miércoles, 30 de abril de 2014

TENDENCIAS PREOCUPANTES

Siempre hicimos ver a quienes reclamaban textos breves para todo (desde una publicación digital al boletín de una organización política o cultural, pasando por alguna edición institucional) y muchos contenidos gráficos, que eso no podía ser interpretado al pie de la letra, que no debía ser aplicado como si de un principio inamovible se tratara. Eran -y son, seguro- los convencidos de que la gente no lee; en otras palabras, que la letra, con gráficas entra. Menos textos y más fotos, para resumir en lenguaje coloquial.
            No es así por razones bastante obvias: hay hechos noticiosos que no se pueden ni se deben despachar con un texto de pocas líneas o con la redacción de un más o menos bien condensado pie de foto. Y además, incitar a no leer, con ese “método” (menos textos, más fotos) tan peculiar, está muy lejos de ser una buena solución. Se puede entender el valor de los álbumes, la preferencia de muchas personas a visualizar imágenes y la práctica del coleccionismo, pero abreviar al máximo, hasta reducir a la mínima expresión, creyendo que con tal fórmula se obtiene un buen producto y los destinatarios quedan encantados, además de completamente informados, dista de ser la mejor solución, dicho sea en tono muy genérico.
            Pero es una tendencia muy extendida, se admite; de ahí que sea necesario perseverar en invertirla en cuanto contribuya a mejorar contenidos y los propios productos informativos. El periodismo de nuestra época está aquejado de unos cuantos males que solo los profesionales están en condiciones de superarlos a base de rigor y tratamientos adecuados. Malo que la comunicación -y, sobre todo, la información- estén a expensas de políticas editoriales pacatas: hay que lograr que las circunstancias negativas sean una adversidad permanente que deje el periodismo como algo superficial y anodino.
            El periodista y profesor de la Pontificia Universidad Católica de Perú, Alberto Munive, especialista en géneros periodísticos y nuevas tendencias de la comunicación, hace un pormenorizado análisis de esta preocupante tendencia en los medios de su país. Muy buena parte de su interpretación, a la que añade consideraciones suplementarias que acentúan tal preocupación, se podría aplicar en nuestra órbita más cercana. Porque aquí también padecemos noticias fragmentadas, una especie de raquitismo textual que llega a ser, en algunos caso, auténticamente obsesivo. “Eso explica -escribe Munive- por qué géneros como la crónica o el reportaje ya no encuentran espacio en las páginas de estos [medios] impresos”.
            Identifica y llama ‘ultiminutismo’ el autor peruano a la inmediatez, a la información en tiempo real, ser los primeros en ofrecer la noticia. Ya hemos hablado sobre los riesgos del particular, las consecuencias de algunos casos de precipitación que terminan mermando la credibilidad. La verificación previa, el contraste, como regla de oro. Con razón dice Alberto Munive que “por esa vía se hace pasar como contenido periodístico desde rumores hasta información institucional y publicidad. Las redes sociales y no pocos portales on line viven hoy del ultiminutismo”. Hay decenas de ejemplos, desde luego.
            Este periodismo de superficie, como él mismo llama, sufre otro mal, una verdadera plaga: la ‘declaracionitis’, es decir, un exceso de testimonios que son, en su mayoría, una versión parcial e interesada de las fuentes. Claro: “Este periodismo de declaraciones difunde opinión en vez de información”, señala antes de concluir con una inquietante realidad: “Cientos de reporteros no saben hoy cómo buscar y transmitir hechos, y muchos menos, contar historias. Han sido adiestrados para andar a la caza de dichos y reacciones”.

            Entre las equívocas preferencias o indicaciones de promotores y responsables de ediciones, orientadas a la máxima brevedad textual y al predominio gráfico, y las otras tendencias apuntadas, está claro que la crisis ha causado estragos y que hay razones para el escepticismo sobre el futuro del periodismo en general, especialmente en el ámbito laboral. Será complicado, desde luego, lograr, con tantos condicionantes, productos creíbles y de calidad.

martes, 29 de abril de 2014

SIN DOS SENTIDOS


Pareciera que los vientos de la crisis arreciaran hasta volatilizar los sentidos de la responsabilidad y de la oportunidad, tan necesarios en todos los órdenes en los tiempos que nos ha tocado padecer. Hasta las frases hechas dan juego: la huida hacia adelante o el sálvese quien pueda, con tal de eludir la toma de decisiones o descansar en terceros lo que corresponde a quien. Es como si asumir responsabilidades, un concepto permeable en todos los aspectos de la vida, se hubiera evaporado en un incontrolado y anárquico  proceso de destrucción. Más tópicos: quitarse de en medio; que decidan otros; saltos sin red; el que venga detrás, que arree… Estampida o espantada, da igual.
         Se dirá que no se puede contra los apremios y las presiones de la crisis, hasta el punto de rebrotar y fortalecer el instinto de conservadurismo de los mortales; pero esa es una mala señal de cobardía, antesala de la rendición. Teóricamente, el valor de ser responsables es inconmensurable, por lo que habría que ser consecuentes en todo momento. Lo sentenció José Saramago: “Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.
         Pero es preocupante que se obre inopinadamente. Que la labor humana deje de reconocer y responder a las propias inquietudes y las de los demás. Abstraerse, además, es fácil: ya vendrán los analistas y los historiadores para dimensionar las pérdidas. No vale.
         El caso es que cuando se miden los efectos, la elusión conduce a la pérdida de otro sentido, el de la oportunidad. Cualquiera iniciativa, decisión o actividad, comporta, sobre el papel, una mínima planificación de distintas acciones, una mirada o una introspección al entorno, de modo que sea posible imaginar o prever las repercusiones de expresiones, obras o determinaciones. Hay que medir, y muy bien, el alcance del cuando, de ese momento en que se decide dar un paso cuyas consecuencias son impredecibles.
         Es bueno entonces repescar aquella otra idea esgrimida a menudo en tiempos lejanos pero no tanto, ponerse en “el día después” para intuir siquiera las reacciones, para barruntar los efectos y los hechos que deriven. Malas son, desde luego, las precipitaciones y las consideraciones irreflexivas. Cuando no se tiene o se ha perdido el sentido de la oportunidad, además de revelar una cierta y puede que inapropiada inmadurez, cabe interpretar una irresponsabilidad cuyos daños es difícil paliar, independientemente de que se agraven a la larga.
         Entonces, aún en plena crisis, más consciencia, más respeto y más conocimiento si es que se quiere que la responsabilidad y la oportunidad sean de verdad interdependientes. Sin praxis de esos dos sentidos, estamos perdidos.
          







lunes, 28 de abril de 2014

JUSTICIA, MÁS ALLÁ DE UNA OPERA BUFA

A Baltasar Garzón no le perdonaron que decidiera investigar la trama Gürtel. Le costó la carrera. Háganse idea de cómo habrán sido las presiones para liquidarle. Algunos medios de comunicación fueron a degüello, sobre todo los que dudaron de su legitimidad para actuar en esa causa después de haber ejercido cargos públicos en representación del PSOE.




Esos mismos medios no están midiendo con la misma vara el caso de otro juez, Elpidio Silva, imputado por una presunta prevaricación, en el marco de la causa de CajaMadrid. Y es que en el tribunal hay una magistrada, María Tardón, que fue teniente de alcalde por el Partido Popular (PP) en el Ayuntamiento de Madrid y consejera de la asamblea de la entidad financiera, cuando Blesa la dirigía.



Y entonces se comprueba que la justicia no es igual para todos. Y ciertos tratamientos mediáticos, tampoco. Eso ya lo sabíamos. Mientras aquélla camina o avanza sin pausas cuando de juzgar a jueces se trata, hasta el punto de liquidar tales contenciosos en cuestión de meses; otras causas, como las de averiguar quién es responsable de la pérdida de ahorros de miles de personas, se prolongan hasta el desánimo que impulsa la reacción intempestiva y la incredulidad.



