miércoles, 31 de mayo de 2017

EL DESCUBRIMIENTO DE COREARTE

Hay que prestar atención a Corearte (International Choir Festival), una convocatoria que mantiene encendida la llama de la música coral en el Puerto de la Cruz, donde siempre hubo predisposición a cultivarla, sin perjuicio de edades ni de condición social. Ahora que han terminado de conmemorar el cincuenta aniversario del fallecimiento del insigne músico portuense, Juan Reyes Bartlet, Corearte engrosa el ya variado abanico de festivales musicales que, desde el ángulo turístico, siempre entraña una interesante proyección. Además, tiene el germen de cuatro ediciones en la modalidad junior, con lo que la convocatoria crece y se enriquece quién sabe si con una orientación muy clara de ser una plataforma turístico-cultural de primer nivel.

Corearte tiene su origen y su sede en Barcelona, donde desde hace diez años, lleva a cabo un festival de renombre mundial en el que han participado grupos corales de varios países del mundo, incluidos Estados Unidos y Rusia. Una firme convicción anima a sus promotores y dirigentes: la música es un espacio para comparrtir y disfrutar, de ahí que su labor de organización, investigación y desarrollo de actividades musicales se materialice en concursos, actuaciones, festivales, conferencias, talleres, debates y mesas redondas.

Un poco de todo esto han hecho en el Puerto de la Cruz a lo largo de días pasados, con la tutela de la Asociación Cultural Reyes Bartlet y la participación activa del maestro tinerfeño José Híjar Polo quien ha trabajado obras y composiciones del folklore isleño. En un programa en el que han combinado visitas, excursiones y actuaciones, ha estado acompañado por el maestro catalán Oriol Castanyer y la profesora canaria Cristo Velázquez. Coros invitados de Islandia, México, Uruguay y Madrid. Y actuaciones de formaciones corales insulares como el Grupo Vocal Cantate Laeti, de La Cruz Santa; el coro Pedro Fuentes, de Los Realejos; el coro Gaudium Cordis, de Tejina; y el propio de la Reyes Bartlet. Para todos, una experiencia provechosa y una semana memorable. La iniciativa del área de Turismo del Ayuntamiento, decisiva también en la recuperación del recinto, tras la buena cosecha de estas primeras ediciones, debe ser potenciada.

Pero lo mejor ha sido el descubrimiento de la sala 'Isla del Lago' (antigua 'Andrómeda') como extraordinario recinto donde poder llevar a cabo presentaciones y actividades culturales. Se trata de un recurso infrautilizado desde que el Cabildo cerró las instalaciones acondicionadas en su día para alojar el casino de juego. Aquella operación, como se sabe, no resultó y ahí quedó el mobiliario, decoración, escenario y demás, en buen estado de conservación y apto para ser utilizado como se ha comprobado con Corearte. Miren por donde, una ciudad que ahora mismo carece de espacios aptos para actividades culturales y manifestaciones artísticas de cierto empaque, se ha encontrado, en un lugar cargado de historia y atractivos, con un recinto donde, con aforo de trescientas/cuatrocientas personas, puede albergar acontecimientos de primer orden.

Es probable que la solución haya sido fruto de la improvisación para salir del trance y no dejar morir Corearte, pero si ha servido para impulsar la disponibilidad pública de un recurso que se necesita, encantados de la vida.

OJO, MÁS INFRACCIONES PENALES

No son buenos los registros de las infracciones penales en Canarias durante el primer trimestre del presente año. Las personas que siguen los informativos de la tele y hacen comentarios sobre los sucesos abonan el pesimismo. “Lo mal que está todo”, era y es una frase recurrente. Para colmo, se vienen a sumar -imágenes incluidas- los incidentes de menores y escolares, algunos de los cuales, lastimosamente, devenidos en comisiones delictivas. Para los responsables de los cuerpos de seguridad, los aumentos de los índices de delincuencia son siempre motivo de estudio y reflexión, sobre todo para revisar estrategias y planes de actuación. Y para los actores sociales, tales aumentos son sinónimo de preocupación que termina produciendo más denuncias y más reivindicaciones para que la seguridad ciudadana esté mejor cubierta o atendida.

