77, las dos banderillas; el 88, las tetas de doña Eufrasia; un numerito, el 69), sólo interrumpido por él mismo cuando mandaba a callar:
-¡'Abajen' la voz los del bar!
La Cruz Roja, hoy con dotaciones y prestaciones más modernas, seguirá siendo el lugar entrañable que muchos portuenses hicieron desinteresadamente. El sitio desde donde salían raudos y prestos los cruzrojistas en las ambulancias que invadían las calles peatonales con la licencia de la ayuda o el auxilio que otorgarían sin reservas.
El inmueble está catalogado y bien se haría en prever una restauración adecuada para acoger los usos que se determine, si es que alguna vez la institución muda su domicilio y pueda seguir siendo ese eslabón activo de una inmensa obra social desarrollada prácticamente en todo el mundo.

jueves, 27 de septiembre de 2007

NUMEROS UNO

Salí el miércoles por la mañana en busca del primer número de Público, el nuevo periódico que dirige Ignacio Escolar.
Entre los afanes coleccionistas de uno, figura la manía de hacerse con los números uno de un producto nuevo, especialmente los periodísticos o los relacionados con la comunicación.
Y ahí están, diseminados, en cajas y estantes, a la espera de que algún día se disponga de tiempo y espacio para ordenarlos, clasificarlos y quien sabe si exhibirlos.
Desde el primer tomo de la colección Salvat, a revistas tales como Mundo Joven, Discóbolo, Don Balón, Barrabás, Personas, La Calle, Tiempo…Y hasta algún título canario, como Sansofé o El Puntal y El Burgado. Últimamente, la versión canario-argentina de El Gráfico.
Hablando de Argentina: entre esos ejemplares tan preciados, conservo, enmarcado en cuero, el primer número de Clarín cuya sección deportiva, por cierto, es de obligada consulta si se quiere entender el periodismo deportivo hecho literatura.
Salí expectante, con la misma curiosidad de siempre, hasta con cierta ansiedad. Debe ser la sangre vocacional.
Es saludable siempre la aparición de un nuevo rotativo. Es un síntoma de la vitalidad de una sociedad que demanda información. Habrá quien hable de saturación -sin que le falte parte de razón- pero es más llamativo que surja en plena eclosión de los diarios digitales y de la puja ilimitada en Internet de nuevas modalidades de comunicación.
Los números uno suelen ser -tienen que ser- una declaración de intenciones. Anticipos de identidad, avances de tratamiento y posiciones lo más nítidas posible fijadas en piezas editoriales. Y hasta en artículos de opinión.
Se guardan como recuerdo pero también para comprobar, con el paso del tiempo, si responden a los propósitos que inspiraron el producto. Y qué otros cambios, además de la alopecia y las canas, han experimentado.
A Público, suerte y larga vida.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

