sábado, 9 de abril de 2011

ABSTENCIÓN, ADVERSARIO COMÚN

Un adversario común tienen los partidos políticos que concurren en las próximas elecciones municipales en el Puerto de la Cruz del próximo 22 de mayo: la abstención. Se advierte tal grado de desencanto, de desmotivación, de pérdida de ilusión o interés por la vida política municipal -por lo demás, tan degradada últimamente- que si ello se traduce en una deserción ante las urnas, estaríamos ante un preocupante retroceso democrático. Ojalá nos equivoquemos: el Puerto siempre presumió de altos registros de participación, superiores al setenta por ciento. Pero ahora… O sea, que la primera tarea que deberían marcarse los supuestos departamentos de estrategia electoral es la de producir iniciativas para reclamar el interés de los electores, para motivarles, para hacerles ver que unos comicios son decisivos para mantener vivo y con buen funcionamiento el sistema democrático. No parece, por lo que trasciende, que sea esa la asignatura prioritaria. La prueba es que a punto de expirar el plazo para la presentación ante la Junta Electoral de la composición formal de las candidaturas, sólo el PSOE -más tarde de lo habitual y deseable, por cierto- ha dado el primer paso en el trámite de su aprobación orgánica. Ello revela, entonces, que todos andan con dificultades no ya para ordenar numéricamente la lista sino para convencer de la continuidad a quienes ya ejercen cargo edilicio o para reclutar personas que deseen incorporarse a tareas de responsabilidad pública. No atrae la política. Al menos como otrora. Parece haberse agotado el entusiasmo que caracterizó determinados ciclos, cuando había vocación y cuando se desbordaban las ganas de participar en tareas municipalistas. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué ese distanciamiento? ¿Por qué ese desapego? Un poco de todo. La política municipal ha dejado de atraer. Veamos algunos de los factores: penurias económico-financieras que hacen difícilmente sostenible cualquier plan o iniciativa, déficit estructural en la institución que presupone quebraderos y múltiples impedimentos, reedición de debates muy poco productivos y de bajo nivel, anquilosamiento en las perspectivas de hallar alternativas o nuevos horizontes en el propio modelo socieconómico, escasa eficacia, exceso de politización en asuntos que no la requieren, clima de convivencia muy alejado de lo que en otro tiempo fueron virtudes de respeto y tolerancia, personalismos inconmensurables, frustraciones, desprestigio… Y bronca, demasiada bronca frente a la progresiva pérdida de credibilidad. Unos contribuyen más que otros y otros se han dejado arrastrar por los efectos perniciosos de aquélla hasta convertirse en un círculo vicioso Así es muy difícil que la política atraiga. Con todos esos considerandos, los partidos políticos, a poco que ausculten la realidad social, deben olfatear que el abstencionismo es caldo de cultivo, de ahí que arrancáramos con la idea de combatir esa potencialidad creciente. Deben saberlo, lo saben: si la gente no acude a las urnas, será un fracaso colectivo. Pero hasta la fecha, salvo algún tímido intento de incursionar en redes sociales, muy poco. Se necesitan ideas y proyectos. Nuevos discursos, otra forma de entender la política. Queda muy poco tiempo, desde luego, para un trabajo de esta magnitud. Pero los portuenses que se han cansado de los factores reseñados -y de algunos otros, seguro- precisan de incentivos. Especialmente, aquéllos más desencantados y cada vez más tentados de engrosar las filas del abstencionismo. Lo suyo era precisamente lo contrario: dar lecciones de participación. Nada nos gustaría más que volverla a palpar el próximo 22M.

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