miércoles, 31 de diciembre de 2008

UN AÑO RARO. ¡ADIÓS!

Despedida de un año raro. El año de la crisis, mejor, de las crisis. Terrorismo, guerras, desempleo, fraudes, incertidumbre, accidentes, violencia, incomprensiones, tragedias, glorias deportivas, innovaciones tecnológicas, cambios en las vidas, en los cargos, descubrimientos, pérdida de seres queridos...
En el fondo, ganas de que acabara, como si la caída de la hoja del almanaque, como si las manecillas del reloj, llegado el momento, activasen la palanca del olvido y fueran la panacea de las tribulaciones.
Pero hay cosas positivas en el balance y deben ser valoradas, entre otras razones para demostrar que ante la adversidad no hay que arrugarse. Y que siempre hay personas, sincera y leal amistad, que son sensibles y a las que basta con una sola palabra de ánimo para saber que están ahí, que siguen donde siempre.
Esta es la última entrada de 2008 en el blog que fue reanudado e intenta hallar el ritmo de actualización deseado.
Está impregnada del espíritu de buenos deseos para un nuevo año. Salud, trabajo, progreso, estabilidad... Para los visitantes del blog y para todos.
¡Bienvenido 2009! Que te prodigues. Mejor dicho: que los humanos te hagan positivo y generoso.
Un abrazo.

domingo, 28 de diciembre de 2008

MONJAS Y CURAS (y II)

Se han cumplido en 2008 cincuenta años de la presencia de los padres Agustinos en el Puerto de la Cruz. Quienes han sido profesores y alumnos del colegio que regentaron siempre hablan con agrado de su estancia allí, del buen ambiente y hasta de la disciplina religiosa. Los curas tuvieron a su cargo también las parroquias de la Peña y la Peñita y sobre ellos hay opiniones para todos los gustos pero, en general, se les reconoce dedicación y sensibilidad.
Hay que situar los orígenes del colegio en un proyecto, la "Ciudad de los muchachos", y en su promotor, el mejicano padre Flores, cuya iniciativa fue apoyada por el obispo Domingo Pérez Cáceres en la segunda mitad de los años cincuenta del pasado siglo. Andrés Cañibano fue su primer rector.
El colegio estuvo enclavado en la singular Casa de Ventoso, que data del siglo XVIII y cuyo frontis da a la plaza Concejil. Antes fue casa consistorial y acuartelamiento militar. Perteneció a familias comerciantes del municipio.
En este inmueble se juró en 1812 la Constitución Liberal. Describe Agustín González en Diario de Avisos que "en la trasera lleva anexo un torreón de seis pisos de altura y base cuadrada. Construido en piedra y madera y rematado con balcones en cada una de las caras, está catalogado como una de las soluciones más esbeltas de la arquitectura isleña. Esta torre fue construida a comienzos del siglo XVIII por el comerciante Nicolás Blanco y servía de atalaya a sus propietarios para conocer el movimiento portuario".
En efecto, la edificación principal es de tres plantas, con un imponente patio interior rectangular, escalera adornada con lacería que asciende hasta una galería acristalada que lo circunda. En el patio trasero tenemos el denominado Torreón Ventoso, único en su clase con cinco plantas cuadradas y sótano, que termina en un mirador en la azotea. Está catalogado como bien de interés cultural desde 1988.
El colegio San Agustín, el colegio de los curas, como era conocido popularmente, cerró sus puertas en el curso 1995-96. No sólo fue centro de enseñanza: en el patio principal se disputaron competiciones deportivas y en un salón de actos que disponía de un fondo de escenario bastante estimable hubo teatro, festivales, conferencias y proyecciones de cine. Siempre hubo alguna reticencia por parte de los curas para su utilización, especialmente por los trastornos que causaban los ensayos y los preparativos. El salón fue de los pocos espacios disponibles en la ciudad para cualquier convocatoria tras la desaparición del teatro Topham. Alguna consideración personal que no viene al caso y que tiene que ver con nuestra trayectoria de presentador de actos públicos dejamos en aquel oscuro salón rectangular.
En las aulas del San Agustín se formaron varias generaciones de portuenses. Hay que recordar los nombres de los padres Saturnino, Lucinio, Federico y del hermano José. Algunos de ellos enseñaban la religión del bachillerato en colegios e institutos de la localidad, entre los cuales hay que citar al padre Moisés Montaña, posiblemente el más breve a la hora de pronunciar las homilías.
Pero fue el padre Pablo Díez el más popular, el más querido, el cura bonachón, tan elegante vestido de 'clergy'. El padre Pablo consolaba a todo el mundo, casó y bautizó a muchos portuenses. El día de su sepelio fueron los antiguos alumnos quienes cargaron el féretro desde la sede del colegio -que ya sólo albergaba las viviendas de los agustinos- hasta la Peña de Francia.
Los agustinos tuvieron mucho que ver con el desaparecido Cima Club, un club juvenil residenciado en el denominado Hogar Parroquial de la plaza de la Iglesia durante la década de los sesenta. Funcionó razonablemente bien unos años, hasta que la rutina y otros hábitos causaron mella en los jóvenes integrantes. Ciertamente, era uno de los pocos sitios físicos donde éstos pudieron reunirse, desarrollar actividades, incursionar en otras inquietudes y hasta disponer de un lugar para estudiar.
En la sede del Cima, por ejemplo, vivieron su primera noche fuera de casa quienes asistieron a la procesión de madrugada del Viernes Santo. Allí se concentraban quienes se peleaban por empujar y conducir los pasos. Y allí despidieron el año, en unas memorables cena-baile, quienes ya tenían formales relaciones de noviazgo.
Muchos años después, el Hogar Parroquial fue restaurado y en la parte trasera, la que da a la calle Benjamín J.Miranda, quedó instalado un tanatorio que no tenía futuro pues el inmueble estaba destinado a acoger las viviendas de los curas. En muy contadas ocasiones las estancias de la zona delantera acogieron velatorios.
Los agustinos se han centrado durante los últimos lustros en las dos parroquias. Jorge Dulanto y Lucas García son sus actuales responsables. En la Peña se mantiene desde hace muchos años una misa domunical en inglés. En esta iglesia, precisamente, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la presencia agustina en el municipio, han concluido las obras de restauración del retablo de mareantes o del corazón de Jesús, una construcción compleja que combina las tres artes: arquitectura, escultura y pintura. Marcos Hernández e Isidro Larizgoitia compusieron el equipo de restauración.

viernes, 26 de diciembre de 2008

MONJAS Y CURAS (I)


Congregación de Hijas de María Madre de la Iglesia y Padres Agustinos. Dos comunidades religiosas vinculadas al devenir del Puerto de la Cruz. En este 2008 que termina ha habido conmemoraciones que han servido para ponderar su quehacer y su obra. Asistencia sociosanitaria y enseñanza, dos campos en los que la aportación de monjas y sacerdotes ha sido notable. Y que el pueblo, por cierto, ha sabido corresponder y agradecer.
En un caso, la continuidad; en el otro, la historia. El Hospital de la Inmaculada Concepción y el centro Madre Matilde Téllez son las pruebas de la perseverancia de las Hijas de María. El colegio San Agustín, decisivo en la formación de algunas generaciones de portuenses, cerró sus puertas pues sus responsables no pudieron o no supieron afrontar los planteamientos del nuevo sistema educativo. El cese de la actividad del colegio es otra prueba de cómo han ido desapareciendo los activos del municipio.
Las monjas llegaron, según está acreditado documentalmente, en los primeros días de 1908, siendo alcalde del municipio Melchor Luz y Lima. Una de las cuatro fundadoras era sor Sebastiana, de la que se cuentan excelencias de su generosidad y de su sacrificio.
Pero la más popular, el nombre más conocido y apreciado en todo el pueblo y en buena parte de la isla, es el de Pura Arencibia, sor Pura, natural de Telde (Gran Canaria). En 1972 fue nombrada hija adoptiva del Puerto de la Cruz, una de cuyas calles lleva su nombre.
Los recuerdos que uno conserva de sor Pura son los de una buena samaritana, de alguien que atendía y escuchaba a todo el mundo, que asistía puntualmente a las misas, que hacía de doctora… y sanaba. Sor Pura era el hospital mismo. Sin exageración. Había llegado destinada al Puerto en 1920 y fue superiora en dos trienios diferentes.
Bueno, el hospital también es Luis Espinosa García-Estrada, el médico perpetuo, el doctor de rostro bonachón, el infatigable caminante, el galeno vecino del diagnóstico exacto que siempre tuvo palabras de aliento para cualquiera que las necesitare.
El Hospital de la Inmaculada Concepción ha cumplido cien años. Es un centro entrañable que ha acogido centenares de enfermas, de personas desvalidas. Allí han vivido la recta final de su existencia personas de toda condición social que encontraron siempre el calor y la atención de las monjas. El pleno del Ayuntamiento galardonó al Hospital con la medalla de oro de la ciudad, su máxima distinción, en 1983, siendo alcalde Francisco Afonso Carrillo. En aquellos años, se acometió un importante proyecto de reacondicionamiento.
Para recordarlo, para dar las gracias, cada 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, hay una misa cantada y un desayuno que sirven las propias monjas. El coro lo integran antiguas alumnas y componentes de otras agrupaciones que tienen así oportunidad de prolongar su afición por el género. Siempre terminan con el himno. Afonso dio el paso y aquello se hizo costumbre. Desde entonces, allí nos damos cita unas cuantas personas que apreciamos tan de cerca, siquiera una vez al año, la contribución de la congregación.
El espíritu de sor Pura está presente -¿verdad, doctor?- y por eso, el próximo mes de enero, cuando Teresa Umpiérrez, Bernarda Cabrera y Concepción Martínez celebren las bodas de oro en la congregación, habrá una nueva oportunidad de recordarla y de contrastar la inmensidad de la obra de las Hijas de María Madre de la Iglesia.
Una obra que tiene una dimensión social extraordinaria, desarrollada en el centro Madre Matilde Téllez, la fundadora de la congregación, ubicado en el antiguo cuartel de la Guardia Civil. Allí, en sus restauradas dependencias, han encontrado abrigo los niños que no pudieron tenerlo en sus hogares. Allí son educados, allí conviven, allí juegan y allí crecen hasta que las edades determinan su traslado.
Allí, ya con responsabilidades públicas municipalistas, nos reencontramos con sor María, una monja que había estado muchos años en un colegio de Tucupido, estado Guarico, en Venezuela, curiosamente nuestro primer colegio. María Vadillo está hoy destinada en Las Palmas de Gran Canaria. Se sorprendió, cuando casi al cabo de cuarenta años, le describimos el interior y los accesos del colegio, así como la celebración religiosa del día de la Inmaculada Concepción, al aire libre y por calles no asfaltadas. “Dios te conserve la memoria, hijo”, comentó con toda humildad.
En el hospital y en este centro de educación especial las monjas han hecho un trabajo encomiable, gozando siempre del respeto, del afecto y de la ayuda, solidaria, material y espiritual, que el pueblo ha sabido prestar. A sus respectivas superioras, sor Angeles Rubí y sor Rosa Rebellado, les ha correspondido el honor de preparar y vivir en primera fila las conmemoraciones. Cien años de presencia entre los portuenses, entre los tinerfeños, cien años de prestaciones, bien merecen el reconocimiento de todos.
(continuará)



