jueves, 25 de febrero de 2010

DOS "ANIMALES TELEVISIVOS"

Sus recientes actuaciones nos refrescaron la figura del animador, que así se llamaba en Venezuela a quienes podía considerarse algo más que presentadores. No eran ni los bustos parlantes ni los locutores acartonados o encastillados, incapaces de saltarse el guión memorizado o los rótulos gigantes que leían enfrente de la cámara.
Eran lo que podríamos llamar "animales televisivos", o sea, quienes apuntaban a la yugular de la cámara hasta doblegarla, quienes supeditaban su manejo y enfoques a los movimientos propios, tal era el dominio de la escena, mejor dicho, del plató.
El desenfado, la desenvoltura, la seguridad, la espontaneidad, la corrección inmediata, la improvisación, el rigor... que todas esas cualidades habría de reunir el animador. Renny Ottolina fue el gran maestro en la Venezuela de los sesenta, hasta que un accidente aéreo, cuando incursionaba en la aventura presidencial, acabó con su vida. Raúl Matas, el chileno, fue otro "monstruo" de la pequeña pantalla, aún en blanco y negro. Al mejicano Raúl Velasco, le apodaron "el catedrático" por su desempeño en programas y festivales que encumbró personalmente.
Salvando las distancias, hace pocas fechas hemos seguido dos actuaciones sobresalientes de presentadores españoles, uno de ellos ya jubilado, Paco Montes de Oca, el hombre que confundió "pantalón" por "pantalán" en un telediario de la televisión franquista. La pantalla canaria se le quedó corta, de modo que se fue a Madrid donde -¡quién lo iba a decir!- se especializó en información meteorológica y desde allí ilustró, con nuestro acento y con soberano desparpajo, isobaras e isotermas, casi siempre con ganas de decir "solamente Canarias conserva el clima primaveral".
Pero no: en la informalidad y en el desenfado, esa información requería seriedad para transmitir credibilidad. Paco Montes de Oca ganó el pulso, con su corbata medio o mal anudada, la misma que lució la noche en que leyó el pregón del Carnaval 2010 de Las Palmas de Gran Canaria. No fue un pregón al uso, al contrario, introdujo todos los elementos necesarios para polarizar la atención entre 'gags' y remembranzas personales y profesionales. Allí estaba el pregonero que cautivó, que fingió una voz aguardentosa y que hizo de la primera parte de su intervención una pieza primorosa de creatividad y de realismo adaptado. Fue el suyo, desde luego, un pregón memorable. El mejor posible en el contexto televisivo al que dedicaron las carnestolendas de este año.
No menos brillante Andreu Buenafuente en la presentación de la gala de los premios "Goya" que seguimos por televisión. Esa noche se doctoró el monologuista en un actor de primera que hizo los honores a la significación del acto. Cualquiera de los directores presentes en la sala se hubiera sentido más que satisfecho con el papel asignado. Buenafuente es ocurrente, procaz, vivaracho... Una mordacidad admisible la suya. Demostró que no es un humorista cualquiera, que mantiene la intensidad, que exprime las situaciones, que no se alarga y que interpreta espléndidamente lo que le echen. Su número final, cuando es tiroteado, no sólo está impregnado de realismo sino que es sinónimo de una comicidad singular.
Lo dicho: dos "animales televisivos", dos animadores de postín que atesoran una profesionalidad relevante, dignos de ser incluidos en el elenco de los mejores "showman". La admiración, desde luego, se la ganan a pulso.

miércoles, 24 de febrero de 2010

INDICADORES DE RECUPERACION

Desde agosto de 2008, no había registrado el turismo en Canarias datos positivos. Las sucesivas estadísticas enseñaban el lado crudo de la crisis. Lógico: es el primer sector productivo. En varias entradas nos hicimos eco de la preocupación que suscitaban las cifras pues incluso parecían no tocar fondo. Los mercados emisores, en retroceso; las empresas del ramo, en Canarias, destruyendo empleo o cerrando, sencillamente.
Parece que se ha roto la tendencia, al cabo de casi año y medio de números negativos. Hay una ligera reactivación en enero, hecho que confirma las favorables impresiones cosechadas en varias convocatorias promocionales. Hay que congratularse, naturalmente, sin echar campanas al vuelo pues en el análisis de los datos hay que seguir consignando zonas de inquietud, por ejemplo, que las dos islas capitalinas, Gran Canaria y Tenerife, siguen en fase declinante o que el turismo nacional pierde también enteros.
Lo cierto es que Canarias recibió en enero pasado 13.551 visitantes más que el mismo mes de 2009, lo que representa un aumento del 1,73%. No es gran cosa, desde luego, pero se rompe la tendencia y hay que estimarla pensando en que debe mantenerse. Del propio sector depende, ahora que debe debe sentirse motivado o estimulado quebrando, de paso, su inclinación al pesimismo.
Es verdad que Gran Canaria y Tenerife siguen sin recuperar turismo extranjero, todo lo contrario de Lanzarote y La Palma. Si los principales mercados emisores, Reino Unido y Alemania, responden a la recuperación de las economías de sus países, cabe confiar en que esta superación ha de consolidarse a lo largo del año.
Pero atención a los turistas españoles. Cabe pensar que el crudo invierno y los conflictos del sector aéreo registrados en diciembre y aún en enero repercutieron negativamente en las preferencias. En efecto, en enero, en Canarias fueron registrados 13.053 viajeros menos, un 11,8%. Aún así, las islas continúan siendo el primer destino español en la temporada invernal. Pero hay que romper esa tendencia, por lo que instituciones e iniciativa privada habrán de esmerarse con tal de que Semana Santa primero y el verano después resulten períodos en los que se contraste la recuperación del mercado nacional.
En todo caso, acostumbrados como estábamos, a informaciones y datos negativos, estos registros de enero, mínimos indicadores de recuperación, han de servir para animar al sector y para pensar que, salvo catástrofes, hay factores que reactivan la productividad en Canarias.

