miércoles, 31 de octubre de 2012

REDUCIR LA INCULTURA


Como uno tiene esa vocación de aprendiz permanente, siempre llaman la atención aquellas afirmaciones que permiten tomar el pulso al ejercicio profesional. Sobre todo, porque fundamentan la autocrítica que hay que llevar a cabo, independientemente de que se exteriorice o no.
            Desde México llega el último de los testimonios que nos invita a reflexionar en el sentido apuntado. Se trata de Alma Delia Fuentes, redactora o editora-jefa de CNN México, quien se muestra contundente a la hora de manifestar:
            -Lo que mata la calidad del periodismo es la incultura de los periodistas, la mala preparación que reciben en las universidades. Terminan la licenciatura y no saben hacer una nota. No leen, no saben preparar una entrevista.
            En efecto, una formación deficiente, que sólo se compensa con una práctica continuada y con una atención constante a cuantas correcciones te puedan hacer, influye decisivamente a la hora de elaborar y acabar cualquier producto periodístico. El desconocimiento condiciona el procesamiento de datos, informes y las fuentes de que nutrirse antes de hablar o escribir. Y editar o publicar.
            Todos tenemos alguna experiencia con la que contrastar estas limitaciones que, incontroladas, pueden desembocar en episodios ridículos o hilarantes. Es normal que no se sepa redactar un suceso, por muy elemental que parezca o en donde no se han producido víctimas. Se puede entender que el encargo de la crónica de un concierto resulte fallido si no se conoce la trayectoria de los intérpretes o no se distingue el viento de los teclados. Es a base de leer, de ilustrarse, de consultar, de preguntar cómo se superan todos esos vacíos. Pero si a la ignorancia se suma la falta de humildad, la impermeabilidad a aceptar correcciones, revisiones o críticas, la obligación de informarse mejor, el desaguisado es de incalculables proporciones. Por fortuna, no todos los neoperiodistas se comportan así: hay quienes admiten una llamada de atención, una sugerencia, una supresión de párrafos o un cambio de titular. Es por su bien.
            El periodista debe superar esa carencia de cultivo o de cultura con su propio esfuerzo. Debe ser una motivación añadida para crecer y para progresar. Leer más, escuchar más, no creerse en posesión de la verdad, contrastar las fuentes, reconocer que puede haber más de un punto de vista, superar prejuicios… Lo dicho: aprendiz permanente. No importa pasar por un ‘machaca’.
            Alma Delia Fuentes hace una apostilla a su afirmación:
            -A ti y a mí nuestros maestros nos decían que para ser periodistas había que leer las veinticuatro horas del día e informarnos, incluso en vacaciones.
            Cuánta verdad. Uno les recuerda ejerciendo su magisterio con un claro criterio de mejorar el oficio. Y de evitar que la construcción sintáctica careciera de sentido o resultara ininteligible. O de modificar la introducción de la noticia de alcance.
            Claro que el tiempo es un apremio. Y la inmediatez. Y la fiabilidad. Pero las exigencias para informar u opinar, para relatar o entrevistar, entrañan la seguridad de contar con un bagaje cultural que favorezca, incluso, salir airoso cuando se registre una contingencia adversa.
            Este es un oficio que hay cuidarlo desde dentro. Cierto que ha habido muchos osados y que la libertad de expresión y el elevado número de plataformas -donde no ha existido la más mínima preocupación por mejorar y cualificar sino por rellenar, ingresar y explotar- han propiciado situaciones que avergüenzan. Luego, en las manos de los propios periodistas está que el oficio no se siga degradando.
            A culturizarse.
            

martes, 30 de octubre de 2012

MODERNIZAR Y RENOVAR: EL TURISMO ESPERA CON ANSIEDAD


En el Parlamento de Canarias vuelven a hablar de modernización y renovación turística. Esperemos que haya más suerte que con la aprobación del Estatuto del Municipio Turístico, una norma con la que se ha estado lidiando desde 1995 sin resultados prácticos ni concretos. Una cierta incapacidad y una evidente insolidaridad, entremezclados los intereses respectivos, han frenado los avances que pudieron haber sido determinantes para despejar unas cuantas incógnitas en un sector estratégico -lo único en lo que estamos todos de acuerdo, con las reservas de La Palma- de la economía de las islas.
            Se quiere, según hemos leído, la mejor Ley de Modernización y Renovación Turística. Nada que objetar, al contrario. Pero, además de voluntad política, es necesario el compromiso de los grupos parlamentarios para alcanzar, sobre todo, un acuerdo sostenible de futuro. Es decir, una norma que esclarezca situaciones controvertidas y lagunas que, a su vez, han ido complicando el desarrollo de lo que en una época se llamó industria sin chimeneas. Un desarrollo desordenado y enrevesado, con una oferta casi ilimitada, pese a la existencia de planes insulares de ordenación, de protección de espacios, de moratorias, de estándares de calidad y de otros factores determinantes.
            Estallada la burbuja inmobiliaria y estancado el sector de la construcción, hay que trabajar sobre la realidad de la que se dispone. Eso significa que hay que cultivar y promocionar los activos que están a la vista. Entonces, definamos de una vez el modelo, sabiendo que cada isla es diferente. El cuidado de los recursos naturales, la sostenibilidad de las actuaciones que se proyecten y el esmero en el mantenimiento de infraestructuras e instalaciones resultan esenciales para luego añadir calidad en las prestaciones, seguridad y amabilidad en los servicios que se prestan.
            Esa Ley de Modernización y Renovación Turística debe andar por ahí, entre otros vericuetos. Debe contribuir a la transformación de los destinos turísticos maduros. Ha de propiciar condiciones para suscitar el interés de inversores. Ha de marcar, en definitiva, las reglas del juego para lograr una efectiva revitalización de un sector que es la mayor parte del sostén productivo y que, tal como evoluciona en el resto del mundo, debe autoexigirse constantes mejoras para poder competir en las mejores condiciones posibles, no sólo con sus conocidos recursos climáticos y litorales.
            Si se quiere hablar de reiventarse, adelante. Pero a sabiendas de que estamos ante una necesidad común respetando los hechos diferenciales insulares. Porque esa necesidad, no lo olvidemos, y mientras no haya un sector alternativo, conlleva la opción de generar empleo, la que menos gusta al empresariado canario pero que es indispensable por razones obvias.
            Habrá que seguir con atención el debate sobre esta pretendida ley en el Parlamento de Canarias, sobre todo porque, aun cuando haya espacios de convergencia, seguro que no será fácil orillar posiciones políticas que se enfoquen desde otras latitudes, las centralistas, por ejemplo. Pero que todos sepan lo que está en juego: la defensa de los intereses generales canarios en unos momentos de recesión económica como jamás se habían conocido.
             

lunes, 29 de octubre de 2012

DESOLADORA ESPERANZA

Cuando los resultados de las elecciones gallegas y vascas eran objeto de diversas interpretaciones que tenían, faltaría más, un punto de convergencia en el retroceso socialista que no sólo regodea al espectro conservador sino que cuestiona el rumbo del PSOE, las conclusiones de la encuesta de condiciones de vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) ponían de relieve que empeoran hasta contrastar la auténtica realidad social y económica de un país sacudido por la recesión que no sabe cómo se traga eso de unos presupuestos más sociales que nunca cuando la progresiva reducción de ingresos está dificultando la supervivencia en todos los órdenes.


Algunos resultados de esa encuesta son significativos, desde luego. El 12,7% de las familias, por ejemplo, no llega a fin de mes. Casi tres puntos más que el porcentaje de 2011. El 44,5% de los hogares ya no se puede permitir vacaciones fuera de casa al menos una semana del año. Un 40% de familias no tiene recursos o capacidad para afrontar gastos imprevistos. Y casi el 7,5% ha tenido que demorar los pagos de obligaciones contraídas con su vivienda principal.

Es verdad, siempre según el estudio del INE, que disminuye el porcentaje de población que se sitúa por debajo del umbral de la pobreza (21,1% frente al 21,8% del año anterior), debido a la reducción del porcentaje entre los mayores de 65 años; pero no es menos llamativo que las familias hayan ingresado casi un 2% menos con respecto a 2010. O que el ingreso medio por persona se haya fijado en 9.321 euros, un 1,3% menos. Canarias, por cierto, con el 33,8%, se sitúa en cabeza de las comunidades donde más riesgo de pobreza se registró en 2011.