PURO Y DURO RUIDO

Uno de los principales prebostes del más importante ‘turoperador’ alemán (TUI) fue tajante al exponer que los ruidos en la ciudad eran la principal fuente de rechazo o malestar de sus turistas clientes. Así se deducía de las encuestas y de las entrevistas que hacían para contrastar preferencias y estándares de calidad.
Ocurrió durante el ejercicio de la alcaldía, en el curso de una sesión en la que se hizo una valoración de los activos y de las debilidades del destino turístico.
El ejecutivo germano fue más lejos y detalló hasta las tres clases de ruidos que habían delimitado con la información de sus usuarios. Primero, los procedentes de obras y máquinas en las vías públicas o en edificaciones colindantes o cercanas a establecimientos hoteleros. Después, los producidos por los escapes de coches y motocicletas, así como los derivados de fuegos artificiales en horas nocturnas.
Y en tercer lugar, colocaban los que provenían de los altavoces (nunca mejor dicho) de los vehículos, descapotables o no, con música a todo volumen por esas calles y avenidas dando forma y vida a la discoteca-móvil. Ya saben: lo del “tunning” (ignoro si está entre los doce mil términos nuevos incorporados a la tercera edición del Diccionario de uso del español, de María Moliner).
Fue una aportación un tanto insólita (de eso hace ya siete años), pero muy válida a tenor de que lo que parecía una moda se ha ido consolidando como uno de los usos o hábitos sociales de nuestros días.
No les faltaba razón a los alemanes porque miren que es molesto pasear por alguna urbanización y sentir desde la distancia, a cualquier velocidad, el raca-raca de los cada vez más sofisticados aparatos. En unos casos, hasta asustan. Y seguro que han contemplado las escenas de ciudadanos tapándose los oídos o mirar con sorpresa y desagrado.
Se habló de leyes o normas reguladoras, hasta de ordenanzas y de controles acústicos pero la solución se antoja casi imposible. Convivimos en ciudades y ambientes ruidosos que obligan a elevar la voz en cualquier conversación. Siempre hay algo de fondo. La música, cuanto más alta, mejor, se habrán dicho los propietarios o poseedores de esas fuentes de sonido al tope de sus posibilidades, ecualizadas o no. No se dan cuenta de lo que ahuyentan.
Y por lo que se ve, mejor dicho: por lo que se oye, los turistas no quieren más sobresaltos. Los nativos, tampoco, aunque se resignan, ya ven. O todo lo más: los empresarios del sector trasladarán las quejas a los gobernantes de turno y así sucesivamente.
Joaquín Sabina, en Esta boca es mía (1994), dio forma poética a los Ruidos que hoy sigue vigente. Para eso la canta en la exitosa jira que comparte con Serrat.
“…Ruido de abogados/ ruido compartido/ ruido envenenado/ demasiado ruido”.
Puestos a contrastar, los adjetivos que emplea son demoledores: empedernido, escandaloso, introvertido, descastado, insatisfecho, enloquecido, intolerable… Puro y duro ruido.

martes, 25 de septiembre de 2007

RECUERDOS DE CUANDO SUAREZ

Fue una de mis primeras incursiones en el campo de la información política. Creo recordar que en 1978, en plena transición. Adolfo Suárez, presidente del Gobierno, venía a las islas. El padre Siverio, director de Radio Popular de Tenerife, donde preferentemente hacía deportes, me envió a La Gomera, a cubrir la visita presidencial a esta isla.
El trabajo había comenzado en el aeropuerto de Los Rodeos, donde pude seguir las incertidumbres del protocolo para saber dónde se colocaba el presidente de la Junta de Canarias, el ente preautonómico. Las tablas de Rafael Clavijo, que lo era del Cabildo Insular de Tenerife, resolvieron diplomáticamente la cuestión.
Mucho más emotivo que aquel episodio, desde luego, fue la perseverancia de Cristina García Ramos para conseguir un testimonio de Suárez según cumplimentara a las primeras autoridades. A Cristina (hoy “Corazón, corazón”) la habían apremiado desde Madrid. Cuando lo logró, no pudo ocultar su contento entre quienes la rodeaban.
Después, el traslado en guagua hasta Los Cristianos. En el grupo de periodistas e informadores, iba Arturo Trujillo, que pertenecía al plantel de Diario de Avisos y poco después quedaría vinculado a la Unión de Centro Democrático (UCD).
Ahí conocí a dos pesos pesados: Ignacio Zuloaga y Manuel Antonio Rico, que representaban a las agencias de noticias Efe y Europa Press. Nos alojamos en el parador nacional, aún inconclusas las obras lo cual no obstó para que allí mismo, antes de las visitas, hubiera algunas reuniones con dirigentes institucionales y vecinales. De Suárez no se despegaba Luis Mardones Sevilla, gobernador civil, a quien recuerdo tomando notas como si de un periodista se tratara.
Desde el sur de Tenerife y desde la isla colombina enviamos varias crónicas telefónicas, suplementadas con alguna grabación, hecha a ‘vuelamicrófono’. Cuando terminó la jornada, en medio de un calor sofocante, acompañé a San Sebastián a Zuloaga y Rico a comprarse un bañador. Estrenamos la reluciente y tentadora piscina del parador.
Estos recuerdos personales brotan cuando el 75 cumpleaños de Adolfo Suárez se ve salpicado por una nueva controversia a propósito de la aparición de un libro de Luis Herrero.
Los franquistas y los nostálgicos se han pasado un buen rato denostándole, le consideran un felón. En la obra de Fernando Vizcaíno Casas, “Y al tercer año resucitó”, así aparece. Pero nadie pone en duda el trascendental papel que le corresponde en el tránsito a la democracia, en una de las etapas más apasionantes e inciertas de nuestra historia. La entereza con que afrontó el bochornoso asalto de los guardias civiles al Congreso de los Diputados -compartidos esos honores con Gutiérrez Mellado- será recordada eternamente.
Y en su haber político, analizado hoy con un más amplio sentido de perspectiva, el valor de una dimisión que iba más allá de lo que en sí significa una renuncia:
“Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”, vino a decir al país en la tarde del 29 de enero de 1981.
Sabias palabras, sustanciosa aportación a la democracia recién estrenada y que andaba amenazada, según se comprobó apenas un mes después.

