lunes, 30 de abril de 2012

HORA 25

-Buenas noches, profesor.
Tras una sucesión de resultados por provincias, seguida de unas cuñas publicitarias, se escuchó el saludo, seco y serio, de Iñaki Gabilondo. Al otro del teléfono, Enrique Tierno Galván, después alcalde de Madrid, respondió congratulándose de la respuesta de la ciudadanía en el referéndum constitucional del 6 de diciembre de 1978.


-Si usted pudiera ver, ¿qué sería lo primero, cuál es la primera imagen a la que le gustaría acceder?


Le pregunta Campo Vidal a Miguel Durán, entonces presidente de la ONCE: “A mi mujer, desnuda”, contestó frío y sin dobleces.


Son dos de los testimonios memorizados del tiempo de Hora 25, definitorios del estilo peculiar y directo, de un modo de hacer radio en el que combinar información con opinión fue siempre un llamativo ejercicio de periodismo avanzado.


Ha cumplido cuarenta años este programa de la SER, el programa de las noches con el que empezamos a entender la alternativa al monopolio informativo de la radio preconstitucional. El espacio para restar sueños, para estudiar acompañados, para llevar el transistor a cualquier sitio, para ir curtiendo criterios intercambiados a la mañana siguiente y para descubrir a fenómenos de la época como el de José María García, quien revolucionó la información deportiva hasta morir de éxito.


García fue, precisamente, uno de los protagonistas de la noche de los transistores, cuando se pudo seguir al instante lo que ocurría durante el asalto del Congreso de los Diputados en jornada del 23-F. El programa, tan similar en su denominación a la de la novela de Constant Georghiu y llevada al cine por Henri Verneuil, tuvo en Manuel Martín Ferrand a su primer director, al que siguieron otros monstruos del medio como Basilio Rogado, Manuel Antonio Rico, José Joaquín Iriarte, Julio César Iglesias, Fermín Bocos, Manuel Campo Vidal y el inolvidable Carlos Llamas, el hombre al que le brotaba la improvisación con una naturalidad inusual. Angels Barceló tomó su relevo hace ya cinco años. A todos ha correspondido vivir en las ondas algún acontecimiento histórico, narrado a veces en directo, como fue la detención de Luis Roldán.


Alguna entrevista memorable, como la de Bocos a Felipe González en víspera del referéndum sobre la OTAN; o la conversación entre Campo Vidal y Eric Fratini, en plena guerra del Golfo pérsico; o la narración en directo de la apertura de la verja de Gibraltar en 1982 son también hitos de un programa que, al cabo de cuarenta años en antena, es una sólida y creíble referencia, fraguada a pulso, con profesionalidad, rigor, pluralismo y perseverancia.


Hora 25 ha sido durante todo este tiempo una saludable conclusión de la jornada cotidiana, un acompañante interesante en las horas de insomnio o de lectura previa al descanso y hasta la mejor alternativa a la televisión tediosa. En cualquiera de sus formatos o esquemas, ha sido el programa que todos los radiofonistas hubieran querido realizar.


Claro que cabe registrarlo: enhorabuena y gracias.





sábado, 28 de abril de 2012

EL PENALTI DE ALFREDÍN


El penalti fallado por Sergio Ramos (Real Madrid) en la tanda que decidía la clasificación para la final de la Champions League, frente al Bayern de Munich, permite rescatar de la memoria uno de los episodios más comentados del fútbol portuense. Quienes lo presenciaron, aún lo comentan con fruición. Es, en ese sentido, algo más que una anécdota.
            Jugaban en El Peñón dos equipos locales de aficionados. Eran frecuentes esos partidos en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Hasta hubo campeonatos. En uno de esos encuentros, muy competido e igualado según cuentan, Celestino Padrón Molina (q.e.p.d.), que solía jugar de extremo izquierda y que con el paso de los años, por tal razón, fue popularmente conocido como Ormaza, en alusión a un extremo zurdo del Athletic Club de Bilbao, fue derribado dentro del área. El árbitro señaló lo que durante muchos años se llamó máxima pena.
            Mientras Padrón se dolía en la cancha y era atendido (“¡Ay, mi vientre; Ay, mi vientre!”, se escuchaban sus lamentos), los demás jugadores discutían quién lanzaba el penalti. Al final, se decidió -o decidieron- que fuera Alfredo García Hernández, popularmente conocido con el apelativo ‘Alfredín’. Era corpulento y despejaba con contundencia. Además, lucía un calzado puntiagudo, con tacos en forma de chasis, muy propio para los campos de tierra.
            En medio de la natural expectación, con el portero bajo palos y los demás futbolistas al borde del área, por lo que pudiera pasar, ‘Alfredín’ colocó el balón, tomó carrerilla y procedió al lanzamiento, Unos dicen que con la pierna izquierda y otros, con la derecha. Da igual, porque lo cierto es que lo hizo con tal fuerza y con tal potencia que no solo se marchó por encima de la portería sino que traspasó los límites del campo.
            Dicen que a Celestino Padrón se le quitaron de golpe todos los dolores cuando vio que aquella oportunidad de ganar el juego se había esfumado… por culpa de ‘Alfredín’. Y que al lanzador le cayó toda suerte de reproches al terminar el partido. Alguien apuntó que había sido por aquellas botas relucientes y puntiagudas.
            Lo cierto es que surgieron chanzas y bromas sin cesar. Durante mucho tiempo, durante décadas han estado circulando.
            “El balón fue a parar al “risco Moris”, era una de ellas. “Todavía están buscando el balón”, dijeron otros. “Aún no ha caído la pelota”, apuntan con inevitable sonrisa. “Se desinfló en el aire del punterazo que le pegó”, bromearon terceros.
            Probablemente, haya sido uno de los lances más singulares del fútbol portuense. No tuvo la trascendencia del que falló Ramos, desde luego; pero las circunstancias permiten recordarlo, sin querer comparar, con generosidad anecdótica.

viernes, 27 de abril de 2012

DOS CABILDOS, FUERA

El político herreño Manuel Fernández, buen amigo desde los tiempos en que intercambiábamos puntos de vista sobre lucha canaria en la radio, ha lanzado uno de esos órdagos desconcertantes: se muestra partidario de suprimir los cabildos de Tenerife y Gran Canaria. En pleno debate dela racionalización de las administraciones públicas, de los recursos para financiar las instituciones y hasta del régimen retributivo de los empleados públicos, va Fernández y suelta que las islas capitalinas se queden sin cabildos, que las competencias de éstos se gestionen y se desarrollen en dependencias del Goibierno autónomo y de los ayuntamientos. Allí donde no hay tales dependencias en las islas no capitalinas, que sigan prestando sus servicios los cabildos.
En otros tiempos, se hubiera dicho que lo de Fernández es un disparo a la línea de flotación del edificio institucional canario. Ahora, parece que se trata de otro golpe de improvisación con que el Partido Popular maneja las reformas que quiere acometer en tiempos de penurias, a base de eso, de reducciones y restricciones. Otra ocurrencia, vamos. Una compañera de filas tachó de chiringuito hace poco el ámbito de la Comunidad Autónoma donde hay que hacer políticas y tampoco ha pasado nada.
Si acaso, que una y otra afirmación es como si revelaran que el Partido Popular no cree en la estructura institucional que tantos esfuerzos ha costado ir consolidando. Quede lo del chiringuito como el enésimo menosprecio, ahora que no gobiernan los nuestros, pero más preocupación sí que despierta el planteamiento de Manuel Fernández que será consciente de lo que significa su hipotética y casi -en los tiempos que vivimos, y en la política canaria más,todo tiene un casi- viabilidad
¿Qué se hace? Porque los cabildos son instituciones de la Comunidad Autónoma y ya sabemos del aprecio popular que gozan. Nada nuevo que añadir en ese sentido. Que haya cinco, en vez de siete, tiene difícil encaje. Revisión, cuando menos, del Estatuto de Autonomía. ¿Se atreverán los populares con un debate de ese envergadura, a sabiendas, por ejemplo, de que José Miguel Bravo de Laguna preside el Cabildo de Gran Canaria? Se antoja un difícil por no decir imposible consenso. Ítem más: ¿qué hacer, Fernández, con todos los empleados públicos de los dos cabildos de las islas capitalinas? ¿A quién endosárselos: al Gobierno autónomo, a los ayuntamientos?
Unas cuántas incógnitas, sí, derivadas del charco en que se ha metido Fernández, no se sabe muy bien si para desviar los focos de otras cuestiones vidriosas o porque, ciertamente, es el primer paso -a ver qué pasa- de algún intento de desmantelamiento de parte del ala cabildicia del edificio institucional. Total, ya insinuó algo Esperanza Aguirre en Madrid con la devolución de determinadas competencias al Estado. Rajoy despachó el asunto con desautorizante elegancia.
¿Hasta dónde llegará lo de Manuel Fernández?
Veremos. 