martes, 23 de febrero de 2010

EL CARNAVAL SERIO

Hay una parte del Carnaval seria, en el sentido de que no es diversión estricta, ni siquiera pasatiempos institucional. Es el apartado de los intercambios que, en casos de ciudades turísticas como el Puerto de la Cruz, entraña una importancia relevante desde el punto de vista promocional.
Se han cumplido treinta y ocho años del intercambio de la localidad tinerfeña con Düsseldorf. Menuda visión de los promotores de entonces, cuando no se conocían las ferias, ni las iniciativas de comunicación, ni las comisiones mixtas para debatir fondos, destinos y modelos de acción. Los mentores de ese intercambio, prestigiosos profesionales del sector, tenían muy claro cuáles eran los mercados a captar y la fórmula del carnaval para hacerlo.
Por eso surgió el intercambio, que fue madurando hasta consolidarse, que sobrellevó muy dignamente su continuidad y que incorporó a muchas personas para llevarlo a cabo. Hasta que se tradujo felizmente en un hermanamiento. Turismo y relaciones sociales, el acercamiento entre dos pueblos, la oportunidad de intercambiar reclamos carnavaleros... De todo eso ha habido en casi cuatro décadas.
Y no sólo en Düsseldorf, sin duda uno de los principales focos del carnaval en la Renania-Westfalia y en toda Alemania, sino en otras ciudades, ha ido extendiéndose y quedando el sello de esta plausible iniciativa.
Con más modestia, si se quiere, pero con mucha imaginación, sin discusiones pueriles de rivalidades, se han ido sumando hasta conformar todo un circuito que cada año la representación del Carnaval portuense recorre entre muestras de entusiasmo, afecto y admiración. La admiración viene dada por la reina y damas de honor que la acompañen, envueltas en los atuendos y alegorías carnavaleras que realzan su belleza.
Es el ejemplo de Düisburg, una ciudad donde la animación carnavalera es indescriptible. De allí proceden Joachim y Brigitte Schulze, un matrimonio que lleva veinticinco años organizando viajes de grupos -nunca inferiores a veinticinco personas- al Puerto de la Cruz. Joachim es la modestia personificada: él mismo diseña sus propias medallas y unos pergaminos escritos con la mejor gótica que uno haya visto jamás que entrega habitualmente en la recepción que se celebra en las casas consistoriales.
En esta oportunidad, al cumplirse esos veinticinco años, el matrimonio Schulze y su grupo han sido distinguidos en una recepción-almuerzo. Joachim, con el típico y artístico gorro, habrá respondido con la solemne mesura que caracteriza su expresión germánica.
Hay que consignar también a Peter Volmari, que encabeza una delegación de la ciudad de Scharmede. Ya son diez los años en que participa en la fase final del Carnaval portuense. Otras tantas personas desfilaron en el coso portuense que, igualmente, conoció la originalidad de los atuendos de del príncipe y guardia de honor del Carnaval de la ciudad de Vechta.
Y allá, en Alemania, quedan otros muchos amigos, en Moëngladbach, Krefeld, Wüppertal, Büchen, Colonia... preparando los festejos del año próximo que, como hemos escrito aquí mismo, se inician el once de noviembre a las once y once minutos de la mañana, haga frío o calor, o sea en un un ritual que traspasa cualquier agenda.
Muchos ya no están entre nosotros pero son siempre recordados: Alex Biederlack, Bruno Rëcht, Edouard Lobenstein, Pepe Pérez Martín, Horst Morgenbrod, Günter Pagalies... Como se recuerda, con todo afecto, al incombustible Rudy Höe y a su esposa Renate, a 'herr' Panenbecker, a Stockheim, a Dieter Steigleader... y al gran Fred Gallasch, siempre oficiando de traductor. Todos, siempre con una más que definida línea alemana de comportamiento: puntualidad, exactitud, documentos y seguimiento. Es el Carnaval serio.
Ellos son quienes han hecho y quienes hacen posible este intercambio carnavalero que constituye, con sus peculiaridades, un excelente escaparate promocional. Tan sólo por eso, debería tener el trato adecuado que se merece. Si nos apuran, un trato exquisito.

lunes, 22 de febrero de 2010

CABRERA, OTRA PIEZA MÁS

Con toda franqueza: creíamos que la cosa tenía toda la pinta de un episodio de esos que abundan en la política canaria y que se saldan con papas fritas, con fuegos de artificio vamos. Una polémica que se suscita con una crítica a un viaje del presidente de la Comunidad Autónoma a Cuba: la hace el portavoz parlamentario del socio del gobierno (PP), en los términos que ya se conocen (dictadura, presos políticos, clientelismo…, “un disparate absoluto”, textual), no sienta bien en la formación nacionalinsularista, se produce la réplica y se hace llegar al jefe de filas -nunca mejor lo de jefe por lo sucedido a posteriori- el malestar consiguiente para que no se desdibujen las coordenadas, que es mucho lo que están en juego y ya se sabe, a ambos nos interesa.

Lo dicho: aparentaba una polémica más, ni chicha ni limonada, un amago, todo lo más, porque ya a estas alturas el personal conserva el poquito de memoria reciente, hasta que llegó José Manuel Soria y mandó a parar. Un viaje del presidente del Gobierno, aunque sea a la maldita Cuba -no importa que don Manuel (Fraga) haya hecho buenas migas con el compañero comandante- criticado ni más ni menos que por el portavoz parlamentario: ¡Cómo va a ser eso!

El presidente del PP, más o menos alertado por el malestar de Coalición Canaria, apenas tardó en desautorizar a Miguel Cabrera, otrora ensalzado por él mismo a cuenta de ciertos poco afortunados versos dichos desde la tribuna. Lo que va de ayer a hoy en la política canaria. Que no se confundan opiniones dichas, en todo caso, a titulo personal, con la posición que al respecto pudiera tener el grupo parlamentario. Y por si no quedara clara la evidencia, es el propio Soria quien, tras expresar el apoyo total del ejecutivo al denostado viaje caribeño, subraya la condición institucional del portavoz que “debe tener -según dijo- todavía mayores cautelas con las cuestiones que públicamente se dicen”.

El sábado, entonces, "consummatum est". Soria le espeta a Cabrera que ha perdido la confianza en él. Y el portavoz, entre la desautorización pública y la pérdida telefoneada por el jefe, apenas tardó en presentar su renuncia. Ya se había cobrado CC otra pieza más. Y el PP, que no escarmienta.

O sea, que esta vez ni papas fritas ni voladores. Quienes ya están acostumbrados a desavenencias que, todo lo más, adquieren perfil alto cuando se acercan fechas electorales, ya saben: para desmarcarse, para acreditar ante el electorado propio un cierto prurito, una defensa de los valores y hasta unas dosis de orgullo político, en esta ocasión han comprobado que la controversia se ha zanjado con la caída de un portavoz parlamentario, incómodo para Coalición Canaria, que ya se atrevió a criticar un proyecto de ley en el que advirtió pasajes inconstitucionales.

El territorio, en conclusión, está perfectamente delimitado. Que los tuyos no se pasen, José Manuel, habrán sugerido desde el aparato presidencial y desde la dirección ‘coalicionera’. Que si se ponen así, ya sabes, los socialistas -qué ilusos- están a la espera, que para eso preparan votos de renovación congresual. Y un viaje a Cuba no merece más más tics ni amagos incordios: con lo bien que nos va, con lo fácil que resulta entenderse, con la lealtad de la que hemos hecho gala, con ese pedazo de proyecto que compartimos para Canarias, con la gobernabilidad viable pese a cuatro voces discrepantes… Todo por Canarias, lo único importante.