lunes, 24 de septiembre de 2007

DE LOS PULGARES 'RAULISTAS' AL PERDON 'JOAQUINESCO'

Que perdonen los puristas del lenguaje -aunque a estas alturas ya queda poco con lo que escandalizarse- por estos derivados tan poco ortodoxos, pero recientes celebraciones futbolísticas sugieren esta glosa que igual facilitan la identificación o una más sencilla personalización.
Esos momentos que suceden a la consecución de un gol tienen mil y una opciones de formato y después de que los objetivos de las cámaras llegan a los rincones más insospechados, las imágenes han cobrado un notable valor.
La carrera, la voltereta, una persignación, los abrazos, el racimo humano, el brindis, cualquier gesto, un baile con el banderín, los besos, el grito prolongado y perdido en la vociferación, el enardecimiento y hasta el frenesí son algunas de las acciones consecuentes a la suerte suprema del fútbol. Todas son legítimas, unas estarán premeditadas y hasta ensayadas en los entrenos o en el vestuario en tanto otras han sido prohibidas para no molestar o distorsionar.
Son las imágenes de la celebración, del festejo que, dure lo que dure, tiene siempre un soplo de emoción y de catarsis.
Los habituales seguidores de las transmisiones televisivas se habrán quedado con dos escenas que, ciertamente, llamaron la atención. Raúl, el 7 del Real Madrid, un jugador singular por muchos motivos, alienta la controversia que desde hace unos años caracteriza su trayectoria. Da igual porque, pase lo que pase, ya es una leyenda. Excluido de la selección española, se reivindica con todo lo que tiene a su alcance, supliendo con derroche y entrega física las limitaciones técnicas que alumbraron su juego. Con eso y con goles.
Cuando anota uno, como para que no quede duda de la autoría, de su sello, Raúl corre hacia una esquina o hacia un lateral -las cámaras le siguen, indudablemente- y por elevación se lleva los pulgares hacia el dorso, como para que se recoja bien el número que, obviamente, es lo menos que se aprecia desde el instante en que es abrazado o felicitado por sus compañeros.
Los pulgares ‘raulistas’ son (deben ser) la exteriorización de su alegría, de su yo de siempre, de su condición de goleador vigente, de su sempiterna aspiración ganadora y de su propio equilibrio profesional.
Ya empleó otro dedo, el índice, para mandar a callar al ‘Camp Nou’ después de conseguir el segundo gol de una igualada. Entonces, como ahora, era la sucesión original de su poderío.
Y luego está una suerte de antítesis: el perdón ‘joaquinesco’. El jugador andaluz, otro 7, antes en el Betis y ahora en el Valencia, cruzó las manos como cuando se ora y sin gritos ni euforias elevó la vista al cielo pidiendo disculpas tras haber logrado un gol contra su antiguo equipo en el campo de éste. El beticismo se dividió: unos aplaudieron y vitorearon (sobre todo, después del gráfico perdón invocado) y otros vituperaron al atacante por semejante acción.
Parece una forma real de sentir los colores, aún frescos, los verdiblancos de toda la vida, y de acreditar la profesionalidad. (El lance, además, era muy nítido para golear: el fallo sí que hubiera acarreado suspicacias).
Total, que de los pulgares ‘raulistas’ al perdón ‘joaquinesco’ no hay más distancia que la de celebrar, cada cual a su estilo, un remate que agitó cientos, miles de gargantas, después extasiadas con esas escenas para el recuerdo.

