miércoles, 31 de diciembre de 2008

UN AÑO RARO. ¡ADIÓS!

Despedida de un año raro. El año de la crisis, mejor, de las crisis. Terrorismo, guerras, desempleo, fraudes, incertidumbre, accidentes, violencia, incomprensiones, tragedias, glorias deportivas, innovaciones tecnológicas, cambios en las vidas, en los cargos, descubrimientos, pérdida de seres queridos...
En el fondo, ganas de que acabara, como si la caída de la hoja del almanaque, como si las manecillas del reloj, llegado el momento, activasen la palanca del olvido y fueran la panacea de las tribulaciones.
Pero hay cosas positivas en el balance y deben ser valoradas, entre otras razones para demostrar que ante la adversidad no hay que arrugarse. Y que siempre hay personas, sincera y leal amistad, que son sensibles y a las que basta con una sola palabra de ánimo para saber que están ahí, que siguen donde siempre.
Esta es la última entrada de 2008 en el blog que fue reanudado e intenta hallar el ritmo de actualización deseado.
Está impregnada del espíritu de buenos deseos para un nuevo año. Salud, trabajo, progreso, estabilidad... Para los visitantes del blog y para todos.
¡Bienvenido 2009! Que te prodigues. Mejor dicho: que los humanos te hagan positivo y generoso.
Un abrazo.

domingo, 28 de diciembre de 2008

MONJAS Y CURAS (y II)