lunes, 22 de diciembre de 2008

DE INSULTOS, VALENTÍAS Y ADVERTENCIAS

Seguro que Javier Ortiz no pedirá hoy al vicepresidente del Gobierno, a su vicepresidente, que diga quiénes son todos esos hijos de puta que lleva sorteando, tal como saludó a un periodista en el curso de un cóctel navideño, impregnado, por cierto, del espíritu contrario, según discurren las cosas en las Canarias de nuestras tribulaciones últimamente.
El presidente tinerfeño de Coalición Canaria, casi al mismo tiempo, había inquirido valentía a los socialistas de modo que pusieran sobre la mesa los nombres de los medios afines al Gobierno tras conocerse una resolución del Tribunal Superior de Justicia de Canarias sobre el concurso para adjudicar las licencias de la Televisión Digital Terrestre (TDT), como si esa fuera la esencia de un debate -por lo demás, inexistente- y como si no se conocieran en las islas, a estas alturas, las tendencias, los gustos y los sesgos.
La valentía hoy sería, cuando menos, recriminar públicamente a Soria por su nuevo dicterio.Mejor haría Ortiz en preocuparse, siquiera en defensa de la nunca bien ponderada libertad de expresión y tan invocada a propósito de un debate no muy lejano en el Parlamento de Canarias, por la precaria situación del Centro de la Cultura Popular Canaria que tiene un micrófono y una antena incómodos para quienes están más acostumbrados al incienso, al halago y al acriticismo. Ya saben: los grupos de CC y PP votaron en contra de una enmienda -cuantificada en cuarenta mil euros; nada: una ruina para la Comunidad de los derroches- para subvencionar a la entidad. Y en eso llegó Cabrera Pérez-Camacho para desmarcarse y para hacer más evidente el por qué del rechazo a la enmienda, acompañado de disculpas del socio popular -qué versallesco, faltaría más- y de la consabida reacción solidaria.
Reacción que no habría de acabar en mera testimonialidad, por cierto. Ya deberían los socialistas, por ejemplo, estar proponiendo desde una entidad financiera en la que hubo codazos por acceder a los órganos de dirección, un convenio o similar para impedir la desaparición del Centro. Disponen de opciones y de recursos para hacerlo. Sólo hacen falta iniciativa, voluntad y eficacia para demostrar que hay soluciones al alcance y que no se está ahí, en la entidad financiera, para la vida contemplativa o vegetativa.
Ya ven cómo el Gobierno prefiere la beligerancia. Su presidente advierte con acciones -¿le habrá preguntado Ortiz cuáles son las "de todo tipo"?- a quienes imputen o den a entender alguna comisión delictiva a sus decisiones. Claro: es que andamos en un Estado de derecho -por mucha impunidad y por mucha laxitud con la que algunos vienen desenvolviéndose desde hace muchos años- y hay que respetar las reglas del juego. Y cuando eso no ocurre, como es el caso del concurso de la TDT hasta que el Supremo diga lo que sea procedente, pues actúan los tribunales, sobre todo si alguna de las partes en litigio -nada menos que tras concurso público- se siente perjudicada.
Pero es que aquí las infracciones o el incumplimiento están del lado gubernamental. Que lo dice, oiga, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias; luego ¿a qué viene esa bravata? Defenderse, sí; pero que desde la primera instancia gubernamental, o sea, la primera que debe velar por el cumplimiento de la legalidad, se lance la advertencia, tras un fallo judicial tan rotundo, es reprochable. Baste comprobar el veloz efecto contagioso entre aquéllos que luego dicen lamentar la judicialización de la vida política o la politización de la justicia. Y encima se lo reprueban a los políticos que ejercen acciones.
Mejor ha quedado el ejecutivo, desde luego, con la aprobación de una Ley de Medidas Tributarias para incentivar la economía, aunque sea plagiando las que el pasado mes de julio promovió el grupo socialista. Don Manuel -Fraga, que no Marcos- hubiera dicho lo del "sólo acierta cuando rectifica". Rechazaron aquéllas entonces los socios gubernamentales, modificaron a la baja ahora un porcentaje en el concepto de transmisiones patrimoniales y actos documentados y las hicieron suyas, como siempre en defensa de los intereses generales de la sociedad canaria. Total, por seis meses, qué es una raya más para un tigre.

sábado, 20 de diciembre de 2008

'PUERTOCRUZ LA NUIT'


Hubo un tiempo en que el Puerto de la Cruz fue el núcleo principal de la actividad nocturna de la isla.
El turismo, las extranjeras, el desarrollismo de los años sesenta, la liberalización de ciertos usos y hábitos sociales, el despertar de los jóvenes, las velocidades de la primera década de los setenta, el lento pero imparable aperturismo de los medios de comunicación, las facilidades y la adaptabilidad… todo, todo estaba al alcance y era muy fácil en aquel Puerto de intensa y vertiginosa vida nocturna en el que confluían parejas santacruceras de prosapia, profesores y estudiantes de La Laguna, empresarios y aprendices de ello enriquecidos en un plisplás y gentes de toda condición social llegadas de pueblos cada vez menos lejanos.
Todos en busca de diversión, de aventuras, de oportunidades, de modernismos… La oferta era amplia y generosa. Ambientes “in” y recintos apropiados. Claroscuros. Multifocos. Pasarelas. Diseños desconocidos y atrevidos. Humo que cegaba y no cegaba los ojos, cuando nadie pensaba que algún día llegaría la prohibición de fumar. Cerveza baratísima, güisqui de todas las marcas, blasier, mucho blasier, suéters de cuello alto, faldas que se iban acortando progresivamente y escotes para atraer miradas… Música “disco”, ritmos vanguardistas, orquestas clásicas, conjuntos que intentaban abrirse paso, guitarristas aficionados, algún cantante solitario que se atrevía, otro que oficiaba de imitador…
Y al día siguiente, o al lunes siguiente, a contar la hazaña. O a prolongar el enamoramiento. A pensar en cómo darle alegría al cuerpo la próxima vez. Las leyendas urbanas circulaban que era un primor a velocidad de bólido. Nadie quería perder posiciones. Y la facilidad para incorporarse a la carrera era asombrosa.
Fue un exponente de la época dorada de la ciudad. “Puerto Cruz la nuit”, acuñamos en su momento. Curioso, porque era una suerte de libertad allí donde no la había, una conquista anticipada. Era la exteriorización del cosmopolitismo y de los avances de la época. La noche giraba de forma mágica, sin parar, prácticamente todos los días de la semana, era la multiplicación de las luces y las músicas. Era la oportunidad para los besos, para los amantes, para los incautos, para los desaforados, para las ansiosas, para lucir galas, para derrochar…
“Puerto Cruz la nuit” conoció de grandes locales, de discotecas y ‘boites’ donde el ocio nocturno brilló sin reservas, donde jóvenes y menos jóvenes coexistían en un admirable ejercicio de tolerancia, donde la población nativa congenió con la extranjera traspasando las barreras idiomáticas con una facilidad pasmosa, donde los gays encontraron también sus refugios exclusivos para huir, precisamente, de la represión, donde… vivir, en fin, era sinónimo de diversión, de cierto lujo, de desenfado.
Bali, Alibabá, Tuset, Rendez vouz, Golden, Candy, Atlantis, Cita 3000, Cintra, Diana, Escandinavia, Blanco y negro, Number one, Why not, Bossanova, Cleopatra, Los Caprichos, Lido, Caballo blanco, Oasis, Poncho, Royal, Rancho grande, Lili Marlene, Santa María, Cocoloco, Sabor-sabor, Joy, Qatar, Bolero…
Nombres -sin necesidad de ser ordenados- para la historia. Seguro que hay más, por lo que si alguien se acuerda, sólo tiene que aportarlos para seguir evocando.
Aquel “Puerto Cruz la nuit” fue todo un símbolo, un movimiento ciudadano, una cultura… Algo que siempre merecerá licencia para la nostalgia.