Por eso, tras la controversia surgida con la visualización de las imágenes, hay que destacar que es a Blesa a quien hay que enjuiciar. No hay más remedio que entrecomillar el espectáculo. Deprimente todo aquello, ni la España de Prosper Mérimée. Una farsa. Un desaguisado. Una ópera bufa. Hasta el más profano en materia de tribunales saldría huyendo de cualquier asunto en el que se viera involucrado y que podría terminar en aquéllos. Otros jueces y otros fiscales, otros letrados, otros secretarios y los justiciables en general habrán sentido vergüenza ajena. Será exagerado pero si la justicia en España se midiera por aquellas imágenes y algunas interpretaciones posteriores, es evidente que va proa al marisco. Y que el fondo ya ha chocado con los pétreos riscales.



Pero que estos árboles dejen ver a los lobos del bosque. Que tanto absurdo no permita perder la vista de Miguel Blesa, banquero causante del desastre de Bankia, de su quiebra, del intolerable fraude de las preferentes y de uno de los agujeros financieros más imponentes de la Unión Europea; ni de Gerardo Díaz Ferrán, el empresario que arruinó sus marcas y destruyó miles de puestos de trabajo y que recibió un préstamo del banquero Blesa por importe de casi veintitrés millones de euros, aun no devuelto por cierto.



Esos sí que son carne de banquillo, estafadores y abusadores de ahorros y de esfuerzos de los demás. Esos y sus presuntos delitos son el fondo de la cuestión. Hay que verles bien, por encima de estereotipos, papeles o interpretaciones victimistas, símbolos sin duda de la falta de escrúpulos, de la administración perversa y negligente, de la irresponsabilidad empresarial. Esa es la España que no ha trascendido del todo en este juicio que ha levantado tanta risa como escarnio y vergüenza añadida. El país de los poderes fácticos y de la impunidad en el que tienen que convivir ancianos y jubilados que han perdido sus ahorros mediante engaños y que son expulsados de una sala donde son otros los que tienen que responder de sus miserables actos.



Ese es el país, en efecto, de la justicia al revés: el juez, en el banquillo; y el imputado, en su casa o aprovechando la vista para soltar lágrimas de cocodrilo. "Mi no comprender", que diría el mago canario.

jueves, 24 de abril de 2014

TRATAMIENTOS DESIGUALES

A Baltasar Garzón no le perdonaron que decidiera investigar la trama Gürtel. Le costó la carrera. Háganse idea de cómo habrán sido las presiones para liquidarle. Algunos medios de comunicación fueron a degüello, sobre todo los que dudaron de su legitimidad para actuar en esa causa después de haber ejercido cargos públicos en representación del PSOE.


Esos mismos medios no están midiendo con la misma vara el caso de otro juez, Elpidio Silva, imputado por una presunta prevaricación, en el marco de la causa de CajaMadrid. Y es que en el tribunal hay una magistrada, María Tardón, que fue concejala por el Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid y consejera de la asamblea de la entidad financiera.

Y entonces se comprueba que la justicia no es igual para todos. Y ciertos tratamientos mediáticos, tampoco. Eso ya lo sabíamos. Mientras aquélla camina o avanza sin pausas cuando de juzgar a jueces se trata, hasta el punto de liquidar tales contenciosos en cuestión de meses, otras causas, como las de averiguar quién es responsable de la pérdida de ahorros de miles de personas, se prolongan hasta el desánimo que impulsa la reacción intempestiva y la incredulidad.

País.

miércoles, 23 de abril de 2014

A EUROPA SIN VALLAS

¿Cómo será una campaña sin vallas publicitarias? Pues con la decisión del PSOE de no utilizarlas en los comicios europeos del próximo 25 de mayo, lo vamos a experimentar. Razones de austeridad y de contención de gasto, argumentan. Dicen preferir los socialistas una campaña más cercana a la gente, con mucha presencia en calles y plazas, con charlas y debates. Explicar propuestas y escuchar opiniones y criterios de la ciudadanía. Todo eso, sin vallas.


Hombre, no es que las vallas fueran un factor determinante pero servían, fundamentalmente, para unas cuantas cosas: una, para animar el ambiente, para recordar a transeúntes y conductores que “estamos en campaña”, para familiarizarse con el rostro o el perfil del candidato y para memorizar el eslógan o lema con el que concurre la opción política a esa convocatoria electoral. Luego está la parte económico-financiera: las agencias publicitarias ingresaban un buen pico, siempre en función del número de soportes, y negociaban con los responsables de cada organización política precios y alternativas. Y hasta la selección de las ubicaciones, por aquello de las mejores vistas. Algunas disputas hubo en el pasado con este instrumento de campaña.

Pero el PSOE quiere ahora ‘mover Europa’ sin vallas. El ahorro es determinante y también una fórmula experimental. Prefiere otras vías para dar a conocer sus propuestas, para movilizar y para mostrar su cercanía. A ver si lo consigue en medio de una indiferencia política muy extendida. Cierto que dispone de una ventaja, si se quiere intangible: salió antes que los demás y dispone de un discurso muy homogéneo, el mismo que habla la socialdemocracia europea.

En efecto, vencer la indiferencia, motivar a la gente para que interprete bien la importancia de unos comicios europeos es la gran meta de los socialistas españoles. Luego vienen el crecimiento, la creación de empleo y la defensa de los derechos sociales y las libertades públicas. Otra cosa es que tales planteamientos, que deberían ser considerados globalmente europeos, se vean desnaturalizados por la interpretación de unas cuantas claves en coordenadas de política nacional. Aunque eso es, francamente, muy difícil de evitar.

Pero para explicar el modo y los cauces de todo eso, ya saben, sin vallas.

martes, 22 de abril de 2014

GARCÍA MÁRQUEZ, PERIODISMO DE URGENCIA

Armando Marcos, siempre atento al buen retrospecto mediático en su placentera jubilación, nos envía una nota publicada en la edición digital de El Colombiano, titulada, con la firma de Juan José Hoyos, “El primer reportaje de Gabriel García Márquez”, escrito poco después de una tragedia ocurrida en Medellín, cuando, en julio de 1954, un alud de tierra sepultó a más de setenta personas.
            La leemos, qué casualidad, poco después de la redifusión de Informe Semanal (TVE-1), que dedica un amplio espacio a la vida, significado y alcance de la obra de del mítico Gabo, que aparece, en determinado momento, glosando la importancia del reportaje como género periodístico. Lo hace en términos casi de reivindicación. Explica brevemente sus valores, los que permiten al autor imaginar, siempre a partir de la vivencia real. El arte de narrar. En el reportaje de Hoyos, se señala que García Márquez, se acordó entonces de unas palabras de su amigo Álvaro Cepeda Samudio que eran toda una lección: “El periodismo es literatura de urgencia. Y el reportaje necesita un narrador esclavizado a la realidad”.
            El autor colombiano, autodefinido como “reportero raso”, debió escribir un reportaje que hacía honor a los principios que luego caracterizaron su densa obra, periodística y literaria. Los definió muy bien el escritor mexicano Carlos Monsiváis, cuyas apreciaciones fueron recogidas en el extra de treinta y dos páginas que el diario español El País dedicó a la figura del “maestro universal”: “…Gracias a la belleza del idioma (la perfección de su sonido, la sucesión de frases inmejorables) –escribe Monsiváis- los hechos adquieren otro relieve, son los relatos que si no se dan con esas palabras se convierten en algo distinto”.
            El envío de Armando Marcos, además, hizo que rebuscáramos casi dos horas en la desordenada biblioteca en busca de un libro titulado Cuando era feliz e indocumentado, editado por Plaza y Janés para la colección Rotativa y que nos costó cien pesetas de 1978. Discutimos sobre el título con Juan Manuel García Ramos en la balconada del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz en ocasión de la conmemoración de un 12 de octubre. El volumen, que felizmente apareció, recoge algunos de los reportajes escritos por Gabriel García Márquez cuando, entre 1957 y 1959, ejerció el periodismo. En aquella época en que era “joven, feliz e indocumentado”. Uno de los reportajes, por cierto, se titula “Caracas sin agua”, un escalofriante relato de las consecuencias de una sequía que afectó seriamente a la capital venezolana en junio de 1958. “En las calles, las ratas mueren de sed”, escribe el autor colombiano. El final del relato es, sencillamente, delicioso: Samuel Burkart, su protagonista, un ingeniero alemán que trabajaba en Caracas, dormía y soñaba que su barco entraba en Hamburgo con la gritería de los muelles:
            “Entonces despertó sobresaltado. Sintió, en todos los pisos del edificio, un tropel humano que se precipitaba hacia la calle. Una ráfaga, cargada de agua tibia y pura, penetró por su ventana. Necesitó varios segundos para darse cuenta de lo que pasaba: llovía a chorros”.
            Está claro: el arte de narrar, periodismo de urgencia, el reportero raso… Y el narrador esclavizado a la realidad.