sábado, 22 de septiembre de 2007

NOMBRETES

No escapa nadie. No hay habitante o miembro de familia que se precie que no tenga el suyo. Al menos, así era hasta hace unos años porque las generaciones más jóvenes, en su pasotismo o en su indolencia, no están por la labor, ni siquiera la de inventar un vocablo sencillo con el que identificar a sus coetáneos.
Apodos, motes, alias, sobrenombres... de eso hablamos. Otro rasgo de la personalidad sociológica de un pueblo. Si van mermando o desapareciendo, por cierto, como que la despersonalización se acentúa, caso del Puerto de la Cruz de nuestros amores y nuestros pecados.
Familias enteras, el linaje se diría, eran conocidas por el nombrete ganado o atribuido. Y hasta heredado.
En algún lado leí, hace tiempo, que la villa de Martos, provincia de Jaén, era la localidad española donde más apodos había.
Y en el Puerto, allá por los ochenta, “La Revista Local” dirigida por Jesús García Mederos publicó una lista por oden alfabético que causó el furor de haberse agotado la tirada y de producir una segunda entrega pues en la primera faltaron bastantes. El hecho, no es broma ni exageración, conmocionó a la población y hubo gente aludida que se disgustó, que resultó contrariada, no porque no supiera que se les conocía de ese modo sino porque quizá nunca se habían visto en papel impreso y con aquella proyección.
Ya saben: en lenguas del Puerto te veas..., un dicho que definió la idiosincrasia portuense.
Es imposible negar la originalidad de algunos. O la gracia. O la connotación negativa de otros. Y hasta el acierto por alguna circunstancia de su físico o comportamiento. Aluden a cualquier cualidad, buena o mala e implican, en mucho casos, menosprecio, ironía o burla.
Luego, está el según se diga o emplee. En voz baja, en las conversaciones, era para no molestar o herir. Para llamar a alguien o reclamar su atención en público, y sin mala fe, se hacía amistosa o afectuosamente. En el fondo, todo dependía de quien lo utilizara.
Las expresiones, chocantes por inhabituales, generaban cierta sorpresa. Y muchos aludidos aceptaban sin más la suerte de su sobrenombre y se identificaban con la frase que era sentencia a la vez:
El que lo puso, que se lo quite.
Amén.

viernes, 21 de septiembre de 2007

DIOS, DEMANDA IMPOSIBLE

En un telediario nocturno de “La 2”, muy al estilo de los que se hacen en Francia, destacan la noticia de la denuncia que contra Dios -sí, sí, han leído bien: contra Dios- hace un senador norteamericano, responsabilizándole de los desastres naturales que en distintas partes del mundo tantas vidas humanas han costado y tantos daños materiales han producido.
O sea, que en Estados Unidos, y entre su clase política, hay también extravagantes, excéntricos y descerebrados metafísicos. O ansiosos de notoriedad, más simple. ¿Se imaginan a un padre de la patria español promoviendo una iniciativa similar? ¿Qué diría Federico Jiménez Losantos? ¿Se quedaría en silencio la Conferencia Episcopal? ¿Resistirían las vestiduras del ultracatolicismo? No, mejor no imaginarlo.
(Hace años, en los primeros de la transición política española, con señales de apertura entre tímidas y atrevidas en los medios de comunicación, en el desaparecido diario “La Tarde”, aún dirigido por Alfonso García Ramos, Pepe Chela publicaba en la última página una entrevista (imaginaria) con Dios. El espacio reservado a la foto aparecía en blanco. Menos mal. Porque se armó una buena, entre detractores y partidarios, entre escandalizados y tolerantes, entre nostálgicos de la censura y defensores de la libertad de expresión sin más. El propio Alfonso no pudo escapar a aquella controversia que se saldó con más ruido que nueces).
Ahora, el senador norteamericano debe haber generado algunas sonrisas. No más. Otra anécdota, vamos. Sobre todo, en un país donde casi al mismo tiempo (en Jena, Lousiana) resucitaban los resabios -o algo más- racistas, a propósito de la sombra de un árbol que, como si tuviera culpa de algo -el pobre- terminó siendo talado. Como si fuera de aplicación el dicho español: liquidada la sombra, se acabaron las disputas.
Y la demanda, por cierto, se evaporará sin pena ni gloria. Así se desprende de las dificultades para tramitarla, señalaban en la pieza informativa: Dios no es un ser humano y su domicilio no es conocido, por lo tanto, inalcanzable. O imposible de notificar.
A su señoría, en fin, con todos los respetos, los mismos que hay que dispensar y tener con los creyentes en la divinidad o en cualquier abstracción o ser superior, cabría recomendarle que por encima de los excesos de originalidad siempre estará la sensatez, especialmente obligada entre quienes se dedican a la cosa pública.

