Desde agosto de 2008, no había registrado el turismo en Canarias datos positivos. Las sucesivas estadísticas enseñaban el lado crudo de la crisis. Lógico: es el primer sector productivo. En varias entradas nos hicimos eco de la preocupación que suscitaban las cifras pues incluso parecían no tocar fondo. Los mercados emisores, en retroceso; las empresas del ramo, en Canarias, destruyendo empleo o cerrando, sencillamente.
Parece que se ha roto la tendencia, al cabo de casi año y medio de números negativos. Hay una ligera reactivación en enero, hecho que confirma las favorables impresiones cosechadas en varias convocatorias promocionales. Hay que congratularse, naturalmente, sin echar campanas al vuelo pues en el análisis de los datos hay que seguir consignando zonas de inquietud, por ejemplo, que las dos islas capitalinas, Gran Canaria y Tenerife, siguen en fase declinante o que el turismo nacional pierde también enteros.
Lo cierto es que Canarias recibió en enero pasado 13.551 visitantes más que el mismo mes de 2009, lo que representa un aumento del 1,73%. No es gran cosa, desde luego, pero se rompe la tendencia y hay que estimarla pensando en que debe mantenerse. Del propio sector depende, ahora que debe debe sentirse motivado o estimulado quebrando, de paso, su inclinación al pesimismo.
Es verdad que Gran Canaria y Tenerife siguen sin recuperar turismo extranjero, todo lo contrario de Lanzarote y La Palma. Si los principales mercados emisores, Reino Unido y Alemania, responden a la recuperación de las economías de sus países, cabe confiar en que esta superación ha de consolidarse a lo largo del año.
Pero atención a los turistas españoles. Cabe pensar que el crudo invierno y los conflictos del sector aéreo registrados en diciembre y aún en enero repercutieron negativamente en las preferencias. En efecto, en enero, en Canarias fueron registrados 13.053 viajeros menos, un 11,8%. Aún así, las islas continúan siendo el primer destino español en la temporada invernal. Pero hay que romper esa tendencia, por lo que instituciones e iniciativa privada habrán de esmerarse con tal de que Semana Santa primero y el verano después resulten períodos en los que se contraste la recuperación del mercado nacional.
En todo caso, acostumbrados como estábamos, a informaciones y datos negativos, estos registros de enero, mínimos indicadores de recuperación, han de servir para animar al sector y para pensar que, salvo catástrofes, hay factores que reactivan la productividad en Canarias.
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