Al final, los fuegos artificiales han alumbrado la decisión dimisionaria de Miguel Cabrera. Una decisión de coherencia, vaya, la que podía esperarse.

viernes, 19 de febrero de 2010

UN GESTO FEO E INAPROPIADO

Unos exaltados. Da igual cuántos. Unos inadaptados. No importa si muchos o pocos. Unos intransigentes. El número es indiferente. Unos irrespetuosos. Los que fueran, es lo mismo.
La conferencia de José María Aznar, ex presidente del Gobierno, en la Universidad de Oviedo, ha sido noticia por el comportamiento de alumnos que han boicoteado el acto sin miramientos a base de gritos, destemplanzas, chillidos, consignas, insultos y descalificaciones... Muy propio, pues, de ambiente universitario. Para que luego se quejen de lo que sucede en campos de fútbol, en reuniones vecinales, en recintos recreativos, en antros de mala nota o en ámbitos tabernarios.
Cierto que hay antecedentes: a Felipe González le ocurrió algo similar cuando el virus de la corrupción ya había inoculado en el cuerpo social del país; y a Josep Piqué, ex ministro de Aznar, que tuvo que soportar lo suyo en la Complutense a cuenta de Guantánamo y los vuelos que supuestamente partieron de suelo español.
De modo que la universidad se convierte en territorio comanche para algunos políticos, cuando debería ser lo contrario. La universidad no es dogma, vale. Si se acepta ello como premisa, no menor es la consideración de respetar la libre expresión y criticarla, si se discrepa, por los cauces de la educación y en los foros adecuados. Cuando cualquier institución universitaria invite a algún político destacado a conferenciar, éste, cuando menos, fruncirá el ceño, se lo pensará dos veces antes de aceptar.
Claro que el problema también fue otro. En otras palabras, la conferencia no fue sólo noticia por el boicot sonoro de estudiantes sino porque el ex presidente Aznar replicó con un gesto a los exaltados. Un gesto feo: el dedo índice sobresaliendo sobre el puño cerrado. Lo que en términos coloquiales se conoce por "peineta". Una reacción impropia. Una acción de la que va a tener que arrepentirse. Viéndola en fotografía, se descubre por qué sus rivales socialistas esgrimieron en las dos últimas campañas electorales lo del talante. El de Aznar, desde luego, no es positivo.
Por muy cabreado que anduviese, por muy crispado que estuviera, por mucho enojo que haya acumulado quizá por haber aceptado de forma equivocada la invitación, un ex presidente del Gobierno no puede ni debe reaccionar de esa manera. Los santones defensores ya saltaban desde ayer tarde en su defensa alegando que no todo el mundo tiene sangre de horchata, que la reacción es natural, que no es para tanto... Pero es reprobable su gesto desde todos los puntos de vista. Hay que aguantar estoicamente. Como tendrá que hacerlo ahora, cuando el paso del tiempo le haga reflexionar y eclipse la multitud -¿multitud?- de testimonios de adhesión y felicitación que también recibirá, seguro.
Aquellos tics autoritarios que le reprocharon en su segundo mandato, aquella actitud distante y arrogante, aquella antipatía que fue acrecentándose ha devenido en respuestas como la de Oviedo, tan inaceptable como el propio comportamiento de los exaltados, inadaptados, intransigentes e irrespetuosos.
El ex presidente debería saber que ese tipo de "peinetas" lo hacen los provocadores, los matones, los fanfarrones, los maleducados... El algodón de la foto no engaña. Por eso lo tienen tan difícil quienes quieran suavizar las críticas.
Ni genio ni figura.

jueves, 18 de febrero de 2010

PREPARARSE PARA LOS TEMPORALES

Se suceden los temporales en las islas. Quienes se reían del cambio climático, están comprobando las consecuencias. Dirán que, históricamente, siempre hubo alguna adversidad meteorológica que causó grande estragos, además. Pero no es menos cierto que esos más insensibles o más descuidados empiezan a convivir con los riesgos de sobresaltos y con la realidad de trastornos y quebrantos derivada de la intensidad de los temporales.
En este sentido, al margen del funcionamiento de los sistemas de prevención, de la evaluación de daños y de medidas aptas para salir del trance y reponer la normalidad, conviene plantear ya, a la vista de algunos desconciertos que reflejan determinados comportamientos de la población, la necesidad de enseñar y practicar respuestas apropiadas para cuando se registren situaciones climáticas de este tipo.
Es decir, se ha visto cómo en algunos centros de trabajo se daba por terminada la jornada o cómo en los colegios e institutos no se sabe muy bien cómo ejecutar alguna disposición preventiva de daños o cómo se recomienda no utilizar el vehículo para desplazamientos por zonas arriesgadas o cómo las personas se sitúan al borde un barranco para comprobar el espectáculo de la escorrentía.
Pues bien: hay que decir a las personas, mediante la previa y exigible coordinación de quienes tienen competencias en todo el asunto, cómo deben comportarse. Pero no en el último momento, no cuando el fenómeno meteorológico adverso ya ha hecho su aparición o sorprende de facto a conductores y personas que se encontraban en sus ocupaciones habituales.
Hay que hacerlo a base de enseñanzas, de programas operativos convenientemente explicados. ¿En dónde? Pues en las organizaciones sociales, en entidades cívicas capaces de agrupar a núcleos de población, tal como se hace en otros países donde la prevención es esencial para eliminar riesgos.
Ahí están las asociaciones de vecinos, los clubes culturales, deportivos o recreativos en donde llevar a la práctica una tarea productiva que permita a ciudadanos de cualquier edad desenvolverse con un mínimo de seguridad y de sentido común al verse amenazada su integridad física.
Puede que al principio cueste. Ya se conoce lo reacio que es el canario, en general, a todo lo que signifique participar en actividades constructivas y que le resultan desconocidas. Pero hay un deber moral de autoridades y de agentes sociales de sensibilizar a la población de que es necesario tener unas pautas elementales para adoptar todas las cautelas o salir del trance. Se han visto las consecuencias: carreteras cortadas, núcleos aislados, accesibilidad quebrantada, incomunicación física, desprendimientos y corrimientos de tierras, cortes de fluido eléctrico...
Viento, lluvia, olas... Los agentes naturales, cuando se desata su furia, entrañan peligro y hay que estar preparados para los daños sean los menores posibles.
La protección civil es un concepto básico en países castigados cíclicamente por las inclemencias del tiempo. Canarias está ya en esa zona de influencia de las consecuencias del cambio climático y por lo tanto estamos obligados a prevenir en todos los sentidos. No basta, pues, con que funcionen los dispositivos tecnológicos sino que las indicaciones de éstos vengan acompañadas de indicaciones -previamente entrenadas, siquiera de forma mínima- que permitan a los ciudadanos saber qué hacer.
Esta es otra enseñanza de los temporales, además de los archiconocidos debates sobre la construcción en los cauces de los barrancos, la indefensión de los litorales, las pugnas políticas sobre las competencias para eludir responsabilidades, las dudas sobre los seguros privados, las tardanzas en las evaluaciones y el cobro de indemnizaciones. No están mal esos debates siempre que aporten acuerdos y soluciones que sirvan de base para cuando se reediten las situaciones. Pero tras las palabras, supuestamentes plasmadas en protocolos de actuación, deben venir las medidas: para que nadie se sonría o adopte una actitud indiferente o indolente, para que nadie crea que eso no va con él, para descansar la responsabilidad en terceros, para buscar culpas en quienes no las tienen... En definitiva, para saber cómo actuar, como autoprotegerse y hasta cómo ayudar a los demás.
¿No dicen que las asociaciones vecinales están ociosas o no saben qué hacer o ya están cerradas por inacción? Pues venga, ya saben por dónde empezar y por dónde explicar lo que es un plan de emergencias, un protocolo de actuación y los recursos al alcance para evitar males mayores.