miércoles, 25 de abril de 2012

LAS REDES SON LAS QUE VERTEBRAN

Lo ocurrido con el Rey don Juan Carlos es un punto de inflexión. Ya nada volverá a ser como antes, sobre todo, mediáticamente hablando. Desde el punto de vista institucional y social, ya se verá. Aún estamos en una primera fase de comportamientos inapropiados, de esa que la propia Casa Real llamó conducta poco o nada ejemplar para referirse a los hechos que han dado lugar al escándalo Urdangarín y de la propia digestión del acto público de contrición de Su Majestad.

Pero ha dejado de ser intocable cuanto rodea a la monarquía, por lo demás muy respetada y que hasta hace poco, comparada con otras realezas, había ofrecido escasas situaciones aprovechables como carnaza. Los hechos que se acumulan, fruto de circunstancias que concurren en una dirección poco favorable, vienen dañando sensiblemente la institución, su imagen y su credibilidad. Y como, por desgracia, somos un pueblo poco dado a reconocer los servicios prestados, el papel de la evolución sociohistórica y hasta la simbología práctica en la convivencia cotidiana y plural, atentos todos porque se pierden las empatías (“yo soy juancarlista”, ¿recuerdan?, o el más reciente “me declaro monarquicano”) y se complican las cosas en pleno crecimiento de penurias y tribulaciones. Y en pleno desarrollo de la sociedad de la información o del conocimiento.

A propósito, en ese proceso, Juan Luis Cebrían, consejero-delegado del grupo Prisa y presidente del periódico El País, ha venido a decir que “la prensa ya no vertebra la opinión pública”. La razón de su afirmación es el perdón regio, un perdón inducido: “Si el Rey ha pedido perdón, no ha sido por los medios sino por lo que se reflejaba de él en los medios sociales”, ha señalado Cebrián. Dando por buenos los dos asertos, estamos, desde luego, ante un cambio inimaginable, ante otro disparo a la línea de flotación de los esquemas periodísticos y de comunicación. Nuevas tecnologías, nuevas plataformas que liberan y multiplican. O lo que es igual, cada vez más menguada la capacidad de los medios y las fórmulas tradicionales.

El fragor o la efervescencia registrados en las redes sociales al conocerse los sucesos de Botsuana no tiene parangón en nuestro país. Fue una reacción multitudinaria, de desagrado, de rechazo, de malestar. Y los medios y los periodistas fueron a remolque. Es en lo que Cebrián fundamenta el cambio de papel del periodista. Es un nuevo vértigo que anula casi por completo el poder de la prensa, el que se llamó -y hasta inapropiadamente se sigue llamando- cuarto. Y dando un paso más, llega a cuestionar la intermediación del papel de la prensa entre la sociedad y el poder. Claro: no es fácil deducir con esos considerandos que “la pérdida del prestigio de la democracia tiene que ver con la de los medios y viceversa”, tal como ha dicho quien fuera el primer director de El País.

El planteamiento de fondo, “la prensa ya no vertebra la opinión pública”, es delicado y merecedor de debate y reflexión. Quienes ejercemos el oficio hemos de ser conscientes del imparable avance de una sociedad que, aún heterogénea y dispersa, tiene a su alcance una monumental e ingente herramienta (Internet, las redes digitales) para expresarse por sí misma, para manifestar sus criterios sin aguardar el papel asignado al periodista que, teóricamente, los interpretaba y trasladaba.

Es otro de los cambios profundos de la sociedad de nuestros días, acentuado si se quiere por la crisis y por los acontecimientos que protagonizan personajes públicos.

¿Cuál es el siguiente? Porque la segunda parte de la teoría, esa pérdida del prestigio de la democracia, sí que es inquietante. Y, sin ser catastrofistas, esos vientos de la historia que han recobrado cierta dirección exigen una respuesta a la altura de los tiempos y las circunstancias.



martes, 24 de abril de 2012

DE AQUEL DEBATE, DE AQUEL PROGRAMA OCULTO

Bastaría con repasar aquel debate televisado entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba para explicarse muchas cosas. Aquella contienda dialéctica en la que el favorito se pasó eludiendo y esquivando cuando era requerido para que dijese lo que iba a hacer con esta o aquella cuestión. Aquella cita ante las cámaras en la que un programa oculto empezó a mostrar las formas del que sería un gigantesco fraude electoral consumado poco después.


Ya no hay dudas: el Gobierno (PP) que preside Mariano Rajoy obra justamente en sentido contrario al que anunció, con un radicalismo ideológico que empequeñece todas aquellas críticas que recibía Rodríguez Zapatero para hacer más dolorosa aún su gestión de la crisis, la crisis que no creó y que se refugia en la herencia recibida como recurrente justificación de todo aquello que no quiere hacer pero que no tiene otra opción.

Aún se recuerdan aquellas palabras del entonces aspirante a la presidencia: “En cuanto haya un Gobierno del que la gente diga ‘me puedo fiar’, comenzará la inversión y la recuperación”. Es como si hubieran resucitado aquel rótulo artesanal de las antiguas ventas de ultramarinos: “Hoy no se fía; mañana, sí”, pues inversión y recuperación no se aprecian. Al contrario, cumplidos los primeros cien días de Gobierno popular, España ha entrado en recesión, la prima de riesgo ha alcanzado los más altos y preocupantes niveles y la confianza de los seguidores ha caído casi catorce puntos.

Entonces, hasta los más críticos con las políticas anteriores y con los ministros que resistían aquellos ataques inmisericordes han ido comprobando que el trigo no es el que predicaban. Eso de salir anticipando medidas, al ojo por ciento, o sea, sin cálculos ni estudios rigurosos, les tiene desconcertados, especialmente a aquéllos que apostaron y creyeron que todo era cuestión de sustituir personas, cambiar un par de carteras y tranquilidad, que ya están aquí los nuestros y todo se andará.

No es esa la impresión que va quedando, ¡eh!, pues tantas reducciones y tantas restricciones sin una mísera alternativa que llevarse al talego de la esperanza se van enquistando hasta producir tanto temor como hartazgo y riesgos de estallido social. Es que el Gobierno, ese que se presumía tan serio, tan solvente y tan curricular, no ofrece siquiera algunos de sus contenidos programáticos. La situación se va haciendo insostenible cuando la salida del túnel no se atisba por ningún lado; al revés, es el propio presidente el que anticipa que estaremos en recesión el presente año (-1,7%) y que el próximo no será mejor. En lugar de generar empleo, con reforma laboral y todo, se calcula que puede haber casi seiscientos cincuenta mil parados más. La sanidad pública, introducido el copago, es ya una de las principales preocupaciones de la sociedad española que palpa el deterioro en la calidad de las prestaciones. De las restricciones en el ámbito de la investigación científica, del desarrollo y la innovación, mejor no mencionarlas, sobre todo pensando en que ahí podría labrarse algún fundamento de nuevo modelo productivo. El giro a la política energética, con el parón en seco a las renovables, hace que el país pierda liderazgo y desvirtúe un sector estratégico. Por no hablar, tampoco, de los incrementos en las tarifas eléctricas, después de haberse opuesto sistemáticamente a los operados en el pasado. ¡Ay, el pasado!