Pero, bueno, vayamos a los datos que son del Ministerio del Interior: de enero a marzo de 2017, se han contabilizado veinticuatro mil ochocientas veintiséis infracciones penales en las islas, un 8,5 % más que en el mismo período del año anterior. Bien es verdad que se han aplicado por primera vez los nuevos indicadores de delincuencia y datos de localidades de más de treinta mil habitantes (hasta ahora eran de más de cincuenta mil), con lo que se suman, en todo el terrirtorio nacional, cien nuevos municipios, hasta un total de doscientos cuarenta y ocho.

La criminalidad ha aumentado en España un 1,7 %, con un total cercano a las quinientas mil infracciones penales. Hay un incremento de hasta el 36,5 % en los homicidios o asesinatos en grado de tentativa, en tanto que los consumados crecieron un 6,8 %. Tipos delictivos como el robo de coches suben un 8,3 %, en tanto que el tráfico de drogas se eleva en este período un 11,2 %. Otro dato llamativo: doscientas ochenta y siete violaciones denunciadas, un 13 % más, en número relativos.

La seguridad es un bien determinante en nuestra convivencia y en los destinos turísticos, donde es primordial, como factor de promoción, la satisfacción que guarden los visitantes tras su estancia. La presencia policial en vías y plazas de las ciudades transmite una cierta tranquilidad. Hay que incidir, de todas maneras, en las acciones de prevención de la delincuencia, materia en la que es fundamental coordinar acciones de los cuerpos policiales con las que emprendan los actores sociales.

Seguro que los aumentos del primer trimestre en Canarias están siendo analizados. Hay que hacerlo sin alarmismos pero con firme vocación de mejorar esos índices para seguir presumiendo de islas seguras. Casi veinticinco mil infracciones penales: claro que son muchas.

martes, 30 de mayo de 2017

PUNTAS PORTUENSES



Hasta cuatro localizaciones con la palabra ‘punta’ encontramos en un breve repaso a la geografía urbana del Puerto de la Cruz. Es posible que se nos escape alguna. Si así fuera y usted es lector de esta entrada, no dude en hacernos llegar su observación para su incorporación.
Está Punta Brava, el núcleo límite del término municipal con Los Realejos, surgido sobre los bajíos y abierto al turismo para albergar a uno de los primeros complejos del país que prosigue su expansión y acoge cíclicamente sus innovaciones. Millones de personas visitan Loro Parque anualmente, tan variado, tan natural, tan espectáculo desde que se franquea la puerta de acceso.
El tesón caracterizó los afanes de la población de Punta Brava durante muchos años. Primero, con la autoconstrucción y luego con la aparición de pequeñas y medianas empresas que han dado vida a la actividad económica del barrio. También aquí se forjaron valores cívicos, cuando se fraguaba la democracia y un incipiente movimiento vecinal impulsaba el quehacer de los primeros dirigentes que luego se convertirían en ediles. La lucha por disponer de una vía de acceso cómoda y segura se vio acompasada por la dotación modernista de una playa que se funde con jardines y platanares y es también señal distintiva. 
Punta Brava, con la entrada en funcionamiento del Hogar Santa Rita, y con el perpetuo homenaje, en la entrada del sector, a cuantos intervinieron en el naufragio del ‘Titlis’, es un ejemplo de solidaridad.
Está la Punta de la Carretera, una suerte de confluencia viaria, donde se erige el rascacielos interpretado como la expresión máxima del desarrollismo de una época. Hubo un tiempo en que era el acceso principal al centro. Ahora, desde los ochenta, desde que se puso en marcha un plan de tráfico, es un fluido distribuidor de salida hacia oriente y occidente, aunque no figure la rústica señalética -después sustituida por otra iluminada- que indicaba localidades y kilómetros. En los alrededores, intentan sobrevivir algunas casas terreras. Otros solares nos refrescan recuerdos de la convivencia cotidiana de los portuenses y de unos cuantos personajes populares de la zona.
Está la Punta del Viento, allí donde se entrecruzan todas las brisas y todos los alisios. Allí donde se han probado todos los tratamientos urbanísticos que buscaron la contemplación admirable, desde paradores diversos, del paisaje más cercano y de los relieves insulares más alejados. Ha sido una apuesta por lo diáfano, en tanto cedían las últimas viviendas, una suerte de zoco y venta ambulante y establecimientos turísticos de postín. Antesala de un paseo singular al que se empeñaron en arrebatar un muro. Fue San Telmo bulevar, también con sello manriqueño. Expresión del cosmopolitismo y la multiculturalidad.  La Punta del Viento, donde si se quiere fresco, en plena canícula, se puede encontrar. Y donde en invierno, especialmente en la noche, hay que abrigarse.
Está la Punta del Muelle, el límite con el Atlántico del pequeño refugio que otrora protegió el quehacer de numerosas familias dedicadas a las artes pesqueras. El paseo que acerca al horizonte, aún válido para bañistas que se lanzan desde lo más alto. ¿Qué Punta?, puede que se pregunten algunos: ¿el final de ese paseo o la del dique de abrigo de enfrente, popularmente conocida como “Puerto Banús”? Da igual: en ambas convergen ilusiones, disfrute, pesquerías, conversaciones de todo tipo. Y desde ambas se dice adiós o hasta luego a la Virgen marinera que es embarcada en julio, además de servir de plataforma para fuegos artificiales en varias celebraciones.
Y en el cancionero popular, medio perdida, aparece otra punta, a secas: la del antiguo Boquete, la del muro de protección de San Telmo. “Me tiro en la escalerita, en la punta, o en el rebozo/ y nadar a la Cebada era lo más peligroso”, cantaron los Encinoso y los Volcanes del Teide mientras bellos recuerdos llegaban a la memoria y los compartían con gentes de toda condición. Allí, todas las posturas, todas las audacias y todas las hazañas posibles de los bañistas.
Puntas portuenses. Localizaciones para identificar sectores que hacen del paisaje local espacios donde convivir, evocar y contemplar hasta la propia evolución urbanística del municipio.
P.S.- El estimado amigo Mario Torres Rodríguez responde a nuestra invitación y señala otra: la Punta de los Meros, en la cercanía del charco Las mulas, en pleno bajío, en lo que se llamaba La Marea, cerca de El Peñón. Un lugar idóneo para aprender a pescar. Era frecuente ver a los jóvenes con sus cañas y pendientes de los movimientos de la marea. Una localización más.