Y por si estos datos no fueran suficientes, los de la última Encuesta de Población Activa (EPA), referidos al paro, acentúan la gravedad de la situación y hacen ver un panorama desolador. La tasa de desempleo supera el 25%: nunca ha habido tantos parados en el país. Uno de cada cuatro trabajadores o personas en disposición de trabajar está en paro. El aumento de los desempleados en los tres primeros trimestres del año supera los quinientos mil. Claro que son dramáticas las cifras, como ha calificado el Gobierno. Por tanto, cabe aguardar políticas que favorezcan su reducción. El estrepitoso fracaso de la reforma laboral obliga a alternativas como un acuerdo de rentas que combine la moderación salarial con los beneficios empresariales con el fin de mejorar la productividad y ajustar los precios. Y aconseja, por supuesto, políticas de crecimiento que impulsen la creación de puestos de trabajo. Pero en los Presupuestos Generales del Estado se consigna que las políticas activas de empleo se ven reducidas un 34%.

Y entonces, el alma se viene a los pies. Qué desoladora esperanza. Menos mal que los Presupuestos son los más sociales de la democracia.



sábado, 27 de octubre de 2012

ANÁRQUICO ESPACIO PÚBLICO


Feliz título encontró Gabriela Gulesserian para introducir su información en Diario de Avisos: “Las terrazas toman las calles”. Es lo que se viene produciendo en el Puerto de la Cruz desde hace años. Hemos escrito sobre ello en varias ocasiones, advirtiendo de los peligros que entrañaba una excesiva permisividad cuya conclusión era evidente: llegaría un momento en que no se podría transitar por ciertas vías, convirtiendo de paso algunas zonas de la ciudad en inhóspitas y poco atrayentes. Algunos comerciantes y propietarios de establecimientos descubrieron que el suelo del Puerto de la Cruz es oro, es petróleo, de modo que se lanzaron a ocupar aceras, espacios y calles de adaptación peatonal montando otro local -a veces mayor que el original- en plena vía pública. Si encima, pagaban poco -es probable que en algunos casos, nada-, mejor que mejor.
            Pero tanta tolerancia y tamaño exceso de ocupación, con el paso del tiempo, sólo podía acarrear complicaciones. En algunas zonas, volviendo al título de Gabriela, desaparecieron las calles, únicamente se ven terrazas. Venga mesas, sillas, paraguas, toldos, pizarras, ornatos y ambientadores nocturnos. El clima ayuda, claro que sí: hasta el punto de que a veces te encuentras con que el local interior no hay nadie y fuera hay gente que espera de pie para hacerse con una mesa.
            Sobre el papel, la cuestión es sencilla: se trata de cumplir y hacer cumplir con una ordenanza específica reguladora. Es sorprendente que la del año 2008 haya sido modificada en tan breve lapso de tiempo. Pero bueno, según se explica, se trata de actualizar el texto y adaptarlo a otras normativas en vigor que tienen que ver con la flexibilidad, seguridad y el espacio público.  
            La ordenanza revisada incidirá en la ocupación de la superficie y la orientación estética. En el primero de estos conceptos reside el meollo de la cuestión: ahora, según se informa, se exigirá un certificado de aptitud del espacio público emitido por la oficina técnica municipal, la base para cobrar una tasa según los metros cuadrados ocupados. Cinta métrica, pues, para contrastar y ajustar. Seguro que habrá quien se pase pero entonces es cuando deben aparecer policías locales e inspectores para verificar e impedir los incumplimientos y las infracciones. Si hay voluntad, y si se respalda la actuación fiscalizadora, se puede. Si se trata de aparentar y mirar para otro lado, la ciudad se seguirá llenando indiscriminadamente de mesas y sillas hasta desembocar en una anarquía callejera por donde no se podrá circular o caminar sencillamente porque no hay espacio.
Es curioso: en su día, la adaptación peatonal estuvo inspirada para humanizar, para facilitar el paseo y la movilidad peatonal, cedieron los coches. Ahora, es la ocupación desordenada y excesiva la que dificulta ese tránsito. La conclusión es clara: el Puerto, ciudad para pasear, se convierte en ciudad para sortear obstáculos.
Ordenanza, sí. Y un cambio de ‘modus operandi’ en los comerciantes e industriales también. Por si alguien no lo ha entendido: nada se tiene en contra de que la ocupación del espacio público sea un reclamo, sea un incentivo para el desarrollo de negocios y actividad mercantil. Pero, como todo, o eso se regula y se cuida, evitando excesos y desvíos o la ciudad perderá uno de sus últimos encantos.

jueves, 25 de octubre de 2012

EN EL OCÉANO INFINITO... A SU DEBIDO TIEMPO

Mar Abad, redactora-jefe de Yorokobu, un amenísimo e innovador sitio web, plagado de creatividad, ha estimulado el amor del periodista por la tecnología al ponderar su condición de principal vehículo de la información. Es curioso: se nos pide que no seamos máquinas, que haya más “humanismo” en el ejercicio profesional; pero, por encima de todo, el soporte tecnológico. O lo que es igual: sin él, no hay nada que hacer. Algo así como amarás la información sobre todas las cosas. Y la tecnología como a ella misma.


Mar Abad se basa en este razonamiento por el que llega a la flexibilidad, concepto en el que basa las propiedades de la información: hay que ordenarla, enriquecerla y contrastarla. Vale. Esa triple apreciación la conduce a una de sus conclusiones en la entrevista que concede a Yorokobu:

- El periodismo ya no va de contar historias antes que nadie. Su misión es convertirse en una buena fuente dentro de un océano infinito de información.

Esto rompe algunos esquemas. Quienes nos criamos al calor de la búsqueda de información novedosa o inédita, basada en contactos personales, aprendimos sobre la marcha a administrarla. Cuando tuvimos clara la idea de la competencia, o cuando ésta nos envolvió como uno de los grandes alicientes, especialmente en el ámbito radiofónico, el factor inmediatez aceleró los afanes de procesarla y transmitirla. Era una gestión meritoria si se tienen en cuenta ciertas rigideces en la programación, la multifuncionalidad y el pluriempleo, las dificultades para acceder a las fuentes y hacer todo el proceso (localizar, hablar, redactar, emitir…) prácticamente en solitario.

Se apoderó de nosotros el sentido de la anticipación. Y el término primicia habitó entre nosotros. Vivíamos ligeramente obsesionados con tener la información en exclusiva. Y queríamos soltarla cuanto antes. Estábamos pendientes de la “compe”, ¡a ver si no se había enterado! Cuando eso ocurría, aumentaba automáticamente la autoestima. Y nos decíamos interiormente:

- ¡En forma! A por más…

En fin, eran otros tiempos. Había mucho de romanticismo en todo. Llegar antes que los demás, horarios al margen. Disponer de la información (tras haberla trabajado) y transmitirla. Ganar por llegar antes. A veces, pecando de osadía. Pero sabiendo y cumpliendo con los principios elementales para forjar la credibilidad como informadores y profesionales. Lograr un testimonio que los otros no tenían. Dar al protagonista de la noticia el valor correspondiente. Ser humildes para no confundir los planos. Teníamos sentido de la responsabilidad social, el mismo que ahora reivindica Mar Abad.

La redactora de Yorokobu asegura que “contar historias antes que nadie” ya no se estila. O lo que es igual: mejor contarlas bien, con seguridad, con originalidad, con elementos que aporten rigor para hacerlas atrayentes y creíbles. Para informar, en definitiva, con garantías pues para eso hay unos destinatarios. Y esa información, es verdad, crea opinión pública y genera dos efectos: fortalece o desmoraliza a los ciudadanos.

En cualquier caso, es uno de los cambios radicales del periodismo. Amemos la tecnología para ser lo suficientemente flexibles y contar las historias como mejor hay que hacerlo. No antes, que eso igual precipita o hace incurrir en falsedades y errores.

