sábado, 30 de abril de 2011

CIUDADANO DE LA VILLA, CIUDADANO DEL VALLE

Sabemos de su salud quebrantada pero también de su fortaleza de espíritu. De ahí que nos hayan llamado la atención sus recientes declaraciones a Diario de Avisos, tan poco amigo él de prodigarse en los medios de comunicación. De Francisco Sánchez García hablamos. Han sido como un ejercicio de sinceramiento personal y político que estaba pendiente: hay un mensaje directo para el nacionalismo desideologizado que parece ambicionar el poder cueste lo que cueste. Y hay una evocación de cómo y por qué empezó todo, de aquellos orígenes de una formación política que contaba con bendiciones eclesiásticas (don Víctor Rodríguez, siempre don Víctor con sus consejos y su afán reivindicativo para superar el atraso y la marginación) para asomarse a la democracia y romper, en una localidad caracterizada por el conservadurismo, los esquemas convencionales de participación política. Ahí nació la Agrupación Independiente de La Orotava (AIO) que sería el germen -junto con la semilla de otros alcaldes que se significaron al margen de los partidos políticos y sembraron su tirón personal- de la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI), siglas que cuajan años después en Coalición Canaria (CC), cuando las circunstancias propiciaron una conquista del poder político, más o menos hegemónica. A Santa Cruz no le gusta pero tiene que mirar obligatoriamente a La Orotava, El Rosario, Granadilla o Guía de Isora para comprobar ahí residía el naciente.

Pero bueno: lo importante es Francisco Sánchez García, un caballero, un destacado futbolista que alcanzó la profesionalidad, un excelente profesional del derecho y político ejerciente en el primer mandato municipalista (1979-83), cuando fue alcalde de la Muy Noble y Muy Leal Villa de La Orotava.

La primera imagen que conservamos de él es en ‘El Peñón’, reforzando a Puerto Cruz en un encuentro de la entonces célebre Liga Interregional que disputaban los tres primeros clasificados de los respectivos campeonatos provinciales. Francisco se elevó en un salto sobresaliente para rematar un balón que Norberto Baudet, entonces arquero del Real Unión de Tenerife, desvió de forma inverosímil chocando un poste. Se pidió gol; pero el árbitro no lo concedió. Cuando terminó el choque Francisco y Norberto se saludaron e intercambiaron explicaciones del lance.
El futbolista

En Sánchez se fijó el Real Madrid cuando cursaba sus estudios de leyes en la capital. Eran algo más que buenas maneras: desmarque, regate, juego con los dos pies, ganar espaldas… Había un futbolista que vendría cedido a la Unión Deportiva Las Palmas, quizá a la espera de curtirse para dar un salto que no se produjo. Había que ganarse la vida al margen del balón.

Balón que seguía rodando y con el que rendiría admirablemente en su equipo de toda la vida, la Unión Deportiva Orotava. Su alineación atemorizaba al adversario. La conquista de un título campeonil frente al Tacoronte, en ‘Los Cuartos’, es un logro inolvidable. Serio, cabal, cortés, correcto: un deportista que era un ejemplo para infantiles y juveniles a los que también dedicaría, años después, ya retirado, mucho de su bagaje.

En ‘El Peñón’, otra escena, ya en los setenta, cuando nos reprochó, cordial y cariñosamente, la visión de un partido del Trofeo Teide, plasmada en el desaparecido La Tarde. Nos dijo que habíamos sido muy exigentes con un equipo de regionales que competía con otro de superior categoría. Seguro que tenía razón.

En las temporadas posteriores, Francisco Sánchez García empezó a ejercer funciones de dirigente. Fueron unos años duros, un período en el que la información deportiva adquirió un nivel crítico y de denuncia que habría de ser decisivo para cambiar muchas cosas.

Nunca le agradeceremos lo suficiente su asesoramiento y su ánimo en aquellas reuniones de directivos de Tacoronte, disconformes con las estructuras viciadas de la Federación Tinerfeña de Fútbol. Ya andábamos en Radio Popular de Tenerife, en una etapa profesional extraordinaria desde todos los puntos de vista. Sánchez estuvo siempre ahí, prudente, atento y diligente, no importa que eludiera micrófonos y fotos de papel prensa. El protagonismo nunca fue lo suyo.

Otro ciclo interesante, futbolísticamente hablando, fue el que le vinculó a la selección juvenil tinerfeña, junto a Manuel Delgado Meco, un estudioso preparador físico que fuera durante muchos de la selección española de fútbol y del Athletic Club de Bilbao. Trabaron buena amistad que fue ampliándose, con Iñaki Sáez y con otros destacados formadores en la cantera de Lezama cuyo modelo es el que se quería aplicar en la isla.

El político

A finales de los setenta, la democracia llamaba. Se necesitaba a personas jóvenes que encarnaran los cambios políticos que la ciudadanía demandaba, embarcada ya en la andadura democrática. Francisco no defraudó a quienes le pidieron que encabezara un proyecto local para sacar a la Villa del marasmo. Aceptó y se ganó la confianza del pueblo. En aquella época política había mucho de experimental y él timoneó desde la alcaldía, pactando y gestionando, haciendo gala de talante democrático sin rehuir las importantes carencias de servicios que entonces tenía la localidad.

Francisco acreditó entonces que era ciudadano de la Villa, pero también ciudadano del valle. Continuaba animando a Del Pino, por ejemplo, al que confesaba su admiración por el dominio de balón que atesoraba el genio de El Peñón. Y cuando se produjo la crisis de la recogida de basuras por el cierre del lazareto santacrucero, fue de los primeros en llamar al malogrado Paco Afonso para decirle (estuvimos presentes en esa conversación) que no se preocupara (el Puerto, por sus características. generaba entonces un notorio volumen de residuos que había que volcar diariamente) pues disponía de unos solares que servían para la emergencia durante tres o cuatro días.

Ese amor por el acercamiento de las poblaciones del valle lo acreditó en aquellos años cuando fue capaz de lograr que los alcaldes del Puerto de la Cruz y Los Realejos le acompañaran en la cabeza de la romería, con razón “la fiesta más bonita que hay en Canarias”.

Seguro que podía haber proseguido carrera política pero prefirió el despacho y los juzgados. Siguió viendo fútbol, de todas las categorías. Siguió pendiente de sus amigos, de Ramón Fariña, de Manolo Pérez, de los vascos, de sus primos, del fiel Santiago Palmero, por ejemplo, que le acompañó en no pocos avatares. Y de Roberto Hernández Illada: el fue quien impulsó unos honores ciudadanos concedidos durante nuestra etapa en la alcaldía portuense.

La reflexión

Siempre preocupado y sensible, atento observador a cuanto sucede en su Villa natal y en la isla, Sánchez ha reflexionado en voz alta para señalar hechos que no deberían pasar inadvertidos ni como meras recomendaciones teóricas en tiempos que la política genera desapegos y antipatías.

“Las gentes de las islas necesitamos conocernos mejor y querernos más”, ha dicho entre otras cosas quien, preguntado por la falta de democracia interna y el desprecio por la soberanía popular que perjudican a la mayoría de las agrupaciones políticas, responde en Diario de Avisos:

“El origen del problema está en la falta de preparación política, que es general en toda España”.