jueves, 20 de septiembre de 2007

LA RADIO DEL VALLE

-Buenas noches padre, ¿es La Voz del Valle?
Era, indefectiblemente, el comienzo de cada conexión.
De siempre, desde las estancias en Venezuela, hubo interés por la radio. Mi padre inculcaba los valores de la técnica, que él empezaba a dominar muy bien y como que quería que siguiese sus pasos.
Pero uno prefería el otro lado de la comunicación. Estar en el lugar, hablar, comunicar, porder transmitir lo que veíamos. Hacérselo saber a otros.
Y ya de regreso, cuando la televisión en la isla apenas era una experiencia incipiente, la cita nocturna con la radio era diaria. Con los abuelos, en torno a aquel viejo aparato que tan bien sintonizaba emisoras de todos lados, pese a que aún no se había implantado la frecuencia modulada.
Y allí escuchábamos La Voz del Valle, uno de cuyos programa estelares era “Las tres columnas” o “Navidad de los humildes”, la primera referencia que tengo de radio participativa pues los oyentes, desde La Orotava, Los Realejos o Puerto de la Cruz telefoneaban para hacer en directo una aportación económica destinada a aliviar las carencias de las familias más necesitadas de los tres municipios en las fechas navideñas.
Aquella manifestación de solidaridad -salpicada de vez en cuando con alguna excentricidad o desequilibrios visibles de los oyentes en las aportaciones monetarias voluntarias- tenía luego una proyección en forma de gráfico que se exponía semanalmente en los escaparates de “Almacenes Gómez Baeza”, a donde acudía gente de todas las edades -escolares incluidos- para comprobar el estado de cla clasificación por municipios.
El padre era el cura José Siverio, quien años después sería mi director en Radio Popular de Tenerife y a quien debo jugosas enseñanzas sobre cómo desenvolverse ante el micrófono en un espacio en directo.
“Sí, buenas noches, dígame”, respondía Siverio con una voz tronante, a medio camino entre la amabilidad y lo cortante.
A esta emisora hice llegar, en los primeros años de bachiller, sencillas colaboraciones, facilitando resultados de partidos de fútbol juveniles o infantiles o anunciando algún encuentro de interés de la siguiente jornada. Fue el primer contacto real con el mundo radiofónico.
La Voz del Valle fue pues la emisora de referencia. Esquelas, farmacias de guardia, discos dedicados, música clásica... Así ha quedado plasmado en el libro de Julio Yanes Mesa y Rodrigo Rodríguez Borges titulado “La radiodifusión sindical del franquismo. La Voz del Valle 1960-65”, un volumen muy bien estructurado que es la historia misma de la emisora. Documentos, testimonios sonoros, informaciones verbales... Por registrar, hasta aparece la nómina de socios protectores.
Allí trabajaron Domingo Hernández Torres, que ponía una voz ceremoniosa y teatral y se las componía muy bien con cualquier apaño técnico; el siempre inquieto y observador Alvaro Morales; el meticuloso Santiago García Luis, con el que coindidí años después en Radio Popular y descubrí su talento musicalizador; y Carlos Argüelles, el polifacético conductor de los deportes.
“La radio del Valle”, escribe Juan Cruz Ruiz en el prólogo de este libro, “un documento de primera magnitud” que puso los pelos de punta, según confiesa, al escritor portuense.
Es, en efecto, una obra valiosísima, que faltaba. Un volumen que hace justa correspondencia a la importancia que en la primera década de los sesenta del siglo pasado, en pleno franquismo, cobró un medio de comunicación hecho, por lo que puede leerse, con tanto rigor como entusiasmo para sortear las dificultades de todo tipo surgidas en la época.
Los pelos de punta, sí. Cuando apareció la tele y cuando se apagó La Voz del Valle, echamos de menos aquella pregunta de conexión:
-Buenas noches padre, ¿es La Voz del Valle?