            

lunes, 21 de abril de 2014

DESIGUALDAD SOCIAL

En cabeza del crecimiento de la desigualdad social. Ahí está España, en la clasificación de un informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que consagra lo que, en lenguaje común,  se ha venido gestando en este país a lo largo de los últimos tiempos: hay más pobres y más ricos, como han aumentado los índices de pobreza y de riqueza en una sociedad cuya clase media va evaporándose progresivamente.
         Cierto que el estudio de la OCDE engloba el período comprendido entre 2007 y 2010 pero es indicador de registros posteriores que contabilizan la evolución de la deuda pública, las restricciones en el gasto social, el aumento de la imposición indirecta y la aplicación de los repagos (mejor que copagos), con lo que los niveles de desigualdad han aumentado considerablemente. Los datos comparativos del informe lo corroboran: en ese período de tiempo, los ingresos del 10% de la población más pobre cayeron un 14%, en tanto que los recursos del 10% más rico solo han disminuido un 1%. Consecuencia de ello, en el cuatrienio 2008-2012, los ingresos de los españoles bajaron en casi dos mil seiscientos euros por persona, lo que significa la cuarta mayor caída de los países desarrollados, sólo por detrás de Islandia, Irlanda y Grecia.
         Más paro, más deuda y más pobreza, en definitiva. Veamos otros datos: el déficit público en  2011 fue del 5,2%. Y dos años después, el déficit con respecto del Producto Interior Bruto (PIB) se eleva al 5,5%. El pasado año, el déficit de la Seguridad Social española rondó los once mil millones de euros. Las recetas del Gobierno de España no han servido: ni la subida de impuestos ni la devaluación de las pensiones ni los recortes en las becas y en las prestaciones por desempleo. Y eso que las comunidades autónomas se han visto obligadas a afrontar notables restricciones en sanidad y educación. Por no hablar de una reforma laboral que ha limitado derechos de los trabajadores, facilitando su despido y generando bajadas salariales.
         No son de extrañar, por consiguiente, las conclusiones del informe de la OCDE. Esta importante brecha que se desprende de las cifras y los porcentajes pone de relieve que las condiciones de recuperación son extremadamente complicadas. La pesada carga del desempleo, además, merma tal propósito. Esto es lo que más debe preocupar: la desigualdad social, complicada premisa para estimular el desarrollo económico, para crecer y lograr índices de competitividad que reflejen un cambio de rumbo. Y ahí es donde deben esmerarse quienes ofrezcan alternativas más allá de criterios economicistas y de contención del gasto público: acercar o equilibrar solo será posible con unas mínimas y sólidas bases que recompongan el pacto social, válidas también para asegurar una productividad sostenible en los distintos sectores, la recuperación de rentas, la igualdad de oportunidades y los avances sociales.

         Si se hace caso a la OCDE, el camino para que la brecha de desigualdad no se haga insalvable es claro: políticas sociales específicas y previsión de recursos para frenar el crecimiento de los más desfavorecidos y sus servidumbres. Si no, ya se sabe: más deuda, más paro y más pobreza. Así de sencillo.

sábado, 19 de abril de 2014

URGENTE: DISPONER DE GERENTE

“Seguimos sin timonel” afirmó días pasados el vicepresidente de la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife (ASHOTEL), Enrique Talg, al referirse a la vacante producida en la gerencia del Consorcio de Rehabilitación Turística del Puerto de la Cruz con el cese de Fernando Senante, materializado el pasado 13 de febrero.
     Son ya, por tanto, más de dos meses sin que tal estructura administrativa -a la que hemos definido como la última gran oportunidad que tenía el destino turístico para su relanzamiento- tenga una función gerencial que, al menos, sirviera para dar continuidad a las actuaciones que estaban en marcha. Se podrá decir que igual no es mucho tiempo pero lo peor no es eso sino el silencio que envuelve las dudas y el silencio que concurren en la cobertura del cargo.
     Dudas con la fórmula que se adopte, después de que los tribunales de justicia estimaren las alegaciones presentadas por una central sindical basadas en que, al tratarse de dinero y recursos públicos, debía ser un funcionario competente el que los administrase. En el seno del Consorcio, por lo que parece, alguna de las partes integrantes quiere mantener a toda costa ese criterio.
     El silencio es llamativo. Vale que se quiera dar pasos con seguridad, o lo que es igual, no repetir errores; y vale que, con la fórmula legal que se adopte, se pretenda un perfil curricular ejecutivo que impulse las iniciativas y los proyectos que fueron concebidos en la etapa de Senante. Pero, además de acelerar los trámites, conviene transparentar, que se sepa cuáles son las intenciones y los plazos pues no hay tiempo que perder: se agota el mandato y el futuro, en todas las instancias político-institucionales y en todas las escalas, es muy impredecible.
     El próximo lunes, sin ir más lejos, finaliza el plazo para la presentación de alegaciones al Plan de Modernización y Mejora (PMM) del Puerto de la Cruz, uno de los instrumentos considerados básicos para afrontar el porvenir de la ciudad, turísticamente hablando. Veamos si las hay aprovechables. Pero, sobre todo, confiemos en que no se registre la respuesta silenciosa que ya se produjo -como el escritor Carlos Cruz García se encarga de recordar- con otros planes anteriores, prueba palpable de ese silencio exasperante que es, acaso, la demostración de la incapacidad de las administraciones para dar respuesta ágil y consecuente a sus propias previsiones.
     Los responsables institucionales tienen la palabra. Es el propio sector turístico, es la misma patronal, quienes están urgiendo soluciones. Tras los avances producidos -el Consorcio se mueve, llegamos a escribir- es lastimoso que se perdieran el ritmo y los recursos. Hay proyectos, hay programas, hay compromisos en ejecución. Hasta una cierta identificación empresarial y profesional pareció aflorar, como si fuera un hilo de esperanza. Pero es cierto que cuando desde dentro no se activan los resortes, porque no se cree en lo que se quiere hacer o por razones e intereses políticos contrapuestos, difícilmente pueden esperarse resultados positivos.
     Pero, qué va: éste sería un fracaso que la ciudad no se podría permitir. Esperemos que las partes sean conscientes de ello. Por tanto, urgente: disponer de gerente.  

miércoles, 16 de abril de 2014

LA NECESARIA VOCACIÓN

Al cabo de cincuenta años de ejercicio profesional en el diario El Tiempo, de Bogotá (Colombia) se retira Daniel Samper, periodista y novelista, autor también de libros de humor, de recopilaciones y de actualidad informativa. Uno de los columnistas más leídos de su país, un todo terreno que nos deja, en el momento de decir adiós (¿no será mejor ‘hasta luego’?), algunos titulares que son, en sí mismos, una seria reflexión.
            “El periodismo no se improvisa. El periodista necesita vocación”, son dos de ellos. Se trata de dos ideas en las que hemos venido insistiendo en esta modesta aportación de análisis y autocrítica sobre lo que nos ha deparado la experiencia profesional. Veamos algunas apreciaciones en torno a su conexión y a los factores que la sustancian.
            El oficio, en efecto, precisa, cada vez más, de preparación y de formación. El compromiso con los destinatarios de la información y las exigencias de éstos, en plena era del imparable desarrollo tecnológico, generan tal grado de previsión que es difícil dejar algo al albur. Los grandes acontecimientos, las cumbres, las más complejas convocatorias, en cualquier ámbito, obligan a una preparación adecuada. La cobertura periodística de todo eso, en efecto, no se improvisa: al contrario, obliga a un trabajo extraordinario de preparativos. Hay que gestionar y, sobre todo, fortalecer todo ese ‘background’ de antecedentes documentales y testimoniales de todo tipo que sitúen a los profesionales y al propio medio en las coordenadas adecuadas.
            Ya lo sentenció Matías Prats Cañete, el inolvidable maestro, cuando advirtió que “la mejor improvisación es la que se prepara”. Quien se aplicaba en ello, desde luego, cosechaba unos resultados extraordinarios. El buen periodismo obliga a estudiar y a trabajarse los temas. Cierto que la inmediatez y hasta las mismas precarias circunstancias laborales condicionan esa obligación. Pero el profesional celoso, el que quiera progresar y ganar credibilidad, debe obrar así.
            Y eso se obtiene, en la evolución del proceso formativo, a partir de la vocación, un hecho primordial en cualquier actividad profesional, pero sin que la periodística estaría huérfana o forzada. O sería incompleta, sencillamente. La vocación es la que distingue del oportunismo, de los desvíos, de los vicios y de las conveniencias que terminan desnaturalizando los fines esenciales del periodismo. Se necesita vocación, claro que sí.
Lo reafirma el propio Daniel Samper después de confesar que no cree en el mal llamado ‘periodismo ciudadano’. Lo dice con palabras de fácil comprensión:
“Es muy difícil tener un periodista que no haya sido un buen lector y que no tenga pasión y formación por escribir. El ciudadano es una fuente de información para el periodista”.
Eso le lleva a ponderar al máximo lo que considera esencial:  la ética del periodista, su independencia crítica y su preparación como comunicador. Por eso rechaza la improvisación y exalta la vocación. Aquella como una manera de no hacer un periodismo riguroso y creíble; la segunda como un elemento básico para curtirse y abrazar una labor fundamental en la sociedad de nuestros días.