Esa, en pocas palabras, es la clave. ¡Animo, Francisco!

viernes, 29 de abril de 2011

RÚBRICA Y FOTO

Van Gobierno de Canarias, confederaciones empresariales de las dos provincias y las centrales sindicales UGT y Comisiones Obreras, se citan y se ponen de acuerdo para una rúbrica y una foto que, teóricamente, viene muy bien en estas fechas. ¿Muy bien para quién? He ahí el dilema.
Es un acuerdo de readaptación del denominado “Pacto por la economía y el empleo”, destinado a fomentar e impulsar la emprendeduría y la empleabilidad así como a dinamizar las iniciativas para optimizar y modernizar los servicios públicos. Si la memoria no falla, la principal crítica política que recibió, cuando ese Pacto fue suscrito en 2009, fue su carencia de contenido presupuestario. Es elemental: a estas alturas de la película, cualquier iniciativa, cualquier idea que surja, por muy bien redactada que esté, por muy benevolentes efectos que vaya a producir, si no está acompañada de ficha financiera, esto es, recursos, consignación y plazos, es papel mojado.
En el momento de los plácemes, tras la firma, apreciaciones en la línea de triunfalismo y complacencia para la ocasión: tirón del turismo, mejor posición que el resto del Estado, todo va a mejor, aprovechar la coyuntura…, o sea, autos de fe sobre mensajes facilones de entender. Igual cuelan en el fragor de los actos de campaña y en el inagotable torrente de información interesada de estas fechas.
Y está muy bien que se hable de emprendedores y de empleo, de modernización de los servicios públicos, de simplificar la legislación, de los esfuerzos para optimizar los recursos y de formación, sobre todo, de formación que buena falta hace para cualificar el mercado laboral y hacer más competitiva la productividad económica.
Porque claro, mientras se revelaba la foto -perdón, se digitalizaba- y se editaban las piezas informativas, latían los datos: casi el 30 por ciento de paro en las islas y algunos sectores productivos subsistiendo gracias a las subvenciones. Las políticas activas de empleo siguen siendo una materia sin aprobar ni madurar. Y la gente, más allá de las fotos y de las imágenes, quiere ver y palpar la plasmación de esos acuerdos, necesita medidas concretar para salir del marasmo.
El documento suscrito, por otro lado, salvo en la apariencia formal de mantener encendida las conexiones del diálogo social, no ha sido conocido ni aprobado por el Parlamento que reabrió sus puertas exclusivamente para dar luz verde a la ley póstuma de las cajas de ahorros, por lo que mucho nos tememos que la readaptación, o lo que sea, aún teniendo de positivo lo señalado, apenas sirva para salir del trance, dada su evidente desnudez presupuestaria y su fragilísima cobertura.
Una rúbrica y una foto ¿para qué? No son la primera ni la última de los múltiples actos análogos en período electoral. Dejémoslo ahí. Y en octubre, ande quien ande, preguntaremos por el precio de las garbanzas.

jueves, 28 de abril de 2011

IZQUIERDA FRAGMENTADA

Escribe Miguel Hernández en valletaoro.com un tan breve como atinado análisis sobre la próxima cita electoral en La Orotava, municipio en el que concurren hasta cinco, cinco organizaciones de izquierdas. Ni más ni menos. Es fácil, según el autor, deducir el resultado: proseguirá la hegemonía de Coalición Canaria, a la que no desgastan -¿por qué será?- tantos años en el poder.
Este párrafo de Hernández lo explica todo: “Al igual que en ocasiones anteriores -¡y ya van diez!- cada uno de los grupos acentúa su peculiar, exclusivo, singular y único proyecto, al tiempo que, por un lado, señala su acendrada disposición a abanderar la unidad de las fuerzas progresistas y, por otro, culpa a los otros del fracaso de esa inalcanzada unidad: ¡una historia que, por repetida, aburre!”.
En La Orotava, donde no ha habido una transición política, la izquierda -las izquierdas- son la crónica de una fragmentación ruinosa, electoralmente hablando. Y es curioso, porque en elecciones legislativas, los resultados son disímiles. Es decir, el mismo electorado distingue perfectamente sus preferencias. Pero en llegando a lo local, el depósito de confianza es siempre el mismo.
Llamativo también que, después de tantos años -se supone que de tantas enseñanzas- los adversarios políticos no hayan sido capaces de disponer una mínima estrategia para intentar acabar con esa hegemonía. Miren que van candidatos, miren que van programas, miren que van proyectos pero… eso, entre la dispersión y los personalismos, carne de fracaso electoral.
Los independientes locales, primero; y los insularistas, después, coparon el espacio a partir de sus mayorías. Se lo arrebataron a los conservadores que, salvo tímidos avances en el casco, se han decantado por la opción que mejor podía defender sus intereses. Ni en las mejores rachas del Partido Popular ha corrido peligro el predominio de lo que hoy es Coalición Canaria.
Y por la izquierda, todo lo demás. Ni siquiera el cambio generacional o la incorporación de políticos más jóvenes han representado un incentivo. El PSOE, arrastrando sus penurias desde aquellas primeras elecciones y sus secuelas de luchas intestinas. No ha sabido o no ha podido siquiera encabezar un proyecto básico de unidad progresista. Es más, otras siglas llegaron en el pasado a disponer de más concejales que la representación socialista.
Y esa es otra: el ejercicio de oposición también ha dejado mucho que desear. Se supone que, con iniciativas propias y con una fiscalización adecuada, dado el paso del tiempo, debía ir ‘in crescendo’, se podría ir mermando la capacidad y el espacio de quien detentaba el poder político. Pues no: salvo contadas excepciones en casos muy concretos, la oposición no ha hecho mella.
Total: la progresía -superar la fragmentación es la primera asignatura- debe aprender. De sus propias experiencias y de sus propios errores. No puede ocurrir que, convocatoria tras convocatoria, salga derrotada de antemano y se resigne por los siglos de los siglos de los siglos.

miércoles, 27 de abril de 2011

VALIENTE COSPEDAL, PERO SIN RAZÓN

Valiente sí que ha estado María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, al cuestionar, en vivo y en directo, en uno de sus programas estelares, la imparcialidad de Televisión Española (TVE). Con serenidad, convencida de lo que decía (“mi opinión es en representación del partido”, vino a afirmar), desahogó su descontento, el de los suyos. Lo hizo de frente, en el tono adecuado, como hay que hacer las cosas.
Otra cosa es que tenga razón. No se ha quejado mucho el Partido Popular del tratamiento que recibe en los informativos de la televisión pública, en la televisión de todos. Y se comprende: el pluralismo está más que contrastado. No hay informativo en que sus planteamientos se hayan visto deformados o maltratados. Al contrario, hasta es probable que en algunos momentos parecieran recibir mejor consideración que los del mismo Gobierno. Hasta estas confesiones de Cospedal, el PP no parecía atravesar aguas televisivas turbulentas.
Fueron un reto personal de Rodríguez Zapatero las transformaciones en TVE y lo ha superado. Quizá por esa misma razón, la secretaria general de los populares dijo lo que dijo, poniendo en tela de juicio la imparcialidad del medio público. Pero el tiempo terminará reconociendo la obra del presidente del ejecutivo en una asignatura que, legislatura tras legislatura, se había convertido en un arma arrojadiza de primera. Desde la deuda a la financiación, desde el ERE a la supresión de centros territoriales. TVE, pocos lo dudan, ha ganado en pluralismo, independencia, rigor y credibilidad.
Por eso replicó con seguridad y entereza Ana Pastor, la conductora del espacio “Los desayunos informativos”. Mencionó la libertad con que ahora se trabaja como timbre de orgullo de los profesionales y señaló que “las encuestas y todos los premios que han recibido los [espacios] informativos de la cadena no dicen que sea como otras épocas anteriores, con el PP o del PSOE”.
Que las manifestaciones de María Dolores de Cospedal -se cuidó, claro, de salvar a los profesionales- estén dando pie a una nueva confrontación política es bastante lógico. La secretaria general de los populares olvida que en las comunidades donde gobiernan, si hay algo que figure en los primeros puestos de los planos críticos es precisamente el papel y la gestión de las televisiones públicas. Los escándalos habidos en Madrid y Valencia, a propósito de ciertos casos de presunta corrupción política y de cobertura de algunos acontecimientos, están frescos en memoria y hemerotecas. Por ahí le lloverán comparaciones y su opinión, que es la del partido, según sus palabras, se tambalea, de modo que su valentía en el directo ante Ana Pastor quedará en eso: en una cualidad accidental.