Se han cumplido en 2008 cincuenta años de la presencia de los padres Agustinos en el Puerto de la Cruz. Quienes han sido profesores y alumnos del colegio que regentaron siempre hablan con agrado de su estancia allí, del buen ambiente y hasta de la disciplina religiosa. Los curas tuvieron a su cargo también las parroquias de la Peña y la Peñita y sobre ellos hay opiniones para todos los gustos pero, en general, se les reconoce dedicación y sensibilidad.
Hay que situar los orígenes del colegio en un proyecto, la "Ciudad de los muchachos", y en su promotor, el mejicano padre Flores, cuya iniciativa fue apoyada por el obispo Domingo Pérez Cáceres en la segunda mitad de los años cincuenta del pasado siglo. Andrés Cañibano fue su primer rector.
El colegio estuvo enclavado en la singular Casa de Ventoso, que data del siglo XVIII y cuyo frontis da a la plaza Concejil. Antes fue casa consistorial y acuartelamiento militar. Perteneció a familias comerciantes del municipio.
En este inmueble se juró en 1812 la Constitución Liberal. Describe Agustín González en Diario de Avisos que "en la trasera lleva anexo un torreón de seis pisos de altura y base cuadrada. Construido en piedra y madera y rematado con balcones en cada una de las caras, está catalogado como una de las soluciones más esbeltas de la arquitectura isleña. Esta torre fue construida a comienzos del siglo XVIII por el comerciante Nicolás Blanco y servía de atalaya a sus propietarios para conocer el movimiento portuario".
En efecto, la edificación principal es de tres plantas, con un imponente patio interior rectangular, escalera adornada con lacería que asciende hasta una galería acristalada que lo circunda. En el patio trasero tenemos el denominado Torreón Ventoso, único en su clase con cinco plantas cuadradas y sótano, que termina en un mirador en la azotea. Está catalogado como bien de interés cultural desde 1988.
El colegio San Agustín, el colegio de los curas, como era conocido popularmente, cerró sus puertas en el curso 1995-96. No sólo fue centro de enseñanza: en el patio principal se disputaron competiciones deportivas y en un salón de actos que disponía de un fondo de escenario bastante estimable hubo teatro, festivales, conferencias y proyecciones de cine. Siempre hubo alguna reticencia por parte de los curas para su utilización, especialmente por los trastornos que causaban los ensayos y los preparativos. El salón fue de los pocos espacios disponibles en la ciudad para cualquier convocatoria tras la desaparición del teatro Topham. Alguna consideración personal que no viene al caso y que tiene que ver con nuestra trayectoria de presentador de actos públicos dejamos en aquel oscuro salón rectangular.
En las aulas del San Agustín se formaron varias generaciones de portuenses. Hay que recordar los nombres de los padres Saturnino, Lucinio, Federico y del hermano José. Algunos de ellos enseñaban la religión del bachillerato en colegios e institutos de la localidad, entre los cuales hay que citar al padre Moisés Montaña, posiblemente el más breve a la hora de pronunciar las homilías.
Pero fue el padre Pablo Díez el más popular, el más querido, el cura bonachón, tan elegante vestido de 'clergy'. El padre Pablo consolaba a todo el mundo, casó y bautizó a muchos portuenses. El día de su sepelio fueron los antiguos alumnos quienes cargaron el féretro desde la sede del colegio -que ya sólo albergaba las viviendas de los agustinos- hasta la Peña de Francia.
Los agustinos tuvieron mucho que ver con el desaparecido Cima Club, un club juvenil residenciado en el denominado Hogar Parroquial de la plaza de la Iglesia durante la década de los sesenta. Funcionó razonablemente bien unos años, hasta que la rutina y otros hábitos causaron mella en los jóvenes integrantes. Ciertamente, era uno de los pocos sitios físicos donde éstos pudieron reunirse, desarrollar actividades, incursionar en otras inquietudes y hasta disponer de un lugar para estudiar.
En la sede del Cima, por ejemplo, vivieron su primera noche fuera de casa quienes asistieron a la procesión de madrugada del Viernes Santo. Allí se concentraban quienes se peleaban por empujar y conducir los pasos. Y allí despidieron el año, en unas memorables cena-baile, quienes ya tenían formales relaciones de noviazgo.
Muchos años después, el Hogar Parroquial fue restaurado y en la parte trasera, la que da a la calle Benjamín J.Miranda, quedó instalado un tanatorio que no tenía futuro pues el inmueble estaba destinado a acoger las viviendas de los curas. En muy contadas ocasiones las estancias de la zona delantera acogieron velatorios.
Los agustinos se han centrado durante los últimos lustros en las dos parroquias. Jorge Dulanto y Lucas García son sus actuales responsables. En la Peña se mantiene desde hace muchos años una misa domunical en inglés. En esta iglesia, precisamente, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la presencia agustina en el municipio, han concluido las obras de restauración del retablo de mareantes o del corazón de Jesús, una construcción compleja que combina las tres artes: arquitectura, escultura y pintura. Marcos Hernández e Isidro Larizgoitia compusieron el equipo de restauración.

viernes, 26 de diciembre de 2008

MONJAS Y CURAS (I)