miércoles, 17 de febrero de 2010

LA "PASTILLITA" DE MOLOWNY

Conocimos y tratamos a Luis Molowny Arbelo, recientemente fallecido, en varias ocasiones, la primera de ellas a principios de los años setenta, cuando una selección española de categorías inferiores disputó un encuentro en el estadio “Rodríguez López”.

Hizo de introductor Cristóbal González, un portuense profesional de la banca, madridista hasta el tuétano, que había recomendado a los responsables de la cantera del Real Madrid que siguieran las evoluciones de dos jóvenes centrocampistas de Puerto Cruz, Bernardo y Real, que sobresalían en el fútbol regional de entonces.

Coincidimos en el hotel “Las Caletillas”, en un encuentro que fue descubierto por dirigentes de la Federación Tinerfeña de Fútbol, algo disgustados por el afán madridista de bucear en las fábricas de futbolistas de toda España.

Allí hablamos con Molowny, que recordaba sus primeros pasos futbolísticos, entre los que cabe consignar los dados en la posguerra española en un equipo del Puerto de la Cruz, el Vera, entonces presidido por Isidoro Luz Cárpenter.

Hicimos repaso de su trayectoria, del fútbol español de entonces, del estancamiento del Madrid en Europa, de lo que representaban los jugadores extranjeros… Una larga entrevista publicada en el periódico “La Tarde”.

En las palabras de Molowny se adivinaba no sólo la sapiencia del quien había sido un jugador experimentado, mundialista, sino la modestia y la humildad de una persona sensible que correspondía a cuantas muestras de afecto recibía en cualquier lado. Esas mismas cualidades eran las que mantuvo en encuentros y entrevistas posteriores.

Siempre atento, siempre cordial, siempre discreto, con un aire de campechanía que le hacía más entrañable. Siempre predispuesto al teléfono cuando le llamamos desde Radio Popular de Tenerife o cuando coincidimos en alguna convocatoria en La Orotava, donde el abogado y ex futbolista profesional Francisco Sánchez, se convirtió en su amigo del alma.

Luis Molowny, después de sus exitosos años como jugador del Real Madrid, después de patentar las mangas, se reveló también como un técnico admirado. Le llamaban cuando las cosas iban mal y había que enderezar el rumbo. La suerte le sonrió casi siempre. Ganó títulos. Pero lo más importante: incorporó a jugadores, les confirió jerarquía. “Ustedes jueguen al fútbol que de lo demás me encargo yo”, solía decir casi como una constante de cada táctica.

En un almuerzo informal con los Sánchez y otros amigos, en una finca villera, confesó que los días de partido se tomaba “una pastillita” con la que combatía los nervios desde el banquillo. “Aunque yo soy de los que se asoma poco. Es que abajo hay momentos que se pasa fatal”, explicó.

Nadie habló mal de Molowny, lo que dice mucho a favor de su personalidad. Respetado, admirado, evocado…

La última vez que hablamos, en Las Palmas de Gran Canaria, vísperas del amistoso España-Venezuela disputado en el estadio de Gran Canaria. Un almuerzo al que asistieron jugadores canarios que habían sido internacionales. Posaron juntos, la foto debe estar por ahí. Ahí le dijimos que el Vera, aquel equipo de sus años mozos antes de dar el gran salto, tenía un campo nuevo y sus dirigentes aspiraban a metas altas.

Se sorprendió un poco con la información y sentenció: “Es que el balón da muchas vueltas”.

Descanse en paz.

martes, 16 de febrero de 2010

EPISODIO BANANERO

En la comparecencia posterior a la última reunión de la Mesa y Junta de Portavoces, el presidente del Parlamento de Canarias, Antonio Castro, vino a refrescar una de las asignaturas pendientes más lacerantes en el insólito y cada vez menos interesante panorama político canario: la renovación de la composición de las instituciones autonómicas, ya saben, ese bloqueo al que las han sometido todos, unos por interés y otros por intransigencia, pero, en todo caso, para vergüenza generalizada pues ni siquiera tienen un tercero a quien echar la culpa o atribuir la responsabilidad.

“Cada día que avanzamos sin acuerdo tiene menos sentido que este Parlamento adopte decisiones que afectan a la próxima legislatura”, declaró Castro que, de prevalecer la falta de acuerdo entre los grupos parlamentarios, vislumbra -en un acto de resignación difícilmente asumible- que todo se quedará como está ahora -mejor dicho, como está desde la legislatura pasada: increíble- y que la renovación de cargos no se producirá hasta después de las elecciones autonómicas de mayo de 2011, en las vísperas precisamente del Día de la Comunidad Autónoma.

El presidente de la Cámara tiene razón desde el punto de vista formal: no convoca pleno hasta que los grupos parlamentarios no hagan una propuesta, pero en el fondo, es tan responsable como ellos de una de las mayores bofetadas que la soberanía popular pueda recibir al no ser capaces sus representantes de cumplir con la norma y proceder en consecuencia. Es un episodio vergonzante, de autonomía bananera, que se traduce, de alguna manera, en la adulteración de los resultados de los últimos comicios y en una evidente falta de calidad del propio sistema y de la propia convivencia democrática.

Pero el presidente parlamentario es el primero que ha de dar ejemplo para que la Ley se cumpla. Debe, por consiguiente, tomar la iniciativa antes que le sea imputada una complicidad por omisión. No es nada edificante esa estampa aunque las pérdidas aparezcan socializadas en la manifiesta incapacidad de los actores para llegar a un acuerdo. La democracia es, ante todo, respeto a la norma; y después, todos los pactos que se quiera con tal de que aquélla tenga un mínimo soporte jurídico. Y si está equivocado o es insuficiente, todavía quedan los tribunales para corregir o reparar los desajustes.