Y no están los tiempos -ni la profesión- para eso.



martes, 23 de octubre de 2012

NERVIO ESTUDIANTIL


Era algo más que el clásico día del primer trimestre aprovechado para no ir a clase o eludir algún examen convocado sobre la marcha. Era saludable la respuesta del estudiantado a poco que sea sensible con el escalofriante dato de una reducción presupuestaria de seis mil millones de euros en tres años. Por eso, el que los padres se hayan declarado en huelga la semana pasada, para exteriorizar su rechazo a las restricciones y su defensa de un sistema público de calidad, respaldando a sus hijos, a los alumnos, es algo que un Gobierno y su ministro responsable deben tener muy en cuenta.
            Los estudiantes han sido, históricamente, en todas partes del mundo y en determinados trances, el nervio activo de una sociedad que se resiste a medidas que no la favorecen. Los estudiantes motivados impulsan o frenan, según se identifiquen o rechacen los modelos educativos que se plasmen en leyes o las determinaciones gubernamentales que pueden condicionar su futuro. Han sido los padres quienes esta vez, en nuestro país, han sentado el precedente de no llevarles a sus centros, preocupados que deben andar con la reducción de profesores, con el incremento de alumnos por aula y con la reducción o supresión de ayudas para libros de texto y material escolar, efectos directos que se palpan, además, sobre la marcha. Que la comunidad educativa haya reaccionado con esa convocatoria rompe, además, con ese tabú de indiferencia o indolencia que se atribuye -especialmente, a los padres- cada vez que se debate algún planteamiento de fondo que la afecta.
            Las reducciones presupuestarias hacen temer por la solidez del sistema público educativo. La disminución de las partidas destinadas a becas, por ejemplo, acarrea una modificación del marco de concesiones de modo que el nivel de ingresos económicos tenga menos importancia. Ello colisiona frontalmente con el derecho, más o menos consolidado hasta la legislatura anterior, a acceder a una beca a quienes tenían un menor nivel de ingresos. La eliminación de la obligatoriedad de que los centros oferten, al menos, dos modalidades de bachillerato; o la desaparición de programas de cooperación con las Comunidades Autónomas repercuten también, de forma negativa, en la oferta educativa y siembran el desconcierto entre padres que no saben muy bien qué hacer u orientar.
            Que los alumnos y sus padres, pues, hayan salido a las calles acentuando la efervescencia social que es la respuesta al fraude masivo que vivió España hace casi un año, es una prueba de disconformidad digna de ser tenida en cuenta por la naturaleza de la materia que nos ocupa. Otra respuesta de inquietud, motivación y sensibilidad social, acreedora de respeto y aprecio, más allá de testimonios jactanciosos de responsables llamados a tener otra actitud más dialogante y constructora de alternativas.
            

lunes, 22 de octubre de 2012

POR SIEMPRE, GILBERTO

Estábamos en casa, en larga sobremesa, junto a Manolo Torres, cuando sonó el teléfono. La voz grave de Francisco Gómez, jefe de la policía local, previno la mala noticia:


-Sé que era muy amigo tuyo. Ha fallecido Gilberto Hernández, el Orejas. Un paro cardíaco. Estaba solo en la casa. Le han encontrado tirado en el suelo. Ya han levantado el cadáver.

Claro que nos quedamos impactados, casi sin hablar, apenas balbuceando esas primeras torpes preguntas que se hacen cuando sucede un hecho de estos, tan inesperado. Gómez quedó en ofrecernos más información sobre el sepelio, tan pronto la suministraran.

La tarde de aquel sábado ya no fue igual, naturalmente. Empezamos a evocar episodios y anécdotas, algunas vividas o presenciadas en primera persona. Por supuesto que nos unía una muy buena relación amistosa, desde que uno era un niño e iba al socaire de aquel singular y aventurero personaje que granjeó popularidad a base de situaciones insólitas, osadas y hasta esperpénticas que desbordaron el imaginario portuense. La tarde de aquel sábado: a partir de ahí la ciudad ya no fue igual sin Gilberto. Se quedó huérfana. Ya no le teníamos físicamente a mano para recordar y contrastar momentos extraordinarios, para hablar de auténticas hazañas en las que se entremezclaban desparpajo y arrojo y para analizar, casi siempre con un acento de sarcasmo, el devenir de la vida local.

Se cumplen hoy ocho años de aquella tarde entristecida por tan sensible pérdida, aunque suene a frase tópica. Quedaba pendiente esta glosa de aquella personalidad que cautivó a tanta gente. Y hoy queremos saldar una suerte de deuda. Isaac Gilberto Hernández Linares, que ese era su nombre completo, merece ser recordado, que para eso tiene su sitio en el friso popular de los portuenses destacados, en donde lo situó la tradición oral que, por múltiples razones, también va mermando.

De Gilberto se cuentan decenas y decenas de historias, unas más veraces que otras. Fue el mentor principal del Festival Internacional de Aeronáutica que llevaba el nombre de la ciudad. Tras su muerte, no fue posible darle continuidad. Vivía, prácticamente, para esa cita anual de las Fiestas de Julio que llegó a superar las veinte ediciones. El afán emprendedor del Orejas hizo posible un auténtico acercamiento cívico-militar con esa convocatoria. Sólo su atrevimiento hacía que cristalizara algo más que la colaboración de las Fuerzas Armadas en un acontecimiento que congregaba a miles de personas, primero en el campo El Peñón y luego en los terrenos que algún día albergarán un parque marítimo o una infraestructura similar. Gilberto Hernández se trabajó eso a base de bien, de entusiasmo y de voluntarismo que a veces chocaba con decisiones técnicas y de seguridad que él asimilaba y procuraba sortear con su buen humor y sus dotes de mando. Que las tenía, ¡eh!, que las tenía.

Le gustaba lo militar, era una de sus grandes pasiones. Le vimos entrar en Capitanía como si de un jefe o mando se tratara. Disfrutaba contando algunas peripecias, a veces deformadas. A su boda, el primer matrimonio civil oficiado en el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz por el entonces alcalde, Félix Real González, asistió el que en aquellos momentos era Capitán General de Canarias, Antonio José Romero Alés, acompañado de su ayudante, el teniente coronel Márquez.

Pero Gilberto Hernández fue promotor de otros acontecimientos populares, como yincanas (antes gymkhanas) de motos y automovilísticas, carrozas de Carnaval (inolvidable Bola del mundo), cabalgatas de distintos festejos, bandas de tambores y cornetas y hasta colectivos de gigantes y cabezudos. Llegó a formar un equipo de fútbol aficionado, Cariocas, vestido de negro, en cuya alineación titular se reservó una plaza fichando el cupo justo de jugadores.

Su anecdotario es tan rico que podría escribirse un libro con numerosas vivencias y situaciones. El tono con que hablaba y luego las contaba era una de las peculiaridades. Era un tono inconfundible, entre lo autoritario y lo desenfadado. Persuadió a un compañero para que se presentara en su lugar en un examen de griego de bachillerato que fue calificado con un diez. Llamó “industria” al pequeño establecimiento de compra venta de motocicletas y repuestos que regentó durante varios años en la calle Agustín de Bethencourt. Su “Humber” beis, matrícula TF 9497, sirvió hasta para bodas y recorrió los vericuetos de la isla. Estuvo vinculado a la Cruz Roja local y condujo sus ambulancias en múltiples ocasiones. Creó una categoría laboral cuando se incorporó al sector turístico:

-¿De qué estás trabajando, Gilberto?-, le preguntaban

-De director de noche, nené-, respondía ufano.

Fue el gran animador de las interminables tertulias nocturnas que concentraban a tantos jóvenes en los años sesenta y setenta en el antiguo Dinámico y en la plaza del Charco.

-Pongan las fundas a las palmeras-, esa era su sarcástica señal para levantarse. O esta otra: “Un cigarrito más y nos vamos”.

Llegó a poseer dos potentes motos BMW. En su casa, guardaba una auténtica colección de barcos, miniaturas, motores y aviones de aeromodelismo, con algunos de los cuales inició el aprendizaje de vuelo circular y control remoto. Era muy celoso con todas las piezas y apenas dejaba tocarlas. Fundó el Club de Aeromodelismo Peñón.

La aviación era su diversión (¿o algo más?) preferida. Se relacionó estrechamente con el Aeroclub Tenerife. No fue un aviador frustrado: llegó a pilotar aparatos. Cada vez que alguno sobrevolaba el cielo portuense, había una frase común e identificativa:

-¡Ahí va Gilberto!

Cuentan que arriesgaba en los vuelos rasantes, tal es así que en cierta ocasión practicó uno sobre el campo de fútbol de modo que un espectador que seguía el juego desde un balcón cercano se lanzó a la calle y algunos jugadores se echaron literalmente sobre la cancha de tierra. Otra de las hazañas que se le atribuyen es que cuando autoridades civiles y militares inspeccionaban obras en la playa de Martiánez, voló tan bajo que algunas de ellas se tiraron sobre la arena. Al aterrizar en Los Rodeos, le esperaba la Guardia Civil. Hay quien dice que en ese momento le fue retirada la licencia de vuelo. Otros sostienen que jamás la llegó a poseer. Lo cierto es que poco a poco dejó de practicar, lo que no obstó para que en discusiones sobre materia aeronáutica siempre tuviera un criterio casi de experto.

Otra anécdota, ya estando jubilado. Una noche, tomando fresco en el muelle como tenía por norma, le cayó encima una mujer. Literalmente. El y otro amigo sufrieron lesiones de consideración que requirieron de su hospitalización. Menos mal que las ramas de unos árboles amortiguaron la caída, según él mismo explicaba.

A Gilberto Hernández, una auténtica leyenda urbana, personaje fantasioso, atento y servicial del que se podría escribir mucho más, se le perdonaban sus desplantes y algunas ironías "cargadas de bombo", acaso por ese tono inconfundible.