Congregación de Hijas de María Madre de la Iglesia y Padres Agustinos. Dos comunidades religiosas vinculadas al devenir del Puerto de la Cruz. En este 2008 que termina ha habido conmemoraciones que han servido para ponderar su quehacer y su obra. Asistencia sociosanitaria y enseñanza, dos campos en los que la aportación de monjas y sacerdotes ha sido notable. Y que el pueblo, por cierto, ha sabido corresponder y agradecer.
En un caso, la continuidad; en el otro, la historia. El Hospital de la Inmaculada Concepción y el centro Madre Matilde Téllez son las pruebas de la perseverancia de las Hijas de María. El colegio San Agustín, decisivo en la formación de algunas generaciones de portuenses, cerró sus puertas pues sus responsables no pudieron o no supieron afrontar los planteamientos del nuevo sistema educativo. El cese de la actividad del colegio es otra prueba de cómo han ido desapareciendo los activos del municipio.
Las monjas llegaron, según está acreditado documentalmente, en los primeros días de 1908, siendo alcalde del municipio Melchor Luz y Lima. Una de las cuatro fundadoras era sor Sebastiana, de la que se cuentan excelencias de su generosidad y de su sacrificio.
Pero la más popular, el nombre más conocido y apreciado en todo el pueblo y en buena parte de la isla, es el de Pura Arencibia, sor Pura, natural de Telde (Gran Canaria). En 1972 fue nombrada hija adoptiva del Puerto de la Cruz, una de cuyas calles lleva su nombre.
Los recuerdos que uno conserva de sor Pura son los de una buena samaritana, de alguien que atendía y escuchaba a todo el mundo, que asistía puntualmente a las misas, que hacía de doctora… y sanaba. Sor Pura era el hospital mismo. Sin exageración. Había llegado destinada al Puerto en 1920 y fue superiora en dos trienios diferentes.
Bueno, el hospital también es Luis Espinosa García-Estrada, el médico perpetuo, el doctor de rostro bonachón, el infatigable caminante, el galeno vecino del diagnóstico exacto que siempre tuvo palabras de aliento para cualquiera que las necesitare.
El Hospital de la Inmaculada Concepción ha cumplido cien años. Es un centro entrañable que ha acogido centenares de enfermas, de personas desvalidas. Allí han vivido la recta final de su existencia personas de toda condición social que encontraron siempre el calor y la atención de las monjas. El pleno del Ayuntamiento galardonó al Hospital con la medalla de oro de la ciudad, su máxima distinción, en 1983, siendo alcalde Francisco Afonso Carrillo. En aquellos años, se acometió un importante proyecto de reacondicionamiento.
Para recordarlo, para dar las gracias, cada 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, hay una misa cantada y un desayuno que sirven las propias monjas. El coro lo integran antiguas alumnas y componentes de otras agrupaciones que tienen así oportunidad de prolongar su afición por el género. Siempre terminan con el himno. Afonso dio el paso y aquello se hizo costumbre. Desde entonces, allí nos damos cita unas cuantas personas que apreciamos tan de cerca, siquiera una vez al año, la contribución de la congregación.
El espíritu de sor Pura está presente -¿verdad, doctor?- y por eso, el próximo mes de enero, cuando Teresa Umpiérrez, Bernarda Cabrera y Concepción Martínez celebren las bodas de oro en la congregación, habrá una nueva oportunidad de recordarla y de contrastar la inmensidad de la obra de las Hijas de María Madre de la Iglesia.
Una obra que tiene una dimensión social extraordinaria, desarrollada en el centro Madre Matilde Téllez, la fundadora de la congregación, ubicado en el antiguo cuartel de la Guardia Civil. Allí, en sus restauradas dependencias, han encontrado abrigo los niños que no pudieron tenerlo en sus hogares. Allí son educados, allí conviven, allí juegan y allí crecen hasta que las edades determinan su traslado.
Allí, ya con responsabilidades públicas municipalistas, nos reencontramos con sor María, una monja que había estado muchos años en un colegio de Tucupido, estado Guarico, en Venezuela, curiosamente nuestro primer colegio. María Vadillo está hoy destinada en Las Palmas de Gran Canaria. Se sorprendió, cuando casi al cabo de cuarenta años, le describimos el interior y los accesos del colegio, así como la celebración religiosa del día de la Inmaculada Concepción, al aire libre y por calles no asfaltadas. “Dios te conserve la memoria, hijo”, comentó con toda humildad.
En el hospital y en este centro de educación especial las monjas han hecho un trabajo encomiable, gozando siempre del respeto, del afecto y de la ayuda, solidaria, material y espiritual, que el pueblo ha sabido prestar. A sus respectivas superioras, sor Angeles Rubí y sor Rosa Rebellado, les ha correspondido el honor de preparar y vivir en primera fila las conmemoraciones. Cien años de presencia entre los portuenses, entre los tinerfeños, cien años de prestaciones, bien merecen el reconocimiento de todos.
(continuará)