martes, 16 de diciembre de 2008

UNDECIMA PLAGA DE EGIPTO

Es como si hubieran mandado a Canarias la undécima plaga de Egipto.
Perdón por la exageración, por la exagerada extrapolación bíblica, pero a poco que se repase lo acontecido en la comunidad autónoma de nuestras tribulaciones durante la semana pasada, es fácil contrastar las sombras de irracionalidades, contradicciones, estolideces, insensateces y dislates que nos afectan.
Normal, por tanto, el escepticismo, la desazón que embarga a cada vez más amplios sectores ciudadanos. Ni siquiera la ocurrencia de Cristina Tavío, con la oferta de la sede parlamentaria a las agrupaciones murgueras -una de las perlas de esta semana horribilis- mitiga este desasosiego que galopa a medida que se incrementan las cifras de desempleados, de la desaparición de empresas y de las cantidades que reclaman las corporaciones locales. Al revés, el sarcasmo sirve para medir los grados de agotamiento o de falta de imaginación política que la población castiga, por cierto, con absoluta indiferencia, incluidas las veleidades independentistas, que esa es otra. Ya veremos las murgas, cuando les llegue la hora de interpretar el ofrecimiento de este inopinado escenario.
Pero, bueno, en serio, desde los crímenes de Tenerife y Gran Canaria y la muerte descarnada de una drogodependiente en Lanzarote, reflejo de la incomprensión violenta y la incapacidad colectiva e individual para poner fin a lacras sociales que azotan de forma inmisericorde a familias y a la sociedad misma, desde ahí a la resolución del Tribunal Superior de Justicia de Canarias sobre el concurso para la adjudicación de las licencias de la Televisión Digital Terrestre (TDT), pasando por el rechazo de los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno -y dejan en evidencia a su presidente- a la iniciativa legislativa popular de Ben Magec, resumida en ni una cama más, y la apertura de una embajada entrecomillada en Rabat, puede afirmarse que esto va proa al marisco.
Pero de la impunidad -y de la inmunidad redescubierta- no hay que extrañarse. La prueba es que no ha dimitido nadie, que todo sigue más o menos como estaba antes de que se produjeran estos hechos. Ya estamos acostumbrados y, por tanto, agotada la capacidad de asombro -excepción hecha de la oferta de Cristina Tavío-, a partir de ahí, sólo cabe ir mejorando. ¿O es demasiado pedir?
Con todo, a nuestro juicio, lo más inquietante ha sido leer lo de Mariano Rajoy y lo de Paulino Rivero a cuenta del decurso judicial de unos asuntillos de nada, de escasa monta, que afectan al vicepresidente del Gobierno autónomo -capital Madrid, paradójicamente- y a un concurso público que ha devenido en un auténtico escarnio. Desde luego, sin consignar esa otra sentencia que condena al Ejecutivo a abonar cincuenta millones de euros a un empresario turístico, es evidente que la inestabilidad jurídica, la falta de seguridad en este ámbito se ha contagiado. Así estarán los inversores y los destinatarios de acciones que requieren la bendición aprobatoria del Gobierno de las tribulaciones.
Inquietante es, desde luego, leer que Rajoy pronostique la absolución de Soria en el "caso salmón", aún cuando pudiera albergar fundamentos, siquiera de oídas, los que le suministre el propio Soria quien ya habrá olvidado, por supuesto, aquellas imputaciones de manipulación que atribuía a los socialistas del propio poder judicial y de los cuerpos de seguridad cuando la trama de corrupción en Gran Canaria iba aflorando para sorpresa y vergüenza generalizadas. Y no menos inquietante es que el presidente del Gobierno, Paulino Rivero, afirme que "las cosas de la justicia dan muchas vueltas" a la hora de valorar una sentencia judicial que desmonta otro tinglado de imprevisibles consecuencias, de esos que huelen a cambalache y que tiene especiales resonancias por el ámbito mediático al que afecta. ¿Qué habrá querido decir? ¿Qué la noria gira siempre en una misma dirección? Una curiosidad: a ver cuánto va a costar el encendido terrestre digital. O mejor: ¿se prolongará el apagón? Rondó, rondó José Manuel.
En fin, una suerte de sangre, sudor y lágrimas, muy propia de Canarias, a donde parece haber llegado la undécima plaga de Egipto.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

LOYNAZ, SIEMPRE LOYNAZ

Conmemoran en el Puerto de la Cruz y en La Habana el 106 aniversario del nacimiento de Dulce María Loynaz, la escritora cubana que fue Premio Nacional de Literatura en 1987 y Premio Cervantes en 1992.
Loynaz quedó definitivamente vinculada a Tenerife y a la localidad norteña desde su estancia en los años cincuenta del pasado siglo. El Ayuntamiento portuense la nombró Hija Adoptiva del municipio en 1951. Siete años después publicó uno de sus libros más conocidos, Un verano en Tenerife.
La dulzura, la sutileza de la autora cubana ha sido ensalzada en numerosas ocasiones. A medida que se ha ido conociendo su obra, en actos y presentaciones -en alguna de las cuales ha sido posible hasta escuchar su voz grabada- ha aumentado el interés de muchísima gente. Tal es así que ya se habla hoy de seguidores o admiradores 'loynazianos'. Hay quien recuerda todavía su acompañamiento en alguna procesión religiosa por las calles del Puerto.
En el año 2002 se cumplían cien años de su nacimiento. Desde la alcaldía, tuvimos oportunidad de impulsar un programa de actos conmemorativo. Angeles Marrero, que era la concejala de Educación y Cultura, se lo tomó con mucho esmero para redondear unas celebraciones muy dignas que era, en definitiva, lo que se pretendía.
El momento parece bueno para relatar una sabrosa anécdota ocurrida con motivo del descubrimiento de un busto de Dulce María en los jardines La Atalaya del parque Taoro, acto en el que estuvieron presentes la pintora Carmen Mir y el cineasta Marcelo Fajardo. La obra es del escultor cubano Enrique Pardo y fue fundida aquí, en Tenerife.
Ocurría que Pardo sólo disponía de un grabado o de un gráfico en el que aparecía el rostro de la escritora sobre una base pétrea. En ella se inspiró para su trabajo. Cuando se trataba de emplazar el busto, había problemas con los anclajes, por lo que Angeles hubo de recurrir a un cantero que encontró una piedra natural tan similar, tan parecida a la del dibujo que Enrique Pardo, cuando vio la obra acabada, no pudo reprimir la emoción. Fijarse cómo sería que el escultor llegó a creer que habían recuperado la base original del grabado.
Hubo más actos con motivo de aquel centenario, todos impregnados de la sensibilidad que parecían haber heredado de Loynaz. Allí estaban Isidoro Sánchez, José Javier Hernández, Eduardo Zalba, Elsie Ribal... Lecturas de fragmentos de Un verano en Tenerife, la satisfacción por la nueva edición de la obra, testimonios, remembranzas... Allí estaban las manos finas de Othoniel Rodríguez sobre el piano de 'Abaco' y las pinturas de Carmen Mir expuestas en el castillo San Felipe.
Fue, en efecto, una digna conmemoración del centenario de la Dama de las Letras que, desde La Atalaya, contempla la inmensidad del Atlántico. Como con Lecuona, siempre estará en nuestro corazón. Para eso cuenta con el Grupo de Amigos del Puerto de la Cruz que hará llegar hasta La Habana, seguro, esta otra prueba de su identificación con la vida y obra de la escritora.
Loynaz, siempre Loynaz.

sábado, 29 de noviembre de 2008

CACHARROS DE SAN ANDRES

Vísperas de San Andrés. El día de correr el carro. O el cacharro.
No es una fiesta. Es una tradición. A la hora de explicar los orígenes, surge una controversia curiosa que sirve para entender la multiplicidad de leyendas urbanas en el Puerto de la Cruz.
El caso es cultivar la tradición. Introducir elementos de estudio, hacer que los niños se identifiquen con la fecha, con la costumbre, adaptarse a los tiempos, a la nueva fisonomía urbanística de la ciudad incluso, promover talleres y enseñar a reciclar, compartir el espíritu lúdico, usar y combinar los elementos propios de la estación…
Ese fue, a grandes rasgos, el enfoque que tratamos de imprimir cuando ejercimos responsabilidades de gobierno en el municipio, con una muy interesante iniciativa de la concejalía de Cultura que prendió, sobre todo, en los colegios y en la comunidad educativa. Uno celebra que se quiera dar continuidad y consolidar estas acciones que, se insiste, vienen a enriquecer el costumbrismo local.
Recuerdo haber escrito hace muchos años un breve trabajo que desde el Ayuntamiento fue traducido en inglés y alemán para ser distribuido desde primeras horas de la mañana, con el fin de que los turistas, principalmente, encontraran sentido a todo aquello, a aquel ruido penetrante que invadía las calles portuenses, a aquellas carreras o aquellos paseos que se hacían a un ritmo inusual, bien a velocidad vertiginosa bien sin prisas.
Y recuerdo, naturalmente, cómo la tradición estuvo proscrita durante el franquismo y era un mérito de los colegiales, de los jóvenes y de gentes de todas las edades correr en dirección contraria a la que seguían los guardias municipales que terminaban riéndose de aquella suerte de juego del escondite.
La plaza del Charco era el núcleo central de la tradición. Cuando caía la noche y los policías locales se rendían porque les resultaba imposible controlar nada, había auténticas carreras. Era otra forma de dar vueltas a la plaza. Se veía de todo: desde neveras o lavadoras hasta chapas de bebidas embotelladas. Cacharros, latas y residuos metálicos de toda laya, encontrados en barrancos y vertederos, atados para producir un ruido intenso, estruendoso. En la esquina del costado norte, donde hoy se ubica la parada de taxis, había una caseta para tómbolas y la gente se ponía allí a gozar el insólito espectáculo, con evidente riesgos para sus extremidades inferiores, tal era la velocidad y la cercanía con que los corredores circulaban.
Cerca de la media noche, los que resistían, los que venían desde los barrios altos del municipio, acumulaban los cacharros inservibles. Era la montaña de cacharros y algunos tenían la osadía de subirla. Debe haber algunas fotografías.
El paso de los años suavizó la prohibición y la adaptación peatonal de vías mermaron la particular celebración. Había menos gente y los jóvenes se divertían de otra manera. Aquella no les atraía o resultaba indiferente. Aún así, ya en democracia, se produjeron intentos para revitalizarla. En el centro de la plaza, por ejemplo, despachaban, a precios populares, castañas, gofio, pescado salado y vino.
En otro artículo que firmé en Diario de Avisos, titulado “Cacharródromo”, se aludía a esta evolución de las vísperas de San Andrés, ya plenamente identificadas con la apertura de las bodegas para probar el vino de más reciente producción. Muchos portuenses, por cierto, prefirieron tomar ese camino: organizar cenas y reuniones en localidades próximas.
Entretanto, en los alrededores de la plaza, la costumbre cobraba en los primeros años del actual siglo un sabor o un ambiente más pedagógico. Se trataba de atraer a los niños, de motivarles, de hacerles ver que eso forma parte de nuestro acervo.
Cuando a la salida de clase del último día de la semana se les veía por las calles, acompañados de sus padres o madres, y los extranjeros y los peninsulares se paraban a preguntar el significado, ya sabían lo que decir, ya sabían el sentido. Lo más importante: estaban dando continuidad a la tradición. Qué bueno.