Su corazón generoso dejó de latir hace ya ocho años. Y uno ha venido ahora a saldar la merecida glosa. Ahora, sí: por siempre Gilberto.



UNA DIMISIÓN PONDERABLE

En tiempos de desafección hacia la política y los políticos, hay gestos y decisiones que deben se ponderados. Por ejemplo, la dimisión irrevocable presentada por el concejal del PSOE de Fuenlabrada, José Borrás Hernández, a raíz de su detención en una importante operación policial para desmantelar una red china que blanqueaba dinero. El edil ha sido puesto en libertad sin fianza pero con los cargos de cohecho, tráfico de influencias y malversación. Su organización política le ha suspendido de militancia.


La renuncia de Borrás, que sigue gozando de la presunción de inocencia, le honra. Los que clamaron en su día por determinaciones así ya tienen una base que destacar. En situaciones similares, jamás faltaron voces -hablando del principio constitucional con la boca chica- que demandaban un paso más por parte de los afectados. Antes de que fueran encausados o imputados judicialmente, pedían precisamente una dimisión que servía, decían, para una mejor y menos condicionada defensa del presuntamente implicado y para causar menor daño a la organización o siglas que representaba.

Ese es el itinerario que ha seguido el ex edil Borrás que asegura tener la conciencia tranquila. Renuncia al cargo, precisa, por una actitud ética y por respeto al compromiso con la ciudadanía. El alcalde ha hecho un reconocimiento público de su dedicación en distintas responsabilidades municipales. Y el PSOE, en una rápida reacción, decide la suspensión cautelar a la espera de que se desarrolle y concluya el proceso judicial: ya se conocerá entonces la decisión definitiva.

Lo dicho: no es que las iniciativas del ex concejal y de su partido resulten la panacea; no es que las irregularidades en el ejercicio de las responsabilidades públicas y las presuntas corruptelas vayan a desaparecer pero ya es un avance y el primer cimiento de un comportamiento político que ha de ser reconocido. Todos debemos ser conscientes de la importancia que tiene para la cosa pública en general la transparencia y el respeto a las normas. El caso de Fuenlabrada, de sideral dimensión si se tiene presente tanto el volumen de los fondos dinerarios y recursos con los que se traficaba como las ramificaciones en otras actividades mercantiles, aparentemente de forma delictiva, puede -a la espera de resoluciones judiciales- servir de ejemplo, tanto por la eficacia de la operación policial como por las repercusiones políticas, sociales y económicas.

De momento, un cargo público decidió dar un paso al frente. Como no abundan, hay que ponderarlo. Y acordarnos de Demetrio Madrid, aquel presidente socialista de la Junta de Castilla y León, al que obligaron a dimitir por un delito social… ¡que no cometió! Los tribunales le declararon inocente pero aunque su honor quedó restablecido y los ciudadanos le renovaron la confianza para ser diputado a Cortes, ya había perdido la presidencia que su partido, si no estamos equivocados, jamás ha vuelto a recuperar.

Pero, tal como están las cosas, en un contexto de repulsión hacia la política y a quienes se dedican a ella, la decisión de Borrás Hernández es meritoria y digna de encomio. Era una dimisión necesaria. Es un balón de oxígeno, insuficiente sin duda, pero permite albergar esperanzas de que la ética en política no ha muerto del todo.





sábado, 20 de octubre de 2012

BIENVENIDA LLUVIA


Cuando escribimos esta entrada, llueve sobre la ciudad. Todo el mundo lo agradece, un suponer. Incluso hasta los propietarios de establecimientos que disponen de un segundo local, que es la vía pública, que la han ocupado como han querido, sin el más mínimo respeto a ordenanzas, si es que están vigentes. Nunca antes presentó el Puerto estos niveles de descontrol y anarquía.
            Pero bueno, no es ese el motivo principal. Hace tanta falta. Y total, igual se las componen con paraguas y toldos: clientes no van a faltar. Pero, a lo que vamos: bienvenida lluvia tras tantos meses de sequedad y de atmósfera azotada por tormentas de arena o polvo en suspensión. Bienvenida: hasta un usuario habitual de redes sociales decide colgar una foto de cuatro o cinco palmeras próximas en el espacio que refleja, a tenor de las hojas resecas amontonadas sobre el tronco y la esfera de la copa, el abandono en su cuidado y mantenimiento. Quizá lleven años así. Igual después de la foto y del artículo, alguien se apiada y hace una poda. Sería un punto final a la ausencia de mantenimiento.
            Los árboles y la vegetación son los grandes beneficiados de la lluvia otoñal que no ha venido ni siquiera acompañada de brisa. Pensamos en esas palmeras de la foto, en los laureles y en otras especies cuya frondosidad y cuyos ramajes agradecerán el liquido elemento, siquiera para la limpieza de sus troncos y de sus hojas, afectados en muchos ejemplares por plagas que lo dejan todo perdido.
            Pero pensamos también en los jardines secos de los hornos de cal de Las Cabezas, una parte de los cuales presenta un aspecto deprimente, reflejo de la desidia y de la insensibilidad. No están mejor otras zonas ajardinadas, como las de Playa Jardín. Y no digamos de ciertos barrios y determinadas urbanizaciones. Hay que tomarse esto en serio: cuando en su día abogamos por un modelo de ciudad-parque, sabíamos que sólo sería posible con una acción eficiente y ejemplar de la Administración y en la modalidad escogida para la gestión de la prestación de los servicios correspondientes. Esa acción debía trascender a los ciudadanos de modo que colaboraran e hicieran suya la iniciativa de cuidado y esmero de jardines, parterres, alcorques y espacios públicos que llamaran la atención y encendieran, en su conjunto, la admiración de nativos y visitantes.
            La lluvia, tan beneficiosa para el agro portuense, el poco que resiste y subsiste, lava -nunca mejor dicho- la imagen de esos espacios y mitiga, siquiera temporalmente -¿hasta que vuelva a llover?-, la sensación de abandono.
            Pero acaso no sea tan beneficiosa con otras realidades. Con el estado del pavimento de algunas vías, por ejemplo. Por las que uno habitualmente transita, hay razones para asustarse. Sin exageración. Quisiéramos comprobar si es un barranquillo o no la calle Cupido, en su fase pendiente antes de llegar a la Punta de la carretera. Y aunque es más llana, que nadie se apiade de la calle Doctor Ingrand nos parece una demostración de indolencia reprobable. La mejora del pavimento del costado norte de la plaza del Charco, en  los alrededores de la parada de taxis, operado para causar buena impresión en las pasadas Fiestas de Julio -el alcalde se tiene que acordar de cuándo aludía en la oposición a la “ruta de las procesiones”- es otro apresurado reflejo de que cuando se quiere, porque interesa, se puede.
            En fin, bienvenida lluvia. Incluso para verificar si cuando diga adiós, incentiva a los responsables que toman conciencia para los arreglos y para un mínimo plan de mantenimiento y sostenibilidad.

                                                                       

martes, 16 de octubre de 2012

MENOS IMSERSO


Pensar que hubo quienes se burlaron cuando la iniciativa se puso en marcha y ahora quizás sean los mismos que, en su permanente lamento, claman por una sensible reducción operada en los mismísimos Presupuestos Generales del Estado (PGE). Durante los últimos años, el programa sirvió, entre otras cosas, para luchar contra la estacionalidad, considerada como un mal endémico en varios destinos turísticos del país, tal fue así que apenas hace tres años ofertaba un millón doscientas mil plazas que ahora, para el período 2012-13, una disminución del 27% en las dotaciones presupuestarias del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, las deja en novecientas mil.
            Es el programa de vacaciones subvencionadas por el Imserso para personas mayores. Miles y miles de pensionistas y jubilados han hecho uso de él y han podido conocer otras latitudes, agitando el sector turístico y otros subsectores de actividades en horas bajas, permitiendo mantener niveles de empleo y hasta impidiendo el cierre de establecimientos al que algunos parecían abocados. La conclusión es clara: si hay menos Imserso, habrá más estacionalidad y los riesgos de empeoramiento de las condiciones de la productividad en un segmento determinante de nuestra economía son evidentes.
            Desde luego, quienes se quejan del castigo que para Canarias significan los PGE 2013, tienen aquí otra prueba. Algunos empresarios turísticos canarios hablan, por cierto, de un duro golpe que lo acusarán, principalmente, destinos como el Puerto de la Cruz que había ya consolidado esta modalidad clientelar turística para intentar remontar sus horas más bajas. No es que fueran la panacea pero ayudan a mantener ciertos niveles y a cubrir gastos. Con menos pensionistas, por supuesto, menguará la ocupación, habrá menos animación en los establecimientos y menos movimiento en lo que se desenvuelve alrededor. Y habrá menos opciones de recuperar otros mercados. Se perderá empleo. En fin, mermará la competitividad.
Con los PGE en la mano y con los registros comparativos de cuenta de resultados, las voces críticas empresariales alertan de posibles cierres que, añadidos a los ya producidos, devaluarán el conjunto de la oferta. Pocas estampas más deprimentes que hoteles y establecimientos cerrados, ilustrativa no sólo de crisis sino de incapacidades para remontar. En los últimos años, las islas se convirtieron en el principal destino de los programas del Imserso: en el pasado ejercicio, ciento sesenta mil pensionistas viajaron a Canarias. Y Tenerife fue la opción preferida, al acoger a ciento cuarenta mil, en tanto que el resto escogió destinos de la provincia oriental.
“A nadie gusta que le quiten los clientes que te dan de comer”, ha dicho un dirigente de la patronal hotelera tinerfeña. Es una frase que lo resume todo, incluso la necesidad de seguir remando conscientes de que, acabados ciertos soportes, es indispensable emprender otros rumbos para captar y fidelizar clientes.