lunes, 29 de mayo de 2017

FILÓLOGOS Y PERIODISTAS

El profesor Gonzalo Ortega Ojeda fue muy crítico y llegó a calificar de fracaso el desarrollo de las III Jornadas del español en Canarias, hecha por la Academia Canaria de la Lengua, a la vista de la escasa repercusión que había tenido entre los profesionales de la comunicación, reflejada en una reducida asistencia.

Asumimos su planteamiento -en realidad lo dijimos en la sesión de apertura- para engrosar la parte de autocrítica con que generalmente acudimos a estas convocatorias, siempre con ánimo de aprender, seguir curtiéndose y contribuir -esmerándonos- a la consecución de los objetivos propuestos.

Ya se ha dicho que los periodistas somos poco dados a la vida asociativa. Sus múltiples ocupaciones condicionan una enormidad dedicar tiempo a los menesteres de la formación y las relaciones profesionales. Si encima, las circunstancias predominantes en el trabajo no favorecen, falta humildad -como se reprochó- y no hay demasiado interés en reciclarse, actualizar conocimientos y acceder a nuevas fuentes o a fuentes alternativas, los resultados pueden ser decepcionantes.

Y eso que el profesor Humberto Hernández invitaba con una sugerente pregunta: “¿Qué pide el periodismo a los filólogos?”. Del necesario entendimiento entre ambas disciplinas hablaron en una ponencia José Luis Zurita y Ramón Alemán, el primero con afán de que los nuevos lenguajes, el de las redes y el de los móviles, no se pierda en economías baratas y vulgarismos que los deformen; y el segundo, con ganas de que haya más profesionales de la comunicación que le requieran para despejar dudas.

Les pedimos, profesor, que tomen la iniciativa”, fue nuestra respuesta. Habremos de ser ingeniosos y probar todas las fórmulas que sea con tal de estimular los conocimientos para mejorar el ejercicio profesional, para escribir y para hablar mejor. Para evitar que algún locutor exprese “andó”, en vez de anduvo, y encima un telespectador, cuando se le hace ver el error, manifieste que “lo dijo la tele”, otorgándole, poco menos, carta de categórica rotundidad. O que se escriba, ahora que se barrunta la posibilidad de ganar una competición señera, doceava en vez de dudodécima. Y que se escuche “nadien” o “nadies”. En fin...