martes, 26 de abril de 2011

CONDENADO POR INJURIAS

Un tribunal ha condenado a Miguel Angel Rodríguez, ex portavoz del Gobierno, por un delito continuado de injurias, realizado con publicidad. Llamó ‘nazi’ a un médico madrileño, al que, en un programa televisivo de gran audiencia, apodó, además, ‘doctor muerte’. Independientemente de la valoración de las cantidades fijadas en la resolución, que seguramente será apelada, el hecho llama la atención en un país donde, a menudo, la libertad de expresión se confunde hasta el abuso. La impunidad con la que se obra, sin el más mínimo respeto a los límites fijados por la Constitución, ha alcanzado caracteres alarmantes.
Pero la sentencia sirve para tener una referencia, de esas que se memorizan fácilmente -estilo “la justicia es un cachondeo”- y se recurre a ellas cada vez que haya alguna situación para comparar.
Que se tenga en cuenta, especialmente cuando en determinados programas audiovisuales, de aquí y de allá, algunos predicadores vomitan, sin el más mínimo recato y en la más absoluta impunidad, no ya falacias y tergiversaciones sino toda suerte de improperios, dicterios y afrentas sobre cargos públicos y personas que no sólo no están presentes sino que no tienen opción de defenderse. Es más, puede que el término ‘nazi’, que ya tiene un costo judicial, hasta se quede corto y pálido al lado de las “lindezas” que tales especialistas vierten con reiteración, creídos, claro, que todo el monte de la opinión es orégano de insultos y descalificaciones.
También de injurias, según esta condena.
Que se lo piensen.

lunes, 25 de abril de 2011

DERECHA EXTREMA

Con casi el veinte por ciento de los votos emitidos en Finlandia y un anterior avance -sobre el diez por ciento exigido- de Marine Le Pen en unas elecciones cantonales francesas, la extrema derecha gana posiciones. Inquietante. Favorecidos por las circunstancias de la gran depresión y con una muy tibia respuesta del poder político, los vientos radicales populistas, entrecruzados con los xenófobos y los racistas comienzan a soplar con cierta fuerza. Preocupante. Otros países (Italia, Suecia, Austria…) ya conocen corrientes y en el Parlamento Europeo (PE) también han hecho su aparición. Desasosiego. En España, la derecha más extrema, alentada por impúdicos altavoces mediáticos que no reparan en gastos de ignominia y vituperios, sigue moviéndose hasta agitarse. Desazón.
Las situaciones que, históricamente, han propiciado fenómenos de este tipo, cobran en nuestros días forma de respuesta a la recesión económica que ha ido produciendo efectos de perturbación miedosa y recelos crecientes en una ciudadanía cada vez más perpleja que, en su indefinición y ante el escapismo estatalista, intenta mantener la cabeza a flote en el desigual mar de las redes sociales. Por ahora, parece insuficiente.
Una respuesta que va más allá del malestar que pueden causar la inmigración o el islamismo. Estos problemas se ven desbordados o empequeñecidos cuando la dimensión global de la crisis aún no ha dado -posiblemente por una auténtica ausencia de liderazgo en el escenario internacional- con un modelo alternativo que haga barruntar la salida. La población europea lleva mucho tiempo sumida en las malas noticias, en la incertidumbre, en los recortes sociales, en los decrementos de la productividad y en los rescates financieros. Los paliativos, una socialización de la pérdidas mientras los beneficios han seguido siendo pasto de la privatización y, por tanto, de unos pocos, han generado todavía más desesperanza.
El panorama es sombrío. La derecha se encuentra a gusto, se muestra encantada con la abstención y explota al límite la irritación ciudadana, sin aportar fórmulas o programas que hagan ver la alternativa. Es como si quisiera ignorar lo que ocurre, se aferra al neoliberalismo y deja entrever que todo volverá a ser como antes. Si en las aguas revueltas, el conservadurismo extremo hurga y hurga sin rubor, hasta aniquilar valores ideológicos, termina socavando cimientos del mismo funcionamiento democrático. Parece exagerado pero no lo es.
Y no lo es porque, en el otro lado, la izquierda, mejor dicho: la socialdemocracia está cuasi noqueada, a la defensiva, sin reacción y sin discurso, sin saber qué rumbo tomar para superar las tribulaciones, a las que se ha añadido este inquietante fenómeno neopopulista y demagogo. Comoquiera que las prescripciones del poder político o de las instituciones que lo representan están siendo tan alicortas, no son de extrañar ciertas tendencias sociológicas y los propios resultados electorales a los nos referimos.
El caso es que hay un campo abonado en el que algunos ya están recogiendo los frutos. Y si las circunstancias persisten, o sea, si se acentúan el escepticismo y el malestar, seguirán germinando aquellos factores que atenazan el porvenir de forma clara. O el poder político se pone las pilas y planta cara de una vez o las complicaciones crecerán severamente. Hasta hacer que caiga el tinglado.
Después vendrán los lamentos. Ya será tarde y no servirán de nada.



sábado, 23 de abril de 2011

CASA AMARILLA

Ahora que el asunto ha entrado en vía de red social (facebook), la ocasión la pintan apta para medir la fuerza y el empuje de ésta; pero lo que es más importante, para confiar en una feliz resolución de una ya antigua iniciativa: la restauración de la denominada Casa Amarilla, ubicada al final del sector La Paz, muy cerca de la variante del túnel, próxima al límite del término municipal.

Está en ruinas, apenas quedan las paredes pero el inmueble tiene un valor histórico descomunal: en las primeras décadas del siglo XX, albergó el primer centro mundial para el estudio del comportamiento de los primates, bajo la dirección de Wolfgang Köhler, un científico alemán al que la leyenda atribuye funciones de espía pues allí, en la Casa Amarilla, cuentan que tenía instalada una estación de radio para controlar el paso de los buques de guerra.

En cualquier caso, allí trabajó con los primates. Hay hasta una película en blanco y negro en la que se ve cómo intenta adiestrarles y cuáles son las respuestas de los animales. Tuvo entre sus directos colaboradores a un portuense muy popular, identificado como “Manolo el de los machangos”.

En las ruinosas paredes de la Casa Amarilla -ojo: no confundir con otra de igual denominación en el sector Calle Nueva-La Vera- han quedado pues interesantísimas investigaciones científicas. En otro lugar ya hubieran hecho lo imposible para restaurar o reedificar, reservando el uso para alguna finalidad vinculada al hecho que albergó. Pero aquí ha ido languideciendo, deteriorándose, sufriendo los embates de la desidia y de la insensibilidad. También los de la especulación sobre el suelo pues no es ajena a un contencioso cuya resolución, por cierto, demoró o dificultó algunos trámites puestos en marcha para la reconstrucción.

En su día tratamos con un destacado profesor de la Universidad de La Laguna, el doctor Más, quien volcó muchos empeños personales para que la idea cristalizara. Le acompañaba un entusiasta portuense de Punta Brava, Melchor Hernández Castilla, quien con artículos en prensa y con recopilación de documentos, ha mantenido encendida la llama de la esperanza de ver surgir la casa desde sus cenizas. La Declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) que promovimos y apoyamos desde el Ayuntamiento pareció una luz en el túnel

Los intentos chocaban con pleitos judiciales y con limitaciones de inversión pública. Al menos la constancia de quienes más interés han atesorado ha permitido salvar la idea que cobra ahora una nueva dimensión con el impulso que pueda recibir desde una de las redes sociales por excelencia. La Asociación puesta en marcha, entre otros, por el propio Hernández Castilla ha seguido trabajando, inasequible al desaliento de infructuosas y estériles gestiones.