lunes, 24 de noviembre de 2008

¡ESTA CORRIENDO EL BARRANCO!

-¡Está corriendo el barranco!



Recuerdo perfectamente que estábamos en el porche del colegio esperando al siempre ponderado Alfonso Trujillo Rodríguez para recibir nuestra clase de griego. Llovía intensamente. El profesor orotavense, en lo que no era habitual, se retrasaba. Hasta que apareció conduciendo su Volkswagen beis, modelo escarabajo. Cuando descendió, con sus sempiternas gafas negras, enfundado en una gabardina y protegiéndose con un paraguas, exclamó:



-¡Está corriendo el barranco! Lo he visto desde la carretera. Era imponente.



Los pocos alumnos que habíamos acudido a clase nos enteramos por él. El agua caída durante toda la madrugada había producido la escorrentía, un fenómeno natural que siempre llamaba la atención y despertaba incertidumbre e inquietud en la población.



Cuando terminó la clase, habían llegado otros profesores y alumnos que confirmaban la crecida del barranco en proporciones poco menos que desconocidas. De inmediato se dijo que, a la vista de la escasa asistencia, lo procedente era suspender las clases. El profesor Trujillo seguía hacia la Villa y ofreció su coche para desplazarnos hacia la zona de las barriadas. Fuimos, en efecto, dos o tres compañeros. Al llegar a las inmediaciones del cauce, el ruido era atronador, estruendoso, y la corriente, de color negro, era avasalladora. Una imagen irrepetible. Para recordar toda la vida.



Se cumplen hoy cuarenta años del aluvión de noviembre de 1968 que azotó el norte de Tenerife, el valle de La Orotava, para ser concretos. El aluvión que produjo una crecida sin igual del barranco San Felipe y unos daños humanos y materiales considerables.



Fue un suceso extraordinario. Para los niños y los jóvenes de la época, muy impactante. Estuvo lloviendo sin cesar durante horas. Cundió la alarma. Los habitantes de los bloques de viviendas San Felipe y Carlos Arias -popularmente conocidas por las barriadas- estaban en la calle, algunos de ellos, con unos pocos enseres. La fuerza del barranco arrastraba cuanto se encontraba su paso. Acabó con una vía de reciente construcción (Blas Pérez González) y destruyó parte de las viviendas más próximas.



Al mediodía, la lluvia había remitido pero la zozobra y el disgusto eran palpables.



-¡Hay un cuerpo sin cabeza en el salto del barranco!-, exclamó alguien con evidente alteración.



Y hacia el lugar fuimos unos cuantos. En efecto, un cuerpo humano al que faltaba su cabeza, yacía en un lateral, había quedado atrapado entre las piedras y un montón de maderas. El gentío se agolpó en la carretera de Las Arenas. Los guardias civiles y los municipales, alguno sin gabardina, se esforzaban en la distribución del tráfico y en impedir que los curiosos traspasaran las líneas de seguridad establecidas. La carretera de Las Dehesas quedó cortada. Se supone que un juez ordenó el levantamiento del cadáver decapitado. Los propios guardias y algún voluntario, ayudados de unas mantas, lograron rescatarlo. Se trataba de un vecino de Los Realejos.



El suceso empezó a adquirir su auténtica dimensión a medida que avanzaban las horas. El periódico "La Tarde" publicó una crónica de Luis Castañeda titulada "Impresiones de una angustiosa noche de vísperas", actualizada al día siguiente y reproducida años después en la desaparecida "Revista Local" que editaba el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Resultaba impresionante el relato de Castañeda: una denuncia en toda regla, impregnada de atinada literatura descriptiva.



En los alrededores de las barriadas había compañeros y compañeras de clase, algunos cuidando bolsas de ropa que habían logrado sacar de sus casas amenazadas por la furia del barranco. Después, volvimos a verles en su alojamiento provisional del empaquetado de Yeoward, actuales dependencias del Ayuntamiento. Hubo otros improvisados albergues.



Alguna fuente señaló que al menos cuarenta viviendas se habían visto afectadas. También se dijo que el campo de fútbol de La Vera había quedado completamente destrozado. Y que los pastores habían perdido muchos animales. Los periódicos de fechas posteriores, muy demandados, fueron dando cuenta del alcance del aluvión. La corta depresión asfaltada que servía de enlace para el camino a Punta Brava desapareció. Las playas de las cercanías eran un montón de desechos. El agua del mar estuvo varios días ensombrecida.



El pleno del Ayuntamiento se reunió días después, el 4 de diciembre, en sesión extraordinaria. Era alcalde Felipe Machado del Hoyo. El pleno analizó y evaluó lo ocurrido. El acta de la sesión recoge que siete viviendas quedaron literalmente desaparecidas. Las obras de encauzamiento se vieron notablemente destruidas, de modo que el "Ministerio de Obras Públicas ha tomado ya las medidas urgentes que el caso requiere para reponer los fuertes del barranco que han desaparecido y garantizar las propiedades públicas y privadas de sus riberas ante futuras crecidas". Los suministros del servicio eléctrico y de abastecimiento de aguas se vieron también interrumpidos, hasta el punto de que, durante unos días, fue necesario atender a los damnificados con una o dos cubas.



El alcalde anunció en ese pleno que desde Madrid había recibido noticias de que saldrían de inmediato a subasta 222 viviendas programadas para el municipio y que las Mutualidades Laborales de Santa Cruz de Tenerife habían ofrecido una aportación a fondo perdido de quinientas mil pesetas, destinadas a los mutualistas siniestrados que habían perdido enseres y mobiliario.



Hoy se cumplen cuarenta años de aquel fenómeno natural que es recordado por los supervivientes -y no es exagerado el término- de forma muy singular. Historias y situaciones personales caracterizadas por la inquietud, la incertidumbre y el dolor. Y nadie se olvida del estruendo ni del torrente de color negro.



-¡Está corriendo el barranco!



sábado, 22 de noviembre de 2008

UNA GEOGRAFIA SIN ADRIAN

“¿Qué te parece este título para el programa nuevo?”, me preguntó con la humildad que le caracterizaba. Me arrugué y acerté a decirle que resultaba largo y poco radiofónico.
“Salvador tiene razón pero no se me ocurre otra cosa y por la hora que es ya hay que grabarlo”, respondió enfáticamente. “Al encuentro del tema”, era el título de aquel espacio con el que estrenaba su trayectoria en la radio.
Fue en Radio Popular de Tenerife, bajo la dirección del padre José Siverio, seguro que tan triste con esta pérdida como todos los que tratamos a Adrián Alemán de Armas. Tiempos de apertura, de nuevos rumbos, de nuevos moldes de la lucha contra el inmovilismo, tanto en el periodismo escrito como en el hablado.
Ahí nos conocimos -en esa oportunidad me presentó a Manuel Medina Ortega, entonces profesor universitario en La Laguna- y ahí trabajamos juntos en los informativos y hasta en algunas transmisiones. Adrián aportaba un toque de seriedad profesoral que le hizo ganarse el respeto de los operadores de control y de quienes teníamos otros cometidos ante el micrófono. ¡Ah!, tiempos de respeto y de tolerancia, de saber cultivar el pluralismo y de aprendizaje permanente superando cualquier tentación de divismo.
Adrián Alemán se abstraía con la radio, de modo que llegó a interesarle el deporte, que ya es decir. Pero es que su afán de saber le llevaba a actualizarse constantemente. Uno admiraba su sólida formación, tanto científica como de humanidades. ¿Alguna duda de redacción o de localización histórica o nominalista? Ahí estaba Adrián para despejarla y para despedirse puntualmente, hacer una primera evaluación del programa casi siempre positiva antes de telefonear a su adorada Conchita y anunciar que ya iba a almorzar.

