miércoles, 30 de abril de 2014

TENDENCIAS PREOCUPANTES

Siempre hicimos ver a quienes reclamaban textos breves para todo (desde una publicación digital al boletín de una organización política o cultural, pasando por alguna edición institucional) y muchos contenidos gráficos, que eso no podía ser interpretado al pie de la letra, que no debía ser aplicado como si de un principio inamovible se tratara. Eran -y son, seguro- los convencidos de que la gente no lee; en otras palabras, que la letra, con gráficas entra. Menos textos y más fotos, para resumir en lenguaje coloquial.
            No es así por razones bastante obvias: hay hechos noticiosos que no se pueden ni se deben despachar con un texto de pocas líneas o con la redacción de un más o menos bien condensado pie de foto. Y además, incitar a no leer, con ese “método” (menos textos, más fotos) tan peculiar, está muy lejos de ser una buena solución. Se puede entender el valor de los álbumes, la preferencia de muchas personas a visualizar imágenes y la práctica del coleccionismo, pero abreviar al máximo, hasta reducir a la mínima expresión, creyendo que con tal fórmula se obtiene un buen producto y los destinatarios quedan encantados, además de completamente informados, dista de ser la mejor solución, dicho sea en tono muy genérico.
            Pero es una tendencia muy extendida, se admite; de ahí que sea necesario perseverar en invertirla en cuanto contribuya a mejorar contenidos y los propios productos informativos. El periodismo de nuestra época está aquejado de unos cuantos males que solo los profesionales están en condiciones de superarlos a base de rigor y tratamientos adecuados. Malo que la comunicación -y, sobre todo, la información- estén a expensas de políticas editoriales pacatas: hay que lograr que las circunstancias negativas sean una adversidad permanente que deje el periodismo como algo superficial y anodino.
            El periodista y profesor de la Pontificia Universidad Católica de Perú, Alberto Munive, especialista en géneros periodísticos y nuevas tendencias de la comunicación, hace un pormenorizado análisis de esta preocupante tendencia en los medios de su país. Muy buena parte de su interpretación, a la que añade consideraciones suplementarias que acentúan tal preocupación, se podría aplicar en nuestra órbita más cercana. Porque aquí también padecemos noticias fragmentadas, una especie de raquitismo textual que llega a ser, en algunos caso, auténticamente obsesivo. “Eso explica -escribe Munive- por qué géneros como la crónica o el reportaje ya no encuentran espacio en las páginas de estos [medios] impresos”.
            Identifica y llama ‘ultiminutismo’ el autor peruano a la inmediatez, a la información en tiempo real, ser los primeros en ofrecer la noticia. Ya hemos hablado sobre los riesgos del particular, las consecuencias de algunos casos de precipitación que terminan mermando la credibilidad. La verificación previa, el contraste, como regla de oro. Con razón dice Alberto Munive que “por esa vía se hace pasar como contenido periodístico desde rumores hasta información institucional y publicidad. Las redes sociales y no pocos portales on line viven hoy del ultiminutismo”. Hay decenas de ejemplos, desde luego.
            Este periodismo de superficie, como él mismo llama, sufre otro mal, una verdadera plaga: la ‘declaracionitis’, es decir, un exceso de testimonios que son, en su mayoría, una versión parcial e interesada de las fuentes. Claro: “Este periodismo de declaraciones difunde opinión en vez de información”, señala antes de concluir con una inquietante realidad: “Cientos de reporteros no saben hoy cómo buscar y transmitir hechos, y muchos menos, contar historias. Han sido adiestrados para andar a la caza de dichos y reacciones”.

            Entre las equívocas preferencias o indicaciones de promotores y responsables de ediciones, orientadas a la máxima brevedad textual y al predominio gráfico, y las otras tendencias apuntadas, está claro que la crisis ha causado estragos y que hay razones para el escepticismo sobre el futuro del periodismo en general, especialmente en el ámbito laboral. Será complicado, desde luego, lograr, con tantos condicionantes, productos creíbles y de calidad.

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