lunes, 22 de diciembre de 2008

DE INSULTOS, VALENTÍAS Y ADVERTENCIAS

Seguro que Javier Ortiz no pedirá hoy al vicepresidente del Gobierno, a su vicepresidente, que diga quiénes son todos esos hijos de puta que lleva sorteando, tal como saludó a un periodista en el curso de un cóctel navideño, impregnado, por cierto, del espíritu contrario, según discurren las cosas en las Canarias de nuestras tribulaciones últimamente.
El presidente tinerfeño de Coalición Canaria, casi al mismo tiempo, había inquirido valentía a los socialistas de modo que pusieran sobre la mesa los nombres de los medios afines al Gobierno tras conocerse una resolución del Tribunal Superior de Justicia de Canarias sobre el concurso para adjudicar las licencias de la Televisión Digital Terrestre (TDT), como si esa fuera la esencia de un debate -por lo demás, inexistente- y como si no se conocieran en las islas, a estas alturas, las tendencias, los gustos y los sesgos.
La valentía hoy sería, cuando menos, recriminar públicamente a Soria por su nuevo dicterio.Mejor haría Ortiz en preocuparse, siquiera en defensa de la nunca bien ponderada libertad de expresión y tan invocada a propósito de un debate no muy lejano en el Parlamento de Canarias, por la precaria situación del Centro de la Cultura Popular Canaria que tiene un micrófono y una antena incómodos para quienes están más acostumbrados al incienso, al halago y al acriticismo. Ya saben: los grupos de CC y PP votaron en contra de una enmienda -cuantificada en cuarenta mil euros; nada: una ruina para la Comunidad de los derroches- para subvencionar a la entidad. Y en eso llegó Cabrera Pérez-Camacho para desmarcarse y para hacer más evidente el por qué del rechazo a la enmienda, acompañado de disculpas del socio popular -qué versallesco, faltaría más- y de la consabida reacción solidaria.
Reacción que no habría de acabar en mera testimonialidad, por cierto. Ya deberían los socialistas, por ejemplo, estar proponiendo desde una entidad financiera en la que hubo codazos por acceder a los órganos de dirección, un convenio o similar para impedir la desaparición del Centro. Disponen de opciones y de recursos para hacerlo. Sólo hacen falta iniciativa, voluntad y eficacia para demostrar que hay soluciones al alcance y que no se está ahí, en la entidad financiera, para la vida contemplativa o vegetativa.
Ya ven cómo el Gobierno prefiere la beligerancia. Su presidente advierte con acciones -¿le habrá preguntado Ortiz cuáles son las "de todo tipo"?- a quienes imputen o den a entender alguna comisión delictiva a sus decisiones. Claro: es que andamos en un Estado de derecho -por mucha impunidad y por mucha laxitud con la que algunos vienen desenvolviéndose desde hace muchos años- y hay que respetar las reglas del juego. Y cuando eso no ocurre, como es el caso del concurso de la TDT hasta que el Supremo diga lo que sea procedente, pues actúan los tribunales, sobre todo si alguna de las partes en litigio -nada menos que tras concurso público- se siente perjudicada.
Pero es que aquí las infracciones o el incumplimiento están del lado gubernamental. Que lo dice, oiga, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias; luego ¿a qué viene esa bravata? Defenderse, sí; pero que desde la primera instancia gubernamental, o sea, la primera que debe velar por el cumplimiento de la legalidad, se lance la advertencia, tras un fallo judicial tan rotundo, es reprochable. Baste comprobar el veloz efecto contagioso entre aquéllos que luego dicen lamentar la judicialización de la vida política o la politización de la justicia. Y encima se lo reprueban a los políticos que ejercen acciones.
Mejor ha quedado el ejecutivo, desde luego, con la aprobación de una Ley de Medidas Tributarias para incentivar la economía, aunque sea plagiando las que el pasado mes de julio promovió el grupo socialista. Don Manuel -Fraga, que no Marcos- hubiera dicho lo del "sólo acierta cuando rectifica". Rechazaron aquéllas entonces los socios gubernamentales, modificaron a la baja ahora un porcentaje en el concepto de transmisiones patrimoniales y actos documentados y las hicieron suyas, como siempre en defensa de los intereses generales de la sociedad canaria. Total, por seis meses, qué es una raya más para un tigre.