lunes, 15 de octubre de 2012

OTRA NOCHE DE LAS SUYAS


Era la noche perfecta para reeditar viejos tiempos. Pobre Gobierno: quienes interpretan la involución o el retroceso tenían en bandeja otra prueba. La crisis arrambló hasta con el fútbol del primer equipo nacional, del campeón mundial y europeo. Y entonces, todo favorecía un salto en el tiempo, el fútbol redivivo, como hace cuarenta o cincuenta años: sin imágenes, o mejor, imaginario en la voz del maestro Matías Prats Cañete. Horario extraño en día festivo, los hábitos del transistor en calles y plazas, corrillos en torno al taxi o vehículo estacionado con la puerta abierta, los vetustos y grandes aparatos en el estante emitiendo para quienes apuraban un cigarrillo, un café o una conversación.
            Su noche, volvió a ser otra noche de las suyas. Sin imágenes, la señal de la radio habitó entre nosotros.
            Fue la noche sin partido de España en la que ya no puede llamarse pequeña pantalla, a la vista de las dimensiones de algunas que lucen en el exterior de terrazas y cafeterías. Esta vez falló el negocio: los titulares de los derechos de imagen no encontraron arrendatario. Y un cánon  sorpresa de veinticinco mil euros para las cadenas o emisoras de radio que querían transmitir resultaba demasiado elevado en los tiempos que corren. Como ingenio no falta, algunos se las arreglaron para hacer la retransmisión de su vida: desde los aledaños, desde habitaciones de hotel con señal televisiva local, con teléfonos móviles… Inolvidable, entre unas cosas y otras, un episodio imprescindible en las memorias de quienes lo han vivido. Como el rescatado de José Ángel de la Casa, hace veintinueve años, tantas peripecias la última vez que no pudo verse en directo a la selección española.
            Desafiante y todo, volvió a ser la noche de la radio.
            Su sonido invadiéndolo todo. La voz emocionada de los locutores, su relato apresurado, su remarcado afán descriptivo porque no había imágenes de apoyo… Las señales percibidas en los bochinches, en los quioscos/carritos, en las guaguas o desde los rellanos de las escaleras.  Y todo el mundo preguntando ¿cómo va el partido? Qué raro todo esto, ¿no? Los narradores de nuestros días seguro que están impuestos de las dificultades que encontraron sus antecesores para acreditarse, para acceder, para instalar, para sortear los imponderables hasta del idioma… Y luego cumplir con su tarea, a veces sazonada de tintes patrióticos que ahora también lo son, pero de otro modo.
            A través de las ondas fue posible imaginar los goles del paisano. Y alegrarse de otro paso hacia Brasil. El viejo sonido, no tan áspero como muchos lo recordamos, refrescó el imaginario para contrastar que la furia de otrora es la calidad individual y colectiva de nuestros días, aún llevando el mismo color de la casaca. Tuvimos que ver los goles por la radio, en otra significativa prestación de ésta.
            Pese a los precios y los obstáculos, la magia de las ondas envolvió la noche de modo que los goles y el triunfo tuvieron un sabor para muchos desconocido y para otros, rememorado.

sábado, 13 de octubre de 2012

POESÍA EN LOS RECODOS


Se llenó el salón de exposiciones del MACEW -por cuyos ventanales penetraba el alisio que mitigaba la temperatura y la humedad desacostumbrada de octubre- para escuchar el pretexto de Julio Llamazares con tal de viajar. Y plasmarlo, claro.
            No había barcas en la orilla del muelle pesquero donde unas mujeres apuran las últimas jugadas del bingo cotidiano. Juega España pero no hay televisión ni se escucha, siquiera en la lejanía, como esperábamos, el sonido radiofónico. El camino del ‘hacedor de fábulas’ que definiera Nicolás Rodríguez, en su presentación del acto académico conmemorativo del 12 de octubre en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, estaba expedito.
            Otro viaje de Llamazares, no en forma de conferencia al uso, para revalidar su pasión por el “género guadianesco” con que bautizó a la literatura de viajes. Precisamente, una primera parte improvisada, descripción de que, a menudo, es suficiente la imaginación para realizar cualquier trayecto y darle forma literaria, situó al escritor frente a su experiencia canaria, unida por las modalidades de lucha que se practican con similitudes aquí y en su tierra, León: un molinero paisano llegó a medirse con el mítico luchador grancanario, Faro de Maspalomas, un gigante al que derrotó tras lanzarse “como un gallo” sobre él. Se lo contó y Julio Llamazares amasó así su imaginada realidad de las islas, entre volcanes y gigantes. Hasta que descubrió en el Puerto de la Cruz -donde solían llegar los casos perdidos- a Juanín, otro coterráneo, otro “bala” entregado a la buena vida en la época de esplendor de la ciudad, pese que todo el mundo lo lamentaba (“¡pobre Juanín!”) aunque el hombre terminó haciendo el camino de regreso y fue recibido inopinadamente por el propio escritor, tras escuchar un significativo “creo que aquí es”.
            Y hasta que descubrió a Juan Cruz Ruiz, presente en el acto, por cierto. Apreció bien la biografía y la producción del ilustre paisano, de modo que volvimos a escuchar el ruido del motor del camión familiar y a repasar mentalmente ‘la foto de los suecos’.
            Es que en la literatura de viajes, las situaciones y los personajes van surgiendo, seguro que desordenadamente, según el itinerario. Julio Llamazares lo explicó en una segunda fase durante la que leyó un texto casi reivindicativo. Cierto que el género es tan viejo como el mundo. “Es literatura en estado puro y la que mejor simboliza al resto”, dijo convencido antes de trazar una breve evolución, del desinterés al auge y del auge al predominio de la novela. Desgranó el autor -nos resistimos, siguiendo su advertencia inicial, a llamarle conferenciante- las razones por las que hay que entender la razón de ser de la literatura de viajes: “La poesía que guardan los recodos”.
            Son los recodos que atraviesa -y donde queda- la pasión de quien viaja por esta cualidad, para diferenciarse del turista al que se lo imponen o lo hace por placer. Y es que el viaje es un pretexto para soñar, siquiera para no llegar a ninguna parte, como finalizó el autor leonés.
            Su obra -traducida a más de veinte idiomas- dignifica el género, por muy guadianesco que sea, y atrae a quienes imaginan los mundos que acaso nunca recorrerán. Salvo en las páginas -y en las palabras- de Llamazares.

viernes, 12 de octubre de 2012

DE NUEVO AGATHA


El caso es que siempre aparecen cosas nuevas, material inédito o desconocido que permite profundizar en estudios o en investigaciones cuyos primeros frutos parecían definitivos. Pero no, se renuevan y refrescan lo anterior que figura, más o menos, difuso en la memoria.
            Le ocurre a Nicolás González Lemus que presenta en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), en vísperas de la celebración del 12 de octubre, una exposición del ambiente, del paisaje que envolvió la estancia de Agatha Christie en Canarias, allá por los años veinte del pasado siglo. Una colección de láminas, pinturas, composiciones y fotografías que nos acercan al Puerto de la Cruz de entonces y a Las Palmas de Gran Canaria ya configurándose como una gran urbe.
            Por si no se conociera lo suficiente, por si aún no se supiera que la autora de El enigmático Mr. Quin, La señorita Marple y 13 problemas y La señorita de compañía imaginó y plasmó paisajes de su estancia en las islas en los títulos reseñados, González Lemus ofrece una nueva versión de aquellos emplazamientos insulares que asomaban su vocación turística y ya captaban visitantes de distintas latitudes, pero especialmente del Reino Unido.
            Particularmente llamativas son las fotografías del antiguo hotel Metropole, en la capital grancanaria, que hoy en día acoge la sede del Ayuntamiento, en cuyos jardines existe una placa que recuerda la estancia de la ilustre escritora. Detalles de su singular arquitectura, complementados con gráficas de las tartanas en las inmediaciones de Vegueta, del valle de Agaete y del antiguo Real Club Náutico y de dos playas de Las Palmas de Gran Canaria, donde Agatha Christie, la dama del crimen, pudo solazarse con la práctica de la natación, nos acercan al mundo que tan bien describió, por cierto, el profesor José Luis García Pérez en un trabajo titulado La influencia del paisaje canario en sus novelas de intriga.
            Nicolás González Lemus recorrió con los asistentes cada uno de los motivos expuestos para hacer más amena y hasta más novedosa la presentación en algunos aspectos. Destacó algunos pormenores de la realidad isleña de entonces y de las razones que inspiraron algunas determinaciones de la escritora. Anunció, por cierto,  que prepara otro trabajo sobre The Beatles para la próxima primavera.
            De momento, en su viaje al pasado, nos quedamos con ámbitos de aquellas islas que, tras un conflicto bélico, se abrían al mundo con sus naturales y sanos atractivos para lo que en la historia terminaría conociéndose como “turismo de salud”, practicado también por Agatha Christie.
            