Una solución podría ser acudir a la misma sede de los medios. Así se lo trasladamos a la Academia. Ya que es difícil armonizar y coordinar fechas y horarios, se trataría de convenir con las empresas jornadas de trabajo en directo, allí sobre las mismas mesas y las mismas pantallas donde se opera a diario, para corregir los yerros y los vacíos, las construcciones deslavazadas e insustanciales, la sintaxis disparatada y hasta las faltas de concordancia. Si la montaña no viene... Introducir y combinar elementos frescos, hacerlo de forma ágil y pragmática, es una de las opciones. Ganarían todos: las empresas, que tienen allí, en casa, a sus empleados; los profesionales, que dentro de sus horarios, pueden dedicar tiempo a la formación y al reciclaje y seguir la estela del aprendiz permanente; y los destinatarios del producto informativo que otorgarán la credibilidad y la confianza necesaria en función de cómo les sea presentado.

Tenía su razón, claro que sí, el profesor Ortega, de ahí que no caiga en saco roto el propósito encaminado a conocer y utilizar mejor una herramienta esencial para la convivencia, el entendimiento, las relaciones y la difusión de los mensajes. Fenómenos como el de las redes sociales -y antes, el de las televisiones locales- o la aparición de nuevos lenguajes obligan a no quedarse con los brazos cruzados. Se trata de no desaprender sino de estar a la altura de las exigencias de una sociedad que quiere comunicarse mejor.

Y en esa tarea, los filólogos tienen la llave y mucho que aportar.

sábado, 27 de mayo de 2017

UNA PRUEBA DE SENSIBILIDAD

(Un error informático irreparable durante el fin de semana impide publicar la entrada titulada Puntas portuenses que habíamos anunciado para hoy. Lo lamentamos).

Quienes hemos venido demandando mayor sensibilidad con el patrimonio cultural, histórico y arquitectónico en el Puerto de la Cruz, no podemos por menos que acoger con cierto entusiasmo la iniciativa de los alumnos de cuarto curso de Primaria del colegio Juan Cruz Ruiz de La Vera consistente en recoger firmas en el sitio web o plataforma digital change.org para rescatar de la desidia e impedir la ruina de la Casa Iriarte, construida a finales del siglo XVIIII y localizada en la calle San Juan -la trasera da a Agustín de Bethencourt- que acogió, mientras estuvo abierta, un museo naval de cierta consideración. En ella nacieron los hermanos Iriarte, algunos de los cuales sobresalieron, en los ámbitos político y literario, durante la Ilustración.
El inmueble está cerrado desde hace algunos años y, por tanto, los riesgos de deterioro, pérdidas y daños irreparables son evidentes. Cierto que es de propiedad privada y las acciones a emprender quedan bastante condicionadas pero la recogida de firmas de los alumnos del citado colegio es ya, al menos, una señal esperanzadora. Es más: dan un ejemplo, frente a las pruebas de abandono y desatención. La Casa Iriarte sería un lujo, un timbre de orgullo en cualquier otro municipio.
De ahí que se pondere esta iniciativa que ya ha encontrado reflejo en medios de comunicación locales. Habrá que aguardar el alcance, hasta dónde llega el número de firmas. Faltan respuestas más persuasivas de las administraciones competentes. El pleno del Ayuntamiento aprobó en su día la creación de un consejo municipal que habría de estudiar medidas para la conservación y promoción del patrimonio portuense. Lo que escribimos en mayo del pasado año, con ese motivo, adquiere plena vigencia:

El acuerdo es oportuno y necesario. Por tanto, ojalá no quede en mera expresión de voluntad, una de esas tantas que se produce a lo largo de un mandato pero no luego no se materializa con resultados prácticos y tangibles. Oportuno, en cuanto que es el primer paso de una hipotética solución para frenar el deterioro de una parte del acervo patrimonial portuense y de una sensibilidad indispensable para evitar la pérdida de valores que, en el fondo, son representativos de la identidad urbanística del municipio. Necesario, porque de no atajar, en medio de un clima de progresiva indolencia, se extenderán las huellas de un paisaje urbano revelador de abandono imparable y de una inacción que solo conduce al desastre”.