No es el título de seriedad, desde luego, el que se obtiene con la utilización, a conveniencia partidista, de los Presupuestos Generales del Estado, demorados en su tramitación, hecho insólito, por la celebración de elecciones autonómicas; ni el que deriva de la fijación de un cuadro macroeconómico y un techo de gasto ficticios, amparada en la mayoría parlamentaria.

Y mucho menos, el que ya dispone la revisión de los esquemas sobre los que se configuró, en la teoría y en la práctica, la radiotelevisión pública más independiente, más profesional y más plural de los últimos años.

Claro que para el Gobierno, seriedad equivale a reforma, destapando las medidas de aquel programa que en aquel debate quedó manifiestamente oculto.

Y encima, le fastidia que la gente se queje. ¡País!



lunes, 23 de abril de 2012

EL MÉDICO DE LOS HUMILDES

Atento, meticuloso, servicial, diligente… Así era Salvador Pérez Luz, el médico de los pobres o el médico de los humildes, como popularmente era conocido en la capital tinerfeña -donde tiene una calle rotulada a su nombre- y en otras localidades de la isla, desde donde los pacientes acudían a su consulta en el barrio del Toscal, la que compartió durante muchos años con su padre, José Pérez Trujillo, de quien heredó todos los valores de la medicina social y humanista, la que se practicaba con un inigualable sentido de la cercanía y con un alto compromiso de atender las penurias de los enfermos que a menudo precisaban de unas palabras de aliento antes que unas prescripciones facultativas.


El verso machadiano, ‘en el buen sentido de la palabra, bueno’, se cumplió al pie de la letra en la personalidad del profesional que estudió en Cádiz y que hizo de su carrera un modelo de servicio a los demás, a los más necesitados, principalmente con la asistencia en los propios domicilios de los enfermos.

Otros rasgos de su compromiso: no cobraba la consulta o la visita o sólo recibía a cambio una cantidad módica, hecho que le costó algún disgusto con el colegio profesional. Y aún más: consciente de las limitaciones de muchos pacientes y familiares, recetaba productos de precio reducido o regalaba las muestras que le dejaban los agentes comerciales y visitadores de los laboratorios.

Era un fervoroso católico practicante y siempre acudía a la cita de las celebraciones religiosas, principalmente las del Cristo de La Laguna y Tacoronte. Hasta hace muy pocos años hacía el recorrido de la procesión del Gran Poder de Dios en su domingo de las Fiestas de Julio portuenses, cuando llevaba la contabilidad de las ruedas de fuegos artificiales y comentaba su resultado comparándolo con el de años anteriores.

En días invernales se enfundaba una boina negra que remataba su permanente modesto atuendo. La misma gabardina durante años, para el fútbol, para el sepelio de algún conocido. Se esmeraba en el uso del fonendoscopio y en la toma de tensión arterial, como si quisiera que el paciente percibiera una señal de tranquilidad. Se decía que verle entrar en la casa ya producía un síntoma de mejoría. Hablaba deprisa, a veces hasta hacerse difícilmente inteligible, pero dedicaba el tiempo necesario para escuchar los testimonios de las dolencias y las evoluciones de sus propios tratamientos. Ahí radicaron los principios y los secretos de su prestación humanista de la medicina, la que abrazó con su misma fe religiosa en un ejercicio de coherencia que le hizo granjear el respeto y el afecto de miles de personas.

Ayer dijo adiós el médico de los humildes. Por todas esas cualidades será recordado siempre.

sábado, 21 de abril de 2012

MUECA, CUANDO LA RESIGNACIÓN NO ES UNA OPCIÓN


Los que hemos clamado por ‘Mueca’ estamos de enhorabuena por su recuperación. Los que contribuimos al parto de esta idea tenemos, incluso, más razones. Era toda una alternativa que cuajó estupendamente en un corto lapso de tiempo y proyectó el nombre de la ciudad como no se esperaba. El arte en la calle, el arte redivivo hasta sublimar la creatividad en  cualquiera de sus manifestaciones. Ni la lluvia que castigó la edición de 2009 pudo con aquel ambiente lúdico, imaginativo y participativo. Después, el 23 de enero de 2010, cuando se supo que el gobierno local de entonces decidía -por un problema presupuestario, decían- cancelar la convocatoria, escribimos lamentándolo y preguntándonos “si no era posible un esfuerzo para evitar su desaparición, que se notara la crisis pero que no se extinguiera la llama”.
Ahora que un “clamor popular” -según se ha publicado-, que la reivindicación de la ciudadanía ha posibilitado la recuperación de esta iniciativa sólo hay que congratularse de la reanudación. Se prueba, una vez más, que no había voluntad política pues no creemos que las “circunstancias presupuestarias” de entonces sean mejores en la actualidad. Esta vez ha podido más la aspiración ciudadana de querer contar con una manifestación artística al aire libre que distinguía a la ciudad, la animaba y producía efectos positivos en algunos aspectos que más lo precisan. El esfuerzo ha provenido de afectados, de agentes sociales, de personas y colectivos amantes de la cultura que se han rebelado y no se han resignado. Hay que agradecerlo porque han logrado que se mantenga encendida la llama, aunque las limitaciones de la crisis prevalezcan.
Así que entre el 11 y el 13 de mayo próximos, el Puerto de la Cruz volverá a hacer ‘Mueca’, empezando por el tope presupuestario municipal fijado en veinticinco mil euros, que no está mal teniendo en cuenta los tajantes antecedentes y los tiempos que corren. Gobierno de Canarias, Cabildo y Consorcio de Rehabilitación Turística también han preacordado sus aportaciones. Entidades y establecimientos locales se han adherido a este acto de rescate cultural que es factible porque amantes de la manifestación artística, actores y colectivos profesionales no se rindieron demostrando que la frase ‘la resignación no es una opción’ puede hacerse efectiva. Y más si logra prender en la ciudadanía, un hecho determinante.
Ganas hay, desde luego, de identificarse con algo, de hacer suya y sentirla una idea válida para todos, una realización que perdure y que supere todos los obstáculos que surjan; la falta de voluntad y el ánimo de aniquilar lo que hacen otros, lo primero.
Con esos postulados, logrado el rescate, ya se sabe lo que hay que hacer.

jueves, 19 de abril de 2012

SINGULARÍSIMA CRUZADA

¿Qué puede rondar por su cabeza? ¿Por qué ese propósito de blanquear las manchas callejeras enquistadas en las aceras? ¿Cuál es la razón de esa guerra declarada al chicle desahuciado e invasor de los espacios por donde circulamos? No es uno, no es un sector, no es un barrio: ¿qué persigue obcecadamente quien se inclina indiferente a la variada reacción de los demás, de quienes le ven en su singularísima cruzada?

Se ha propuesto blanquear los millones de manchas oscuras de goma de mascar enquistadas anárquicamente, de todos los tamaños, pluriformes, fluyendo alocadamente en todas las direcciones. No importa: él las recorre, con multitud de papelillos blancos de tamaños incontrolados -seguramente, cortados por él mismo- que va pegando sobre los impactos que revelan otro lado oscuro y reprobable del comportamiento de los humanos.