Con Adrián conocí a sus hermanos, Ventura y Manolo, habituales visitantes de la emisora y a la que se incorporó Gilberto al regreso de Venezuela. Con ellos, escuchándoles, se entendía la esencia lagunera. Y con ellos recuerdo una animada charla sobre el contenido de “Un puente sobre Guadar”, uno de sus libros que aún conservo.
Luego coincidimos en algunas convocatorias del ámbito político. Fue director general de Cultura en el primer gobierno de Jerónimo Saavedra. Dejó su sello en el departamento, obsesionado que andaba para dar un impulso a la política editorial del ejecutivo. Años después, involucrado de lleno en la docencia universitaria, la política dejó de atraerle.
Aún así, si acaso por ese sentido de la responsabilidad y del compromiso, con los suyos y con La Laguna, escuchó con atención un planteamiento que le trasladé personalmente sobre la candidatura a la alcaldía a bordo del jet-foil. No cuajó la cosa y él lo agradecía cada vez que coincidíamos y recordábamos la iniciativa, cuando aquella emotiva felicitación, por ejemplo, el día que recibió el premio “Antonio Carballo Cotanda”. Brilló en silencio, con su bonhomía y con el rigor que siempre imprimió a todas su ejecutoria académica y profesional. El miércoles próximo, por cierto, habríamos de compartir una trbuna sobre la Constitución. No va a poder ser.
Ayer, aturdidos aún por el impacto de su inesperado fallecimiento, he visto las lágrimas emocionadas de Arturo Maccanti y la entereza firme de Conchita. La geografía urbana de La Laguna pierde uno de sus elementos humanos más valiosos. Lo fácil es decir que le dolía la ciudad; lo cierto es que la vivía como pocos. Será difícil acostumbrarse a su ausencia.
Descanse en paz.

viernes, 21 de noviembre de 2008

ZOZOBRA

Crisis por todos lados, crisis a cualquier hora. Los informativos matinales, en la radio y en la televisión, abren, por lo general, con los índices bursátiles y desde que se señala que uno baja unos cuantos puntos o que el IBEX pierde otros tantos, como consecuencia de, el afeitado, el desayuno o el nudo de la corbata empiezan a ser molestos y hasta un trastorno. Dan ganas de meterse en la cama, que para eso está sin hacer.
Tiempos de penurias, de inquietudes, de preocupaciones... Aunque acudes a grandes superficies y las ves de bote en bote. Y no digamos los restaurantes durante los fines de semana, cuando hay que esperar o irse a otro establecimiento, dado el lleno.
Son las paradojas, los contrasentidos de este tiempo de zozobra en el que una noticia positiva o un avance de una solución, una remontada o un dato favorable se necesita como agua en el desierto.
El fracaso del liberalismo, el hundimiento del capitalismo arrastra, un día y otro también, a tantas empresas, a tantos trabajadores, a tantos profesionales. Quedarse sin empleo es lo peor. Las expectativas de recuperarlo, a corto o medio plazo, son muy limitadas. Y entonces aumenta la incertidumbre, el desasosiego. El que tenga un empleo, que lo cuide, que lo cuide...
No se conocía una situación como ésta. Es verdad que se habían vivido otras crisis, alguna de las cuales fue de gruesos niveles, pero las circunstancias presentes son de marca mayor. Y dicen que no se ha tocado fondo. ¿Dónde estarán los ingenieros financieros? ¿Y los cerebros de la teoría económica? ¿Dónde sus soluciones? Tenemos derecho a reivindicarlas. Nos han engañado a todos.
Que no extrañe si alguien entona la primera estrofa de 'La Internacional': "¡Arriba, parias de la tierra/ en pie, famélica legión...!".
Aunque los cánticos, desde luego, no son la solución.

jueves, 20 de noviembre de 2008

EL HUMOR ES COSA SERIA

El título de aquella sección de un periódico deportivo catalán, "El humor es cosa seria", original de Ricardo Pastor, a quien Dios guarde, es válido para entender el espectáculo de Les Luthiers, el quintento argentino que nunca defrauda. Han hecho del género su causa, de la ironía su bandera, de la diversión cantada y representada su meta. Como que ellos mismos han bautizado inteligente su humor, su propia creación.
Les Luthiers hacen algo más que entretener. Desde el primer minuto hasta el bis de clausura. No hay oropeles en el montaje. Cada quien en su esmóquin, cada quien en su papel, curtido y renovado en cientos de presentaciones. Voces de veteranos, gestos sublimes de actores. El humor es cosa seria como también se puede acreditar con el empleo de esos peculiares instrumentos que son consustanciales a las actuaciones del grupo al que los años no pesan, por cierto.
Es humor cantado, teatralizado. Un humor caústico y desenfadado a la vez. Ironía, sarcasmos, gestos, letras intencionadas, el doble sentido, retruécanos... Hasta el ritmo del espectáculo hace que los salmos sectarios de Warren Sánchez conecten con los diez minutos de recuerdos finales -una licencia a la nostalgia- en una fluidez imperceptible. Como en las grandes obras de los grandes escenarios. Una delicia audiovisual.
No es de extrañar que en su paso por Las Palmas de Gran Canaria hayan llenado todas las noches. Cada entrega de Les Luthiers les convierte en inmortales. La complicidad, fruto de la comicidad, brota desde su aparición en escena y se refuerza con la breve introducción que Marcos Mundstock -¡qué voz!- hace de cada una de las partes del espectáculo. Si alguien anda en horas bajas o al borde de la depresión, que tome una dosis -una sola bastaría- de la ironía 'luthieresca'.
Destilan genialidad y con eso queda todo dicho. Especialmente, cuando es una constante. Sobre todo, cuando contrastan que el humor es cosa seria. Hasta hacerlo conspicuo.
Les Luthiers--Las obras de ayer (El refrito)
Auditorio Alfredo Kraus
Miércoles 19 de noviembre
Las Palmas de Gran Canaria
Pincha en el siguiente enlace y podrás ver una interpretación de Les Luthiers incluida en su actuación de Las Palmas de Gran Canaria:

miércoles, 19 de noviembre de 2008

¿MICROFONOS TRAICIONEROS O INCONTINENCIAS DESGRANADAS?

Es difícil no encontrar entre los profesionales o las personas que hemos tenido que utilizar micrófonos en actos públicos, debates y programas radiotelevisivos a alguien que no se haya extralimitado una vez haya sido dicha la última palabra o la convocatoria pudiera darse por concluida. Entiéndase por extralimitación una propina, algún añadido o alguna expresión dicha a posteriori y que fue nítidamente percibida por el auditorio o por la audiencia.

También está la modalidad más reciente: no ha empezado el acto o el programa y al estar los micrófonos abiertos pues se escucha perfectamente cualquier locución por muy quedo, por muy baja voz que se haya empleado.

El caso más reciente de Mariano Rajoy, pillado in fraganti antes de empezar una reunión de dirigentes de su partido a cuenta del “coñazo” del desfile militar del Día Nacional de España, pone en evidencia la necesidad de andarse con la máxima cautela cada vez que haya micrófonos (coloquialmente, entre políticos y personajes públicos, “alcachofas”) por los alrededores.

No es que el vocablo utilizado sea extremadamente grave pero dicho por el presidente del Partido Popular y jefe de la oposición es absolutamente inapropiado. Curiosamente: salieron en defensa de Rajoy, minimizando el impacto y restando importancia, algunos intelectuales y algunos escritores que, en efecto, demostraron su poco amor a las paradas militares.

Hombre, que sea Rajoy quien, en un alarde de sinceridad, dijera (se le escapara) lo que de verdad sentía, llama la atención. Y el daño, una vez reproducida la palabreja por los más diversos canales, y aceptada como sinónimo de hastío, de plomizo, de difícilmente aguantable, el daño -decía- ya es irreversible.

Bien es verdad que no está solo, que hay antecedentes. Recordarán aquel “¡Vaya peñazo que les he soltado!”, dicho por Aznar, siendo presidente del Gobierno, después de una intervención que duró más de una hora. No menos trascendente fue “la caña que hay que dar”, entrecruzada de Iñaki Gabilondo y José Luis Rodríguez Zapatero al término de una entrevista electoral en “Cuatro” televisión. Y también alcanzó relieve la recomendación de Miguel Sebastián al mismo ZP sobre contenidos presupuestarios: “Esto, en dos tardes, te lo explico”.

Aunque para tacos gloriosos, aquel de Federico Trillo presidiendo un pleno de las Cortes. Aquel “¡Manda güevos!”, con el que zanjó alguna posición rara de sus señorías, dio la vuelta al planeta político y mediático. Y el diputado y ex ministro ya carga para los restos con su exclamación.

(Si me lo permiten, pues ya saben que no se debe hablar de uno mismo: hace muchos años, presentado un festival de variedades en Garachico, sucedió un episodio similar. Menos mal que no hubo expresión malsonante. Era un desfile de trajes de época. La joven portuense que llevaba el de moda zíngara estaba tan nerviosa que se ‘clavó’ en el centro del escenario, sin caminar y sin acercarse a la pasarela, por donde debía transitar. Aquellos segundos se hicieron largos, larguísimos y como no había manera de desbloquear la situación, se me escapó: “¡Sigue muchacha, baja ya!”. Todos los presentes que se habían dado cuenta del trance y escucharon sonrieron abiertamente).

En fin, surge el dilema del título. ¿Son los micrófonos unos traicioneros, independientemente de los descuidos de quienes los controlan y de quienes los usan? O por el contrario, ¿son locuciones como las señaladas el fruto de unas incontinencias que no saben ni de luces rojas ni de manejos técnicos a distancia?

Por si acaso, los protagonistas deben tomar buena nota, no sea que, por una causa o por otra, reediten algún exceso verbal, de esos que, en sus bocas, suena mal, aunque luego se justifique el caso diciendo que son de carne y hueso, como cualquier mortal malhablado.

(Uno, por si acaso, ya anda precavido desde aquel episodio de Garachico).

P.S.- Un fenomenal complemento para esta entrada después de redacta y publicada en el número de noviembre de la revista TANGENTES. Lo encuentras pinchando en el siguiente enlace de la cadena SER.