Parece que no hay conciencia del daño que se le está causando a la democracia misma, al bloque institucional canario y a la credibilidad de la clase política, encabezada, ni más ni menos, que por la parlamentaria. Por eso se señala que es inaceptable esa resignación: como queda apenas un año para liquidar esta no muy productiva ni provechosa legislatura, total, qué más, vamos a dejarlo como está. Pero el hecho es tan grave que hay que decir ‘no’: la composición actual no responde al mandato de las urnas de hace casi tres años. Como verán, esto, en democracia, no tiene presentación. O sólo merece el adjetivo bananero ya empleado.

Es una perversión en toda regla y por muy bien que nos hayamos adaptado al estado de la impunidad, resulta tan peligrosa para otros asuntos de naturaleza política que han de dilucidar en el foro supuestamente “sagrado” del Parlamento que hasta grima causa el que a estas alturas no se haya producido una corrección y que ahora, visto lo visto, es preferible “no meneallo”.

Seamos realistas: el grado de desconocimiento de las instituciones, de su razón de ser y de su utilidad, se acentuará de forma preocupante cuando algo tan elemental como la recomposición periódica, prevista y consignada en las respectivas leyes, no se materializa entre desacuerdos, desidia y conveniencias.

Lo dicho: un episodio político doliente. Y responsabilidad de todos.

lunes, 15 de febrero de 2010

NOSTALGIAS CARNAVALERAS

Los nostálgicos del Carnaval del Puerto de la Cruz recuerdan frecuentemente a “Los Unicos”, un grupo de amigos de distintas generaciones que durante unos cuantos años consecutivos celebraron la fiesta en la calle de un modo original: una boda, el bautismo del año siguiente, los bomberos… Su número era registrado en el correspondiente programa: Actuación del grupo Los Unicos en el costado sur de la plaza del Charco. Así quedaba registrada para la posteridad.

Algunas fotos de aquellas celebraciones han circulado por exposiciones y publicaciones. Personas consideradas muy serias (Domingo Acosta, Fernando Pérez, Julián Hernández…) se transformaban en animados y divertidos personajes de parodias muy sencillas pero no menos atrayentes. Tan sólo las caras, los atuendos, el desfile y algún desempeño cómico bastaban para llenar una tarde carnavaleera.

También se acuerdan de que el coso (alguien “coló’ con los años el término apoteosis) tenía lugar en la tarde del lunes en las avenidas de Martiánez, aún con algunos edificios en construcción. Era un espectáculo muy llamativo que en alguna edición mereció honores de transmisión televisiva. Venían muchas agrupaciones de Santa Cruz de Tenerife. Precisamente, con el paso del tiempo, los responsables capitalinos de la fiesta se inventaron que cómo era posible que sus grupos intervinieran primero en el coso del Puerto y al día siguiente en la capital, de modo que se las ingeniaron para ir poniendo trabas y limitaciones a la participación. Entre éstas y algún aplazamiento por mal tiempo, más la oportunidad de la aparición de la embajada carnavalera de Dusseldorf, el coso ganó otra fecha, el sábado de Piñata. Sirvió, entre otras cosas, para garantizar la comparecencia de grupos santacruceros y la transmisión del acto en TVE.

En el Carnaval de aquellos tiempos, cuando la calle o los recintos habilitados no eran escenario exclusivo de celebraciones, sobresalían los bailes del “Cinema Olympia”. Alguien tuvo la feliz ocurrencia se bautizarlos como “baños turcos”. Allí desembocaban auténticas riadas humanas, disfrazadas o no, para consumir horas y horas de animada diversión carnavalera.

Circulan anécdotas de todo tipo, reales o imaginadas en “los baños turcos”, prolongados hasta bien entrada la madrugada. Una de ellas: una máscara -entonces había profusión de ellas- sedujo (literalmente) con sus contoneos y movimientos a un conocido empresario de la localidad. Cuando bailaban amartelados, cuando el empresario se afanaba quizá en descubrir la identidad de su pareja, en fin, cuando más juntitos estaban, alguien, a cierta distancia, gritó con voz profunda:
-¡Fuego, fuego…!
-¿Dónde, dónde…? –se preguntaban sorprendidos y temerosos los más cercanos.
-¡En la bragueta de Vicente! –respondió gozoso el “avisador” que a la vez escapaba rápidamente del origen del “siniestro”.

Otra: siempre hubo personas que presumían de conocer a las máscaras que venían a dar la lata, mientras se abanicaban o falseaban la voz. A una de esas personas, que se fijaba en el modo de caminar para identificar a quienes se ocultaban apropiadamente disfrazados, le preguntaron después de una “pesada” sesión en las cercanías del antiguo “Bar Dinámico”:
-¿Conociste a esa máscara Eladio? –le preguntaron.
-¡Claro! La conocí por los “tubillos” –contestó ufano y convencido.

Los nostálgicos rememoran, igualmente, los concursos de disfraces. El de niños, por ejemplo, también en aquel recinto pomposamente denominado costado sur de la plaza del Charco que servía para casi todo. Recuerdan varias cosas: el número elevado de participantes (empezaba a eso de las cuatro de la tarde y no terminaba hasta las ocho o nueve de la noche) y la cantidad de personas que venían de otras localidades. Se solía hacer el domingo de Carnaval.

Esa larga duración motivó en una ocasión que una pareja de gemelos no pudo subir al escenario a recoger el premio que habían ganado pues ¡estaban dormidos! Y la madre no se atrevía a dejarlos solos.

Luego pasó al parque San Francisco, cuando el desfile individual y colectivo se alternaba con algunas actuaciones de grupos infantiles.

Hasta que desaparecieron las máscaras, hasta que llegaron las murgas y las comparsas, las alegorías increíbles, hasta que la calle se convirtió en un inigualable escenario lúdico, hasta que aquellas orquestas venezolanas y dominicanas hicieron que acuñáramos el término “salsódromo”… En fin, hasta que otro Carnaval generó otros cauces y modos de diversión.

viernes, 12 de febrero de 2010

LAS OTRAS TRAGEDIAS DE HAITÍ

La tragedia de Haití -esa sí que es una tragedia- va dejando unas secuelas terribles. Como si no hubieran bastado los horrores producidos por la Naturaleza, llega la mano del hombre para terminar de sacudir las entrañas de la catástrofe. Apenas dejó pasar unos días, a que terminaran de rescatar cadáveres y enterrarlos, para cebarse con los damnificados y el dolor.

Difícil creer que la crueldad llegara tan lejos. Pero así como en cualquier guerra están los señores de la misma, aquéllos que, bien pertrechados y a salvo de bombas, se lucran vendiendo armas o traficando alimentos, en el desastre de Haití están quienes, sin rubor alguno, sin escrúpulos, intentan aprovecharse de las circunstancias.

Porque no de otra forma cabe hablar de quienes han querido llevarse a niños abandonados, a infelices víctimas que acaso ya lo eran antes de los terremotos, para adoptarlos o vaya usted a saber qué. Terrible. Niños que no saben lo que es una sonrisa, que han sobrevivido milagrosamente y que ahora se convierten en fáciles objetos de vida arrebatada. Ojalá que la intervención extrema de un ministro del también maltrecho gobierno haitiano haya impedido que se materializara uno de los episodios más crueles de la tragedia.