Y es que sin vocación, está claro, es difícil llegar a alguna parte.

martes, 15 de abril de 2014

EL 'BARCENASGATE' QUE DEVORA

Ya de por sí es grave que el Partido Popular (PP) despache la última declaración de Luis Bárcenas ante el juez con una escueta declaración en la que se limita a recordar que ya no pertenece a la organización. Cierto que el asunto -ni más ni menos que la financiación del partido gubernamental- está en vía judicial y cuanto menos se oree mediáticamente, mejor, que bastante hay ya con los testimonios como para, encima, tener que interpretarlos. En este caso, a poco más de un mes de una cita con las urnas, preferible ser dueños de los silencios antes que esclavos de las propias palabras.
            Pero es que Bárcenas ha confesado que es él quien recibe las claves de la contabilidad del PP de manos de Rosendo Naseiro que sabe mucho, si recuerdan, de pruebas (grabaciones) destruidas. Las claves son las de la administración en B, o sea, la que se hace para finalidades espurias, la contabilidad alternativa a la que, según todos los indicios, se dio un uso más allá de para ir tirando. Fue el mismo Naseiro quien le hizo entrega de las llaves de la caja fuerte donde se guardaba el dinero B.
            Y esa confesión, a la espera de lo que decida el juez, es muy delicada, muy apremiante a estas alturas de la película, del ‘Barcenasgate’ cuyas gargantas profundas deben seguir muy acoquinadas. No es para menos. Porque de esa declaración judicial del ex tesorero se desprende que la organización, desde el punto de vista financiero, funcionaba con un  sistema bien ensamblado y que era de aplicación en sus estructuras territoriales, incluso las municipales. A medida que se tire de la madeja, se supone que se conocerán más conexiones y más prácticas poco ortodoxas. En ese sentido, no tiene mucho margen de maniobra el PP, de ahí que se aferre al silencio o a las obviedades aplastantes para intentar que no salpique más de lo que ya hace ese auténtico tsunami político que, para más inri, tiene su núcleo entre rejas.
            La izquierda parlamentaria coincide a la hora de señalar que la situación es insostenible e inviable, especialmente para el presidente del Gobierno del que alguna vez, por cierto, se conocerá cuál era “alguna cosa” que exceptuó de aquellas primeras revelaciones conocidas que tuvieron amplio tratamiento mediático, después de saberse lo de las cuentas en Suiza y otras entrecomilladas bagatelas. Claro que es grave que hubiera una caja paralela poco menos, según se ha publicado, en cada terminal provincial de la organización. De no probarse lo contrario, las apariencias de financiación irregular empezarán a dejar de serlo. No es de extrañar, en consecuencia, que hayan vuelto a pedir la dimisión del presidente.
            Entonces, el PP se dará cuenta de que no puede seguir mirando a otro lado ni encomendarse a la resignación benedictina ni refugiarse en la desmemoria colectiva, en la identificación de sus fieles y ni siquiera en la indolencia política de lo que el propio presidente del partido llamó mayoría silenciosa. El PP es consciente de que el PSOE ya pagó en las urnas aquellos casos en que se saltó normativas contables y se financió saltándose algunos cánones. Las circunstancias de ahora, de los tiempos que corren, son mucho más exigentes; y por lo tanto, su respuesta no puede ser tan tibia como se desprende del lacónico despacho ceñido a la no pertenencia a la organización de ciertos personajes.
            Lo malo para Rajoy es ver cómo demuestra que lo que se hacía intramuros, desde el punto de vista contable y financiero, no era con su consentimiento ni con su beneplácito.

            Pero, primero: a ver cómo resuelve el juez Ruz.

lunes, 14 de abril de 2014

FORMACIÓN ESTANCADA

A vueltas con la formación en el sector turístico, más concretamente el hotelero, que sigue flaqueando y se nota, preocupantemente, cuando se prolonga el período de bonanza. Muy lejos quedan ya los tiempos en que los profesionales se hicieron a sí mismos, amontonando experiencia que conllevó, en muchos casos, al aprendizaje de otro idioma tan solo de oídas. Y lejanos son también los simples esquemas del voluntarismo. Después vinieron todos los intentos, reglados y no reglados, de dar solidez a un hecho primordial para una industria primordial. Ante la conclusión de algún experto (asignatura pendiente, Ramón Estalella dixit),  se ve que algo no se ha hecho bien y que no se ha dedicado a la materia la atención necesaria y el interés debido.
            Ni disponer de rango ministerial, como ocurre en esta legislatura, propicia al sector mejores perspectivas en ese campo. Entre la insensibilidad y los vericuetos administrativos, hay un estancamiento inquietante. En nuestro país, la formación es sostenida con aportaciones de empresas y trabajadores, un 0,6% y un 0,1%, respectivamente, consignadas en las cotizaciones de la Seguridad Social. Es la propia Administración, a través de la denominada Fundación Tripartita, la que recauda. Durante un tiempo, un volumen de lo ingresado tenía como finalidad específica la formación de los empleados. Pero ahora, según han confirmado fuentes tanto empresariales como laborales, un porcentaje de lo que se recauda se dedica a la de los parados y otra parte es gestionada por las Comunidades Autónomas.
            Es aquí donde se han complicado las cosas al haberse destapado algunas irregularidades en el manejo y gestión de los fondos, lo que prueba la ineficiencia de los mecanismos de control. Las denuncias han servido para constatar que faltan escrúpulos a la hora de administrar los recursos de todos -vayan ustedes a saber con qué tipo de complicidades-, de tal manera que ha sido el mismísimo Tribunal Constitucional el que ha tenido que resolver determinando que los fondos recaudados tienen un carácter finalista, esto es, que solo se pueden destinar a formación de trabajadores en activo y no a otros conceptos. Pero la Administración, según las fuentes citadas, sigue aplicando otros criterios y es la que, por consiguiente, marca el paso de los cursos que han de ser impartidos, sus características y los destinatarios de los mismos. Se supone que los controles establecidos serán rigurosos, pero se ha demostrado que algunos programas o cursos no se ajustan a las necesidades ni de empresarios ni de trabajadores. Y llegados a ese punto, es donde se extiende el estancamiento para seguir hablando de la formación como asignatura pendiente.
            Su aprobación parece depender de una revisión a fondo del propio sistema. Porque conviene a todos, está claro. Si se quiere mejorar los niveles de competitividad, si se quiere un personal incentivado, si se pretenden unas prestaciones profesionales al nivel más exigente y se trata de conseguir la mejor relación calidad/precio en el ámbito del producto o negocio, es cuestión de acabar con vacíos, adulteración de recursos y prácticas que, por pasotismo o vicio, resultan perjudiciales para un sector que, a estas alturas, precisa de medidas serias, respetables, asumibles por las partes y pragmáticas.