Los alumnos del colegio Juan Cruz Ruiz han dado un paso para intentar evitar la ruina completa de la Casa Iriarte. Es solo un paso pero el primero, salido desde un ámbito muy concreto de la población. Algo es algo. Y tal como decíamos entonces:

Admitamos que no se trata de una cuestión fácil, que se despacha en breve lapso de tiempo o con unas actuaciones mínimamente planificadas y consensuadas. Aquí hay mucho de civismo, en primer lugar. De sensibilización, de pedagogía. Es una tarea prolongada, que requiere empeño y dedicación. Los actores sociales deben encontrar una voluntad nítida de la Administración. Esto es de todos, esto es el bien común. Por tanto, si se quiere una participación activa y sostenible, tiene que haber respuestas eficaces por parte de los poderes públicos. En ese aspecto, es mucho lo que hay que hacer en todos los campos: obras, monumentos, arquitectura, escultura, pintura, etnografía, conjunto artístico… Los planes de ordenación han de prever iniciativas concretas a la hora de delimitar. Por desgracia, la población portuense no ha sido muy sensible con estos temas. Es la hora de producir un cambio de conducta y de cultura”.

Tomen nota.

viernes, 26 de mayo de 2017

PRECARIEDAD Y SUBEMPLEO



El pasado mes de febrero, la Comisión Europea (CE) advertía del “uso generalizado” de los contratos temporales en el mercado laboral español y de sus consecuencias negativas en el sistema económico productivo de nuestro país. El informe ponía el dedo en la llaga de la precariedad en el empleo, circunstancia que se viene destacando por las centrales sindicales y otros actores sociales cada vez que las estadísticas reflejan crecimientos que el Gobierno traduce con más aires triunfalistas de lo debido.
Lo peor de los contratos temporales, como se ha dicho en otras ocasiones, es que a duras penas sirven como soporte o trampolín de trayectorias laborales estables y, además, están asociados a malas condiciones de trabajo. Este último concepto incide en los riesgos de aumento de la pobreza y exclusión social. En este sentido, se estima que el uso excesivo de la contratación temporal es aún más preocupante en cuanto que sobresalen, en las modalidades utilizadas, las de corta o muy corta duración.
No es de extrañar entonces que el riesgo de pobreza en nuestro país, a pesar de la reducción experimentada en los últimos años, siga siendo alto e incluso crezca, no solo entre los menores de edad, sino entre las personas que sí disponen de un puesto de trabajo. El informe de la CE señala la cobertura limitada de beneficios sociales -aunque hace una excepción con las pensiones- y apunta que “la falta de coordinación” entre empleo y prestaciones sociales “deja a muchos desempleados sin apoyo a sus esfuerzos por entrar de nuevo en el mercado laboral”.
A estos factores hay que sumar los del subempleo, un concepto que globaliza a aquellos trabajadores a tiempo parcial que desean trabajar más horas. Los más recientes datos de Eurostat ponen de relieve que España es el segundo país de la Unión Europeo con mayor volumen en esa materia: 1,41 millones de trabajadores y el 7,7% de la población ocupada cifran ese subempleo, solo superado por Chipre. Es cierto que el subempleo ha disminuido en los últimos años. Llegó a ser del 9,1% en 2013. Y un año después, casi uno de cada diez empleados quería trabajar más horas de lo que en la práctica hacía. No deja de ser curiosa esta circunstancia que debería ser tenida en cuenta por los empleadores, sobre todo cuando está acreditado que el empleo a tiempo parcial ha sido de las pocas opciones de ocupación que ha crecido durante toda la crisis.

