“Seguimos sin timonel” afirmó días
pasados el vicepresidente de la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife
(ASHOTEL), Enrique Talg, al referirse a la vacante producida en la gerencia del
Consorcio de Rehabilitación Turística del Puerto de la Cruz con el cese de
Fernando Senante, materializado el pasado 13 de febrero.
Son
ya, por tanto, más de dos meses sin que tal estructura administrativa -a la que
hemos definido como la última gran oportunidad que tenía el destino turístico
para su relanzamiento- tenga una función gerencial que, al menos, sirviera para
dar continuidad a las actuaciones que estaban en marcha. Se podrá decir que
igual no es mucho tiempo pero lo peor no es eso sino el silencio que envuelve
las dudas y el silencio que concurren en la cobertura del cargo.
Dudas
con la fórmula que se adopte, después de que los tribunales de justicia
estimaren las alegaciones presentadas por una central sindical basadas en que,
al tratarse de dinero y recursos públicos, debía ser un funcionario competente
el que los administrase. En el seno del Consorcio, por lo que parece, alguna de
las partes integrantes quiere mantener a toda costa ese criterio.
El
silencio es llamativo. Vale que se quiera dar pasos con seguridad, o lo que es
igual, no repetir errores; y vale que, con la fórmula legal que se adopte, se
pretenda un perfil curricular ejecutivo que impulse las iniciativas y los
proyectos que fueron concebidos en la etapa de Senante. Pero, además de
acelerar los trámites, conviene transparentar, que se sepa cuáles son las
intenciones y los plazos pues no hay tiempo que perder: se agota el mandato y
el futuro, en todas las instancias político-institucionales y en todas las
escalas, es muy impredecible.
El
próximo lunes, sin ir más lejos, finaliza el plazo para la presentación de
alegaciones al Plan de Modernización y Mejora (PMM) del Puerto de la Cruz, uno
de los instrumentos considerados básicos para afrontar el porvenir de la
ciudad, turísticamente hablando. Veamos si las hay aprovechables. Pero, sobre
todo, confiemos en que no se registre la respuesta silenciosa que ya se produjo
-como el escritor Carlos Cruz García se encarga de recordar- con otros planes
anteriores, prueba palpable de ese silencio exasperante que es, acaso, la
demostración de la incapacidad de las administraciones para dar respuesta ágil
y consecuente a sus propias previsiones.
Los
responsables institucionales tienen la palabra. Es el propio sector turístico,
es la misma patronal, quienes están urgiendo soluciones. Tras los avances
producidos -el Consorcio se mueve, llegamos a escribir- es lastimoso que se
perdieran el ritmo y los recursos. Hay proyectos, hay programas, hay
compromisos en ejecución. Hasta una cierta identificación empresarial y
profesional pareció aflorar, como si fuera un hilo de esperanza. Pero es cierto
que cuando desde dentro no se activan los resortes, porque no se cree en lo que
se quiere hacer o por razones e intereses políticos contrapuestos, difícilmente
pueden esperarse resultados positivos.
Pero, qué va: éste sería un fracaso que la ciudad no se podría
permitir. Esperemos que las partes sean conscientes de ello. Por tanto,
urgente: disponer de gerente.
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