Y luego vas y pisas y miras al suelo y compruebas que los pedacitos empiezan a sobresalir pero son insuficientes, que la batalla está perdida, que la fuerza arrojadiza de los seres que mascan chicle y ya no lo quieren o les sabe amargo es más poderosa. Han dispersado un ejército estático, uniformado de negro o de gris oscuro, que deja pocas fisuras aunque no le importe ser pisoteado. Ya ganaron posiciones. Una, mil, millones de veces…

¿Qué pretende? ¿Acaso llamar su atención y avergonzarles? No dispone de soportes multimedia ni de otros instrumentos que sus propias manos. Ha emprendido en solitario la iniciativa: solo contra el mundo, solo contra el chicle inservible, solo contra el comportamiento tan común como absurdo y reprobable. El enemigo de las máculas sobre las aceras es poderoso y aumenta incesantemente sus efectivos: no importa, él se ha lanzado, no las quiere y las combate de forma pacífica, sabe Dios hasta cuándo…

Igual no se sabe perdedor porque persevera y responde a cada gesto, a cada mirada que es un signo de interrogación y a cada sonrisa hilarante o despectiva con otra inclinación, con un nuevo papelillo blanco que se adhiere irremisiblemente sobre las manchas.

El hombre que se propuso acabar con ellas o poner en evidencia a los humanos existe. Igual no es eso lo que ronda por su cabeza. Pero hay huellas en las aceras de la ciudad que no son las de chicle arrojado sin ton ni son sino las blanquecinas infinitesimales de papelillos que intentan simplemente -¡quien sabe!- tapar las vergüenzas nuestras de cada día.

El hombre está. Le han visto. Y no se arruga. Prosigue a cualquier hora su empeño. Quizá sueñe con un territorio acerado libre de invasoras que no molestarán, en su mayoría, pero sí que avergüenzan. Tanta campaña de comunicación, tanta apelación al civismo y tanta maquinaria invertida para desmanchar apenas han servido.

Por eso, respetémosle. Dejemos que siga recorriendo el mundo que imaginó. Ayudémosle. Igual su singularísima cruzada es acreedora de una comprensión inexistente.

(Publicado en Tangentes, número 45, abril 2012)



martes, 17 de abril de 2012

MAL PRESENTE, PEORES PERSPECTIVAS...

Era el día de la resaca de la cacería de elefantes por el rey don Juan Carlos. Fue la tarde de la expropiación: el Gobierno argentino se hizo con YPF en detrimento de Repsol, la compañía petrolera que no ha encontrado en Marruecos lo que ahora quiere buscar en Canarias. Pero fue también la jornada en que el ministro de Educación trasladó a los responsables del ramo en las comunidades autónomas la reducción presupuestaria de unos miles de millones, verbigracia, más alumnos y menos profesores por aula con tal de ahorrar.
Y este tercer hecho es el que más preocupa al cabo de un lunes informativamente intenso. Porque, con esas medidas, cabe preguntarse si se está en condiciones de aspirar a una enseñanza de calidad. En Canarias, concretamente, si las entregas anteriores de los informes PISA, cuando había recursos y se materializaban esfuerzos e inversiones importantes, ofrecieron resultados desalentadores y desconcertantes, se supone que ahora pueden empeorar. No nos queda nada...
Aceptemos -a regañadientes, desde luego- la necesidad de ajustes y reajustes pero la Comunidad Autónoma de nuestros pecados no está para la disminución de recursos en materia de educación. Cuando más exige la sociedad, resulta que menos respuesta adecuada vamos a ofrecer. Todos los problemas del presente, desempleo, falta de oportunidades, fracaso escolar, mercado laboral cada vez más comprimido, potencialidades de delincuencia e inseguridad... se van a agravar y serán también los problemas del futuro.
Más alumnos y menos profesores en clase. En la enseñanza deben estar que trinan. Ya venían desde hace algún tiempo con un escepticismo subido. Ahora, con estas medidas que son otra vuelta de tuerca, pasarán al pesimismo absoluto. El malestar en los profesores por estas condiciones de trabajo es comprensible. En los profesores que salven sus puestos porque los interinos ya saben lo que les espera.
Mal presente, peores perspectivas... Una sociedad que encuentra tantas limitaciones en su formación experimentará necesariamente un retroceso. Esto es lo inquietante: menos opciones para aprender y enseñar adecuadamente. Los efectos, a la larga, serán demoledores.


lunes, 16 de abril de 2012

LA PLAZA DE GENARO


Pasaba una procesión y mientras los participantes y los espectadores hincaban la rodilla en determinado momento, él siguió de pie, golpeando suavemente con un periódico enrollado su pierna derecha. Otro día, le regaló un libro de pensamientos de María Zambrano, enfatizando el nombre de la autora. No te olvides. Todo ocurrió allí, en la plaza por antonomasia.
            Juan Cruz Ruiz convirtió a Genaro, a Genaro Torres Álvarez, en uno de los ejes de su discurso de ingreso en el Instituto de Estudios Canarios (La Laguna), titulado Aprender de isleños, otra pormenorizada incursión en el inmenso territorio de su memoria, de su adolescencia más tierna e inocente, de su infancia descubridora de episodios y personajes, residenciada en aquel recinto de andanzas, juegos, lecturas tempranas y aprendizajes que era la plaza del Charco, la plaza de Genaro. Allí fue donde trabó amistad con el hombre que no se arrodilló, el hombre que a principios de los sesenta del pasado siglo leía a Zambrano, Hernández, Besteiro y Madariaga. El de Zambrano fue el primer libro que recibió y tocó Juan Cruz Ruiz. No se olvidó, no.
            Genaro, recordemos, era el mayor de varios hermanos, había emigrado a Venezuela, como tantos otros portuenses, a muchos de los cuales enseñó y ayudó. Era un lector empedernido, culto, autodidacta, amante del teatro y de la zarzuela. Había memorizado algunos pasajes de distintas obras que interpretaba, junto a amigos, en ratos de perras de vino. Fue uno de los componentes fundadores de la coral Reyes Bartlet, cuando estuvo dirigida por el maestro Cabrera.
            Genaro era uno de los fijos de la plaza, siempre poblada a cualquier hora. Un hombre contrario al régimen preconstitucional, respetado por sus amigos y allegados. Madridista confeso y crítico, como en aquella ocasión en que repetía los versos adaptados de la ranchera de Cuco Sánchez por el catalán Ricardo Pastor, a propósito de una eliminación europea y la salida del club de Alfredo DiStéfano: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo…”. Santiago Palmero, también madridista, otro de sus fieles compañeros y contertulios, le secundaba.
            Cuando Cruz ganó el “Pérez Armas” con Crónica de la nada hecha pedazos, mostraba el periódico con fruición. “Para que veas que hay buena cabeza”, dijo en aquella oportunidad, siempre golpeando el muslo derecho con el periódico doblado. Genaro Torres escrutaba, sin un mal gesto, en la plaza, en su plaza, el paso y las vivencias de decenas y decenas de amigos. Con la seriedad de su aspecto severo, dirigió personalmente una de las mudanzas de la familia que completaba su ciclo emigrante. Era un enseñante de a pie y se convirtió en una referencia para los jóvenes y estudiantes de la época. Su pérdida fue muy lamentada: acompañamos a Paco Afonso, ya alcalde, en su sepelio, en Punta Brava, el barrio que vio crecer con la inquietud tesonera de su gente.
             Juan Cruz Ruiz hizo girar sobre el primer libro del que dispuso en su vida y el gesto de no arrodillarse al paso procesional de aquel hombre adusto los afanes evocadores que rescataron hechos que marcaron su existencia y que plasmó en una nueva entrega con ese sello personal e intimista que hasta hace casi nuevo lo que ya se conoce.
            Fue allí, en la plaza de Genaro.