            Si es que se quiere progresar, vamos

sábado, 12 de abril de 2014

UNA JUNGLA EN LA VÍA PÚBLICA

Ahora resulta que comerciantes e industriales de la zona centro del Puerto de la Cruz han denunciado al Ayuntamiento por un un supuesto cobro indebido de las tasas por ocupación de la vía pública. Se quejan de no haber sido avisados del incremento -se supone que aprobado por el pleno de la corporación- y de que, en algunos casos, tal aumento triplica el importe del ejercicio anterior. Puede que las discrepancias terminen judicializándose. Contencioso ‘habemus’.
            Puede no, seguro, si tenemos en cuenta las manifestaciones públicas de los afectados y de su representación legal: fue el propio gobierno local (CC+PP) el que, según dicen, reconoció su error y les animó a presentar una impugnación que luego terminó rechazando, apoyándose en las disposiciones de la nueva Ley de pago a proveedores. Con las liquidaciones en la mano, los afectados disconformes parecen dispuestos a agotar las vías a su alcance con tal de no abonar las cantidades cursadas.
            Como con otros casos, volvemos al pecado original. Es decir, el problema surge cuando hay un exceso de permisividad en la ocupación de calles o terrazas, pese a la existencia de una ordenanza reguladora que seguro estaba desfasada, de acuerdo, y era preciso actualizarla. Entre este propósito y su materialización, las vías se poblaron de todo: cafeterías y restaurantes, principalmente, expandieron su área de negocio. Hemos escrito varias veces sobre el particular y cuando hemos comprobado ‘in situ’ (ejemplo, avenida Colón) el alcance de esa ocupación, no ha habido más remedio que hablar de auténtica anarquía y de auténtico abuso. Casi una jungla, sin exageraciones, en la que era y es difícil transitar, uno de los encantos que brinda la geografía urbana de la ciudad.
            Se dejó y se dejó -como siempre, refugiándose en la crisis y a ver si damos vida a esto- hasta que la situación obligó a la adopción de medidas que, teóricamente, limitaban y regulaban, al tiempo que modificaban tipos fiscales. Los empresarios creyeron que esto no iba con ellos o que las repercusiones no iban a ser gravosas. Ahora ya, con las diferencias visibles públicamente, no solo es tarde sino que será más complicado encontrar una salida satisfactoria.
             Errores de forma y falta de comunicación o negociación  al margen, el problema tiene unas aristas apreciables: el gobierno municipal, viéndose desbordado y con tantas quejas acumuladas, probablemente utilizó la ordenanza fiscal para disuadir a quienes ya disponían en la calle de un segundo local. Trataba de mitigar el impacto. Es un criterio respetable que, en todo caso, necesitaba de explicación. Pues miren lo que ha conseguido: que el Ayuntamiento esté envuelto en un nuevo pleito. Lo de menos es que lo gane; lo importante es el tiempo en que tardará en ser resuelto. Sobre todo, por la aparente diferencia interna entre las concejalías competentes. Y porque, a la espera de una resolución o de una nueva redacción de la ordenanza reguladora, los comerciantes e industriales querrán mantener los ‘niveles’ que han ido cosechando, sin perjuicio de alguna otra medida que, en señal de protesta, ya han anunciado, como el cierre durante una jornada de esos espacios ganados a las peatonales y a algunas que no lo son también.
            En medio de la jungla, por cierto, alguien se ha acordado del Consejo Sectorial de Comercio como órgano en el que tratar y debatir esta controversia en busca de alguna solución. Pero ¿a qué no suena bien en el gobierno local la música de la participación ciudadana?


viernes, 11 de abril de 2014

UNA DETERMINACIÓN CONSECUENTE

Quienes reclaman de los políticos decisiones consecuentes tienen en la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, un ejemplo: la crisis abierta en el gobierno andaluz a raíz de que Díaz determinase retirar provisionalmente las competencias en materia de vivienda al aliado Izquierda Unida (IU), después de que la consejera concediese las llaves de unas viviendas a unos okupas que habían sido desalojados, prueba que es necesario, por encima de todo, respetar el Estado de derecho. En este caso, parece claro que no es cuestión de saltarse la lista de espera, un requisito del procedimiento seguido para la adjudicación de viviendas de promoción pública.


Lo que ha hecho la presidenta andaluza es lo procedente, antes de que desde la Junta se proyectase una imagen de reinos de Taifas. El problema de la vivienda es muy serio: en todo el país se han vivido situaciones límite y desgarradoras. Los poderes públicos hacen lo que pueden con tal de mitigar la demanda creciente.

Pero hay que respetar las reglas de los procedimientos. Es lo que ha hecho Susana Díaz, consciente del calvario que aún ha de cruzar la Junta que preside a cuenta de las irregularidades en la tramitación de los expedientes de regulación de empleo (ERE). Ha ganado credibilidad y ha demostrado que en la política de nuestros días, tan denostada, hay que obrar con firmeza.

Una precipitación que es un error por parte del aliado gubernamental no puede saldarse con la inhibición y con otro error, como hubiera sido mirar hacia otro lado o dejar que pasen los días hasta que escampe. Las normas están para cumplirlas y para ser respetadas: habría que afear cualquier conducta que no se corresponda con esos principios. La presidenta andaluza, seguro que consciente del alcance de su decisión, ha frenado una infracción que, de materializarse, hubiera significado un preocupante precedente. De momento, es una medida política la que ha impedido la materialización.

No se sabe ahora mismo cuáles serán las consecuencias de la crisis pero sí se conoce que tal medida sirve para medir la sensatez y para impedir males mayores. Aunque tenga un coste político. Al aliado gubernamental le corresponde ahora estar a la altura de las circunstancias.

jueves, 10 de abril de 2014

REALIDADES CONTRAPUESTAS

La última entrega del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vuelve a poner de relieve una radiografía del estado de opinión del país muy distinta de la que plasma el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en sus apreciaciones y en sus mensajes. Los esfuerzos del ejecutivo para transmitir la idea de que ya ha pasado lo peor, que se está “en la buena dirección” y que de ahí en adelante solo cabe ir mejorando chocan con esa otra realidad visible en estudios demoscópicos: la ciudadanía sigue incrédula, no palpa mejoría y se ha cansado ya de contradicciones y abusos, muchos de los cuales, por cierto, siguen desarrollándose en clamorosa impunidad.


Una de las conclusiones de la encuesta del CIS es que en marzo aumentó la preocupación por el paro, que se mantiene como principal problema del país, según indica el 82% de los encuestados (un punto más que en febrero). “Quien no tiene trabajo puede hoy tener ya la esperanza de conseguirlo”, dijo el presidente Rajoy ante los suyos el pasado fin de semana. Seguro que le hubiera gustado que el dato del CIS, apenas veinticuatro hora después, hubiera sido otro muy distinto. La esperanza se mantiene, claro que sí, pero ya ven cómo la percepción de la población va por otros derroteros.

Entonces, es como si estuviéramos ante dos realidades contrapuestas. Porque algo similar ocurre con la situación económica del país. Mientras Rajoy dice que “nadie duda de la recuperación”, los ciudadanos encuestados, hasta un 85%, señalan que tal situación es mala o muy mala. Con los resultados en la mano, es llamativo que solo un 9% crea que la economía esté mejor que hace un año, frente al 89% que opina que es igual o peor.