miércoles, 19 de septiembre de 2007

ESPABILEN: RESPETO, CIVISMO Y CALLES PARA TODOS

En el vértigo de la gran ciudad, la escena es reveladora.
“¡Espabila, viejo!”, le grita el conductor de un vehículo asomando su cabeza a un hombre de unos setenta años que cruzaba un paso de peatones y se había quedado ligeramente rezagado.
El hombre apenas tuvo tiempo de mirar, alertado seguramente por la exclamación para acelerar el paso y completar el cruce, mientras el conductor reía y aceleraba.
No era una gracia, no. Aunque no hubiera riesgo de atropello. Ni siquiera un susto. La interpretación es otra: el escaso respeto a los mayores, a sus limitaciones, a las circunstancias de la movilidad reducida. Y no por la expresión, ese imperativo suplementado con el vocablo que se utiliza comúnmente por estos lares para identificar o llamar a los ancianos (bien es verdad que con matices, según y cómo), sino por el hecho: ni siquiera están seguros en una zona debidamente señalizada, teóricamente protectora de su paso.
El episodio entraña más paradojas. Precisamente, en estos días se lleva a cabo una nueva edición de la iniciativa europea “¡La ciudad, sin mi coche!”, sugestivo reclamo para no soportar o sufrir, siquiera durante un día, el ritmo, la intensidad y los perjuicios medioambientales del tráfico rodado. Aunque fuera en menor medida. Igual en una insignificante menor medida. El lema de este año parece hecho a medida del “¡espabila, viejo!” inspirador de estas líneas: “¡Calles para todos!”. Es probable que el peatón presuntamente septuagenario no lo conozca y que el conductor impaciente tampoco. Pero es, en cierto modo, una respuesta. La respuesta. La justa reivindicación.
Una contestación que precisa de algo más que hábitos saludables pues ese humanitarismo que se deteriora y se pierde es lo que hay que cultivar y potenciar. En dosis elevadas, tal como está el patio… digo, las vías y las calles.
Y todavía algunos ponen reparos a que se imparta “Educación para la ciudadanía”.
Espabilen: civismo, respeto a los mayores y calles para todos.

martes, 18 de septiembre de 2007

LA PRIMERA VEZ

Recuerda Juan Cruz Ruiz -a quien pueden leer en este blog, en el enlace MIRA QUE TE LO TENGO DICHO- sus comienzos periodísticos en el desaparecido semanario “Aire Libre”, el mismo en el que me inicié -de su mano amiga y magistral desde entonces- con una entrevista -nada menos- hecha a mi compañero de pupitre en el primer curso de bachillerato.
Había en la plaza un cuchitril, con futbolines modernos y máquinas de juego, fácilmente identificables porque sus teclados llevaban la inscripción “Petaco”, que debía ser la marca de la fábrica.
-¡Dale a los “petacos”!-, decían entonces los espectadores para impedir que la bola se perdiese por el agujero central o las aberturas laterales.
Y hasta allí llevé la entrevista, titulada y todo. Bueno: apenas un folio, con preguntas escuetas -entonces no sabía lo que significaba el término- y contestaciones más escuetas todavía.
Juan la miró, la revisó y sonrió. Aún recuerdo aquella sonrisa suya de colegial.
“De modo que quieres ser periodista”, dijo. Envió la entrevista a Santa Cruz y al lunes siguiente salía publicada. Creo que Andrés Carballo, el entrevistado, que jugaba entonces en el infantil Peñón, aún conserva el recorte. Ver la firma, el nombre de uno en el semanario, fue determinante. Fue el primer paso de la que ya se adivinaba como indeclinable vocación. En buena parte materializada -si es que procede- en el ámbito del deporte. Tal es así, que aún hoy emitimos opinión que nos piden en un espacio radiofónico.
Sí, quise ser periodista, desde niño, y quiero ser periodista, porque va en la sangre y en los cinco sentidos. De verdad: no es un retorno a los orígenes ni el empleo de utilitarismos nostálgicos. Con todos los vaivenes que han caracterizado la existencia de uno, prevalecen los valores de aquel primer trabajo aparecido en “Aire Libre”.
Tal es así que aún hoy, cuando se publica un artículo, una glosa o una necrológica, con la firma, con el nombre, experimentamos la misma ilusión, el mismo entusiasmo y el mismo afán de aquella primera vez.
Y de eso hace ya cuarenta y cinco años.
¡Cielos!