"http://www.cadenaser.com/player_mini.html?xref=20081119csrcsr_14.Aes"

domingo, 9 de noviembre de 2008

PASAR A LA ACCION

Ya están realizados todos los diagnósticos, luego se trata de pasar a la acción. En los primeros, por cierto, es difícil encontrar tantas coincidencias. Después serán modulables y discutibles las prioridades, pero hay una convergencia notable. Y es ahí, en la acción, donde surgen las trabas, las inhibiciones, las maniobras, los bloqueos…, en fin, la mano negra esa que nunca se ve, que nadie puede probar que existe, pero que está, y que no es un recurso manido para echar la culpa a otros para utilizarla como subterfugio a las incapacidades.
Esa última convocatoria de agentes, empresarios y profesionales del sector turístico en la ciudad -una vez más, los trabajadores han vuelto a enmudecer o interpretar el papel de ausentes, como si la cosa no fuera con ellos; algún día tendrán que despertar y darse cuenta de lo que se juegan- no ha sido muy diferente de otras anteriores en las que análisis lúcidos contrastaron con experiencias de otras latitudes y críticas más o menos explícitas, más o menos interesadas.
Recuerdo una, en el mandato 1999-2003, que culminó hasta con una declaración de los participantes. La “Declaración del Taoro”, se titulaba, en alusión al lugar de las jornadas, todo una manifestación de intenciones y de proyección futura en el propósito de revitalizar el destino turístico. “Demasiado literaria”, fue la crítica posterior de un empresario.
Ahora, como entonces, buena voluntad, buenos deseos, necesidades expuestas, los ya viejos males, objetivos apremiantes, iniciativas que teóricamente apenas admiten discusión… lo dicho, un elevado grado de coincidencia, tal que puede resumirse en la frase hecha que condena a entenderse a las administraciones públicas y al sector privado.
Se trata de incursionar, de abrir nuevos caminos, de emprender. Las glorias pasadas, esas golondrinas que no volverán, sólo son un utilitarismo nostálgico. Está bien que se aproveche la experiencia y la madurez pero ya no sirven exclusivamente para creer con ellas volverán los buenos tiempos, las vacas gordas.
Por consiguiente, así las cosas, hay que pasar a la acción. Hay que ejecutar. El empresariado que reclama liderazgo político debe corresponder con valentía y capacidad de riesgo. Los gobernantes de cada ciclo, pese a las tenazas normativas, están obligados a tener visión de futuro y ésta debe plasmarse en decisiones pragmáticas.
Porque la gente, la de aquí, la de los pueblos vecinos, la de la comarca y de la isla entera, quiere ver cosas, quiere que algo se mueva para motivarse, para identificarse, para hacerlo suyo, para hacer el seguimiento y para, en definitiva, recobrar la esperanza, para tener algo que lucir y de lo que enorgullecerse.
Hay un gesto, el de las manos unidas de los participantes fotografiadas al final de la convocatoria, que debe ser todo un estímulo pensando en el porvenir. Está todo dicho con respecto a la realidad. Luego ahora hay que escribir el futuro con pruebas físicas que sean fruto del intelecto, de la destreza y del ejercicio constante. Saben además que no hay tiempo que perder.
De los resultados, de la acción pues, dependerán las lecturas futuras de la foto.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

DIOS BENDIGA A AMERICA

Ha ganando Obama. ¿Para qué adjetivar la victoria? Era la esperada, era la deseada. El sueño de Luther King, hecho realidad. En la televisión hay hombres blancos y negros, hay mujeres blancas y negras con lágrimas en los ojos. El yanki vivía un hecho histórico. Porque ésto sí que es un hecho histórico.
Ha ganado Obama, la gran esperanza negra. Al menos hoy, siquiera un solo día, la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos eclipsará las noticias, las malas noticias de la recesión económica, allí y en todo el mundo. Obama concentra tantas esperanzas, alimenta tantas expectativas en unos momentos tan delicados de la historia contemporánea, que el halo de frustración es inevitable.
El perdedor, en Vietnam y en esta cita electoral, John McCain, hizo un discurso memorable reconociendo los méritos del rival y se puso incondicionalmente a su lado. También había lágrimas en las filas republicanas, las mismas que estarán repudiando a Bush, el gran ausente, ese sí que el gran derrotado. Se ha completado la estela de gobernantes que se embarcaron en aquella locura de Irak, por cierto.
'God bless America', Dios bendiga a América, en esta nueva era que se inicia con un triunfo individual arrollador, en España sólo comparable con el que protagonizó Felipe González en 1982. Los pueblos, en democracia, escriben la historia con proyección de futuro, lo hacen con ganas de pasar la página y escribir otra nueva desde la confianza que recobran y depositan en alguien que les conduzca.
El siglo XXI ya tiene su gran hito: un ciudadano negro en la sede presidencial del país más poderoso de la Tierra. Esto se anima.

lunes, 3 de noviembre de 2008

LA EMPANADA

La empanada de Coalición Canaria, antes y después de su congreso, está alcanzando niveles de incertidumbre como no se conocen en su joven historia de organización política. Precisamente, porque esa historia está directamente vinculada al ejercicio del poder político, la descomposición, ahora mismo, no es mayor.
En la noche electoral de mayo del pasado año, el Paulino Rivero derrotado pero con su seguro triunfador presidencial garantizado desde antes de comenzar la campaña, felicitaba a Mariano Rajoy, “el ganador de estas elecciones”, decía sin reparar en que ni era cierta la afirmación ni el presidente popular se había presentado a alcalde de su pueblo. Rivero, ahora, entre la frustración y el dolor, es decir, sin palabras de congratulación, ha seguido correspondiendo a Rajoy después de que éste, hasta en un par de ocasiones y con el fantasma de la ruptura en Navarra sobrevolando las borrascas archipielágicas, haya advertido de lo que son veleidades y devaneos independentistas de su socio de gobierno, consagrados ni más ni menos que en la primera y principal de las citas de una organización política democrática, su congreso.
Terminar éste y rebrotar la confusión fue todo uno. A desalambrar, o sea, a matizar, a puntualizar, a refutar… Apenas habían transcurrido cuarenta y ocho horas, el barullo era de tal calibre que algunos cargos públicos de CC se pasaban y transmitían la pregunta: ¿Cómo terminará todo esto? La cuestión revela que en un partido político acostumbrado a moverse en el filo de la navaja y a sobrellevar las situaciones más insospechadas los hechos empiezan a desbordar y las respuestas ven sensiblemente mermada la credibilidad.
El problema quedó al desnudo con meridiana claridad: caminar tanto tiempo sin sustrato ni sustento ideológico, sólo el ánimo acomodaticio ante el poder que siempre toca -al menos hasta que se modifique el sistema electoral-, en algún punto habría de concluir.
Ahí surgen las contradicciones: que si vuelta a los insularismos, que si las guerras de familias, que si se evaporan algunos apoyos empresariales. Hasta la factura de cierto apoyo periodístico en esa aventura filoindependentista, de menos sustrato todavía, empieza a ser cuestionada.
Así, Claudina Morales tuvo que estrenarse interpretando una gaviota en Madrid, donde Rajoy remarcaba su discrepancia, el vicepresidente Soria recibía instrucciones -que no se rompa el pacto, por favor que no se rompa- y en algún foro mediático hacían mofa y befa de las pretensiones independentistas y bautizaban -posiblemente porque nadie sopló a los guionistas lo de la “guanchancha, que les hubiera quedado para el diez- a la nonata policía autonómica como los “canaribinieri”.
Sensu contrario, un artículo muy serio y muy sólido de Antonio San José en elplural.com, señalando que “quince años después de su constitución, Coalición Canaria desbarra su perfil nacionalista en una sociedad en la que una inmensa mayoría sienten el legítimo orgullo de ser ciudadanos canarios y españoles”. El broche lo pone con el ejemplo de Islandia. Hay que contarlo, Antonio, sí, hay que contarlo.
Y en los postres del ‘totum revolutum’, Ricardo Melchior advirtiendo con marcharse y Paulino Rivero negando y apelando a la Constitución en un intento, ya desesperado, de hacerse con las riendas de un potro desbocado. Que galopa, por cierto, sobre una región que encabeza casi todos los registros negativos.
¿Hay quien dé más?