Con tales porcentajes, la certeza del presidente, tan categórica con el nadie por delante, es bastante relativa. Es la prueba clara de las dos realidades apuntadas: la España que el Gobierno desearía, máxime a estas alturas de la legislatura, y la España que aún se debate entre penurias y tribulaciones, la misma que no ve luz en el túnel y que revela, con sus respuestas, un escepticismo notable.



miércoles, 9 de abril de 2014

EL COMBATE PERIODÍSTICO

“El periodismo era y es un arma de combate”, ha dicho el presidente de la Asociación de Periodistas Europeos (APE), Miguel Ángel Aguilar a infolibre.es para exaltar, una vez más, los valores de una profesión que atraviesa una de las peores crisis que se recuerdan. Pero él no se rinde y mensajes como ese lo prueban: no es un llamamiento a las barricadas sino un canto a la creatividad, al incentivo de ideas que frenen cualquier intento de rendición. Aquí, mientras haya vocación y ganas no solo hay que resistir sino tratar de salir adelante con alternativas que reflejen que esto, ni mucho menos, está agotado.
     Es el propio Aguilar quien lo prueba poniéndose al frente de uno de los grandes sucesos periodísticos del año: reeditar, en un solo número conmemorativo, el histórico Heraldo de Madrid, la cabecera que aguantó hasta los últimos días de la guerra incivil española, cuando fue intervenido por los falangistas. Hasta su desaparición. Los contenidos de esta publicación especial evocan el ambiente y las circunstancias de los últimos días del conflicto (una interesante aportación a la memoria histórica) así como la visión y el tratamiento de asuntos de actualidad.
     Si los últimos periodistas del Heraldo acreditaron compromiso y sacrificio, son estas cualidades las que deben inspirar el ejercicio de quienes aún se mantienen en activo y poseen la fortuna de poder informar, escribir, comunicar y opinar. Esa es la esencia del combate: entonces, como ahora, para defender la libertad y el pluralismo. Un combate en el que hay que ir bien pertrechado para contratacar y resistir. Un combate en el que se han sucedido bajas, cientos, miles. Y en el que no han podido intervenir o lo han hecho en condiciones muy precarias quienes andaban en una suerte de reserva, la que aglutinaba, en buen número, los deseos de acceder por primera vez al mercado laboral.
     En plena crisis, llega este estimulante mensaje, que apenas la mitiga, conform; pero sirve para estrujarse los sesos hasta producir una oportunidad, una alternativa. Acaso para demostrar que el periodismo está bien vivo o lo que es igual, se resiste a fenecer.
     Y todo, porque hay que creer en lo que se hace. Lo subraya el propio Miguel Ángel Aguilar al referirse al servicio público que entraña el periodismo activo y al ponderar a los profesionales que “se sienten comprometidos en esa dirección”. Un arma de combate noble para rebelarse contra la agresividad, la violencia, los abusos y la ignominia. Tan noble como esencial.
     Rescatar el Heraldo ha sido como rendir tributo al periodismo, de antes y de ahora, valoradas las circunstancias y los vientos desfavorables y azarosos. Al periodismo y a los periodistas de verdad, casi siempre dispuestos a responder desde la primera línea de ese combate, como han acreditado quienes, en esta iniciativa, adecuadamente coordinados, se ocuparon de los contenidos de actualidad. Aguilar resumió ese afán y ese espíritu con una sentencia valiosa:
     “Se ha demostrado que se pueden hacer cosas, que no está escrita en ninguna parte la fatalidad de nuestro destino”.

     Cuestión de aplicarse.

martes, 8 de abril de 2014

EN PLENO DESCONCIERTO

Algún día, un suponer, se conocerá la estrategia del Partido Popular (PP) para afrontar las elecciones europeas del próximo 25 de mayo. A cuarenta y ocho días de la convocatoria a las urnas (que el propio PP, sin alharacas eso sí, considera ‘importantísima’), ni ha dado a conocer su candidato ni tiene discurso y ni una sola medida para saber cómo quieren que estemos integrados en la Unión Europea (UE). El hecho no tiene precedentes: será que como le ha ido tan bien desde noviembre de 2011, es decir, defraudando, incumpliendo y haciendo lo contrario de lo que había programado, ahora confía en la inercia, en un dejar hacer dejar pasar, para intentar ganarse al electorado no se sabe con qué y con quiénes.
         Es natural que los medios afines secunden esa ignota estrategia. Son pocos los que aprietan y cuando lo hacen se encuentran con respuestas de Mariano Rajoy como al llegar a la convocatoria de Málaga: “No estoy encima de eso”. Y unas pocas fechas, antes en Bruselas, otra respuesta similar: “Ni lo tenemos [en referencia al candidato] ni se lo puedo desvelar”. Si lo que pretenden el presidente y los estrategas populares es desmovilizar al máximo la participación en los comicios, desde luego, se están luciendo.
         No es bueno eso ni para Europa ni para la democracia. Con los vientos de desafección política que soplan, con el abstencionismo que es fácil barruntar, esa inhibición o ese desentendimiento tan descarnado hacen que se enciendan alarmas de duda e incertidumbre. ¿Hacia dónde va el PP, qué es lo que pretende?
         Por no haber, ni encuestas. Así discurre la precampaña, sin chispa, sin gancho. Se imagina uno a los dirigentes populares, huérfanos de elementos sustantivos en las fechas en que hay que calentar motores e incentivar a la ciudadanía: no sabrán qué hacer. Acaso lo definió muy bien el presidente de Extremadura hace pocas semanas: “Tengo ya actos de precampañas programados para este fin de semana y no sé a quién tengo que apoyar”. Tanta indolencia, esa carencia tan visible y la falta de respuestas o decisiones mínimamente convincentes deben haber subido los niveles de desconcierto y de desmoralización. Con todo eso, y a pesar de los esfuerzos de algunos de sus dirigentes -especialmente en los telediarios-, el PP ahora mismo es un partido atónito. Otros, presuntamente sondeados, no han querido saber nada y se han ido descolgando a medida que aparecían sus nombres como candidatables: Arias Cañete, González Pons, Jaime Mayor Oreja y la mismísima Alicia Sánchez Camacho que prefiere estar en el escenario del laberinto catalanista.
         Como no han trascendido rumores ni intenciones, es imposible aventurar nada. Cada partido, cada organización tiene perfecto derecho a programar su agenda y a manejar los tiempos; pero tanto silencio, rayano en el hermetismo, y tanto oscurantismo revelan que algo está pasando. Igual los estrategas y los ‘gurús’ del partido gubernamental consideran que, tal como está el patio político, lo mejor es eso, no dar señales de inquietud. Como si las elecciones europeas no fueran con la sociedad, como si no importaran, como si diera igual un más que presumible retroceso en los resultados.
         Pero no es de recibo la situación. Ni para el partido ni para el electorado. Y aunque estén acostumbrados a resolver aspiraciones y decisiones de candidaturas al mejor estilo ‘dedocrático’ -muy pocos o nadie cuestionarán las determinaciones finales-, lo ocurrido en vísperas de estos comicios en el ámbito del PP es muy poco edificante.

         Lo dicho: un partido atónito, en pleno desconcierto. Sin candidato y sin programa. Por consiguiente, sin recursos para debatir. ¡Viva la democracia!

lunes, 7 de abril de 2014

NI AGUA NI PATRIMONIO

En el plazo de una semana, dos manifestaciones en el Puerto de la Cruz. Dicho así, es como si se hubiera producido un subidón o una ruptura de la tónica de pasividad o indiferencia que caracteriza a buena parte de su población a lo largo de los últimos tiempos. Pero no: es como si siguiera anestesiada, como si ese espíritu crítico de otrora se hubiera evaporado del todo, como si el virus del aletargamiento, con sus servidumbres o aliados, hubiera inoculado de tal manera que es imposible erradicarlo. Y lo que queda, en consecuencia, son núcleos de resistencia, admirables por su identificación, pero cada vez menos potentes.
         Y eso que el agua, como elemento y servicio vital, y el patrimonio más cercano, con el que se ha convivido desde la infancia y por el que transita prácticamente a diario, han sido los factores de la expresión popular, los teóricos aglutinantes de causas que merecen una respuesta que, en sí misma, sea una demanda. Una demanda de soluciones o de peticiones de tratamiento urbanístico ajustado a ciertos valores.
         Pero no. Las dos manifestaciones no se corresponden ni con lo uno ni con lo otro. Es aceptado que el éxito o el grado de una manifestación pública suele medirse por el número de participantes, siempre difícil de calcular, hasta el punto de generar automáticamente una controversia, con fotografías y métodos de cómputo más o menos científicos. Luego, si partimos de que en el lapso de siete días fueron unas quinientas personas las que decidieron clamar en las calles portuenses por un suministro de agua irregular y no potable que afecta a catorce mil vecinos; y que hubo menos seguidores que en una convocatoria anterior en defensa de las señas de identidad del paseo San Telmo (y eso que hay una decisión judicial de suspender cautelarmente las obras), hemos de convenir en que ni agua ni patrimonio movilizan o generan vibraciones en un cuerpo social.
         Las expresiones de rechazo o de repulsa, se dirán, es cuestión de terceros. Malo cuando se alcanza ese nivel de indolencia. Porque se fortalece el mal gobernante ante el que se quiere reivindicar, aunque éste no tenga razón. Puestos a buscar motivos de tan magra respuesta ciudadana, ahí están la comodidad, la abulia, el desentendimiento, el pasotismo elevado a altísimas potencias y hasta el temor o la cobardía de quienes hicieron demostración de que forman parte de un pueblo poco comprometido. Aunque no tengan agua ni les importe la destrucción del patrimonio, luego les veremos aparecer masivamente, entusiásticos, en la víspera de San Juan o el martes de la embarcación, tal como apuntaba una desmoralizada ciudadana que no entendía tanta indiferencia. ¡Ay, portuenses! Lo que fuimos, lo que tuvimos, lo que hemos perdido.