sábado, 20 de diciembre de 2008

'PUERTOCRUZ LA NUIT'


Hubo un tiempo en que el Puerto de la Cruz fue el núcleo principal de la actividad nocturna de la isla.
El turismo, las extranjeras, el desarrollismo de los años sesenta, la liberalización de ciertos usos y hábitos sociales, el despertar de los jóvenes, las velocidades de la primera década de los setenta, el lento pero imparable aperturismo de los medios de comunicación, las facilidades y la adaptabilidad… todo, todo estaba al alcance y era muy fácil en aquel Puerto de intensa y vertiginosa vida nocturna en el que confluían parejas santacruceras de prosapia, profesores y estudiantes de La Laguna, empresarios y aprendices de ello enriquecidos en un plisplás y gentes de toda condición social llegadas de pueblos cada vez menos lejanos.
Todos en busca de diversión, de aventuras, de oportunidades, de modernismos… La oferta era amplia y generosa. Ambientes “in” y recintos apropiados. Claroscuros. Multifocos. Pasarelas. Diseños desconocidos y atrevidos. Humo que cegaba y no cegaba los ojos, cuando nadie pensaba que algún día llegaría la prohibición de fumar. Cerveza baratísima, güisqui de todas las marcas, blasier, mucho blasier, suéters de cuello alto, faldas que se iban acortando progresivamente y escotes para atraer miradas… Música “disco”, ritmos vanguardistas, orquestas clásicas, conjuntos que intentaban abrirse paso, guitarristas aficionados, algún cantante solitario que se atrevía, otro que oficiaba de imitador…
Y al día siguiente, o al lunes siguiente, a contar la hazaña. O a prolongar el enamoramiento. A pensar en cómo darle alegría al cuerpo la próxima vez. Las leyendas urbanas circulaban que era un primor a velocidad de bólido. Nadie quería perder posiciones. Y la facilidad para incorporarse a la carrera era asombrosa.
Fue un exponente de la época dorada de la ciudad. “Puerto Cruz la nuit”, acuñamos en su momento. Curioso, porque era una suerte de libertad allí donde no la había, una conquista anticipada. Era la exteriorización del cosmopolitismo y de los avances de la época. La noche giraba de forma mágica, sin parar, prácticamente todos los días de la semana, era la multiplicación de las luces y las músicas. Era la oportunidad para los besos, para los amantes, para los incautos, para los desaforados, para las ansiosas, para lucir galas, para derrochar…
“Puerto Cruz la nuit” conoció de grandes locales, de discotecas y ‘boites’ donde el ocio nocturno brilló sin reservas, donde jóvenes y menos jóvenes coexistían en un admirable ejercicio de tolerancia, donde la población nativa congenió con la extranjera traspasando las barreras idiomáticas con una facilidad pasmosa, donde los gays encontraron también sus refugios exclusivos para huir, precisamente, de la represión, donde… vivir, en fin, era sinónimo de diversión, de cierto lujo, de desenfado.
Bali, Alibabá, Tuset, Rendez vouz, Golden, Candy, Atlantis, Cita 3000, Cintra, Diana, Escandinavia, Blanco y negro, Number one, Why not, Bossanova, Cleopatra, Los Caprichos, Lido, Caballo blanco, Oasis, Poncho, Royal, Rancho grande, Lili Marlene, Santa María, Cocoloco, Sabor-sabor, Joy, Qatar, Bolero…
Nombres -sin necesidad de ser ordenados- para la historia. Seguro que hay más, por lo que si alguien se acuerda, sólo tiene que aportarlos para seguir evocando.
Aquel “Puerto Cruz la nuit” fue todo un símbolo, un movimiento ciudadano, una cultura… Algo que siempre merecerá licencia para la nostalgia.