Y ahora, a esa dimensión que surge del interés que despierte en el espacio cibernético, hay que unir otros interesantes planteamientos que al menos deben servir para despertar el interés y la curiosidad de ciudadanos, no más ni menos indolentes, sino simplemente desconocedores de que allí, en la Casa Amarilla, hubo un laboratorio, un centro de investigación científica por el que se ha preocupado la mismísima Jane Goodall, la célebre naturalista británica.

Que se sumen la Universidad de La Laguna, el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, la coral ‘Reyes Bartlet’ y grupos de profesores o estudiantes tiene que ser un incentivo colectivo, un acicate para rehabilitar el edificio y encuadrarlo en las coordenadas desde las que el Puerto de la Cruz tiene que intentar tanto el rescate de una parte de su historia como un relanzamiento de su oferta, no sobrada precisamente de recursos como pudiera ser la Casa Amarilla.

jueves, 21 de abril de 2011

RESPETAR Y NO PROVOCAR

Qué manía o qué ganas tienen algunos de provocar tensión y de generar conflictos. Sobre todo, cuando no hay necesidad.

Si al final, en Madrid, han prohibido una procesión atea que coincidía con la del Jueves Santo, hay que congratularse de la decisión.

Respetándolo todo: creencias, ateísmos, libertad de expresión, de manifestación, de religión... Respetando todos los derechos.

Pero hacer coincidir una manifestación de ese tipo, justo cuando hay cultos que se aceptan de forma inveterada, parece hasta una provocación.

Y tal como están las cosas, que una chispa salta -o la hacen saltar- hasta provocar lo indeseado, es mejor prevenir y evitarlo.

No faltan ni días ni ocasiones para las celebraciones o escenificaciones pretendidas, dándolas, si se quiere, hasta una motivación o ídentificándolas con algún hecho relevante o de cierto valor, así que mejor AHORA no hurgar ni provocar, en fechas que, además, no están para eso.

miércoles, 20 de abril de 2011

OBLIGADOS A REVISAR UN ESQUEMA

Hemos anticipado en una comparecencia televisiva el replanteamiento de la dedicación política en corporaciones locales después de las elecciones del próximo 22 de mayo. No se quiere aguar la fiesta a nadie ni arruinar las expectativas de quienes acceden a la representación pública porque quieren o pueden entregarse por completo a ello. Pero las circunstancias que concurren sugieren la necesidad de revisar un modelo que, con sus variables, quedó consolidado -e incluso, fortalecido desde el punto de vista legal- desde el segundo mandato municipalista (1983-87): las haciendas locales están muy depauperadas, los gastos de personal se han elevado considerablemente, los presupuestos siguen menguando, los ingresos están muy por debajo del nivel general de gastos… ¿Por dónde reducir? He ahí el gran dilema.
Los políticos deben ser conscientes de que están llamados a dar ejemplo. Y en este caso, deben tomar la iniciativa. Esos equipos de gobierno de diez o trece y más concejales ‘liberados’ o con dedicación exclusiva, fruto mayorías electorales o de alianzas postelectorales, no pueden seguir siendo norma. No es sólo su gasto retributivo, de cotización a la Seguridad Social e indemnizaciones o dietas sino el de asesores y personal de confianza que, por exceso, se ha convertido en un abuso durante los últimos años. Los márgenes se han desbordado.
Y como es el conjunto del sector público el que se lleva casi todos lo denuestos, el personal político no queda excluido, de ahí que se abogue por una racionalización. Así como en su momento hubo que ser reivindicativo y propiciar cobertura legal -como a cualquier otro colectivo laboral- a quienes decidieron encauzar sus pasos por los surcos políticos, ahora se plantea afrontar un nuevo marco de juego que comporte ahorro y disminución del gasto público.
Es cierto que en algunos casos se puede interpretar que el porcentaje de las retribuciones de los órganos de gobierno en un volumen global presupuestario resulta el célebre chocolate del loro. Y hasta habría que dar la razón a quienes defiendan la teoría de que por esa vía será cada vez más difícil encontrar a personas que se dediquen al ejercicio de responsabilidades públicas. Y tampoco estarían errados quienes de esa forma adviertan que será difícil evitar tentaciones extracorporativas y el fomento de las corruptelas.
Pero algo hay que hacer porque el nivel de gastos, en ese capítulo, se hace insostenible y la ciudadanía se muestra cada vez más crítica y quiere hechos, decisiones que permitan acabar con este estado de cosas y vislumbrar alternativas.
Que nadie se perjudique, desde luego, especialmente si ha de renunciar su trabajo, total o parcialmente; pero que no se prolongue una situación proclive a los abusos. Poner controles y topes, desde luego. Ponderar los niveles de endeudamiento. Ajustar los cálculos relativos cuando de estos gastos específicos se trate. Reestructurar organigramas, aglutinar áreas de gestión, funcionar con criterios más rígidos…
No se quiere tampoco restar capacidad política ni difuminar la representación pública ni renunciar a realizar programas… No. Se quiere revisar unos esquemas que, ahora mismo, no pueden seguir el mismo camino de los últimos tiempos.
Por eso, sería bueno estrujar la imaginación en busca de fórmulas y propiciar un gran acuerdo político, un pacto por la gobernabilidad sostenible de las instituciones sin pérdida de la dignidad pero con exigencias de reducción del gasto público. Al menos, hasta que se superen las estrecheces de la contracción.
Es la gran asignatura del próximo mandato y de los posteriores.
Que alguien, con coraje político, ponga el cascabel.

martes, 19 de abril de 2011

OTROS MÓVILES

La demora y el agotamiento de los plazos para formalizar la presentación de las candidaturas ante la Junta Electoral por la práctica totalidad de los partidos políticos traslucen serias dificultades para la confección de las mismas.
Todo da a entender que cada vez resulta más difícil ‘fichar’ a alguien, incorporar a personas que, con verdadera vocación política, desean participar activamente, además, en el primer escalón, es decir en el municipalista.
Empiezan a quedar lejos los tiempos -a principios de los noventa se quebró esa tendencia- en que la recluta era relativamente cómoda entre los afiliados de la propia organización y cuando la política local interesaba mucho más que en la actualidad. No digamos los primeros mandatos tras la restauración de la democracia, cuando un entusiasmo frenético se entremezclaba con las ganas de trabajar por el pueblo o por el barrio. Cierto que entonces primaba el voluntarismo: era lógico; no había gran cultura política y ésta comenzaba a fraguarse a base de concurrencias producidas por algún reclamo. En algunos casos, propiciaron la aparición de políticos que aprendieron al ritmo de los vertiginosos cambios que se iban operando en las corporaciones locales. Y algunos lo hicieron bien, francamente bien: se curtieron y progresaron; unos para especializarse y asumir altas responsabilidades, en tanto que otros para dar el salto a otras instituciones o a otras funciones.
La evolución de la política local -siempre respetando las diferencias entre las características de las ciudades- ha devenido en una exigencia mayor, es decir, ya no bastan el entusiasmo y conocimientos elementales del desempeño de quienes han de ejercer responsabilidades públicas. Se requiere ahora una capacitación técnica o profesional más completa. Siguen existiendo los líderes de barrios o de sectores, personas que se mueven con extraordinaria facilidad y tienen una cierta o gran ascendencia sobre el medio. Pero el desenvolvimiento en la actividad pública, los cauces legales y de todo tipo por los que la misma ha de discurrir, tienen ahora mismo otro significado. La vocación se evaporó.
Tal circunstancia que, teóricamente, debería favorecer un proceso de madurez social y política, sin embargo, no parece ser la única causa que va frenando la incorporación de personas a las listas electorales. El alejamiento -y en algunos caso, la aversión- se van produciendo por factores que tienen más que ver con el propio devenir de la política, con el deterioro que ha ido ganando esta noble actividad como consecuencia de una serie de factores que acentúan un rechazo que la misma clase política no ha acertado a ir despejando o mitigando.
Se juntan así la decepción, el desencanto y el desapego, caldo de cultivo del abstencionismo, hasta el punto de haberse convertido en un adversario común contra el que debían fijar algún tipo de estrategia para superarlo. Mucho es de temer que no figure entre las prioridades.
Y entonces se palpan las dificultades para convencer a personas, para invitar a éstas a sumarse a proyectos, para echar una mano a favor de los intereses generales o para colaborar con quienes han asumido las delicadas tareas de encabezar o dirigir alguna representación.
La política, así, interesa menos. O sólo interesa desde la perspectiva de una oportunidad para obtener unos ingresos estables, para lograr una ocupación más o menos bien retribuida. Para muchas personas que aún no han conocido un primer empleo, se convierte en la opción que no debe ser desperdiciada. Lo de menos es la ideología: se trata de ir con quien pueda anticipar el acceso a una dedicación ocupacional bien retribuida. Tal como están las cosas, con la recesión económica que, en algunos casos, se robustece, se trata de una oportunidad.
Y claro sin vocación ni ideología, con el materialismo y la necesidad como móviles principales, asistimos a una nueva fase de la participación política activa. Nada más lejos de frenarla con estas consideraciones que sólo pretenden plasmar, a grandes rasgos, la evolución y las diferencias que median entre aquel entusiasmo -y aquellas limitaciones- de principios de los ochenta y de la democracia municipalista y esta ola forzada de la segunda década del siglo XXI en que las ideas y los proyectos colectivos, empujados por las circunstancias, han ido dejando sitio a otros reclamos menos utópicos y menos vocacionales.