         Ni agua ni patrimonio. Igual a un pueblo desganado y claudicante. Qué fea, de verdad, es la indolencia, sobre todo cuando es inducida.

sábado, 5 de abril de 2014

CIFRAS PARA ESTIMULAR

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicitado unas estadísticas según las cuales el Puerto de la Cruz vuelve ser el primer destino turístico nacional por plazas y en fines de semana. Los registros son significativos: casi el 88 por ciento de ocupación por plazas y el 88,3 por ciento de ocupación en fin de semana. Las cifras mejoran en unos dos puntos las de enero de este mismo año, un hecho positivo pensando en los equilibrios necesarios para mantener cuotas de mercado durante el resto del año.
            Según las mismas fuentes, la ciudad turística registró el pasado mes de febrero 369.000 pernoctaciones, lo que se traduce en  un grado de ocupación por habitaciones superior al 94 por ciento, con una estancia media de 8,34 días.
            Tengamos presente, a la hora de analizar estos datos, que la oferta hotelera y extrahotelera de la ciudad se ha reducido sensiblemente a lo largo de los últimos años. Luego, no hay que lanzar campanas al vuelo, aunque tales porcentajes sean muy positivos en todos los órdenes: reactivación económica, ambientación callejera que gusta y proyección exterior siempre interesante.

            No es que el Puerto vuelva por sus fueros pero gratifica. Habrá que preguntarse, a la hora de analizar las causas de este repunte, si estamos viviendo de las rentas. O, en efecto, nos beneficiamos de los excedentes del sur, derivados, a su vez, de las tendencias de los mercados que siguen viendo en los exóticos destinos del norte de África un espacio peligroso.
            No es que la ciudad disponga de nuevos grandes atractivos como para haber despertado el entusiasmo de clientes que aún no la conocen o que desean repetir. Luego, la fama, el prestigio, el nombre o la marca hacen lo suyo. Y otorguemos el margen correspondiente a las acciones promocionales entre las que ya luce la denominada Puerto de la Cruz Xperience, fruto de los trabajos del Consorcio de Rehabilitación Turística.
            Que sirvan estos datos del INE para profundizar en análisis que favorezcan la sostenibilidad y en acciones llamativas que reflejen el entendimiento entre los sectores público y privado. Que nadie se confíe pues está más que demostrado que la competitividad es muy exigente y por tanto hay que esmerarse en todos los órdenes. Y que el destino está obligado a mejorar para demostrar que estas cifras al alza no son efímeras ni coyunturales.

            Bien entendidas, son cifras para estimular.

viernes, 4 de abril de 2014

CINCUENTA AÑOS DE UN APARATOSO ACCIDENTE

Se cumplieron días pasados cincuenta años de un aparatoso accidente de circulación, ocurrido en las primeras horas de la mañana de un Viernes Santo en el sector El Ramal, carretera de acceso a La Orotava. Seis jóvenes portuenses y un marroquí resultaron heridos leves. Dos de ellos aún viven para contarlo. El furgón en el que se desplazaban quedó completamente inservible. El susto fue mayúsculo. Las primeras informaciones que llegaban al Puerto eran confusas y se extendieron rápidamente. Afortunadamente, la cosa no pasó a mayores. Ya publicamos esta entrada en abril de 2012. Tras una conversación de amigos, plagada de nostalgia y de antiguos sucesos, decidimos reproducirla.


Pedro Rodríguez Perdomo, Domingo Perera Hernández, José Antonio Peláez, Francisco Carrillo, Manolo Cabrera, Francisco Delgado y Maimó viajaban en el furgón marca ‘Commer’ que conducía Peláez. Habían hecho un recorrido que se inició en Santa Cruz de Tenerife, donde asistieron a la popularmente conocida como ‘Procesión del preso’. Desde ahí siguieron a La Laguna, procesión del Silencio, y luego hasta el Puerto de la Cruz, donde querían estar presentes en la del Cristo crucificado que sale del templo a las cinco de la mañana.

En las inmediaciones del muelle compran una rueda de churros que costó cinco pesetas de entonces. Desayunaron con unas botellas de leche que iban almacenadas en el furgón. Con las primeras luces del día, continuaron su desplazamiento hasta La Orotava donde se proponían contemplar la procesión del Encuentro.

En el asiento delantero del ‘Commer’, van Perera y Perdomo, junto al conductor Peláez. Este comenta que siente sueño y se pone unas gafas de sol negras. Quizá fue en este momento cuando el vehículo chocó contra un árbol del margen derecho de la carretera. El impacto hace que Perdomo, que se golpea con el espejo retrovisor, salga literalmente despedido por el parabrisas. Los demás ocupantes sufren cortes, magulladuras y contusiones de distinta consideración. Aparentemente, el de mayor complicación parece ser Manolo Cabrera en cuyos glúteos se incrustan unos cristales. Domingo Perera vio cómo sus pies y sus zapatos quedan aprisionados en el interior retorcido. Fueron trasladados al hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava, donde reciben las primeras curas y atenciones antes de pasar a sus domicilios.

El motor del furgón, emplazado en la parte delantera, fue un aliado decisivo en la suerte de los accidentados.

Se habló del accidente durante mucho tiempo. De hecho, cada Viernes Santo era recordado por más de uno. Los propios protagonistas relataron lo sucedido en muchas conversaciones.

Por fortuna, el suceso no tuvo peores consecuencias. Perera y Perdomo, que entonces no habían hecho el servicio militar, aún lo cuentan.



jueves, 3 de abril de 2014

POR SAN TELMO, DE NUEVO

Dos manifestaciones en una semana en el Puerto de la Cruz. El hecho es llamativo. Y no por el riesgo de que la reiteración en tan corto lapso de tiempo acabe cansando al personal. El caso es que una población muy dada a la quietud y a lo acomodaticio ahora parece querer moverse en otras coordenadas de un mayor activismo externo. Ya lo escribimos no hace mucho tiempo: algo se mueve en el Puerto. No es que sea una agitación masiva pero al menos hay una cierta identificación con ciertas y determinadas causas.


Ejemplo: el proyecto de rehabilitación del paseo San Telmo, del que discrepan numerosos ciudadanos. Una plataforma social, un colectivo, denominado Maresía, no ceja en su empeño de impedir que se materialice en las condiciones que quieren sus promotores. Es la segunda manifestación sobre el particular que se convoca en menos de un año: el sábado próximo insistirán los convocantes en que hay razones para rehabilitar pero también para respetar y no destruir. Sobre todo, lo que son señas de identidad, lo que son núcleos patrimoniales urbanos.

Maresía viene con una decisión judicial favorable: plantearon la suspensión cautelar de las obras y el juez la concedió. Se está a la espera de contrastar la aportación del Cabildo Insular o de la Comisión Insular de Patrimonio. El colectivo ha defendido sin reservas la conservación del muro pero, habiendo interpretado que no es una razón exclusiva y que hasta las administraciones podrían terminar cediendo, sigue contemplando el resto de la actuación con una visión crítica. Con un cierto pragmatismo: no se opone a la rehabilitación, a la mejora de aquellos elementos susceptibles de reposición o reparación. Lo que quiere es que se respeten los propios, los identificativos: lo que quiere es evitar destrucción que dé paso a innovaciones que impacten negativamente.