domingo, 15 de abril de 2012

PEDRO CARBALLO, ENTRE EL SOCIALISMO Y EL DOMINÓ


Recuerdo que se acercó hasta dónde nos encontrábamos para desear suerte. “Esta noche es tu bautismo político. Sé que lo vas a hacer bien”, dijo momentos antes de que subiéramos al modesto atril instalado en plena calle Canastilleras para intervenir en un mitin por primera vez. Fue en la campaña de las elecciones locales de mayo de 1983. Se lo apunté unos quince años después, cuando quiso que presentáramos en un hotel de Santa Úrsula la gala de fin de temporada del campeonato insular de dominó. “Mira que ha llovido. Y ahora toca el doble seis”, comentó.
Pero la relación con Pedro Carballo González tenía antecedentes. Le conocimos jugando al fútbol, de defensor central en equipos de categorías de base y de aficionados. Y hasta en el Punta Brava, su barrio, cuando militaba en Segunda. Siempre bien colocado, siempre atento en los cruces. Buen deportista que se había labrado su medio de vida en aquella empresa popularmente conocida como “Viuda de Yanes”, a la que siguió como administrativo en “Comercial Alenijo”, hasta que pasó al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz donde durante muchos años ejerció como jefe de compras. Luego pasaría a ser uno de los responsables del complejo turístico “Costa Martiánez”.
La noticia de su fallecimiento en las primeras horas del domingo ha removido tantos recuerdos de su trayectoria personal y política que hacen costoso ir asimilando su ausencia. Entre esos recuerdos, hay que colocar las indicaciones concretas sobre los ficheros y actas del PSOE local que recibió en la noche del 23 de febrero de 1981. Las cumplió al pie de la letra. Pedro fue secretario de organización y secretario general de los socialistas portuenses durante algunos años. En la actualidad, era el presidente de la agrupación. Fue también activista destacado en la transición política del movimiento vecinal y puso en marcha en su barrio la asociación ‘Guayanfanta’.
Barcelonista de pro, fue igualmente un apasionado del dominó, juego de mesa a cuya extraordinaria difusión de los años ochenta contribuyó decisivamente con la creación de distintos equipos. Tuvo varios cargos directivos y fue elegido presidente de la Federación Española.
Luchó con entereza contra la enfermedad que ha acabado con su vida. En septiembre del pasado año promovió una reunión con veteranos militantes de la agrupación local del PSC-PSOE para analizar la delicada situación política que había seguido a las elecciones municipales de mayo de 2011. Acaso fuera su última y activa contribución a la causa. Conservaré la copia de la carta que le remití tras aquella sesión. Comprendí perfectamente que nunca la respondiera.
Le recordaremos siempre. Descanse en paz Pedro Carballo González.

sábado, 14 de abril de 2012

FELIZ RESACA


Juan Cruz Ruiz volvió a escudriñar la inmensidad del territorio de la memoria en su texto de ingreso, Aprender de isleños,  en el Instituto de Estudios Canarios (La Laguna). La vorágine de su vida, la que rueda incesantemente desde que tomó el avión para traspasar el mar, que diría Sinesio Domínguez, su presentador, para no estar en la isla y siempre estar. Acaso porque la memoria nunca se evaporó; al contrario, se enriqueció porque el escritor la cultivó, sabía que era una constante y porque las vivencias de la infancia y adolescencia son eternas a poco que se plasmen como él lo hace. Tan descriptivamente, tan minuciosamente: la memoria lo es todo. Y no hay límites, porque cuando parecía que todo estaba dicho, aún aparecen episodios, hechos y personajes que hacen pensar en lo infinito de ese territorio. En el principio fue la memoria y en ella hay un autor que la exprime sin cansarse: un gesto, un sonido, una palabra, una herida, una mirada, una mentira, una travesura, una imaginación, un deseo, un libro… Hasta comprender el misterio de la soledad. Hasta volver a descubrir y volver a empezar para seguir brindando con los amigos el placer de cada hallazgo memorístico. Esta vez apareció el abuelo, que se une a la radio tan decisiva en la vida del escritor portuense; y a los cachivaches; y al tesoro del montículo; y al ‘Si’ poético de Kipling borrado de la pared a golpe de uñas; y a los suecos, cuya foto sigue dando vueltas porque ellos también fueron determinantes. Y esta vez dio vueltas a la plaza, la plaza del pueblo por antonomasia, convertida, en el texto y en la memoria, en la plaza de Genaro, aquel autodidacta tan culto que a principios de los sesenta le descubrió a María Zambrano, le descubrió el planeta de los libros. En aquel espacio, pletórico de palmas y laureles, donde el asma jugó una mala pasada que un entrenador de fútbol, Godoy, supo cortar a tiempo, se almacena otro montón de recuerdos que forman parte de la vorágine que siempre acompañó -acompaña- a Juan Cruz Ruiz, que refresca sus fotografías de ayer, que llevará, como Joan Baptista Humet, mientras le aguante el alma, aunque su pueblo ya no sea el de antes. En la plaza (es la del Charco, por si hay algún despistado) aún están los olores y los paseos, las conversaciones y el ejercicio incesante de la tolerancia porque la borrachera de memoria, afortunadamente escrita y vivificada, deja las esencias y guarda los principios de todo lo que ha venido después.
            Y deja una feliz resaca. ¿Verdad, maestro?

jueves, 12 de abril de 2012

CAMPEONES CASI DESCONOCIDOS

Hay logros deportivos insuficientemente valorados.


Es el caso del equipo de béisbol Marlins, localizado en el Puerto de la Cruz. Allí, en las instalaciones de El Burgado, justo en el límite del término municipal con Los Realejos, juega desde hace años con absoluto dominio en la escena nacional de esa disciplina deportiva, aún tan desconocida para el gran público.

Marlins acaba de conquistar en Barcelona otra Copa del Rey que una a sus conquistas ligueras y a sus títulos europeos, que también los tiene.

Puede que estén tan acostumbrados a ganar, puede que su hegemonía sea tan evidente que ganar una competición más no sea noticia.

Sin embargo, conociendo las limitaciones -las económico-presupuestarias, principalmente- cada uno de esos logros deportivos tiene un indiscutible valor. Por que ahí está el trabajo callado y eficaz de Néstor Pérez, su factótum, presidente, entrenador, delegado, masajista, utillero y lo que haga falta. Se afincó en la isla, desafió todos los imponderables y se empeñó en trasterrar toda la pasión que imprime el béisbol en latitudes centroamericanas. No es exagerado decir que ha superado todos los imponderables que han surgido y se han ido acumulando temporada tras temporada. Pese a ello, en la corta historia de la entidad, ya ha ganado cinco Ligas a las que se añade esta última edición de la Copa del Rey.

No sólo hay que congratularse sino dimensionar adecuadamente los éxitos de Marlins. Vimos nacer al equipo y vimos cómo se desarrollaba. Es probable, dirán los más exigentes, que a estas alturas sus títulos ya debieron prender un mayor interés o captar más aficionados pero sabemos lo que cuesta ganarse un espacio en los deportes minoritarios.

Otros dirán que el béisbol es aburrido. Y que hasta cuesta entender las reglas. Como todo. También lo era el tenis en los años sesenta ya se recordará cómo Andrés Gimeno y Manolo Santana se encargaron de popularizarlo.

Marlins, campeones nacionales. Campeones portuenses, aunque se conozca poco su trayectoria tan exitosa. Y es que el deporte tiene también ese lado amargo de la felicidad.

miércoles, 11 de abril de 2012

NO ES SERIO, NO...