lunes, 17 de septiembre de 2007

ATREVERSE PARA EXPRESAR

Unas letras de gratitud.
A quienes entraron, atraídos por la curiosidad, y dejaron su comentario de felicitación o de ánimo.
A quienes, por otras vías, hicieron lo mismo, estimulando nuestro quehacer.
A todos los que saben de nuestra vocación, jamás perdida, y ahora se alegran de que la refresquemos. En forma de blog.
Y unas líneas de aclaración también, por si en el primer paso/declaración de intenciones no quedó suficientemente claro: la intención no es meter política aquí. Hablaremos de actualidad, de vivencias, de recuerdos, de impresiones, de reflexiones… De todo eso, sin política. A sortear la tentación.
En cuanto a contenidos, ya ven, ahí a la derecha: dos enlaces que añadir a los inicialmente registrados. El maestro Juan Cruz Ruiz se asoma desde su singular universo. Y luego, conexión directa con el primer diario digital de Canarias.
El blog que va cobrando vida, la caminata que no ha hecho más que empezar, la idea que va cristalizando, el manejo de los vericuetos tecnológicos, el compromiso de la comunicación que se renueva… Hasta ciertas dosis de atrevimiento, créanlo.
Pero sin ellas, ¿sería posible expresar algo?
Septiembre 17/2007

viernes, 31 de agosto de 2007

LA MAS LARGA CAMINATA...

La más larga caminata comienza con un paso, reza un proverbio árabe. No sabemos si ésta será larga pero el paso ya está dado.

O sea: incursionamos en la esfera de los blog, buscándanos un hueco en la inmensidad de la red, sin más pretensiones que las de expresar ideas, contar vivencias, compartir impresiones e intercambiar criterios.

Nos sigue guiando la vocación. Es imposible resistirse, menos ahora en que va mermando la actividad política a la que voluntariamente hemos dedicado tanto a lo largo de los últimos años.

Nos anima el compromiso de la comunicación y la respuesta a las exigencias de nuestros días de la profesión, tan necesitada, por cierto, de los valores que inspiraron su noble ejercicio hasta no hace mucho y que ahora se ven desnaturalizados por múltiples factores.

Igual hablamos de ello en alguna ocasión.

Ahora estamos en un sitio propio, con la misma modestia, con la misma humildad con que nos hemos conducido en el periodismo y en la política. Un sitio que irá creciendo -eso esperamos- a medida que la disponibilidad y la motivación estén suplementadas por el tiempo y el sosiego para escribir y para terminar de manejar con soltura y buen tino todas las opciones que posibilitan estos cauces de comunicación.

GARCIA EN BLOG aparece sin voluntad de competir con nadie ni de ganar un espacio perdido en otros ámbitos. Surge como fruto del propósito de contar cosas y comunicar, de seguir ejerciendo el oficio, de estar en contacto con la gente.

Este es el primer paso. Confiamos en que la caminata sea larga y provechosa.

Gracias desde este momento a quienes entren, pinchen o cliquen, a quienes crean que este blog, en alguna medida, les interesa.