lunes, 18 de abril de 2011

EN EL BANQUILLO

Hace algo más de un año, escribimos que entre las aristas incomprensibles que suelen ofrecer algunos casos sometidos a la administración de justicia y de notable repercusión mediática, llama la atención que algún imputado entable acciones contra el magistrado que investiga, diligencia o instruye. Si el asunto es de naturaleza política, es normal que se quiera aumentar la revoltura desarrollando una estrategia con una finalidad muy clara: sembrar el proceso de todos los vicios y todas las dudas posibles y anularlo. Entonces, todos los recursos formales y tácticos al alcance son válidos, aunque uno de ellos sea denunciar al mismísimo juez que acusa. O sea, el acusado se convierte en acusador. La vuelta de tuerca que ha significado el reciente anuncio de ver al juez Baltasar Garzón en el banquillo chirría al contrastarse que este hecho sucederá antes de que sean enjuiciados los presuntos delincuentes a los que el juez imputa en el conocido caso Gürtel, de presunta corrupción política. Pero la siembra va dando frutos y hay personas y poderes que han arriesgado y han invertido lo suyo como para estar desatentos llegada la hora de la cosecha. Poco parece importar que la actuación de Garzón, ordenando, conforme a disposiciones legales, la grabación de las conversaciones de los imputados con sus abogados, haya sido avalada por su sustituto en la instrucción del citado caso y otras autoridades judiciales. Pero la interpretación de que las escuchas son una extralimitación procesal hasta meterse de lleno en las coordenadas de la prevaricación, hecha por mayoría en el seno del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, sitúa a Baltasar Garzón en el banquillo. Es probable (por no decir seguro) que con otros protagonistas, la suerte hubiera sido distinta pero para llegar a decir misión cumplida este paso era determinante. Que el juez comparezca desde el banquillo de los acusados por intentar conseguir más evidencias contra algunos imputados en la trama Gürtel, aún sin juzgar, es una de las más flagrantes paradojas que se recuerda, sobre todo en el ámbito judicial. En cualquier caso, pendientes ahora de la resolución, es la simbología lo que más importa a los enemigos del juez: verle en el banquillo, lo que eso significa. Y quienes eso pretendían y eso ensalzan, sin importarles la trascendencia ni el propio funcionamiento de la justicia, saben muy bien el valor que tal hecho encierra antes de que el caso principal y otros casos (el de la represión franquista, por ejemplo) sean juzgados. De héroe a villano no hay más que un paso. Garzón lo está experimentando en carne propia después de haber anticipado, él mismo, una implacable estrategia de “desprestigio, acoso y desautorización” de su tarea jurisdiccional. En ella han intervenido, directa o indirectamente, desde dentro o desde ciertos altavoces mediáticos, quienes en su día le subieron al olimpo de la persecución a quienes deducían -porque políticamente interesaba- detrás de actuaciones criminales al margen del Estado de derecho. Garzón, en sus horas más difíciles e inciertas, ha logrado concentrar notables afectos y simpatías populares pero debe ser consciente de que “la derecha española nunca pierde en los tribunales” (Federico Abascal dixit). Y cuando parece que cierta simbología es sacudida o se tambalea, todas las vueltas de tuerca que hagan falta. Faltaría más.

sábado, 16 de abril de 2011

PRECURSORES DEL FÚTBOL-SALA

Un amigo de los que habitan en las redes sociales –porque, dado su auge, habrá que decir eso: que ya son un espacio ineludible de convivencia- nos pide que rememoremos aquel rincón donde tantos portuenses, de todas las edades y condiciones, jugamos al fútbol en precarias condiciones: el Penitente. Ya glosamos en el blog sus singulares características, incluso las multiusos. Pero es la de cancha balompédica la que interesan. En un municipio donde no había instalaciones deportivas, aquel lugar se convirtió en un recurso de primera utilidad para practicar y competir. El fútbol-sala estaba aún bastante lejos de ser conceptuado como tal, de modo que quienes allí evolucionaron pueden ser considerados como precursores de una modalidad de la que España ha llegado a ser campeona del mundo. Rescatemos pues un fragmento de lo escrito entonces: “…Una de las plataformas [en referencia a las encintadas con roca basáltica concebidas en su día para albergar carga o mercancía] tenía trazos poligonales. Allí se jugaron formidables partidos de fútbol. El municipio no tenía instalaciones deportivas y había que jugar donde fuera. El Penitente era el lugar preferido de grandes y chicos. Se jugaba con pelotas de trapo o de papel, sucedáneo de balones o pelotas que llegaron años después. Las hacían los propios contendientes, con un arte y un esmero dignos de encomio. La demanda de la cancha llegó a ser tal que hubo que hacer sorteos y turnos. Los más chicos jugábamos en horas y fechas que no importunasen a los mayores. En un largo banco, junto a la trasera del empaquetado, quedaban libros, enseres o ropa de baño. Porque los más atrevidos se lanzaban desde el borde del antiguo desembarcadero para seguir nadando hasta San Telmo. En aquella plataforma poligonal acreditaban su clase balompédica don Jesús “El maestro”, Pepe Torrents, Antonio Galindo, Celestino Padrón, Salvador González, Gilberto Hernández, Boro Acosta, Alvaro Figueroa, Julio Rodríguez, Tomás Real y tantos otros que regateaban de manera inverosímil en una superficie reducidísima. Algunos jugaban hasta descalzos. Eran los antecedentes del fútbol-sala, practicados al aire libre, junto al Atlántico. La pelota caía al mar des vez en cuando, consecuencia de algún despeje ‘in extremis’: suerte dispar, en ocasiones se perdía definitivamente y en otras, el valiente de turno se lanzaba y la recuperaba para seguir jugando. Había temporadas en blanco para esa cancha, quiere decirse que no se podía jugar porque el espacio era ocupado para otras finalidades. Allí quedaba instalada una carpa del denominado Teatro Popular Español, en donde llegó a actuar, si la memoria no es infiel, la mismísima Mary Carrillo, a quien Dios guarde. Los bachilleres íbamos a los ensayos, por las tardes, y nos colábamos por una rendija de las paredes de lona…”. Por supuesto que a los nombres citados se podrían añadir otros muchos. Es más: era frecuente ver a grandes y chicos, jóvenes y mayores, con equipos más o menos equilibrados. Y las anécdotas. Como aquella ocasión en la que una pelota recién estrenada cayó al mar y se lanzó ‘Chiquín’ Torrents a buscarla. No se sabe por qué pero empezó a nadar a tal velocidad hacia San Telmo que no se detuvo y dejó la pelota atrás. Y otra: a Francisco Pérez Yanes le regalaron desde Venezuela una pequeña cinta magnetofónica –aún no se conocía el casette- y con ella grabamos la transmisión de uno de los juegos que después escuchamos con fruición en la plaza de la Iglesia. Y otra: un balón que iba rumbo al mar mientras Alberto corría para impedirlo. En su afán, casi tira al pescador que faenaba en el borde y hubo de agarrarle. Y otra: un partido de escolares del Gran Poder de Dios a doce goles que no terminó porque se hizo de noche y el marcador señalaba 7-6. En el Penitente, en fin, estarían los antecedentes del fútbol-sala. Seguro que fue el más popular de los espacios que en otros barrios portuenses –incluso, calles casi completas- eran empleados para jugar y para hacer el poco deporte que se podía y se sabía hacer.