El presidente del Gobierno de España saliendo por la puerta de atrás del Senado esquivando a los periodistas que buscaban un mensaje de tranquilidad al cabo de una jornada de máxima incertidumbre en el ámbito económico-financiero. Hasta aquellos que ponderaban "la seriedad de este Gobierno" han fruncido el ceño al contemplar las insólitas imágenes. Mariano Rajoy ¡huyendo de los periodistas! Si la seriedad se mide por esa estampa, apaga y vámonos. En ninguna democracia seria es de recibo la imagen de un jefe del ejecutivo en plan evasión periodística. Y eso que tanto predicaron -y predican- transparencia. Y eso que tanto pondereban -y ponderan- la libertad informativa. Vaya fiasco. Otro más.
Está escrito: el Gobierno debería guardar las formas. Y van unos cuantos casos en el breve plazo de cien días y pico en los que se contrasta lo contrario. Lo que mal empieza (recuerden la espantada del presidente cuando anunció la composición de su gabinete) mal acaba.
Y así, claro, la sensación de debilidad se va acentuando. Debilidad frente a todos: desde Merkel hasta la mismísima Esperanza Aguirre. Desde los abstractos mercados hasta los votantes más fieles. Las señales de resistencia frente a los postulados de Aguirre alusivos a la devolución de competencias al Estado son igual de frágiles, poco convincentes. Que no se extrañe el presidente que un periodista de postín como Iñaki Gabilondo se pregunte dónde está Rajoy. 
Le queda el refugio del derechío mediático, sí; y el recurso manido de Rodríguez Zapatero. Con el primero es estupendo gobernar y el segundo da para lo que da. A estas alturas, desde luego, se esperaba otra cosa, otras formas, otro discurso, otra política. No un presidente que rehúye a los periodistas por la puerta de atrás de una cámara legislativa el día que el bono y la prima de riesgo subían hasta niveles inquietantes.
No es serio, no es serio... 

martes, 10 de abril de 2012

QUIEREN ACABAR CON TODO


Quieren acabar con todo, decía uno de los eslóganes que convocaban la pasada huelga general. Todavía no había hecho el Gobierno el anuncio de que también metería mano a la educación y a la sanidad. ¡Jesús! Si lo hubiera dicho antes de las elecciones andaluzas y asturianas, entonces sí que las pérdidas se hubieran aproximado al estropicio. Atinada advertencia aquélla: todo incluido significaba dos pilares que parecían intocables. Rajoy, Cospedal y compañía, también Arenas, se cansaron de repetir que no, que anduviera tranquilo el personal que esas materias no serían revisadas. Amagaron con la Educación para la Ciudadanía y han ensayado con el copago en la Justicia pero ahora dan un salto preocupante que no ha sido frenado. Entre aquella omisión y la demora en aprobar los Presupuestos Generales del Estado, el ejecutivo hace tal acopio de descontento que los representantes del partido gubernamental siguen escondidos a la espera de que escampe.
            Han replicado desde el PSOE que educación y sanidad son líneas rojas, grafismo con el que expresar ‘casus belli’, territorio comanche, cuidado con las cosas de comer y atención, hasta aquí hemos llegado. A la natural manifestación de la primera línea de la oposición se unirán, sin duda, otras voces políticas y de heterogénea condición, con lo que la tensión se va a acrecentar. En el ámbito autonómico, no digamos. Muy convincentes y persuasivas -todo lo contrario que hasta ahora- deben ser las argumentaciones gubernamentales para ir calmando a los actores sociales que han dado síntomas de entender que la resignación no es una opción. Ni siquiera el entretenimiento de la cúspide futbolera ni la resolución de concursos televisivos de las próximas semanas va a desviar la atención de unos hechos que contrastarán la indolencia o la pasividad de quienes padecen directamente tanto recorte. Y la campaña de la declaración de la renta, encima.
            Habrá, eso sí, una mirada a Francia, donde es tan interesante el ángulo de la resistencia de Sarkozy como el del avance de su rival, Holland, decisivo para el rearme de la socialdemocracia, si es que se consuma. A propósito, no había que estrujarse el cerebro tras las manifestaciones mitineras del candidato a la relección alusivas a las comparaciones con la España de Rodríguez Zapatero. Bastaba con recordar la valentía y la determinación que el propio Sarkozy le atribuía para timonear la crisis. Pero más fácil aún: frescas estaban aquellas vestiduras rasgadas por un quítame allá esos guiñoles que se mofan del presunto dopaje de los deportistas españoles. ¡Cómo trocaron aquellas exigencias de entonces!
            Entre unas cosas y otras, el Gobierno sabe que se avecinan tiempos difíciles. Quizá por ello, ya ha dejado caer el endurecimiento del Código Penal como un aviso a los navegantes de las calles como escenario de protestas. Sin otro plan de recuperación económica que el de amnistiar a los defraudadores, el horizonte es oscuro, tan negro como un desfile de hormigas negras.
            Y es que tenían razón quienes lo esgrimieron: quieren acabar con todo. Da igual que haya trazos rojos de mayor grosor.
            

lunes, 9 de abril de 2012

CÉSAR, UN GRANDE

Ahora que siguen corriendo malos tiempos para el medio radiofónico, será bueno glosar la figura de César Fernández-Trujillo, un ‘todoterreno’ de voz inconfundible que aportó lustre a la radiodifusión insular en los distintos destinos en los que hubo de trabajar, siempre con modestia y siempre con clase, la clase de los elegidos, de los mejores, de aquellos que hacen de su propia trayectoria todo un magisterio.

César ha sido la mesura ante el micrófono. Incluso en los momentos más vibrantes de una transmisión deportiva, ya fuera de fútbol, baloncesto, automovilismo o boxeo. El oficio de locutor de radio ha tenido en él un auténtico paradigma. Ya fuera leyendo las noticias de un informativo, o las esquelas y las farmacias de guardia, ya fuera entrevistando a algún invitado o estableciendo la conexión telefónica con alguien en la distancia, ya fuera enfatizando un mensaje publicitario, siempre supo imprimir la cadencia adecuada. Cuando ya en su madurez hizo de presentador de actos de todo tipo, de festivales, de galas, de espectáculos interminables por escenarios y pueblos de las islas, volcaba toda la experiencia atesorada en los estudios y así cosechaba los resultados: seriedad, austeridad y exactitud. Por eso todo el mundo le quería y le quiere.

Lo de ‘todoterreno’ no es una exageración. Al revés, hoy hay que ponderar como se merece quien hacía todas las cosas hasta redondear el producto final: buscar, concertar, gestionar, grabar, autograbar, ganar confianza… hasta salir al aire. Luchando contra imponderables de todo tipo y contra el reloj, en la mayoría de las ocasiones.

Compartimos afanes y quehacer en Radio Popular de Tenerife. El provenía del mundo publicitario y de Radio Juventud de Canarias, otra gran escuela. La suya fue una generación extraordinaria de profesionales que se abrieron paso -hay que entender las limitaciones de entonces- desde los ángulos deportivos. Pero qué radio tan digna aquella, hecha a base de guiones y de rigor en la expresión y la dicción. Y allí, en la emisora diocesana, descubrimos a un hombre bueno, polifacético, entero, atento y capaz de enseñar corrigiendo sin sobresaltos ni exabruptos. Qué importantes César, aquellos cometidos de entonces, reflejados también en las numerosas transmisiones que compartimos, en uno de los viejos fosos del Heliodoro o en campos peninsulares de aquel penoso peregrinar por las categorías inferiores, donde estoicamente hubo que soportar gritos de ‘¡platanito!’ y ‘¡a tercera!’. Jamás se descompuso, pese a que algún árbitro se empeñara. Aprendimos mucho a su lado, dentro y fuera de los estudios. Hasta descifrar aquella singular caligrafía suya.

Una madurez como la de César no se podía desperdiciar y por eso, mediados los años noventa, otro veterano distinguido, José Antonio Pardellas, lo incorporó a Radio Isla, la emisora que ahora cierra. Fernández Trujillo prosiguió, sin perder frescura ni agilidad, con su estilo austero y con su modulación exacta para dar cuenta de la actualidad, para rememorar momentos históricos y para aportar ese toque clasicista que tanto se echa de menos. Quedaba, claro, donde siempre había.