viernes, 31 de octubre de 2008

TAPERÍO EN LA CIUDAD

Tiene razones Antonio Marrero, su promotor, para andar contento por las calles, como le vimos hace poco, satisfecho por el desarrollo de la segunda edición de la denominada “Ruta de la tapa”, una iniciativa suya que tuvo buena acogida en el sector local de restauración y una muy estimable respuesta entre quienes la han seguido, unos por curiosidad, otros por probar algo distinto y otros, para qué engañarnos, para aprovecharse de la coyuntura.
Siempre fue el Puerto pionero de muchas cosas, a las que luego, por muy distintas razones, faltó continuidad. Esta ruta tenía también mucho de innovación, de apertura de nuevas formas para contrastar la gastronomía y para la experimentación de respuestas por parte de los turistas y de la población nativa.
Se ha de convertir, desde luego, con el paso del tiempo, en todo un reclamo. Al menos, las dos primeras convocatorias han servido para incentivar y para pulsar los valores de una oferta que, por imaginación y calidad, no sólo ha de suplir algunas carencias sino que debe constituir un atractivo de primer orden.
Uno se alegra, en el fondo, de que estos planteamientos salgan bien. Hace unos años, cuando nos tocó regir desde la alcaldía los destinos del municipio, nos esforzamos en destacar la necesidad de enriquecer la oferta turística de la ciudad, siempre en las coordenadas de sus reales posibilidades, siempre pensando en potenciar, mediante opciones viables, las cualidades que atesora.
Desde luego, la gastronomía es una de ellas. No exagerábamos cuando entonces decíamos que difícilmente podía encontrarse en una superficie territorial tan reducida tamaña variedad de especialidades culinarias. Sabíamos de la profesionalidad de los ‘chef’ y cocineros que en hoteles y restaurantes han acreditado su solvencia. Tal es así que se los rifaban en otras latitudes como si de futbolistas se tratara.
Algunos pocos hoteleros y restauradores -acaso los que aún piensan que los clientes vienen solos como en los años sesenta- creían que esa defensa era desmesurada. El Puerto había sido en el pasado sede de importantes convocatorias y jornadas de este ramo: ese era (es) otro factor a explotar favorablemente.
Pero está claro que, independientemente del apoyo institucional que se pueda prestar, esta iniciativa corresponde al ámbito privado. Por fortuna, hay establecimientos y profesionales con categoría suficiente como para consolidar esta ruta o esta modalidad del tapeo que tanto gusta a los portuenses cuando están lejos de la tierra y regresan exaltándola. El taperío -expresión que, por coloquial, también puede aplicarse- fue siempre un distinto y atrayente modo de comer.
O sea, que son los propietarios y los emprendedores del sector, las asociaciones privadas, las llamadas a enriquecer y perfeccionar esta iniciativa. Hay que promocionarla bien. Hay que acudir a ferias y medios especializados. Hay que situarla en las coordenadas temporales más interesantes. Ya están buscando cocineros afamados o expertos culinarios cuya presencia debe servir, entre otras cosas, para valorar la misma originalidad y calidad de las creaciones que se ofrecen.
En definitiva, a identificarse con la ruta, a hacerla suya. Y enhorabuena, Antonio.

sábado, 25 de octubre de 2008

ANTIGUO INSTITUTO, MODERNA CASA DE LA JUVENTUD

Concebida para enseñar. Tengo entendido que fue la primera sede del colegio “Gran Poder de Dios”. Albergó luego el antiguo Instituto Laboral, luego llamado Instituto de Formación Profesional. Era el ambiente estudiantil de sus alrededores, a primera hora de la mañana, o a la salida de clases, ya por la tarde, lo que denotaba el emplazamiento de aquella casona canaria, de sobria balconada, cercana a la plaza del Charco, en la céntrica calle Pérez Zamora.
Allí estudiaron numerosos compañeros de generación que siguieron luego el bachillerato de esta modalidad en Gran Canaria. Jóvenes que venían de otras localidades norteñas también cursaron en sus aulas un importante período de su formación. Y en esas aulas impartió enseñanzas un elenco de extraordinarios docentes que siempre serán recordados, por supuesto más allá de la identificación que se hacía con sus apodos o nombretes.
(Uno de ellos fue el célebre veterinario José Manuel Padrón de quien se cuenta una gozosa anécdota. En cierta ocasión, vino su conductor a buscarle avisándole del inminente parto de una vaca. Padrón estaba examinando y no podía dejar el aula de modo que le dijo al conductor que subiera a buscar un producto para administrar al animal.
-¿Por dónde subo don José Manuel?-, preguntó apurado el chófer.
-¡Por la escalera, rebenque!-, le espetó el profesor veterinario para regocijo general de los examinandos).
El centro, para acoger nuevas materias de los planes de estudio que iban evolucionando, creció y se extendió hasta la calle Puerto Viejo y la trasera que da a la calle La Verdad, más conocida por “el callejón cagado” y más recientemente por el finolis y sajón “Caca street”, que para eso, los del Puerto tenemos más chaveta y más ingenio.

En su salón de actos, un salón flamante para la época, allá por los setenta, vimos cantar en directo a Ricardo Cantalapiedra y escuchamos una interesantísima conferencia del escritor Tico Medina, que contó con evidente aire de suspense, cómo le tenían localizado los agentes israelíes de El Mossad.
Hasta que cambiaron los planes educativos, hasta que se produjo la mudanza al instituto de Las Cabezas. Allí quedó vacío, muriendo poco a poco, inservible e infrautilizado, aquel inmueble que ahora luce galas de restaurado para acoger la denominada Casa de la Juventud, abierta esta misma semana después de la larga ejecución de un proyecto ambicioso que se traduce en un recurso de primer nivel para el desarrollo de actividades de muy distinta naturaleza.
Algo tuvimos que ver con la iniciativa hace unos años, tramitando su lado burocrático-administrativo más complejo e impulsando vías de financiación con otras instituciones. A los posteriores regidores municipales les ha correspondido desbloquear y culminar una actuación necesaria, conscientes como somos todos de las limitadas disponibilidades de espacios físicos en el municipio para usos específicos.
Sólo cabe congratularse de la culminación de la rehabilitación y confiar en que el recinto se convierta en una auténtica caja de resonancia de la creatividad cultural portuense.

lunes, 20 de octubre de 2008

SANTIAGO, EL SECRETARIO

Curioso: él llego al Ayuntamiento justo cuando uno terminaba su primer ciclo municipalista, allá por 1987. La política quiso que nos reencontráramos ocho años después, cuando le tocó lidiar una de las más insólitas censuras que en la vida local canaria han existido. Posteriormente, casi coincidiendo con el cambio de siglo, palpó la alternancia en el poder y hasta fue testigo privilegiado de una derrota histórica del socialismo portuense.
O sea, que desde las tripas de la administración lo ha vivido todo, o casi todo. Porque antes, tras las oposiciones ganadas en Madrid, hay toda una dilatada trayectoria labrada en Telde, en el Cabildo Insular y en Icod de los Vinos. Es de los clásicos, de la vieja escuela de juristas críticos con la moderna producción legislativa pero celosos luego a la hora de aplicarla.
Persona de sólida formación intelectual, de profundas convicciones religiosas, lector empedernido, interesado en el rigor histórico, sensible a cualquier creación artística, funcionario intachable y portuense comprometido.
Hablamos de Santiago Díaz Baeza. El pasado viernes puso punto final a su vida laboral activa. Se fue despacio, como llegó, sin estridencias, sin oropeles. Secretario del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz durante más de veinte años, Santiago era ése, el secretario, el hombre al que todo el mundo acudía, el compañero que todo lo sabía y orientaba la solución, el tecnócrata al que consultar para poner en marcha un expediente y el leal asesor que decía lo que más convenía cuando se le preguntaba.
Discrepamos con él muchísimo, siempre respetuosamente, incluso en los momentos más tirantes cuando hacíamos recíprocamente un ejercicio de destreza en los debates. Santiago fue un exégeta personal de primer nivel. Sólo en una oportunidad, fuera del consistorio, con Nico Mederos como asombrado testigo, estuvimos a punto de traspasar esa delgada línea roja que separaba los pensamientos. No pasó nada.
Citamos el episodio porque los lectores que nos conocen reprobarían el tono elogioso de esta glosa, sabedores de que Santiago y uno discutíamos a menudo, a veces de forma altisonante y que en algún momento la relación fue distante y hasta se rompió temporalmente. Pero muchos también saben que hube de defenderle públicamente ante algún reproche que le hicieron desde otras filas. Traté de hacerle ver que su concepto de mesura y de equilibrio no siempre se cumplía, que su vara de medir no era siempre la misma. La máxima meta que alcancé en esas diferencias dialécticas fue que reconociera que con la izquierda siempre se ha sido más exigente. Por eso, nos advirtió en cierta ocasión de que incurríamos en responsabilidad penal si no respetábamos un artículo de la Ley de Patrimonio. O informaba oportunamente de los incumplimientos en la tramitación de un expediente. Satisfizo saber que, al menos en privado, admitiera que los socialistas le hacíamos más caso.
Sus planteamientos ideológicos, de otra época sin duda, le hicieron permanentemente crítico y extremadamente neutral, hasta el punto de que nunca votó. Pero eso no desvió jamás sus ganas de contribuir al progreso del municipio. A su manera, pero coadyuvaba. Siempre con criterio, siempre con argumentos. Llamaba la atención que en ocasiones su nivel intelectual no se correspondiera con las posiciones que defendía en alguna controversia doméstica.
Santiago, el secretario, fue un probo y leal funcionario. Con uno y con todos los alcaldes a los que ha servido. Si le diera por escribir memorias, nos enteraríamos de episodios inenarrables y de manías de quienes le agobiamos con preocupaciones edilicias. Administrativista relevante, defensor a ultranza de la legalidad, su celo le hizo acreedor del término “peguista” que puso de moda una parte del empresariado y de la derecha local a medida que avanzaba la tramitación de cualquier actuación y que él prefería pulcra en todos los órdenes.
Claro que le ponderamos. Como criticamos frente a frente, y sin intermediarios, algún proceder suyo. Claro que su concurso ha sido vital para entender muchas de las cosas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz a lo largo de las dos últimas décadas. Como agradecemos las apelaciones a la concordia y al consenso político que destilara cuando las posturas políticas más se enconaban.
Hoy, cuando ya no ocupa su asiento y el pleno de la corporación celebra un pleno extraordinario, es de esperar no que alguien se acuerde de esa valiosa aportación sino que todos expresen de forma unánime su reconocimiento a Santiago, el secretario.