Pero también mueve a la indignación lo ocurrido con los bancos. El terremoto produjo una notable corriente de solidaridad en forma de donaciones de ciudadanos a distintas organizaciones vía transferencia bancaria. Según varios testimonios de denuncia, las entidades bancarias, lejos de renunciar a las comisiones que cobran por este tipo de transacciones han seguido cobrándolas a los donantes que han obrado de forma humanitaria y en la medida de sus posibilidades para paliar los efectos de la tragedia. Cuando han trascendido las denuncias -de nuevo, Internet el mejor medio de comunicación-, algunos bancos y cajas se han apresurado a decir que devolverán las comisiones pero sólo a quienes reclamen. Vivir para ver.

He ahí la auténtica medida del capitalismo. He ahí su lado “humano”. De modo que el mundo entero reconoce que los bancos y las entidades financieras han sido los grandes causantes de la crisis que se agrava y de la que no terminan de salir los países que se lo han propuesto como objetivo primordial, y encima, en un hecho como el de Haití, que genera una respuesta casi universal de ayuda, van aplicando y contabilizando los márgenes de ganancias por una operación que se zanja en dos o tres ¡click! Vivir para ver.

¿Cómo calificar la acción? Difícil, ¿verdad? Hasta el cuello blanco parece quedarse corto cuando se palpa tanta inhumanidad, tanta falta de escrúpulos. Venga: unos, a traficar con niños indefensos y abandonados a su suerte. Otros, a cobrar y a cobrar, que es lo suyo, que muchos pocos hacen un mucho.

La tragedia de Haití, sencillamente, ha vuelto a poner al desnudo las miserias de una parte de la sociedad a la que parece encantar vivir entre desolación y carencias, a la que gusta romper todos los esquemas -incluidos los más elementales- con tal de explotar y aprovecharse.

Luego se molestan porque la gente proteste y diga ¡ya está bien!

martes, 9 de febrero de 2010

MENOS NULOS EN EL SENADO

Siendo gobernador civil Antonio Martinón Cejas, analizamos conjuntamente los resultados provinciales y canarios del referéndum para ingresar en la Alianza Atlántica (marzo de 1986). Con las estadísticas en la mano, saltaba a la vista el elevado número de votos nulos. Y recordarán que sólo se trataba de responder a una pregunta. Meses después, en junio de ese mismo año, en ocasión de las elecciones legislativas, repetimos el mismo ejercicio, advirtiendo de nuevo una cantidad considerable de votos nulos en el cómputo del Senado. Con estos registros, convinimos, las listas abiertas quedan muy pero que muy lejos.

La evolución ha sido preocupante. En los comicios de 2004 en España, los votos nulos al Senado triplicaron los del Congreso. Y en 2008, los votos nulos de la Cámara Alta sumaron 597.299 sufragios y los del Congreso, 165.576, o sea, casi lo multiplican por cuatro.

Los representantes de los partidos políticos se dieron cuenta de que algo había que hacer, de que era necesario operar alguna medida correctora que contribuya a perfeccionar tanto la fórmula de votación como el propio sistema democrático. Con esos registros, es claro que una buena parte del cuerpo electoral no ha madurado.

Algo se ha avanzado -ya veremos los resultados en las próximas elecciones legislativas- con la terminación de los trabajos de la Comisión Constitucional del Senado cuyo consensuado dictamen será sometido al pleno de este mes y luego elevado al Congreso ya que se incluye una modificación de la Ley Electoral General.

(Ya podrían sus señorías, por cierto, difundir con detalle en su circunscripción el alcance y el contenido de la revisión procesada y así, de paso, recordar al personal que existen, que no están ociosos y que la institución bien merece más atenciones que dependerán, es evidente, de la voluntad política que sus responsables y componentes quieran imprimir).

Si el Congreso pues ratifica lo acordado en esa Comisión Constitucional, tendremos una papeleta sepia reducida en un tercio el tamaño hasta ahora manejado -en algunas demarcaciones no cabía en el sobre- además de que se mejora el diseño y el orden de los candidatos. Otra novedad consiste en que el orden de las formaciones políticas vendrá determinado por el resultado de las últimas elecciones. Y como detalle importante: los candidatos no aparecerán por orden alfabético sino que cada organización política les colocará según crean conveniente. Por cierto, los candidatos suplentes (que serán dos) desaparecen de la papeleta y sólo quedará constancia de su condición en el número correspondiente del Boletín Oficial del Estado.

Se trata, en fin, de borrar esa mancha que acompañaba en cada resultado electoral de legislativas. Por eso, la medida -complementada con explicaciones en la parte superior de la propia papeleta sobre cómo proceder correctamente antes de depositar en la urna- entraña la importancia que significa facilitar a los ciudadanos su derecho al voto.

En efecto, formalidades incluidas, todo lo que sea favorecer la participación redundará en beneficio de la propia democracia, amenazada por el virus del absentismo consiguiente a tantos factores. De ello deben ser conscientes los propios partidos políticos cuyo papel está reconocido constitucionalmente. A ver cuántos de ellos, en sus respectivos niveles de dirección, ponen en marcha iniciativas de comunicación que produzcan en la población los efectos deseados, en este caso, reducir los votos nulos.

Igual se dan cuenta ahora de que entre ellos puede perderse un escaño.

sábado, 6 de febrero de 2010

CARNAVAL DE RESTRICCIONES

El Carnaval empieza a invadirlo todo pero, a qué negarlo, con menos intensidad o con menos reclamo que en ediciones anteriores. Y no es cuestión de que la gente se va haciendo mayor y deja las carnestolendas para “uso” exclusivo de los más jóvenes, no. Se nota la crisis, se deja sentir, principalmente entre quienes tienen a su cargo la promoción y organización de sus actos, y también entre los responsables, directores y componentes de los grupos. De los comerciantes y actividad económica que esté ligada de algún modo a la gran fiesta, mejor no hablar. Ahí la crisis, entre la realidad y lo que gusta exagerar, se acentúa sin necesidad de que la empujen.

Y eso que, sobre el papel, o en la teoría, podía esperarse lo contrario: la gente tiene ganas, tiene necesidad de una alegría. Cuando se registra un resultado deportivo de esos que llaman la atención, se va extendiendo el buen ánimo y hasta el personal sale a celebrarlo. Llámenlo como quieran: catarsis, desahogo, liberación, ansiedad de euforia, olvido momentáneo de los problemas… Una alegría p’al cuerpo, da igual. Pero, según cuentan, ni los espacios de las televisiones estimulan, de lo monótonos e insulsos que están.