martes, 16 de diciembre de 2008

UNDECIMA PLAGA DE EGIPTO

Es como si hubieran mandado a Canarias la undécima plaga de Egipto.
Perdón por la exageración, por la exagerada extrapolación bíblica, pero a poco que se repase lo acontecido en la comunidad autónoma de nuestras tribulaciones durante la semana pasada, es fácil contrastar las sombras de irracionalidades, contradicciones, estolideces, insensateces y dislates que nos afectan.
Normal, por tanto, el escepticismo, la desazón que embarga a cada vez más amplios sectores ciudadanos. Ni siquiera la ocurrencia de Cristina Tavío, con la oferta de la sede parlamentaria a las agrupaciones murgueras -una de las perlas de esta semana horribilis- mitiga este desasosiego que galopa a medida que se incrementan las cifras de desempleados, de la desaparición de empresas y de las cantidades que reclaman las corporaciones locales. Al revés, el sarcasmo sirve para medir los grados de agotamiento o de falta de imaginación política que la población castiga, por cierto, con absoluta indiferencia, incluidas las veleidades independentistas, que esa es otra. Ya veremos las murgas, cuando les llegue la hora de interpretar el ofrecimiento de este inopinado escenario.
Pero, bueno, en serio, desde los crímenes de Tenerife y Gran Canaria y la muerte descarnada de una drogodependiente en Lanzarote, reflejo de la incomprensión violenta y la incapacidad colectiva e individual para poner fin a lacras sociales que azotan de forma inmisericorde a familias y a la sociedad misma, desde ahí a la resolución del Tribunal Superior de Justicia de Canarias sobre el concurso para la adjudicación de las licencias de la Televisión Digital Terrestre (TDT), pasando por el rechazo de los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno -y dejan en evidencia a su presidente- a la iniciativa legislativa popular de Ben Magec, resumida en ni una cama más, y la apertura de una embajada entrecomillada en Rabat, puede afirmarse que esto va proa al marisco.
Pero de la impunidad -y de la inmunidad redescubierta- no hay que extrañarse. La prueba es que no ha dimitido nadie, que todo sigue más o menos como estaba antes de que se produjeran estos hechos. Ya estamos acostumbrados y, por tanto, agotada la capacidad de asombro -excepción hecha de la oferta de Cristina Tavío-, a partir de ahí, sólo cabe ir mejorando. ¿O es demasiado pedir?
Con todo, a nuestro juicio, lo más inquietante ha sido leer lo de Mariano Rajoy y lo de Paulino Rivero a cuenta del decurso judicial de unos asuntillos de nada, de escasa monta, que afectan al vicepresidente del Gobierno autónomo -capital Madrid, paradójicamente- y a un concurso público que ha devenido en un auténtico escarnio. Desde luego, sin consignar esa otra sentencia que condena al Ejecutivo a abonar cincuenta millones de euros a un empresario turístico, es evidente que la inestabilidad jurídica, la falta de seguridad en este ámbito se ha contagiado. Así estarán los inversores y los destinatarios de acciones que requieren la bendición aprobatoria del Gobierno de las tribulaciones.
Inquietante es, desde luego, leer que Rajoy pronostique la absolución de Soria en el "caso salmón", aún cuando pudiera albergar fundamentos, siquiera de oídas, los que le suministre el propio Soria quien ya habrá olvidado, por supuesto, aquellas imputaciones de manipulación que atribuía a los socialistas del propio poder judicial y de los cuerpos de seguridad cuando la trama de corrupción en Gran Canaria iba aflorando para sorpresa y vergüenza generalizadas. Y no menos inquietante es que el presidente del Gobierno, Paulino Rivero, afirme que "las cosas de la justicia dan muchas vueltas" a la hora de valorar una sentencia judicial que desmonta otro tinglado de imprevisibles consecuencias, de esos que huelen a cambalache y que tiene especiales resonancias por el ámbito mediático al que afecta. ¿Qué habrá querido decir? ¿Qué la noria gira siempre en una misma dirección? Una curiosidad: a ver cuánto va a costar el encendido terrestre digital. O mejor: ¿se prolongará el apagón? Rondó, rondó José Manuel.
En fin, una suerte de sangre, sudor y lágrimas, muy propia de Canarias, a donde parece haber llegado la undécima plaga de Egipto.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