César, grande. Una personalidad radiofónica.

viernes, 6 de abril de 2012

RECUERDO DE UN APARATOSO ACCIDENTE

Se cumplen cuarenta y ocho años de un aparatoso accidente de circulación, ocurrido en las primeras horas de la mañana de un Viernes Santo en el sector El Ramal, carretera de acceso a La Orotava. Seis jóvenes portuenses y un marroquí resultaron heridos leves. Dos de ellos aún viven para contarlo. El furgón en el que se desplazaban quedó completamente inservible. El susto fue mayúsculo. Las primeras informaciones que llegaban al Puerto eran confusas y se extendieron rápidamente. Afortunadamente, la cosa no pasó a mayores.

Pedro Rodríguez Perdomo, Domingo Perera Hernández, José Antonio Peláez, Francisco Carrillo, Manolo Cabrera, Francisco Delgado y Maimó viajaban en el furgón marca ‘Commer’ que conducía Peláez. Habían hecho un recorrido que se inició en Santa Cruz de Tenerife, donde asistieron a la popularmente conocida como ‘Procesión del preso’. Desde ahí siguieron a La Laguna, procesión del Silencio, y luego hasta el Puerto de la Cruz, donde querían estar presentes en la del Cristo crucificado que sale del templo a las cinco de la mañana.

En las inmediaciones del muelle compran una rueda de churros que costó cinco pesetas de entonces. Desayunaron con unas botellas de leche que iban almacenadas en el furgón. Con las primeras luces del día, continuaron su desplazamiento hasta La Orotava donde se proponían contemplar la procesión del Encuentro.

En el asiento delantero del ‘Commer’, van Perera y Perdomo, junto al conductor Peláez. Este comenta que siente sueño y se pone unas gafas de sol negras. Quizá fue en este momento cuando el vehículo chocó contra un árbol del margen derecho de la carretera. El impacto hace que Perdomo, que se golpea con el espejo retrovisor, salga literalmente despedido por el parabrisas. Los demás ocupantes sufren cortes, magulladuras y contusiones de distinta consideración. Aparentemente, el de mayor complicación parece ser Manolo Cabrera en cuyos glúteos se incrustan unos cristales. Domingo Perera vio cómo sus pies y sus zapatos quedan aprisionados en el interior retorcido. Fueron trasladados al hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava, donde reciben las primeras curas y atenciones antes de pasar a sus domicilios.

El motor del furgón, emplazado en la parte delantera, fue un aliado decisivo en la suerte de los accidentados.

Se habló del accidente durante mucho tiempo. De hecho, cada Viernes Santo era recordado por más de uno. Los propios protagonistas relataron lo sucedido en muchas conversaciones.

Por fortuna, el suceso no tuvo peores consecuencias. Perera y Perdomo, que entonces no habían hecho el servicio militar, aún lo cuentan.

jueves, 5 de abril de 2012

HEMEROTECA Y ALGODÓN

Los Presupuestos Generales del Estado 2012 sólo han agravado la situación. Y a medida que se conoce la letra pequeña, el drama sube de tono. Se comprende que diputados y senadores del partido gubernamental lloren, con su silencio, las tribulaciones. Los presidentes autonómicos también lloran, entre forzadas declaraciones y débiles argumentarios. Nadie defiende los Presupuestos. Por eso se eleva la tensión y la incertidumbre crece sin límite. Lo del sacrificio de hoy es la tendencia inversa del mañana no pasa de ser un auto de fe. Aunque a estas alturas es difícil creerse nada.
O sea, que todos a la espera del milagro. Pero, especialmente quienes decían tener y traer soluciones. De haber manifestado que eran las que se están conociendo o poniendo en práctica, a saber lo que hubieran hecho los votantes de noviembre. Los de marzo, en Andalucía y Asturias, lo tuvieron un poco más claro. Ya sabían lo que costaban los peines.
Por eso, como escribe Ignacio Escolar, el partido gubernamental se ha ganado a pulso un enemigo: la hemeroteca. Sólo basta bucear -y en aguas no muy profundas- para darse cuenta de las contradicciones y de las paradojas. No son las críticas de la oposición ni de los ciudadanos que se sienten engañados: casi todos los anuncios de entonces, de cuando intensificaban la amargura de Rodríguez Zapatero, casi todas las manifestaciones de entonces, circulan incesantemente por la red invitando a un ejercicio de comparación cuya conclusión es siempre la misma: vaya frustración.
Lo bueno de esa hemeroteca al alcance es que, además de enriquecer el conocimiento, acosa la desmemoria, esa que tanto se ha manejado a conveniencia durante tantísimo tiempo.
La acosa -ya veremos si la derriba- hasta el punto de descubrir aquel algodón del anuncio: el que no engaña.

miércoles, 4 de abril de 2012

GUARDAR LAS FORMAS

El día en que Mariano Rajoy dio a conocer la composición de su gobierno, se limitó a leer nombre, apellidos y carteras. No admitió preguntas y se marchó en su primera comparecencia como presidente. Las primeras decisiones del ejecutivo, pocas fechas después, que tenían mucho que ver con subida de impuestos y recortes, tuvieron que ser explicadas por la vicepresidenta. Casi cien días después de aquella primera espantada presidencial, tres de sus ministros -entre ellos, la propia vicepresidenta- abandonaron la sala de prensa del palacio de La Moncloa por la puerta trasera, evitando el contacto con los periodistas presentes y pretextando prisas, después de haber intentado desgranar el alcance y los contenidos del anteproyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado, considerados como el mayor ajuste de la democracia española, con una reducción superior a los veintisiete mil millones de euros.

En el progresivo desgaste que se contabiliza en los primeros cien días del gobierno Rajoy es probable que se consigne una política de comunicación poco afortunada. Es normal y no es la primera vez que a un ejecutivo, de cualquier signo ideológico, se le atribuyan deficiencias a la hora de que sus decisiones sean adecuadamente proyectadas y visualizadas. Los críticos, en los márgenes de modulación que se quiera, aprovecharán para desgranar esas ciento y una excusas con las que justificar el por qué no se llega, el por qué no se percibe mejor la obra de gobierno. A lo peor, es que no hay tal obra o que en poco más de tres meses es imposible desarrollar un plan de comunicación -dando por hecha su existencia- a plena satisfacción.

Es probable que al Gobierno tampoco le preocupen mucho estas cosas teniendo en cuenta su batería de aliados mediáticos que, por muy mal que vayan las cosas y por mucho rechazo social que inspiren las determinaciones, siempre tendrán una herencia desgraciada o un argumento recurrente al alcance para desviar la atención y seguir contando las excelencias contra viento y marea. Lo hacen ahora: imaginemos cómo sería si soplaran vientos bonancibles y favorables.

Pero, en cualquier caso, las formas, las formas reprochables, esas que no se hubieran perdonado a gobernantes de otro signo. Si tan importantes son en política, sin tan exigentes se es con quienes no las guardan o no las respetan, hay que criticarlas. Eso de que el presidente no explique la fusión de algunos departamentos o cuáles son las bases para desarrollar otros apartados de sus propósitos ya aprobados en la investidura fue una mala señal. Se lo dijimos, mientras escuchábamos en directo la comparecencia, a un apreciado y experimentado contertulio radiofónico que tampoco daba crédito a la espantada.