jueves, 25 de mayo de 2017

VANDALISMO Y DESAZÓN



La asociación “Ya vienen los Reyes”, originaria del Puerto de la Cruz, empeñada desde hace años en revitalizar y dar lustre a la cabalgata de los Reyes Magos en el municipio, se queja con toda la razón de la acción vandálica que algunos desaprensivos han llevado a cabo en las últimas fechas destrozando los enseres y los utensilios que el colectivo, cada vez más numeroso y mejor organizado, empleaba y lucía.
Ya el pasado mes de enero, después de la celebración, sufrieron una primera andanada -si nos permiten la licencia- que costó un gran disgusto, ahora reproducido y aumentado, cuando en un corto plazo de dos semanas, han visto la práctica destrucción de esos soportes de cabalgata, guardados, según explicaron, en algún rincón de la antigua estación de guaguas, edificación abandonada, inutilizada y cerrada por resolución judicial.
Se ve que los vándalos conocen las fisuras de la edificación y saben dónde estaban provisionalmente depositados aquellos soportes. No han tenido en cuenta nada: ni los perjuicios sociales ni el importe de los daños causados ni la ilusión de los niños, vaya. Esos materiales no hacían daño alguno pero algunos se empeñaron en deteriorarlos y romperlos, hasta el punto de que, viendo el alcance de la “hazaña”, los miembros de la asociación ya han anticipado que la cabalgata no podrá salir en la próxima víspera de Epifanía.
Tendrían que recomponer y renovar esos enseres y ya no disponen de tiempo material ni de recursos económicos para hacerlo. Se entiende la desazón de los dirigentes de este animoso colectivo que, con mucho esfuerzo y con probado ánimo emprendedor, lograron devolver a la cabalgata el esplendor perdido, entre abandono e insensibilidad. Ahora afrontan este vacío, o lo que es igual, deben partir de cero si es que la ciudad quiere volver a contar con una de esas realizaciones que siempre suscita expectativas y es aguardada con interés por chicos y grandes.
La parte de vigilancia del lugar casi es lo de menos. Pese a la denuncia de los hechos y de haber tomado alguna medida reparadora, los promotores se han quedado sin soportes. Una lástima. Entre que no se vigila y las acciones vandálicas, el pequeño desastre se ha consumado. Ya sabemos quiénes son los perjudicados.

miércoles, 24 de mayo de 2017

ESMERARSE CON LA MEDICINA DE FAMILIA



En el complejo universo de la asistencia sanitaria, siempre estuvo claro que la atención primaria ha de erigirse en un sólido pilar del Sistema Sanitario Público, de modo que cuando se publican datos y cifras sobre la evolución de dicha atención y se contrasta el aumento de las dificultades que los propios profesionales, se desata la natural preocupación. La sanidad es algo muy serio, nos debe interesar a todos y quienes tienen a su cargo la importante responsabilidad de las prestaciones precisan de las mejores condiciones para llevar a cabo sus tareas.
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC) aprovechaba la conmemoración del pasado Día Mundial de la Medicina de Familia para reivindicar un incremento de cuatro mil quinientos facultativos en el cuerpo de médicos de atención primaria para alcanzar el cupo de 8,6 profesionales por cada diez mil habitantes y así acercarse a los estándares europeos.  De su planteamiento, se obtiene el dato canario: en la Comunidad Autónoma harían falta mil cuatrocientos ochenta y seis médicos más para llegar a la media europea.
En España, actualmente, la media nacional de médicos de familia se sitúa en 7,6 por cada diez mil habitantes, una cantidad que la SEMFYC considera baja si se la compara con los 9,6 doctores que tiene de media el conjunto de Europa para este número de ciudadanos. El presidente de esa organización, Salvador Tranche, ha declarado que el aumento se debe producir de forma gradual y reconoce que “sumar un médico de familia más por cada diez mil habitantes permitiría mejorar la calidad asistencial que reciben los ciudadanos”.
Recordemos que sobre los médicos de familia recaen las competencias de atención integral a las personas, la continuidad asistencial, el trabajo con la comunidad, la atención domiciliaria, el abordaje familiar, la actualización permanente y la inquietud por garantizar una buena integración de la atención a la salud entre los diferentes actores que engrosan el sistema sanitario público.
Por tanto, si se acepta que hay un déficit estructural de profesionales en centros de salud y dispositivos de cuidados críticos y urgencias y que el sistema para la cobertura de permisos y salientes de guardia (sin olvidarnos de los contratos a tiempo parcial) no funciona de modo eficiente, es lógico que las administraciones públicas se esmeren para aumentar los recursos reales y robustezcan el sistema sanitario público.
Deben priorizar e invertir. No les queda otra.