lunes, 11 de abril de 2011

SIN PARTITURA

Cuando se supo lo de Portugal -es curioso que las exigencias del rescate sean superiores a las del plan de ajuste que, rechazado en el Parlamento, forzó la caída del gobierno luso en otra prueba de que, para la derecha, cuanto peor, mejor-, se reeditaron en España los ecos del apocalipsis, una suerte de paradójico anhelo en igualar y padecer las penurias de terceros que certificaría la incompetencia y el desastre de gestión como nunca antes habían sido exaltados en este país. Pero ese paroxismo tendrá que esperar. O al menos así lo han transmitido el Banco Central Europeo, los todavía poderosos financieros americanos, la poco sospechosa Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), representantes de la Comisión Europea y ejecutivos de otros organismos internacionales que coincidían en que la crisis portuguesa no contagiará a España, lo cual no significa que el Gobierno se relaje y deje de cumplir los ajustes que ha marcado para evitar un colapso económico y del propio sistema financiero. Porque si se advierten las primeras señales de crecimiento, es evidente que hay que perseverar como factor indispensable para generar empleo y para confirmar la previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) cifrada en un 1,3% para el presente año. Algunos expertos han señalado que, además de mantenerse inalterable el objetivo de reducción del déficit, este crecimiento económico será más sano y derivará de una mayor aportación del sector exterior, o sea, las exportaciones, que impulsarán la inversión productiva privada y será progresivamente complementada por la demanda nacional. El caso es que los primeros datos de la recuperación de la economía española -sólo falta la generación de empleo para corroborarla y hacerla llanamente creíble más allá de los registros estadísticos- están siendo muy apreciados en el extranjero. También es curioso que mientras en España, cercanía electoral aparte, adversarios políticos y mediáticos del Gobierno sigan haciendo sonar los clarines del catastrofismo, las valoraciones procedentes del exterior sean de signo contrario. Un editorial de Financial Times, por ejemplo, habla de éxitos duramente conseguidos y destaca las “valientes reformas estructurales y de otro tipo destinadas a recortar el déficit público”. La revista Time tampoco escatima elogios y tras preguntarse si Zapatero puede hacer de héroe, responde que está haciendo progresos en la solución de los problemas “y todavía más, en estabilizar al menos el sentimiento de los inversores hacia su país”. El pasado mes de marzo, mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó “medidas rotundas” en el ámbito fiscal y en el mercado laboral para estabilizar las previsiones financieras y mejorar la productividad económica, el informe de la OCDE sobre el futuro de las pensiones remarcaba la significativa mejora de la sostenibilidad financiera del sistema a largo plazo. El todo es que, después de haber tocado fondo, estos indicadores y estos testimonios revelan una recuperación, o lo que es igual, España avanza en la dirección correcta pero debe continuar esforzándose para acreditar la solvencia de unas reformas y de unas medidas así como la solidez de algunos de sus pilares económico-financieros que empiezan a ser apreciados por analistas e inversores. Positivo, si es beneficio colectivo. Al menos, las trompetas apocalípticas, agotadas y sin partitura, siguen desafinando.

sábado, 9 de abril de 2011

ABSTENCIÓN, ADVERSARIO COMÚN

Un adversario común tienen los partidos políticos que concurren en las próximas elecciones municipales en el Puerto de la Cruz del próximo 22 de mayo: la abstención. Se advierte tal grado de desencanto, de desmotivación, de pérdida de ilusión o interés por la vida política municipal -por lo demás, tan degradada últimamente- que si ello se traduce en una deserción ante las urnas, estaríamos ante un preocupante retroceso democrático. Ojalá nos equivoquemos: el Puerto siempre presumió de altos registros de participación, superiores al setenta por ciento. Pero ahora… O sea, que la primera tarea que deberían marcarse los supuestos departamentos de estrategia electoral es la de producir iniciativas para reclamar el interés de los electores, para motivarles, para hacerles ver que unos comicios son decisivos para mantener vivo y con buen funcionamiento el sistema democrático. No parece, por lo que trasciende, que sea esa la asignatura prioritaria. La prueba es que a punto de expirar el plazo para la presentación ante la Junta Electoral de la composición formal de las candidaturas, sólo el PSOE -más tarde de lo habitual y deseable, por cierto- ha dado el primer paso en el trámite de su aprobación orgánica. Ello revela, entonces, que todos andan con dificultades no ya para ordenar numéricamente la lista sino para convencer de la continuidad a quienes ya ejercen cargo edilicio o para reclutar personas que deseen incorporarse a tareas de responsabilidad pública. No atrae la política. Al menos como otrora. Parece haberse agotado el entusiasmo que caracterizó determinados ciclos, cuando había vocación y cuando se desbordaban las ganas de participar en tareas municipalistas. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué ese distanciamiento? ¿Por qué ese desapego? Un poco de todo. La política municipal ha dejado de atraer. Veamos algunos de los factores: penurias económico-financieras que hacen difícilmente sostenible cualquier plan o iniciativa, déficit estructural en la institución que presupone quebraderos y múltiples impedimentos, reedición de debates muy poco productivos y de bajo nivel, anquilosamiento en las perspectivas de hallar alternativas o nuevos horizontes en el propio modelo socieconómico, escasa eficacia, exceso de politización en asuntos que no la requieren, clima de convivencia muy alejado de lo que en otro tiempo fueron virtudes de respeto y tolerancia, personalismos inconmensurables, frustraciones, desprestigio… Y bronca, demasiada bronca frente a la progresiva pérdida de credibilidad. Unos contribuyen más que otros y otros se han dejado arrastrar por los efectos perniciosos de aquélla hasta convertirse en un círculo vicioso Así es muy difícil que la política atraiga. Con todos esos considerandos, los partidos políticos, a poco que ausculten la realidad social, deben olfatear que el abstencionismo es caldo de cultivo, de ahí que arrancáramos con la idea de combatir esa potencialidad creciente. Deben saberlo, lo saben: si la gente no acude a las urnas, será un fracaso colectivo. Pero hasta la fecha, salvo algún tímido intento de incursionar en redes sociales, muy poco. Se necesitan ideas y proyectos. Nuevos discursos, otra forma de entender la política. Queda muy poco tiempo, desde luego, para un trabajo de esta magnitud. Pero los portuenses que se han cansado de los factores reseñados -y de algunos otros, seguro- precisan de incentivos. Especialmente, aquéllos más desencantados y cada vez más tentados de engrosar las filas del abstencionismo. Lo suyo era precisamente lo contrario: dar lecciones de participación. Nada nos gustaría más que volverla a palpar el próximo 22M.