miércoles, 10 de octubre de 2012

PARADIGMA DE COMPROMISO Y PROFESIONALIDAD


Sin acabar todavía la conmemoración del 75 aniversario de la entrada en funcionamiento de Radio Nacional de España, ahora que se pone punto final en Canarias a otra etapa en la radio pública, bueno será recordar que durante años, desde mediados los sesenta, estuvimos acompañados por el Centro Emisor del Atlántico. Acompañados en el mejor sentido: la potencia de emisión, su cobertura, favoreció una captación de audiencia como difícilmente cabía presuponer. El Centro se instaló en Tenerife como consecuencia de un reparto político, aún en el régimen anterior: en Gran Canaria se quedaba la cabecera del centro de producción de Televisión Española (TVE); y en Tenerife, la actividad principal de la radio (RNE).
            Y fue una señal espléndida, fácil de sintonizar y de identificar. Por la potencia, por las voces y por la programación. A Radio Nacional de España de entonces, junto con algunas emisoras locales de más reducida difusión, cabe atribuir los primeros ensayos de radio participativa. De aquella época hay que evocar “El oyente programa” o “La hora del soldado”, “707 Musical, el vuelo directo de los éxitos”. Más tarde, “Canarias mediodía”. Títulos de programas que dieron lustre a la emisora, junto a sus conductores y locutores. Las voces de José Antonio Pardellas, Carmen Báez, Mariano Vega, Maite Acarreta, Montse Martínez, Enrique Martín Braun, Fabriciano Díaz, Paco Alvarez Galván… Y las de Paco Marrero, Álvaro Martín Díaz (Almadi), Joaquín Martínez del Reguero o José Luis Manso en los informativos. La inigualable de Manuel Martínez Pardo, editor-jefe de los mismos. Y la de Arturo Rodríguez, hablando de deportes, igual que la de José Antonio Cubiles, que ejerció de director en Las Palmas de Gran Canaria, y la de Domingo Álvarez quien ahora cesa en la dirección después de una excelente labor cuyo principal mérito ha sido mantener la producción propia para seguir siendo competitivos y no perder la estela de la actualidad.
            Aquella red de corresponsales, localizados en las capitales de las islas, fue también determinante para calibrar el alcance de esta obra radiofónica. Sin olvidar a los técnicos y operarios, que hacían virguerías. El primero de todos, Wigberto Ramos. Después, entre otros, Ángel Zurita, Paco Cañibano, José Ramón Villalobos, Víctor Rojas, Diego García Soto… Que nos perdonen las omisiones.
            El Centro Emisor del Atlántico, con sus instalaciones en el monte de Las Mesas y sus primeros estudios en la calle del Norte (luego Valentín Sanz), después trasladados al edificio estatal de San Martín, 1, fue una referencia en acontecimientos de la época. Su indiscutible vocación de servicio público quedó contrastada cuando aquel devastador terremoto en Caracas: muchas familias canarias supieron de la suerte de sus miembros y allegados gracias a la labor de localización e identificación coordinada por la radio y las autoridades consulares. Las audiciones eran seguidas en las calles de Santa Cruz y de otras localidades canarias con una expectación inusitada. Y cada mención de ilesos o fuera de peligro se celebraba como si de un éxito deportivo se tratara.
            También seguimos las primeras ediciones del desaparecido festival Internacional de la Canción del Atlántico, desde el Lido San Telmo y desde el parque San Francisco, recintos que albergaron sus seis ediciones. Hasta alguna colaboración produjimos en las dos últimas.
            Y la constitución de la Junta de Canarias, en las Cañadas del Teide. Y la del Parlamento de Canarias, años después. Y el trágico accidente de los Jumbo, en  Los Rodeos. Y el terrible incendio de La Gomera de 1984. Y así, tantos y tantos acontecimientos.
            La confianza que nos otorgó Pardellas hizo que mantuviéramos en antena ininterrumpidamente, durante tres años, el programa “La Tertulia” que se emitía al mediodía de los sábados. Tres recuerdos puntuales: en una ocasión, coincidiendo con una jornada de reflexión electoral, hicimos el programa en directo. La realización, con una aportación de datos canarios muy copiosa y con testimonios plurales, mereció una felicitación de candidatos de distinto signo.
            El segundo: presentamos una “Tertulia” al tercer Certamen Internacional de Periodismo J&B, con el título “Turismo: La apuesta turística del futuro”. Y resultó ganadora en noviembre de 1990. Unos meses después, al ser designado por Jerónimo Saavedra para la Dirección General de Relaciones Informativas del Gobierno de Canarias, con gran pena, tuvimos que decir adiós a aquella realización radiofónica.
            Y un tercer episodio: pese a la manifiesta enemistad con Reguero, informamos en directo, a los pocos minutos de haberse producido, de un atraco mortal a un furgón blindado en el Puerto de la Cruz. Los dos hicimos lo que había que hacer: comportarse con profesionalidad. Primaba la información y así lo valoraron en Madrid, en varios boletines informativos, a lo largo de aquella accidentada tarde.
Cuando eso, ya se había materializado una restructuración de las emisoras territoriales. Después de RadioCadena Española, que aquí sucedió a Radio Juventud de Canarias, de donde salieron otros ilustres como Juan Hernández, Tomás Correa, Manuel Negrín y el mismo Domingo Alvarez, vinieron Radio 3 y Radio 5, apellidada ‘Todo noticias’. Por ahí aparecen nuevos valores, como César Fernández-Trujillo hijo, un ejemplo de saber estar e informar.
            Fueron tiempos prósperos, durante los que mantuvo la vocación de servicio público, tan defendida e impulsada por José Antonio Pardellas que ejerció eficazmente la dirección durante varios años y a la que siguió en sus funciones María Luisa Arozarena, que se encargó de mantener, con el celo que la distingue, las mejores relaciones profesionales e institucionales con Madrid y con la sociedad canaria. Domingo Álvarez ha completado ese terceto de directores tinerfeños, cada quien poniendo el listón más alto para producir una radio seria, bien hecha, ecuánime, pluralista, dinámica y con cobertura estimable.
            Con Álvarez concluye otra etapa. Radio Nacional de España ha sido para los canarios, durante casi cincuenta años, una sólida referencia mediática, un paradigma de profesionalidad y de compromiso con la sociedad. Ojalá lo siga siendo.