Pero mandan los números y los recursos escasean, de modo que si de algo hay que prescindir o reducir, en buena lógica, son los gastos superfluos, aquello que en administración o técnica presupuestaria se llaman gastos voluntarios. Esa es una respuesta de manual e inobjetable si para todo se aplicara. Otra cosa es que su empleo venga acompañado de alguna idea, de alguna alternativa, del fruto de la imaginación alimentada, precisamente, por la escasez. Que se lo pregunten a los cubanos, por ejemplo. Si no aparece esa alternativa, entonces es que la crisis se ha contagiado sin remedio.

A ver, con esos considerandos, cómo evoluciona el Carnaval del Puerto de la Cruz, una fiesta de restricciones si, como se anuncia, se suprime un número tradicional como es la cabalgata anunciadora o el trayecto del coso merma notablemente o si también disminuye su cobertura televisiva, generalmente apropiada para la promoción. A no olvidar, por cierto, esa vertiente de espectáculo y proyección de la marca de la ciudad que desde hace décadas ha amasado el Carnaval portuense. Una vertiente que obliga a esfuerzos constantes.

Si ahora se abre un debate -pero serio y constructivo, en los foros adecuados- que sea para bien, que sea provechoso, que alumbre esas alternativas de las que hablamos. Es saludable la discrepancia política pero cuando ésta se desarrolla en ámbitos como el de una fiesta popular, habrá que convenir en que es necesario concentrar energías en la búsqueda de incentivos que propicien originalidad y la cualifiquen. Se puede criticar, claro que sí, aquello que en el ámbito público o político es merecedor de correcciones o de previsiones más afinadas. Pero lo importante, insistimos, es aportar y materializar ideas. ¿Cuántas, salvo el pregón, “¡Mascarita, ponte el tacón!” y la gala “drag”, han surgido o se han consolidado en el panorama carnavalero portuense en los últimos años?

Siempre sostuvimos –incluso antes de las tareas edilicias- que el Carnaval del Puerto de la Cruz tenía su personalidad propia y, por tanto, había que cultivarla para favorecer el desarrollo de los valores de la fiesta, por ejemplo, lograr que los jóvenes dispusieran aquí de opciones de diversión que frenaran el deseo o el afán de desplazarse a la capital.

Esa personalidad parece que va menguando, que va palideciendo. Por las razones que sea. La crisis económica la pone al borde del embotamiento de sus propias facultades. Preocupante.

Pero, como decían los carnavaleros de antes, con una sabana y un antifaz, el que se quiera divertir, lo hace.

Igual ahí estriba la solución. ¿Ven? Con un poco de imaginación…

viernes, 5 de febrero de 2010

EL ADIOS DE UN ALCALDE

Debió ser a mediados de los años setenta del pasado siglo la primera vez que fuimos a Arafo, en el sur de la isla. Fue en ocasión de unas fiestas de la localidad, de la mano de Celestino Padrón y Miguel Fernández, entonces concejales del ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Ya oficiaba uno de presentador de galas y festivales y hasta allí nos llevaron para introducir en un escenario al aire libre, entre otros, a Angel Isidro Guimerá joven abogado que hacía de pregonero.
Era un domingo por la tarde: la fiesta era larga. Primero, romería. Después una velada lírico-literaria, que así se denominaban entonces los híbridos festivos en los pueblos, música y palabra en diversas acepciones. Arafo tenía ya la fama de una tradición musical muy arraigada, plasmada por ejemplo en dos bandas que competían sanamente y que se nutrían de componentes venidos de otras localidades.
Allí conocimos a Domingo Calzadilla, alcalde del municipio. Iba de mago, retornando de la romería y cantando sus excelencias en su domicilio junto a otros ediles mientras se cambiaba de atuendo. Coincidimos luego en distintos foros, periodísticos y políticos. En los segundos, incluso, intercambiamos puntos de vista sobre la federación de municipios canarios y la financiación local. Hasta en alguna edición de FITUR, donde el ayuntamiento arafero acudía, con toda modestia, para promocionar sus activos y abrirse al mercado.
El caso es que Domingo Calzadilla se marcha, al cabo de treinta y seis años de alcalde ejerciente. Lo fue en el régimen preconstitucional y luego fue acumulando victorias electorales que, con mayoría de ediles, le mantuvieron en la alcaldía. Seguro que no faltarán reproches de un cierto egocentrismo ("Arafo y yo", creo recordar que era el título de un libro que servía de balance de actuación) y hasta de excesos de unipersonalismo en la gestión de su cargo. Pero el reparo principal a su carrera política es el transfuguismo: fue de los que en su momento cambió las formaciones políticas de la derecha por el insularismo que necesitaba de sustrato ideológico para dar algo de consistencia y tratar de hacer crecer un proyecto político de ámbito regional.
Ahí fue donde Calzadilla, que también ha sido consejero del Cabildo Insular en un par de mandatos, optó definitivamente por los populares conservadores. Y con éstos ha llegado al final de su trayectoria política, anunciado por el mismo. Afirma mantener la ilusión del primer día y muchas ideas para el desarrollo de su municipio pero casi cuatro décadas después de haber accedido a la alcaldía decide poner punto final.
Respetable decisión, sobre todo si es adoptada por él mismo, sin presiones, sin empujones, sin zancadillas que, en el seno de las organizaciones políticas y en pueblos pequeños, son tan dañinas. Domingo se ha dado cuenta de que ha llegado la hora del adiós. Lo entona en un momento adecuado, a año y medio vista de los próximos comicios, es decir, tiempo suficiente para que su partido prepare la sucesión.
En cualquier caso, treinta y seis años de alcalde de una localidad es algo muy meritorio. Encarna Calzadilla la figura de aquellos alcaldes franceses elegidos tras la Segunda Guerra Mundial y que se mantuvieron décadas en sus despachos, ganando incluso en la primera vuelta, porque se les veía dotados de un carisma palpable entre la población.
Nadie le podrá negar cercanía e identificación con las cosas de su pueblo, de su Arafo del alma, allí donde la música y el vino siguen siendo un reclamo.
Suerte, Domingo. Y disfruta.