viernes, 8 de abril de 2011

ECONOMÍA SUMERGIDA

Un estudio de cuatro profesores de la Universidad Rey Juan Carlos, publicado en el último número de “Cuadernos de Información Económica”, de la Fundación de la Cajas de Ahorros (Funcas), arrojaba un dato revelador: la economía sumergida en España significa en torno al 17% del Producto Interior Bruto (PIB). Si se tiene en cuenta que en el período 1989-2008 el volumen de la economía oficial medida por el PIB se ha más que duplicado y que la economía sumergida, en el mismo cómputo de tiempo, se ha multiplicado por cuatro, está claro que los niveles de esta economía en nuestro país son preocupantes dados sus efectos en principios básicos de la productividad como la equidad, la eficiencia y la competencia. Entendamos la economía sumergida como la que escapa al control de Hacienda. Desde el momento en que el Estado no recaude todo lo que podría, ya estamos hablando de un lastre. Y el problema es que crece para dar pie a una disyuntiva: atajar el fraude fiscal o atacar, hasta su erradicación, las posibles causas de esa economía que no se registra o que no aflora. Independientemente de las connotaciones sociológicas, es evidente que hay una cultura que propende a aprovecharse de vacíos legales en determinadas actividades, de otras que siendo legales no se declaran, de la evasión de impuestos, de la doble contabilidad y de los trabajos sin facturar. Todo eso, unido a la percepción de que se pagan demasiados impuestos o que éstos se administran mal (cuántas veces hemos escuchado la frase “para que lo malgaste el Estado o el Ayuntamiento, yo no pago”) desemboca en amplísimas lagunas donde predomina la oscuridad y a donde se quiere llegar amparándose, además, en el hecho de que todo el mundo lo practica en el marco de una notable impunidad. El estudio de Funcas señala que en nuestro país, durante el período aludido, la economía sumergida genera una merma de ingresos fiscales que llegó a superar los treinta y dos mil millones de euros anuales de media, lo que supone entre el 5,4 y el 5,6% del PIB oficial. Estas cantidades ponen al descubierto los efectos a los que hicimos referencia: por un lado, en el supuesto de que todas las actividades económicas estuvieran sometidas a fiscalidad y asumiendo que la recaudación fiscal no experimentase variación, la presión fiscal bajaría casi cinco puntos porcentuales, nada menos. Y por otra parte, el empleo. Sea cual sea el procedimiento de estimación de la economía sumergida que se utilice, los autores de este trabajo destacan que el empleo sumergido ha crecido de forma espectacular, situándose en unos cuatro millones al término de los datos computados. Los autores, por cierto, explican que esta cifra no implica que exista otra equivalente de personas que realizan su actividad laboral al margen de la economía oficial ya que puede ocurrir que algunas o muchas de ellas trabajen tanto en el ámbito de la economía sumergida como de la oficial. El caso es que el Gobierno tiene que afrontar con valentía y coraje política la solución de este problema y sus derivados, incluso para dar consistencia a sus medidas de ajuste, tan bien ponderadas en el extranjero. El ministro de Trabajo llegó a hablar de un plan para aflorar este dañino tipo de economía. La flexibilización de la cotización a trabajadores autónomos, la simplificación de las declaraciones a Hacienda, poner negro sobre blanco los réditos de actividades alegales e incluso delictivas (no puede ocurrir que los ingresos por prostitución o tráfico y comercialización de estupefacientes sigan siendo opacos) y agilizar los procedimientos de cruce de datos derivados de información financiera, información fiscal e información laboral de los declarantes, deben ser tenidos en cuenta a la hora de aprobarse ese plan que sirva, al menos, para mitigar los perniciosos efectos sobre el corpus económico de un país al que aún quedan por experimentar cambios sustanciosos si es que quiere mejorar su competitividad. En otras palabras, o se corrige y se emerge o seguirán ahondando las profundidades hasta que se produzca el cataclismo.

(Publicado en Tangentes, número 34, abril 2011)

lunes, 4 de abril de 2011

LA LEY PÓSTUMA

Quienes creíamos haberlo experimentado todo en la Comunidad Autónoma de Canarias (“los que fuimos a Vietnam ya vimos estallar todas las bombas”, solemos decir cuando se produce alguno de esos hechos insólitos) ya tenemos otro episodio para la colección de surrealismos políticos: el Parlamento se reabre para intentar dar carta legislativa a la bancarización. Se habían despedido sus señorías. Hasta hicieron acto de contrición en la sesión de cierre de una legislatura poco productiva. Pero un día antes del último pleno tuvo entrada en la cámara el proyecto de ley que el Gobierno había remitido para adaptarse al Real Decreto Ley que regula la nueva dimensión de las cajas de ahorro. Había un plazo, el de enero, pero el ejecutivo, empeñado en que hubiera otra materia para lucir el dudoso honor de ser los últimos de la clasificación, no lo tuvo en cuenta: dejar hacer, dejar pasar. La inhibición es de las que hacen época, agravada por la pretensión de tratar media docena de artículos, no más, y cuatro disposiciones transitorias, en un intento de salir del trance, cuanto menos se note mejor, quede el grueso para la próxima legislatura y lo que te rondaré morena. No es que parezca, es poco serio. Endosar el pasotismo del ejecutivo a una asamblea legislativa que ya había dado por terminado su ejercicio activo era, además, una faena, sobre todo si se la quería despachar con un aliño en los que sólo reparan los tres o cuatro de siempre. Menos mal que el portavoz socialista, Francisco Hernández Spínola, planteó con sensatez y valentía el tratamiento de la norma al completo, esto es, el texto articulado en su conjunto, en una prueba clara de dignificar la institución parlamentaria, obligada a reabrir sus puertas para aprobar una norma de indudable importancia en un singular proceso contextualizado en el marco de una contracción económico-financiera que ha obligado a un redimensionamiento de estas entidades con tal de poder seguir compitiendo. La alternativa de la oposición mereció la unanimidad -la responsabilidad, siempre ese sentido de los socialistas en los momentos más delicados- y el papelón será solventado con un trámite procedimental mucho más presentable: una ponencia y un pleno durante el presente mes para elaborar y aprobar el texto articulado de las cajas canarias, sobre todo para que nuestra comunidad no fuera la única que quedara sin regulación específica en una nueva realidad del sistema financiero. La norma, recordemos, incidirá en la diferenciación básica para seguir funcionando: el negocio, la actividad financiera estará en los bancos resultantes de la fusión promovida; en tanto que la obra social, monte de piedad y la sede serán las materias que tendrán el adecuado tratamiento jurídico y la defensa de los intereses generales, argumento que sirve para eclipsar el planteamiento, más o menos verosímil, de superar el inconveniente de la edad de jubilación del presidente de la antigua CajaCanarias, cuyos órganos, por cierto, aún siguen pendientes de la segregación del negocio financiero a Banca Cívica. Y es así cómo las puertas de la sede de Teobaldo Power volverán a abrirse para que un proyecto de ley de esta naturaleza -¿es que no importa el dinero de los impositores, es que se pueden tratar estos asuntos con tanta ligereza?- sea elaborado, debatido y aprobado como se merece. Con sentido global y no estilo compadre, además de luz y taquígrafos. Menos mal que alguien salvó la dignidad de la institución para aprobar la ley póstuma de la legislatura.