En cualquier caso, la manifestación quiere ser un grito de ciudadanos, críticos con la actuación, con algunos criterios que la inspiran y con el procedimiento administrativo seguido.

Un grito para acreditar que algo se sigue moviendo en el Puerto.

miércoles, 2 de abril de 2014

A LA ESPERA DEL CONSTITUCIONAL

La Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local (LRSAL) terminó donde se esperaba: en el Tribunal Constitucional (TC). Lo habían anunciado distintas formaciones políticas, casi desde su aprobación, y a medida que se fue conociendo su contenido definitivo y han ido surgiendo dificultades prácticas de su interpretación y aplicación, la voluntad fue acentuándose hasta terminar materializando un recurso cuya resolución se espera ahora con verdadero interés, incluso pensando en las próximas elecciones autonómicas y locales de 2015.
            Hay algunos hechos en torno al itinerario seguido tras la aprobación de la norma por parte del Gobierno y de la mayoría popular que llaman la atención. Por ejemplo, que la Xunta de Galicia haya aprobado otra ley específica ¡para interpretar la propia LRSAL! O que el Gobierno de Canarias haya acordado con la Federación Canaria de Municipios la elaboración de unas pautas para encontrar alternativa a las dudas y las trabas inspiradas por técnicos y funcionarios a la hora de implementar determinados preceptos, sobre régimen retributivo y sobre prestación de servicios sociales, pongamos por caso. O que por primera vez en treinta y cinco años de democracia municipal en nuestro país más de dos mil trescientos ayuntamientos, en representación de más de dieciséis millones de ciudadanos, hayan presentado un recurso totalmente inédito con un factor sustantivo relevante: defender la autonomía local que se considera claramente vulnerada en el texto.
            Un texto que, como hemos dicho en otros artículos sobre el particular, restringe competencias a los ayuntamientos y deja abiertas las puertas a la privatización de los servicios sociales, en una suerte de último nicho de negocios que restaba al sector privado. No es ya el deterioro sino el desmantelamiento mismo de estructuras y redes de servicios que las instituciones locales idearon y pusieron en marcha con gran esfuerzo -mientras el sector privado se entretenía en otros negocios más jugosos, más directos y menos problemáticos que la atención a quienes de verdad la necesitan- para que los vecinos, siquiera por el principio de la proximidad, encontraran un refugio al que acudir, un espacio de consuelo y de atención que ahora podrán seguir utilizando solo que, probablemente, pagando de su bolsillo tasas y tarifas por prestaciones. Unas serán más caras, por supuesto. Y no hay garantía de que la mayoría ofrezcan la misma calidad que hasta ahora. Serán los ayuntamientos pequeños, los de menos de veinte mil habitantes para situarnos, los que más sufran las consecuencias en este marco de los servicios sociales. Al producirse un traspaso universal de competencias a diputaciones, cabildos y consejos insulares, asistiremos a un reajuste de tarifas y precios públicos que aseguren los beneficios de las empresas y las subidas tributarias a las familias.
            Recordemos que el Consejo de Estado ya emitió en su día un dictamen sobre los contenidos de la norma. El Gobierno salía malparado pero siguió adelante pues la máquina reformista no se detiene ni aun con informes públicos de instituciones a las que se consulta su parecer. Ahora es el TC el que tiene la palabra. Será determinante su parecer con vistas al futuro de los ayuntamientos, pensando, además, en que la mismísima Carta Europea de Autonomía Local a la que suelen recurrir algunos municipalistas para hacer valer sus posiciones también se ve lesionada.
            Mientras tanto, es inevitable pensar en las entidades locales como subordinadas de otras administraciones públicas que, por mor de una reasignación, hayan pasado a ser las titulares del listado competencial que caracterizó durante varios mandatos el desenvolvimiento de los ayuntamientos.

            El recurso ante el TC es ampliamente representativo de una mayoría social. No es una razón para sentirse excesivamente optimistas a la hora de su resolución pero no puede ser que tanta gente ande tan descabellada a la hora de pensar que los centros de poder político más cercanos a la ciudadanía se van a ver privados de autonomía, de financiación, de recursos y de instrumentos para solventar demandas y necesidades primarias.

martes, 1 de abril de 2014

DE FUENTES, AGRESIONES Y LIBERACIONES

La liberación de Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova, los periodistas españoles del diario El Mundo secuestrados en Siria durante más de seis meses, llenó el domingo de una inusitada alegría no solo en su redacción sino en todos los ámbitos periodísticos y entre sus familiares. Era el punto final a un largo período de incertidumbre, de desconocimiento de la suerte que habían corrido quienes habían escogido un escenario bélico, uno más, para contar el ardor y las atrocidades.
            Hay que congratularse de la noticia, naturalmente, sobre todo después de otros hechos ocurridos durante la semana que tuvieron también en la órbita de la comunicación unas destacadas referencias, algunas nada gratificantes.
            En Madrid, por ejemplo, se registraron algunas agresiones policiales a reporteros que cubrían manifestaciones de protesta. Efectivos antidisturbios, en efecto, llegaron a amenazar, persiguieron y empujaron a informadores, redactores y gráficos, que estaban allí para ver qué sucedía y contarlo. Es decir, cumplían con su deber. Hay pruebas videográficas de lo ocurrido, pruebas que ponen de relieve el riesgo de estos cometidos profesionales. Cierto que aún estaban frescas las secuelas del final de las denominadas ‘Marchas por la dignidad’ -¿a quién interesaba que las reventaran, con aquella violentísima y deplorable terminación?- y podía pensarse, por tanto, que un nuevo escenario de escarceos, golpes, enfrentamientos y quebrantos se iba a desarrollar; pero ello no significaba que eran los representantes de los medios de comunicación quienes habrían de pagar los vidrios rotos, nunca mejor empleada la tópica expresión. A este paso, los periodistas van a ser vistos, en manifestaciones o concentraciones, como enemigos. Peligro.
            Y como no hay dos sin tres, un suceso que terminó no siéndolo en las cercanías de la costa sur de Gran Canaria, un avión flotaba sobre el mar, encendió nuevamente el debate de la inmediatez y del papel de las redes sociales. Aunque esta vez no puede culparse a medios o periodistas concretos que, en todo caso, ante la magnitud del hipotético suceso, hicieron  lo que debían: tratar de confirmar lo que se decía había ocurrido en fuentes oficiales. Éstas ya habían activado los resortes de cierta difusión, después de las llamadas recibidas y las transmisiones de información efectuadas, por lo que durante un tiempo, con la ansiedad propia de estos casos, se trabajó sobre el insólito hecho de un avión (omitamos los detalles) que flotaba en el mar. La controversia, cuando se comprobó la realidad del buque que remolcaba, estaba servida. Queda el consuelo de saber -si así puede denominarse- que los protocolos y la puesta en marcha de los dispositivos fueron activados de inmediato.
            De este caso, un apartado: el de la inmediatez o instantaneidad de las que nos henos ocupado en algún comentario anterior. Está claro que, de haber sido cierta, esta noticia es de las que hay que transmitirla, sobre todo por las consecuencias que hubiera tenido. Y quienes están en el trance de ofrecerla, entre apremios, trataron de verificarla en fuentes oficiales, es decir, entre quienes se supone que estaban en condiciones de decir sí o no, de qué se trata, cuándo y en qué punto. Llámese negligencia o malentendido, lo cierto es que se dio lugar a una situación insólita y hasta ridícula. Aunque nadie la hubiera deseado, desde luego.
            Sostienen periodistas y directores veteranos que la noticia hay que contrastarla al menos por tres fuentes diferentes. Leopoldo Fernández, ex director de Diario de Avisos, por ejemplo, cuenta que en etapa de Europa Press, anticipó en noviembre de 1975 la noticia del fallecimiento de Franco. Al instante recibió una llamada del ministro León Herrera: “Te has precipitado. El caudillo está aún vivo”, le dijo. Fernández refutó: “Lo siento ministro pero tengo tres fuentes donde puedo confirmarlo”. Y por ello transmitió el teletipo.

            Habrán cambiado la tecnología y las circunstancias pero la esencia noticiosa sigue obligando a respetar ciertos cánones, por mucha premura y por mucha instantaneidad que tienten o parezcan obligar a destaparla.