sábado, 23 de abril de 2011

CASA AMARILLA

Ahora que el asunto ha entrado en vía de red social (facebook), la ocasión la pintan apta para medir la fuerza y el empuje de ésta; pero lo que es más importante, para confiar en una feliz resolución de una ya antigua iniciativa: la restauración de la denominada Casa Amarilla, ubicada al final del sector La Paz, muy cerca de la variante del túnel, próxima al límite del término municipal.

Está en ruinas, apenas quedan las paredes pero el inmueble tiene un valor histórico descomunal: en las primeras décadas del siglo XX, albergó el primer centro mundial para el estudio del comportamiento de los primates, bajo la dirección de Wolfgang Köhler, un científico alemán al que la leyenda atribuye funciones de espía pues allí, en la Casa Amarilla, cuentan que tenía instalada una estación de radio para controlar el paso de los buques de guerra.

En cualquier caso, allí trabajó con los primates. Hay hasta una película en blanco y negro en la que se ve cómo intenta adiestrarles y cuáles son las respuestas de los animales. Tuvo entre sus directos colaboradores a un portuense muy popular, identificado como “Manolo el de los machangos”.

En las ruinosas paredes de la Casa Amarilla -ojo: no confundir con otra de igual denominación en el sector Calle Nueva-La Vera- han quedado pues interesantísimas investigaciones científicas. En otro lugar ya hubieran hecho lo imposible para restaurar o reedificar, reservando el uso para alguna finalidad vinculada al hecho que albergó. Pero aquí ha ido languideciendo, deteriorándose, sufriendo los embates de la desidia y de la insensibilidad. También los de la especulación sobre el suelo pues no es ajena a un contencioso cuya resolución, por cierto, demoró o dificultó algunos trámites puestos en marcha para la reconstrucción.

En su día tratamos con un destacado profesor de la Universidad de La Laguna, el doctor Más, quien volcó muchos empeños personales para que la idea cristalizara. Le acompañaba un entusiasta portuense de Punta Brava, Melchor Hernández Castilla, quien con artículos en prensa y con recopilación de documentos, ha mantenido encendida la llama de la esperanza de ver surgir la casa desde sus cenizas. La Declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) que promovimos y apoyamos desde el Ayuntamiento pareció una luz en el túnel

Los intentos chocaban con pleitos judiciales y con limitaciones de inversión pública. Al menos la constancia de quienes más interés han atesorado ha permitido salvar la idea que cobra ahora una nueva dimensión con el impulso que pueda recibir desde una de las redes sociales por excelencia. La Asociación puesta en marcha, entre otros, por el propio Hernández Castilla ha seguido trabajando, inasequible al desaliento de infructuosas y estériles gestiones.

Y ahora, a esa dimensión que surge del interés que despierte en el espacio cibernético, hay que unir otros interesantes planteamientos que al menos deben servir para despertar el interés y la curiosidad de ciudadanos, no más ni menos indolentes, sino simplemente desconocedores de que allí, en la Casa Amarilla, hubo un laboratorio, un centro de investigación científica por el que se ha preocupado la mismísima Jane Goodall, la célebre naturalista británica.

Que se sumen la Universidad de La Laguna, el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, la coral ‘Reyes Bartlet’ y grupos de profesores o estudiantes tiene que ser un incentivo colectivo, un acicate para rehabilitar el edificio y encuadrarlo en las coordenadas desde las que el Puerto de la Cruz tiene que intentar tanto el rescate de una parte de su historia como un relanzamiento de su oferta, no sobrada precisamente de recursos como pudiera ser la Casa Amarilla.

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