sábado, 2 de abril de 2011

80 AÑOS DE ROBERTO

Ha cumplido ochenta años Roberto Hernández Illada. Sus hijos, familiares, amigos y allegados le tributaron una celebración por sorpresa. Cuando llegó al lugar, creyendo que asistía al cumpleaños de uno de sus hijos, y se encontró con la asistencia de más de setenta personas que, puestas en pie, entonaban la versión española del “Happy birthday”, el hombre no pudo reprimir la emoción. Lógico. Después, cuando recuperó la normalidad, se sintió feliz y comprendió el valor de la amistad sincera. No es el primer homenaje que le tributan a Roberto pero éste posiblemente haya sido el más cercano, el más entrañable, el más espontáneo, el que más se acerca a su personalidad. El ha sabido ganarse en vida el respeto y el afecto de los demás, con un sentido de la rectitud y de la responsabilidad que pocas personas pueden lucir. Y se ha granjeado la admiración, esa que no requiere de expresiones grandilocuentes, de quienes conocen de su mesura, de su tesón y de su amor al deporte. “No se es consciente siempre de tener tan buenos amigos”, acertó a decir a la hora de dar las gracias. En esta ocasión, antiguos jugadores de aquellos equipos de fútbol que dieron lustre al deporte portuense le acompañaron como lo hicieron entonces. Memorizamos alineaciones y lamentamos la pérdida de los ausentes. Calculamos edades y comentamos episodios de fichajes y ascensos. El papel de Roberto Hernández Illada fue decisivo para muchos deportistas. El legendario Juvenil Once Piratas y el primer ascenso del Club Deportivo Puerto Cruz son hitos entremezclados con la rehabilitación de El Peñón y algún otro obstáculo federativo. Hernández, como le llamamos de vez en cuando, era todo: cuidador del campo, el que tramitaba las fichas, el que iba para Santa Cruz, el que compraba los equipajes, el que hablaba con los padres del jugador… En una época de penurias, cuando la proyección futbolística era dificilísima, Roberto se empeñaba en que los jugadores jóvenes no fumaran y en que no se fueran de verbena en las vísperas de los partidos. Si alguno era sorprendido infringiendo este sencillo particular código de conducta, ya sabe lo que le esperaba. Al cabo de los años retornó a la actividad directiva con el Atlético Puerto Cruz. Pero ya no era igual. Las costumbres y los usos tanto sociales como futbolísticos habían cambiado sustancialmente. Aún así, su labor era respetada. Como también lo fue la que desarrolló a posteriori en el Club Natación Martiánez, especialmente con el equipo de waterpolo, al que ascendió a la División de Honor, la máxima que ha alcanzado -junto al Marlins, de béisbol- una representación deportiva del Puerto de la Cruz. La presencia de José Antonio Marrero, quien le sucedió en la presidencia, y una sentida carta que Jesús Cuartero, el técnico, envió desde París, probaron que en esta disciplina Roberto Hernández Illada también dejó huella. Un álbum de fotografías de época, otro familiar y unos cuantos regalos más -entre los que destaca el reloj del Atlético de Madrid, su equipo del alma, entregado por Manuel Torres- testimoniaron la satisfacción de una jornada obsequiosa. Nos quedamos con las ganas, por cierto, de ver los resultados del trabajo digital de Juan Antonio Acevedo quien preparó un DVD con momentos estelares de la vida deportiva del cumpleañero. Quizá en otra ocasión. Hago esfuerzos para no repetir la definición de Roberto Hernández Illada en su faceta de dirigente deportivo, cuando este concepto aún estaba lejos de su materialización más avanzada. En su momento escribimos, y así lo hemos empleado a posteriori, que él es el último romántico del deporte. Pero los esfuerzos -ya ves, estimado Roberto- son baldíos. No hay mejor definición. Así que permite que, de nuevo, lo emplee y te distingamos con esa cualidad que debe enorgullecerte, como así ocurre con todos los que han sido tus discípulos y siguen siendo tus amigos.

viernes, 1 de abril de 2011

ABUSAR DE LA PALABRA

Aprender a escuchar. Respetar. Aunque parezcan infinitivos de la obviedad aplastante, hay que ponerlos en práctica. Porque en cualquier 'zapeo' o búsqueda del dial, las cosas siguen igual o de mal en peor: los programas con la fórmula tertuliana o de debate, con moderador y más de dos intervinientes, son el espejo de lo mal que congeniamos a la hora de exponer criterios o de defender ideas. No es una mera cuestión de formas. Se puede y se debe discrepar. Es muy saludable. Pero hay que saber hacerlo. Y en algunos espacios televisivos o radiofónicos se registra la antítesis. A ver quién habla más alto -a veces gritando-, a ver quién interrumpe con más frecuencia, a ver quién luce mayor vehemencia dialéctica... Díganme ustedes cuando se pisan o hablan varios -y todos- a la vez sin que se entienda nada. Un auténtico guirigay, absurdo, ininteligible, en las antípodas de una conversación plural y amena. Para qué hablar cuando la misma registra alguna conexión telefónica. Inaudible. El efecto es inmediato: a cambiar de canal o de emisora. Y a albergar un rechazo para próximas entregas o ediciones. Los espectadores o los oyentes se cansan y, de paso, forjan una idea del carácter o del temperamento de quienes hablan, gritan, interrumpen, apostillan... muy poco favorable. En el fondo, no hay que extrañarse. Si apenas sabemos conversar, si dialogar se hace a menudo inviable, cuando hay más voces resulta prácticamente imposible sacar algo en claro. Con lo sencillo que es dejar hablar, considerar los turnos, interrumpir delicadamente y manifestar luego el propio parecer. Así los mayores se asustan. En serio, les disuaden tantas discusiones vergonzosas y tabernarias. Y se acuerdan de que, en el pasado, hasta con el campo de la libertad de expresión más acotado, y con menos fuentes de información, el género tenía otra clase: no estaban exentos los riesgos de grandilocuencia, redichos y hasta cursilería, pero como que la tolerancia se demostraba hablando, haciendo uso de la palabra de forma más apropiada. Sobre todo, en público. Ahora, no. Hasta el punto de que, en los tiempos más recientes, los moderadores se ven literalmente desbordados, incapaces de poner orden, arbitrar o dilucidar nada. De ahí que algunos de estos espacios hayan desaparecido o que quienes ejercían esa función hayan optado por otras vías menos procelosas. A fin de cuentas, ellos también se “queman”. Por activa o por pasiva. Y como ponen la cara o la voz, su responsabilidad es más directa. Que nadie se queje, en cualquier caso, si, legitimados como están, actúan retirando palabra o no concediéndola simplemente con el ánimo de poner orden y concierto donde se han perdido. Por otro lado, en algún hecho televisivo, se ha podido comprobar que, hablando todos al unísono, el realizador no sabía a quien enfocar. Otro que también sufre las consecuencias y tiene menos defensas, por cierto. Y no vale eso de que hay que echarle salsa o pimienta al pote para que haya más interés o para ganar audiencia. Si esa es la consigna del medio, flaco favor se hace a la comunicación participativa y a la audiencia hacia la que se dirige. De alguna forma sería fomentar el encono y la crispación, cuando no la radicalización, precisamente aquello que se reprocha a los políticos o cargos públicos en general. No hay canal ni emisora radiofónica que escapen a este fenómeno tan contrastado a lo largo de los últimos tiempos, de modo que, con frecuencia, constituye hecho noticioso. Hay que saber usar la palabra. Decir lo que se quiera pero decirlo bien. En el marco adecuado, en el turno concedido y en el tiempo debido. La palabra podrá ser más o menos benévola pero su empleo ha de cumplir unas formas y ha de seguir unos cursos que, cuando se alteran, trascienden intolerancia e intransigencia. A estas alturas, con la madurez que se supone ganamos todos, con la experiencia acumulada y con la plétora de oportunidades que se aprecia en el universo mediático, podía creerse que el personal ya estaba más impuesto en estas lides y acudía a estos espacios sin necesidad de revalidar en cada momento su educación, primera regla. Pero no: venga a abusar. De las palabras y de la paciencia. Así surgen los malos modos, las deformaciones, las incomprensiones y las enemistades. Así se demuestra la intolerancia y que aún queda un largo trecho que recorrer hasta ganarse la atención y el respeto de quienes realmente padecen estos comportamientos, todos reprobables, por cierto, pero mucho más de quienes estando en ciertos niveles de formación y experiencia, en los campos que sea, acreditan que no respetan las formas y abusan de la palabra.