martes, 9 de octubre de 2012

FRASES


No están teniendo mucha fortuna últimamente algunos dirigentes y responsables del Partido Popular (PP) con su dialéctica. Cierto que varios de otras formaciones, en otros tiempos, no se han quedado atrás y que la laxitud en las coordenadas políticas a la hora de manifestarse se ha desorbitado, pero de quienes ejercen cometidos públicos e institucionales siempre cabe esperar sensatez, mesura y respeto, por mucho apremio mediático en  busca de titulares gruesos que den idea de cierta magnitud, tanto para ganar un espacio o una mención  como para dimensionar adecuadamente el perfil de quien pronuncia tamañas “boutades”, esa voz francesa, pretendidamente ingeniosa, con la que se intenta impresionar pero que luego refleja una barbaridad. En los tiempos que corren, además, se agradecen cuantas manifestaciones reflejen valores que han caído en desuso y que no contribuyan al encono o la crispación que se convierten así en otra fuente de rechazo al desapego político.
            Antes de su adiós, Esperanza Aguirre, por ejemplo, nos obsequió con aquel “Habría que matarlos”, dirigido a los arquitectos por algunas de sus creaciones, retirado, rectificado y disculpado por ella misma cuando comprendió el alcance de tan penosa afirmación que ni siquiera tuvo ese matiz sarcástico con el que hubiera atenuado la frase que dio pie, por cierto, a un desagradable y reprobable cántico en la apertura del curso académico en la Universidad Autónoma de Madrid.
            Dio la vuelta al país aquel infausto “!Que se jodan!”, dicho por la diputada Andrea Fabra desde su escaño cuando el presidente Rajoy hablaba de un nuevo modelo -recortado, por supuesto- en la prestación por desempleo. Fue una expresión dislocada, no sólo por el lugar donde fue proferida, sino por la concepción que le merecían a la autora los destinatarios. Ni todo el fragor de una bronca parlamentaria merece una interjección así.
            Cuando Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno de Madrid, se había quedado en una aparentemente morigerada “modulación” del derecho de manifestación, surgen el diputado Rafael Hernando para tildar de “pijo ácrata” a un juez que incluyó en una resolución una expresión alusiva a la clase política, si acaso sobrante por ser más propia de foro de debate, tertulia o artículo de opinión; y el ex presidente de los españoles en el exterior, José Manuel Castelao, que se despacha un incumplimiento legal de quórum como si de una violación femenina se tratara, que las mujeres son o están para eso. Tampoco es cuestión de distinguir el grosor o la gravedad de estas consideraciones -la segunda, por cierto, saldada con una dimisión- pero que sería positivo contar hasta diez antes de hablar u optar por el silencio en determinados trances es un hecho que agradecería el personal en tiempos de tribulaciones.
            Y lo agradecería el conjunto de las formaciones políticas a las que pertenecen los autores. Eso de justificar luego, como que cada vez se antoja más complicado.

lunes, 8 de octubre de 2012

EPÍTETOS


El ‘pijo ácrata’ del diputado popular Rafael Hernando, dirigido al juez Santiago Pedraz, que no encontró delito en eso de rodear el Congreso de los Diputados, ha dado la vuelta al país. La expresión sí que ha envuelto las esferas políticas y mediáticas hasta engrosar el debate que el Gobierno quiere, claro que sí, para que n o se hable de lo principal, a saber, alternativas a la situación económico-financiera.
            Se pudo haber ahorrado su señoría (el juez) la frase que se ha convertido en el pecado original, “la convenida decadencia de la clase política”, porque, pese a los reparos de una aceptación generalizada -la clase, desde luego, tiene todo el derecho a defenderse-, es una percepción muy extendida que, con frecuencia inusitada, aparece en foros, tertulias y artículos de opinión, pero que no era necesaria, digamos, en una resolución judicial. Es decir, si no la escribe, no pasa nada: su decisión no se hubiera visto desnaturalizada ni hubiera menoscabado su importancia.
            El juez Pedraz debe estar acostumbrado a ciertas reacciones, de ahí que a la hora de afear el alarmismo del ministerio del Interior -la derecha y su obsesión enfermiza de demostrar la autoridad, quién manda aquí- se instalara en el día después y pensara en algo más sustancioso en los tiempos que corren: la libertad de expresión y el derecho de manifestación. Rodear el Congreso -¿no rodearon Wall Street miles de yankies y lo más que ocurrió fue no ofrecer imágenes hasta que se aburrieron o coadyuvaron a disolver?- no equivalía a una invasión de la principal institución donde se residencia la soberanía popular. A eso se opone, se opondría todo el mundo. Pero expresar el desacuerdo con lo que está pasando, reivindicar otra política a los representantes del pueblo, hacerlo pacíficamente y cumpliendo normativas no tiene que descartarse.
            Pero Pedraz ya sabe lo que es amor de derechío: además de “pijo ácrata”, ha tenido que escuchar o leer epítetos tales como inaceptable, impresentable, intolerable y hasta indecente. Se han puesto las botas los profesionales, políticos y mediáticos, de la descalificación que ya ensayaron, con éxito y en la impunidad, cuando la condena a Garzón. Por la misma libertad de expresión invocada, hay que pensar en que las resoluciones judiciales, los propios jueces, no son intocables. Sus sentencias pueden escrutadas y criticadas. Pero, de ahí al irrespeto, media un trecho. Le van a investigar, a ver si se ha excedido. Está bien.
En cualquier caso, nada de lo resuelto ni lo escrito, por mucha controversia que haya suscitado, justifica los denuestos.
            

viernes, 5 de octubre de 2012

ROMERÍA Y MUSEO, RECLAMOS


Ambiente romero y ciudad museal que se barrunta. El Puerto, siempre lleno de contrastes. Aunque no lo parezca. Aunque la monotonía o la escasez de actividades acentúe la decadencia. Precisamente eso: que la tónica se vea alterada por hechos festivos inusuales o porque cuente dentro de poco con un nuevo reclamo es un aspecto sobre el papel positivo. Ya se verán los resultados y las respuestas pero rescatar o innovar allí donde languidece un espíritu otrora dinámico y a menudo refulgente es de agradecer.
El profesor José Javier Hernández García se empeñó en recuperar la romería de los esperanceros al Puerto de la Cruz y lo ha conseguido. Hay que agradecerle ese estudio minucioso y silente, sin concesiones a la galería, que desde hace años viene realizando en ámbitos religiosos y costumbristas. Su empeño, siempre riguroso, es digno de encomio.
Estamos, según algunos testimonios, ante la primera romería documentada. Se vuelve a celebrar más de un siglo después. Los habitantes de El Rosario venían entonces al Puerto para conmemorar la festividad de su patrona. Algo muy sencillo: llegaban cantando en las vísperas, se detenían en el muelle para buscar piedras de sílex que los barqueros y pescadores empleaban como lastre, se alojaban en el antiguo convento de Santo Domingo y luego culminaban su participación con una romería, uniendo así lo rural y lo marítimo, que culminaba, seguramente, en los exteriores de la iglesia de la Peña de Francia.
Esta recuperada romería de los esperanceros saldrá en la tarde del sábado desde El Peñón y recorrerá las calles del centro portuense hasta detenerse en la pequeña capilla de la Virgen del Carmen en el refugio pesquero, antes de seguir hacia la plaza de la Iglesia y allí hacer una ofrenda y cantar el ángelus ante la imagen de la Virgen del Rosario.
De nuevo la ciudad envuelta en ese ambiente romero al que no está acostumbrada, pese a que en los últimos años, con motivo del Día de Canarias, ha estado atenta a un paseo romero que, al menos, ha impregnado de un sabor folklórico y colorista a calles y avenidas.
Y dentro de poco, según se cumplan los planes de los promotores, un museo de cera que albergará el antiguo cine Chimisay. El Puerto necesita atracciones, reclamos, y éste puede ser uno de ellos. Ojalá se exitoso. La céntrica localización facilita, en principio, las cosas. Hasta la calle San Juan recobraría, probablemente, la frescura de hace unos años. Es más, el futuro museo se uniría a otros que figuran en una ruta de escasos kilómetros: el Museo de Arte Contemporáneo (MACEW), el Museo Arqueológico Municipal (MAM), la sala de arte del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) y la dotación que finalmente se haga en la Casa de la Juventud de la calle Pérez Zamora. La relación da para idear un circuito a pie que resulta muy atractivo casi a cualquier hora del día.
El nuevo museo, independientemente de la distribución y calidad de los contenidos, debe convertirse en un elemento que enriquezca la oferta cultural del municipio. En las ciudades donde existen los de este género son una visita obligada para turistas, nativos, estudiantes y gente de toda condición social. Por ahí debería explorarse el valor añadido de una estimable composición cultural en el destino turístico diferenciado.
Tradición -que habrá que cultivar y mantener- y atracción museística. Reclamos para una ciudad que los necesita.
Suerte y éxito para sus mentores y realizadores.

jueves, 4 de octubre de 2012

AUSENTE EL GENIO, SU OBRA PERDURA

Veinte años se han cumplido de la muerte de César Manrique, el genial artista lanzaroteño cuya obra se reparte en varios lugares de Canarias. Desde que concibió y ejecutó el Lago de Martiánez, no sólo proyectó su fama sino que dio a entender que la Naturaleza había que tratarla con mucho mimo y con mucho esmero si se pretendía modificar su fisonomía y, sobre todo, aprovechar sus recursos.