jueves, 4 de febrero de 2010

LIBROS DE COMPAÑEROS

Ni que se hubieran puesto de acuerdo dos dilectos compañeros, Arturo Trujillo y Antonio Salazar, para presentar en la misma fecha -esta tarde, separados los actos por un margen de hora y media- los libros de los que son respectivos autores: Conversaciones en la preautonomía canaria (1977-1982) y La fortuna de hacer fortuna (II). Nos hubiera gustado asistir, felicitar a ambos, darles un abrazo y participar con ellos en estos alumbramientos que dejan siempre el sabor de un trabajo que no perdió vigencia o que ha sido rescatado en un momento oportuno para fortalecer el sentido de perspectiva histórica que permite entender mejor algunas cosas del momento presente.
Arturo Trujillo y Antonio Salazar hicieron el día a dia, se batieron en el tráfago diario de la información política o generalista e imprimieron a su quehacer el sello de contar con muy buenas fuentes, no sólo las oficiales.
Con Arturo compartimos afanes, mesa con mesa, en la redacción de Diario de Avisos localizada en Santa Rosalía, 5. Durante un par de años firmamos conjuntamente las páginas de Carnaval, las centrales, todo un lujo entonces en el tratamiento de la gran fiesta. Arturo escribía a máquina a una velocidad asombrosa, "velocidad de oficinista" se decía entonces, y a menudo me pedía que le ayudara a titular las informaciones o los comentarios.
Ha estado en los dos lados, es decir, en las tripas de la política y en las primeras líneas de la información. Ha dado saltos parecidos a los de uno: del medio a la institución y a cumplir profesional y responsablemente en ambas partes. Nos hemos dispensado siempre respeto y afecto.
Arturo cuenta, por cierto, que Dios quiso que siguiera entre nosotros aquel fatídico 11 de septiembre de 1984, el día del voraz incendio de La Gomera. Bajaba las escaleras del Gobierno Civil junto a Paco Afonso y Lito Alonso para desplazarse a Los Cristianos y seguir rumbo a la isla colombina. En esto, que el gobernador le pide que se quedara allí, en el despacho del edificio de Méndez Núñez, porque hacía falta alguien que coordinase las acciones y las comunicaciones. Se despidieron definitivamente, sin saberlo, en el porche.
Su libro (Ediciones Idea, colección "La quinta columna") es un ejercicio de memoria, de lo que sucedió en aquel período de la Transición política (1977-82) que antecedió a la autonomía de Canarias. El autor estaba bien situado entonces, periodísticamente hablando, para contrastar ahora los testimonios de quienes fueron protagonistas en esa etapa en la que tan difícil resultaba adivinar qué iba a pasar. Asistíamos al nacimiento de algo nuevo, no se sabía muy bien qué, pero era algo nuevo. Seguro que las páginas de Conversaciones en la preautonomía canaria nos desvelan unas cuantas claves.
Antonio Salazar es otro periodista 'todoterreno'. Sobre todo, es un hombre de radio. Le apasiona el medio. Pero, más allá de la inmediatez exigida en las ediciones de los informativos, quiso profundizar y conocer más a fondo los asuntos y los personajes. Probó con todo -hasta con deportes, creo recordar-, hizo información parlamentaria y terminó navegando en las siempre inestables aguas de la economía productiva. Sigue en las ondas, puntualmente, conserva el espíritu tradicional de los villeros (de La Orotava) pero rebusca en el mundo de la empresa, hasta el punto de haberse especializado en esas materias, economía y emprendeduría.
De ahí esta segunda entrega de La fortuna de hacer fortuna, trescientas cuarenta páginas que son continuación de aquel conjunto de entrevistas editado hace ahora cuatro años y en las que Salazar auscultó los afanes y los pensamientos de hombres y mujeres de empresa que sortearon obstáculos y trabajaron con denuedo hasta alcanzar lo que se propusieron.
Es el tercer libro de Antonio Salazar con el que compartimos desde hace años, en cada infrecuente contacto, la preocupación por un periodismo riguroso y por una comunicación que no esté condicionada por vicios ni sesgos.
Hoy disfrutarán con sus nuevas "criaturas" y con los muchos amigos que han sabido ganarse durante tantos años de ejercicio en los medios. Han plasmado vivencias, impresiones y testimonios. Sus páginas nos esperan.
Exito

lunes, 1 de febrero de 2010

COMUNICAR DESDE HAITÍ

La tragedia de Haití tiene una dimensión de heroicidad aún sin perspectiva para ser suficientemente ponderada. Están los rescates, los salvamentos in extremis, está la lucha contra el hedor a muerte, está la supervivencia entre el dolor y las carencias... El tráfico de niños abandonados, la última y vergonzante demostración de la miseria humana, una rapiña cruel y reprochable.
Y también está quien ha podido comunicarlo y contarlo. En condiciones muy adversas, como si de una guerra se tratara, acaso con otros peligros y puede que con análogos, pero con riesgos evidentes a partir de la falta de electricidad, de las disfunciones de los enlaces, de la destrucción de centrales y puntos emisores.
Había que contarlo y hay que agradecer la decisión de los enviados especiales que optaron por un escenario dantesco. Allí, en medio del desastre, del desastre inconmensurable, estaban ellos, para cumplir con su deber pero también con la voluntad de ayudar, de contribuir a salvar vidas, a buscar cadáveres, a encontrar familares, parientes o amigos.
Y allí, en medio del desastre, el ingenio para transmitir. Lo que se veía, lo que se palpaba: la fuente principal. Las otras, las que se presupone debía aportar el Gobierno, sencillamente, no existían. No tenía tiempo, calma ni recursos para ofrecer una información mínimamente rigurosa.
Sin luz, sin teléfono, sin Internet... horas y días sin saber cómo hacer llegar al mundo la realidad más inmediata de la catástrofe. A la espera de que las comunicaciones con el exterior quedaran restablecidas, a la espera de un alma que regresara con prontitud o enlazara con otro país y estuviera dispuesta a llevar alguna grabación, algún material, de nuevo hubo que ingeniárselas para contar el suceso.
Así ha surgido el 'sms', el mensaje corto -o menos corto- enviado desde el móvil siquiera para confirmar que seguían allí y contar, a cuentagotas, en pocas palabras, la última hora de la tragedia, como fórmula, como recurso, como 'paloma mensajera' que transportaba lo esencial.
Entre esos enviados especiales y entre esos recursos, surge el nombre de un canario: Nicolás Castellano, la voz de la cadena SER en la devastada Haití. Quienes le conocemos, quienes sabemos de su trayectoria profesional, labrada en las arenas de la emigración, de la irregular y de la que no lo es, estamos al tanto de su espíritu solidario y de su compromiso periodístico.
La voz de 'Nico' ha alternado con los 'sms', como antes alternó con los llantos o los sollozos de quienes llegaban a tierra canaria después de la aventura de la patera. El se sabe muy bien esas rutas y ha acumulado testimonios de inmigrantes africanos que han contado su peripecia y de familiares que le imploraron alguna gestión para la búsqueda y localización de los que surcaron el Atlántico en busca de la Europa prometida.
Nicolás Castellano ha estado en Haití. Hemos seguido sus crónicas, alguna de ellas con el acento inconfundible de la angustia de querer contar una tragedia mientras faltan las palabras. Cuando la conexión telefónica falló, empleó el 'sms' y su voz siguió latente.
Ahora, tras esta experiencia, que ha servido para 'doctorarse', el libro, 'Nico'. El libro en el que, con sosiego y con el necesario y mínimo sentido de perspectiva, cuentes la tragedia y todas las tribulaciones para referirla con la inmediatez que exige la radio.
Lo esperamos 'Nico'.