LOYNAZ, SIEMPRE LOYNAZ

Conmemoran en el Puerto de la Cruz y en La Habana el 106 aniversario del nacimiento de Dulce María Loynaz, la escritora cubana que fue Premio Nacional de Literatura en 1987 y Premio Cervantes en 1992.
Loynaz quedó definitivamente vinculada a Tenerife y a la localidad norteña desde su estancia en los años cincuenta del pasado siglo. El Ayuntamiento portuense la nombró Hija Adoptiva del municipio en 1951. Siete años después publicó uno de sus libros más conocidos, Un verano en Tenerife.
La dulzura, la sutileza de la autora cubana ha sido ensalzada en numerosas ocasiones. A medida que se ha ido conociendo su obra, en actos y presentaciones -en alguna de las cuales ha sido posible hasta escuchar su voz grabada- ha aumentado el interés de muchísima gente. Tal es así que ya se habla hoy de seguidores o admiradores 'loynazianos'. Hay quien recuerda todavía su acompañamiento en alguna procesión religiosa por las calles del Puerto.
En el año 2002 se cumplían cien años de su nacimiento. Desde la alcaldía, tuvimos oportunidad de impulsar un programa de actos conmemorativo. Angeles Marrero, que era la concejala de Educación y Cultura, se lo tomó con mucho esmero para redondear unas celebraciones muy dignas que era, en definitiva, lo que se pretendía.
El momento parece bueno para relatar una sabrosa anécdota ocurrida con motivo del descubrimiento de un busto de Dulce María en los jardines La Atalaya del parque Taoro, acto en el que estuvieron presentes la pintora Carmen Mir y el cineasta Marcelo Fajardo. La obra es del escultor cubano Enrique Pardo y fue fundida aquí, en Tenerife.
Ocurría que Pardo sólo disponía de un grabado o de un gráfico en el que aparecía el rostro de la escritora sobre una base pétrea. En ella se inspiró para su trabajo. Cuando se trataba de emplazar el busto, había problemas con los anclajes, por lo que Angeles hubo de recurrir a un cantero que encontró una piedra natural tan similar, tan parecida a la del dibujo que Enrique Pardo, cuando vio la obra acabada, no pudo reprimir la emoción. Fijarse cómo sería que el escultor llegó a creer que habían recuperado la base original del grabado.
Hubo más actos con motivo de aquel centenario, todos impregnados de la sensibilidad que parecían haber heredado de Loynaz. Allí estaban Isidoro Sánchez, José Javier Hernández, Eduardo Zalba, Elsie Ribal... Lecturas de fragmentos de Un verano en Tenerife, la satisfacción por la nueva edición de la obra, testimonios, remembranzas... Allí estaban las manos finas de Othoniel Rodríguez sobre el piano de 'Abaco' y las pinturas de Carmen Mir expuestas en el castillo San Felipe.
Fue, en efecto, una digna conmemoración del centenario de la Dama de las Letras que, desde La Atalaya, contempla la inmensidad del Atlántico. Como con Lecuona, siempre estará en nuestro corazón. Para eso cuenta con el Grupo de Amigos del Puerto de la Cruz que hará llegar hasta La Habana, seguro, esta otra prueba de su identificación con la vida y obra de la escritora.
Loynaz, siempre Loynaz.