Conservamos los recuerdos de aquel fatídico 25 de septiembre de 1992. En el ejercicio de la dirección general de Relaciones Informativas del Gobierno de Canarias que nos correspondía entonces, recibíamos la noticia desde Lanzarote. En el palacete de San Bernardo, en Las Palmas de Gran Canaria, sede de la presidencia, Jerónimo Saavedra almorzaba con otros miembros del ejecutivo. Desde la secretaría del presidente, se decidió que fuera yo quien comunicara personalmente aquella mala nueva. Sabíamos de la gran amistad que relacionaba a Saavedra con Manrique, de modo que hubimos de prepararle. La comunicación del fatal desenlace fue encajada a duras penas por el político. Se interesó por los detalles: transmitimos los que teníamos en aquellos primeros minutos. Los medios empezaron a reclamar opiniones de Jerónimo Saavedra. Preparamos un texto para el periódico La Provincia que mereció un sentido reconocimiento personal del propio presidente que guardamos celosamente en nuestros archivos.

Y es que a Manrique le habíamos tratado durante sus largas estancias en el Puerto de la Cruz o cuando hacía sus apariciones para ver cómo iban sus obras y si se cumplían sus directrices. César siempre daba titulares: “Ahí viene Salvador con su grabadora, para evitar los desmentidos. Como si yo no fuera consciente de lo que digo”, afirmó riéndose en cierta ocasión en el hall del hotel ‘Tenerife Playa’. En otra, anduvo tan descarado como ocurrente, junto al arquitecto Fernando Higueras, cuando inauguraron un museo de antigüedades en un complejo comercial en la carretera del Botánico. “Ya sabéis cómo es César”, dijo Fernando.

Se hizo gran amigo de Paco Afonso y de su sustituto, Félix Real. El fue quien sugirió, a principios de los ochenta, la adaptación peatonal de varias vías, defendiendo así una filosofía de vida basada en la calidad de la convivencia y de las prestaciones. Se sentía muy vinculado al Puerto y quería prolongar su huella: de ahí su idea de Playa Jardín, “imagínen, la orilla del mar acabando en la arena negra que se funde con las plataneras, dónde, dónde se ve eso”, decía casi atropelladamente con aquella vehemencia, con aquel entusiasmo que le caracterizaba. Y ahí estaba explicándole a Josep Borrell, entonces ministro de Obras Públicas, su concepción de aquella franja del litoral portuense a la que la mano del hombre proporcionó un aire de naturalidad desafiante de los vaivenes del mar abierto entre un castillo histórico y un complejo turístico ‘biozoológico’ único en el mundo.

El Puerto de la Cruz le distinguió en 1991 con su medalla de oro, galardón más que merecido porque la obra manriqueña tiene en la ciudad una referencia de primerísimo nivel. El intento de colocar un busto en un lugar discreto en el acceso principal del complejo turístico Costa Martíanez, con motivo del vigésimo aniversario de su fallecimiento, no cuajó, parece que por expresas indicaciones de los dirigentes de la fundación que lleva el nombre de César Manrique. Él no quería, por lo visto, ese tipo de honores.

Seguramente porque prefería que la población portuense, y la canaria, siguiera su filosofía vitalista y naturalista, sus mensajes y sus denuncias. Alertó de la especulación y de la destrucción. Quiso llegar a todos. Obsesionado con las peculiaridades insulares, extendió por todo el territorio canario una inmensa obra que es justamente admirada y puede que, en algunos casos, no muy bien conservada.

Veinte años sin el genio. Menos mal que dejó genialidades.

(Publicado en Tangentes, número 51, octubre 2012)



martes, 2 de octubre de 2012

POSTSUPUESTOS


Hasta el ciudadano más profano en materia de cuentas públicas, hasta el más alejado de la información política y económica, no recuerda una contestación igual. Han sido todos, ¡eh!, todos los grupos políticos, todos los sindicalistas, casi todos los presidentes autonómicos y muchos responsables de organizaciones sociales los que han alzado su voz para rechazar los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Hasta algún testimonio empresarial de descontento circula por ahí.
            Nadie está conforme, seguro que mucha gente del Partido Popular (PP), tampoco, aunque no lo explicite. Algunos se consuelan con el sonsonete de que son los únicos posibles, amenizado por lo de la herencia que aún esgrimen con cierto patetismo. Pero el rechazo es casi unánime, otra señal clara e indubitada de que no gustan las políticas y las medidas ahí contenidas. Sobre el papel, son unos presupuestos que empeoran la situación, que empobrecen -hemos leído que los efectos de la subida de impuestos se van a notar partir de enero, precisamente- y que, en definitiva, suponen un aldabonazo al estancamiento, mejor dicho, al retroceso que desde hace algún tiempo venimos experimentando.
            Y eso que el debate no ha hecho más que abrirse, apenas han transcurrido las primeras desde su aprobación por el Consejo de Ministros y su presentación pública. Si este es el comienzo, ¿cómo serán los postsupuestos? ¿Cuál será el escenario político-social cuando se empiece a ejecutar? ¿Qué restos podrán salvarse? ¿Qué sucederá con todo lo que se desaparezca o liquide por insuficiencia presupuestaria, nunca mejor dicho? Pongámonos en lo peor, sin querer alarmar más que las mismas cifras y magnitudes presupuestarias. Si con estos Presupuestos pretenden generar empleo o mejorar la productividad económica, estamos apañados. La realidad, después de estas previsiones económicas, es dramática y seguramente insostenible.
            Lo de Canarias, si permiten una expresión coloquial, es para mear y no echar gota. Es, con un ministro paisano en la mesa de decisiones, como si de una condena se tratara. Veamos algunas pruebas apreciadas tras un primer examen: la dotación del convenio de carreteras pasa de 207 a 54 millones de euros. Venga autovías a quedarse sin completar. El transporte regular por carretera se reduce de 30 a 25 millones de euros. Venga a suprimir líneas y frecuencias. Y las más gruesas: las potabilizadoras se quedan sin subvención -¡con qué agua regaremos y consumiremos!- y los aspirantes a obtener empleo deben saber que los programas inicialmente dotados con 42 millones de euros pasan a tener solamente 10. Como para que sigan albergando esperanzas.
            De la lectura de otros conceptos y capítulos es probable que se desprendan otras malas previsiones. Con las cuatro escogidas cabe trazar un oscuro panorama. Los postsupuestos puede ser peores, desde luego, que estos cálculos que sólo permiten asegurar que habrá más pobreza, menos calidad de vida, más desempleo y nulas perspectivas de crecimiento.
            No nos queda nada.

lunes, 1 de octubre de 2012

FRACTURA


La fractura social es un hecho tan evidente como el desmantelamiento del Estado del bienestar. Y la gente, cada vez más, abomina de la política. Quienes días pasados han querido expresar su rechazo y su desacuerdo en los alrededores del Congreso de los Diputados y de otras instituciones donde reside la representación democrática, están hartos: equiparan los males, reparten culpas por igual, discrepan abiertamente del modelo, de políticas que no resuelven, que engañan masivamente, que no ofrecen alternativas, que hacen recaer sobre los mismos de siempre, los más vulnerables, toda su batería de reajustes y rigidices… Políticas que, en definitiva, basadas en la austeridad y en las restricciones, empobrecen y confunden. Lo peor es que no solucionan, como se ha comprobado, aquí y en otras latitudes.
            Y esa fractura, claro, empieza a ser un clamor en todo el país. Mientras una parte del debate deriva hacia las formas y actuaciones policiales, la cuestión de fondo es la desafección creciente que amplios sectores de la ciudadanía están desahogando. En concentraciones o protestas populares y en sondeos demoscópicos. En nulas respuestas ante ciertas causas y en una insensibilidad manifiesta cuando huele que puede haber componentes o influjos politizados. Eso se contrasta ya en grandes urbes ya en los pueblos, en algunos de los cuales, por cierto, se ha pasado de respirar un ambiente envolvente de lo público a otro de desinterés e indolencia.
            Esa desafección hacia la política y los políticos, hacia los partidos, hacia el sindicalismo, acentúa la crisis de institucionalidad a la que ya nos hemos referido. Ese clima no es bueno, hay que decirlo con rotundidad. Favorece la desestabilización y fomenta comportamientos de impredecibles consecuencias, máxime en espacios donde la cultura democrática sigue siendo muy limitada. No querer reconocer el caldo del desapego hacia la política -el que pretenden los antisistema, los radicales, los inadaptados y los neofascistas- es un error, de ahí que hurtar debates fundamentales en el Parlamento y en otros foros o actuar a base de imposiciones amparándose en mayorías que empiezan a ser absolutistas, sólo abonen o cultiven una preocupante percepción social que, además, no favorece en nada a la democracia. La que hay que preservar.
            El caso es que los partidos y sus dirigentes deben concentrarse en la búsqueda de discursos y respuestas para hacer frente a este desentendimiento galopante. No basta con reivindicar la política, como tímidamente expresan algunas voces, sino que es necesario configurar otras determinaciones que propicien la recuperación efectiva y convincente de la credibilidad políticamente disminuida. Porque las fracturas hay que soldarlas.