El pasado viernes, con un país entero aguardando los resultados de un consejo de ministros que prestaba la primera aprobación a las cuentas públicas del Estado, con más subida de impuestos, con una amnistía fiscal, con más reducciones, con la introducción de un copago, la vicepresidenta y dos ministros se marcharon por la puerta de atrás, literalmente, físicamente. Por una puerta camuflada, cuentan. Hablan los asistentes de intervenciones largas de los ejecutivos, de explicaciones confusas, de carencia de documentación y hasta de un ‘powerpoint’ saturado de números y de difícil visibilidad. Con razón quedaron muchos brazos en alto que intentaron inquirir datos y esclarecer planteamientos.

No pudo ser. El ministro canario, José Manuel Soria, fue el primero en marcharse, acaso porque debía tomar el avión. Y la vicepresidenta Sáez de Santamaría y el ministro Montoro siguieron sus pasos. Quedan tiempo, foros y comparecencias para explicar lo que sea menester, se habrán dicho o habrán seguido las indicaciones de los expertos.

Pero allí, en Moncloa, quedó una sensación de vacío e irrespeto considerable. Muy similar a esas convocatorias en las que no se admiten preguntas. El Gobierno debe ser consciente de que no guardar las formas también contribuye a su desgaste.

martes, 3 de abril de 2012

CIEN DÍAS DE DESGASTE

Cien días de gobierno de Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), que empiezan a dejar una sensación de encontrarnos a final de legislatura. Y sólo van cien días. En el afán de materializar reformas y de querer contentar a los poderes aliados; en el desgaste y en el creciente malestar social; en la pérdida de credibilidad y en el agravamiento de problemas como el desempleo y el encarecimiento del coste de la vida, es como si hubieran transcurrido años de un gobierno monocolor, sustentado en una sólida mayoría parlamentaria. Cien días, en fin, en los que España no ha cambiado mucho.

Cien días de contradicciones y contraposiciones, de paradojas, de hacer justamente lo contrario de lo que se había predicado en campaña electoral. Acaso creyeron que bastaba con una recomposición político-administrativa, con un cambio carteras y de nombres, pero pronto se dieron cuenta de una realidad más complicada, de la dimensión universal de la crisis y de las exigencias de gobiernos y tecnócratas europeos… Venían para arreglarlo, para acabar con las torpezas y las insuficiencias del gobierno anterior, para generar empleo, para impulsar la economía productiva y bla, bla, bla…

Cierto que cien días es un período corto, en el que es imposible materializar todas las reformas propuestas, muchas de las cuales no fueron avanzadas en la oferta programática o permanecieron ocultas, tal como se evidenció en aquel célebre debate televisado entre Rajoy y Rubalcaba, cuando éste apremiaba con las medidas para equilibrar el déficit público o con lo que quería hacer con la financiación de las comunidades autónoma y la Ley de Dependencia.

Pero también es cierto que ese lapso de cortesía democrático, válido para ir perfilando aptitudes, capacidades y estilo de gobierno, ha servido para constatar que los avances, si los hay, van a cuentagotas y que algunas situaciones empeoran.

Una reforma que, en realidad, es una contrarreforma laboral -sólo aplaudida por empresarios y partidos claramente conservadores- generadora de una huelga general que el propio presidente barruntó; unos Presupuestos Generales del Estado condicionados en su aprobación (discutible voluntad política en todos los sentidos, decisión irresponsable) para no mermar expectativas electorales en Andalucía y Asturias; subida de impuestos y del coste de los servicios (contrariamente a lo que se había predicado); reducción de la capacidad inversora del sector público; cambios en el sistema educativo con supresión de asignaturas; modificaciones en la Ley del Aborto; introducción del copago; menos recursos para la investigación y la atención a las personas que necesitan de asistencia o dependencia; síntomas de favoritismo en ciertas designaciones; clima social adverso en una Comunidad como la canaria a cuenta de prospecciones petrolíferas impuestas mientras habían sido rechazadas en otras latitudes, como la valenciana donde una legítima protesta de escolares y padres por las condiciones en que era impartida la enseñanza derivó en violencia callejera; diálogo social fracturado con una insólita criminalización de las centrales sindicales… Y retroceso electoral, claro, en lugares donde las medidas no han merecido mayor depósito de confianza de la ciudadanía.

Cien días, pues, en que, ciertamente, no mejoraron las condiciones de vida de los españoles, algunos de los cuales, aquellos que han coqueteado con el fraude fiscal y han alimentado la economía sumergida, van a verse beneficiados si es que deciden aflorar sus fortunas opacas. Menos mal que sigue siendo un país para ocurrencias.

Con razón, los cien días del Gobierno de Rajoy han sido severamente criticados en Internet, donde una consultora, Guidance, ha escrutado más de un millón seiscientas mil menciones en foros, blogs y redes sociales para percibir que la acción del ejecutivo transmite pocos hechos positivos, hasta el punto de apreciar escasos síntomas de esperanza en una recuperación a corto plazo.

El desgaste de cien días. Otro problema añadido al Gobierno que empieza a entender que la ola sobre la que accedió al poder ya remite.


lunes, 2 de abril de 2012

SEMANA DE PASIÓN

Fue como si se hubiera querido anticipar la semana de pasión a los cien días de gobierno del Partido Popular y así se dejó escuchar un grito de pueblo contra las prospecciones por las calles y avenidas de Canarias. Puede que se confundieran las voces de las dudas que suscita una hipotética fuente de riqueza para labrar un nuevo modelo de economía productiva con los ecos de una imposición que tensa la relación político-institucional mientras el asunto, como tantos otros, entra en vía judicial y quepa volver a preguntarse cómo terminará todo esto.

Y ya en domingo, los misterios dolorosos de un triunfo histórico pero amargado por la insuficiencia que pudo ser mayor, por cierto, de haber aprobado el anteproyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado. Con razón de interés partidista, en un acto de irresponsabilidad que no tiene precedentes y por el que tendrá que abonar factura política, aguantó y retuvo el Gobierno las cuentas públicas: aquella pretendida mayoría para producir el gran vuelco en territorio andaluz y extender la mancha azul del control de las autonomías, vendida la piel del oso antes de ser cazado, no debía verse amenazada por la reducción de los fondos para financiar la Ley de Dependencia, por ejemplo, o por la amnistía para los submarinistas de las finanzas, otro ejemplo; así que, adelante con los faroles, a media luz que quedaron porque el retroceso en votos desde noviembre fue notable y porque en Asturias no hubo avance y el tercer puesto apenas dejó margen para la tensa espera del posibilismo negociador. Y para colmo, un escaño más de los socialistas.

No había forma de pasar a los misterios gozosos con tantos análisis convergentes en el rechazo a las medidas del Gobierno como causa del freno registrado y de la recuperación de las maltrechas fuerzas progresistas, cuando un par de frases desde la tribuna de oradores del Congreso pronunciadas por una diputada tinerfeña, Patricia Hernández, hacían tambalear la consideración que Ruiz Gallardón atesoraba entre muchos socialistas. El relieve que alcanzó en pocas horas, en medios y en redes sociales, es de los que se graba en la memoria para toda la vida.

Y en eso llegó la huelga, que no debe ser reducida al simplismo del éxito o el fracaso, sino a otra notable expresión de desaprobación que debería hacer reflexionar al ejecutivo por mucho que la ministra Báñez, con sus diez mil contratos de emprendedores, se empeñe en que la reforma laboral avanza imparable. Aguardemos a la próxima entrega de los registros de desempleo. Pero, sobre todo, a ver si se recupera, por el bien de todos, el diálogo social.

En plena digestión del paro general, con los tecnócratas y los mercados al acecho, para completar los primeros cien días de contradicciones, reformas y ‘ejecútese’, aparecen los Presupuestos Generales del Estado, con más reducciones para tranquilizar (?) a los europeos y para contribuir a la contención del déficit público mientras los desequilibrios se agrandan y la inversión pública se desfonda. Eso sí: con oportunidades de amnistía para los defraudadores y tramposos.

Terminaba así la anticipada semana de pasión del partido gubernamental.