domingo, 19 de octubre de 2008

UN MUSEO PARA ENORGULLECERSE

El Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) -¡lo que darían en otras localidades por tener en ellas su sede!- presentó recientemente la Colección II (1966-1986) del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW), dando otro paso para la consolidación de una iniciativa extraordinaria que enriquece seriamente, y con carácter estable, la oferta cultural y museística, no sólo del Puerto de la Cruz sino de la isla entera.
El singular artista que da nombre al MACEW, allá por 1953, dio carta de naturaleza a una idea, “la más natural consecuencia de la vida íntima de las islas, de su espíritu abierto, de su inquietud universal”.
Y en efecto, la calidad y la originalidad de las obras expuestas son rasgos sobresalientes de la capacidad creativa de nuestros artistas o de quienes vinieron desde otras latitudes y bebieron de las fuentes de inspiración que brotan en nuestro territorio.
El Museo está emplazado en la Antigua Casa de la Real Aduana, en cuyas operaciones de adquisición y restauración por parte del Cabildo Insular de Tenerife algo tuvimos que ver en el ejercicio de nuestras responsabilidades edilicias. La Casa, ya saben, es el último vestigio, la última superviviente de un extraordinario conjunto arquitectónico que entornaba el refugio pesquero de la localidad.
La perseverancia de los dirigentes del IEHC logró que se materializara una muy noble pretensión: hacer honor a Westerdahl -y también a Alberto Sartoris, célebre arquitecto suizo- y recuperar la valiosísima obra de artistas de renombre y de primer nivel que vivieron temporadas en el Puerto o expusieron su obra en el Instituto, desde los primeros años de la década de los cincuenta del siglo pasado.
La Colección I abarca precisamente desde este año hasta 1965. La segunda entrega, sencillamente formidable, comprende hasta 1986, tres años después del fallecimiento de Eduardo. Son dos espacios expositivos: en uno, hay un conjunto de pinturas, grabados, dibujos y fotografías junto con tres esculturas. En el otro, hay una decena de obras, junto con una escultura que, pese a estar fechadas antes de 1966, la trayectoria de sus autores y el nivel de las mismas, son merecedoras de figurar en ese espacio.
En el acto de apertura estaban Eladio de la Cruz, Renate Müller, Vicky Penfold, Fernando Garciarramos, Arminda del Castillo, Imeldo Belllo y Ana Luisa González Reimers que recibió merecidos piropos a sus desvelos y a su sensibilidad con la causa museística. Todos ellos, creadores y estudiosos, todos comprometidos de alguna manera con el Instituto a cuyas llamadas jamás se negaron.
En aquel caluroso mediodía portuense gozamos de otra explosión artística, disfrutamos de la originalidad creativa y de poder compartir aquí, en nuestra ciudad, la realidad de un museo que, sencillamente, debe enorgullecernos.

sábado, 11 de octubre de 2008

De Soroa al Sitio Litre

Acto de presentación de libro en Sitio Litre, ese jardín mágico, ese jardín encantado donde siempre se está a gusto. Otra vez, un cierto aire bucólico. De nuevo, un ambiente flemático. Como en tantas otras ocasiones, con la sombra de Olivia Stone. Y de la señora “Moly”, claro. Allí, como siempre, la amabilidad y la calidez de John Lucas y familia. Buena asistencia pese a que, a esa misma hora, todavía se esforzaban en apagar -¡vaya susto!- las llamas de una parte del centro ‘Santa Rita 1’ en Punta Brava.
Libro y algo más porque la convocatoria servía para dar a conocer la Sociedad para la Promoción Cultural de Canarias en Europa, presidida por Jerónimo Saavedra Acevedo, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. Entre él e Isidoro Sánchez, vicepresidente siempre al quite, describieron contenidos, alcance, filosofía y contenidos de un instrumento para proyectar la creatividad y la esencia cultural de Canarias. Milagros Luis Brito, consejera de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, también presente, dio las atinadas bendiciones y hasta anticipó la viabilidad de alguno de los proyectos.
A la llamada acudieron familiares y amigos del protagonista del libro así como de sus autores, intelectuales, gentes de Santa Cruz y de La Orotava, artistas, cineastas… Los habituales en las citas culturales portuenses tampoco dejaron escapar la oportunidad.
El libro se titula “Tomás Felipe Camacho. Un canario ilustrado del siglo XX”, escrito por Xiomara Brito de Armas, María Victoria Hernández y el propio Isidoro Sánchez García, con epílogo de Miguel Cabrera Pérez-Camacho, sobrino de una figura clave en la emigración canaria, un palmero que dejó huella y del que ahora, merced a esta obra, cuya edición, por cierto, corresponde a la ya consolidada y siempre efervescente Asociación Cultural “Pinolere”.

María Victoria y Miguel hablaron con la pasión que el personaje despierta. Tomás Felipe Camacho (1886-1961) no fue uno más entre los numerosos emigrantes canarios a Cuba. Todos los testimonios coinciden en su rica personalidad, en su valor intelectual y emprendedor. Abogado de prestigio, escritor, periodista, coleccionista y asesor empresarial. “Ejercía en Cuba una especie de honorario consulado espiritual de nuestro archipiélago. Ni un solo canario se acercó a su puerta que no fuera bien acogido, bien agasajado, bien favorecido si la ocasión se prestaba”, escribió Juan Rodríguez Doreste en una bellísima necrológica publicada en “Diario de Las Palmas”.
Se habló de Soroa, naturalmente, el lugar donde dejó un sello indeleble, el Rancho Pilila, su orquidario, la niña de sus ojos, jardín botánico, un lugar de obligada visita en la provincia de Pinar del Río, lleno de magia y de aromas.
María Victoria enfatizó sobre la sensibilidad de Tomás Felipe Camacho. Miguel puso el acento al valorarlo como la aportación más brillante de la emigración canaria. Las páginas de la obra que era presentada estaban ya abiertas para conocer mejor la vida y obra de este palmero singular.
Los Huaracheros, los descendientes, la última generación, pusieron el broche musical. ¡Vaya broche! Sus canciones de siempre, mezcladas con las dedicadas a La Palma y la emigración, terminaron emocionando al mismísimo Saavedra cuando entonaron las folías alusivas al Puerto de La Luz.
Y allí, en el Sitio Litre, siempre tan señorial y distinguido, la Asociación para la Promoción Cultural de Canarias en Europa dejó otra prueba de sus afanes.
Se percibían los aromas orquidarios de Soroa.

sábado, 4 de octubre de 2008

DE SELLOS Y MONEDAS

Sitúense en la segunda mitad de la década de los sesenta. Plaza del Charco, cercanías del antiguo “Dinámico” y proximidad a la pila de la ñamera, domingos y festivos por la mañana. Unas mesas rudimentarias, mejor, unos tableros reconvertidos. Sobre los mismos, álbumes y cajas de sobres, sellos y monedas. Unos cuantos curiosos del país. Numerosos extranjeros que pronto hicieron del lugar un punto de encuentro e intercambio.
Allí surgió una suerte de mercadillo de sellos y monedas. Allí, en aquel punto neurálgico del municipio rendido al desarrollismo turístico, se fraguaba una cita permanente que era también una puerta abierta a la cultura, la gran olvidada -y hasta penalizada- de aquel desarrollismo. Allí estaba el significado de dos términos, filatelia y numismática, que sonaban así de raros y distantes, pero que los teníamos al alcance, tan cerca que casi no le dábamos importancia.
Juan Cruz Ruiz llevó el mercadillo y a sus promotores, y a los habituales de cada domingo y festivo, a las páginas del periódico ‘El Día’ y la cosa cobró carta de seriedad y hasta de consolidación. Creo recordar que el periodista escribió que por aquella nota, acompañada de foto, los mentores y algunos coleccionistas quisieron gratificarle con quinientas pesetas de entonces pero Juan se negó cordialmente. La noticia o la información, por elemental o muy localista que sea, no tiene precio.
En el mercadillo, impregnado de un ambiente sano y de unos incansables afanes de búsqueda, adquisición e intercambios, sobresalía Angel Pérez, un numismático tan meticuloso como apasionado que quería hacer en España lo que en algunos planes o foros universitarios de Estados Unidos: considerar la numismática como ciencia auxiliar de la Historia.

Pero también, movidos por su afición, pululaban Pedro Montes de Oca, Peri Real, Arístides Hernández, José Antonio Marrero, Antonio Galindo padre e hijo, Masot, Agustín Carballo y Klaudius Heck, uno de los mejores profesionales de la hostelería que uno ha conocido, poseedor de unas colecciones extraordinarias.
Fueron modestos pero atinados emprendedores. Entre todos ellos y con la aportación constante de otros muchos aficionados y coleccionistas -perdón por la siempre injusta omisión- materializaron, ya en la década de los ochenta, una convocatoria anual, EXPOFIL, con sede en el hotel “Semíramis”. Deben haber quedado matasellos conmemorativos de la cita, que nació con vocación de reclamo turístico-cultural. A fe que lo lograron pues al cabo de unas cuatro o cinco ediciones no sólo reunieron valiosas y admirables colecciones sino testimonios de destacados expertos que ofrecieron y lucieron sus conocimientos y parte de su bagaje. Revistas y publicaciones especializadas dejaron constancia de las actividades y proyectaron el nombre del Puerto de la Cruz, como siempre, pionero o avanzado en tantas cosas vinculadas a la cultura y al arte pero también inconstante o incapaz de prolongar y renovar sus propias iniciativas.
Alguno de ellos, que no ha perdido la motivación y sigue buscando esas piezas con las que completar alguna colección personal o algún ejemplar insólito, cuenta, no sin desconsuelo, que el mercadillo de la plaza del Charco ya sólo se hace el primer domingo de cada mes. Que los jóvenes no se interesan por estas cosas. Que Internet también ha cambiado los hábitos y las opciones de los coleccionistas. Que aquel romanticismo ha dejado paso a otros afanes. Y que los precios, para variar, se han disparado.
Una lástima. Otro hecho que se pierde y que no se recupera sólo con nostalgia. Para los que han resistido, al menos, un reconocimiento.

P.S.- En la mañana del domingo, muy temprano, he visitado el mercadillo. Para saludar y refrescar nombres. Allí estaban Ascanio e Hilario, ¿los últimos de estas 'filipininas' filatélicas?, acreedores de ese reconocimiento. Recordamos a Julián y su familia, que venían de Santa Cruz y pedían permiso para acercar el coche y recoger las maletas. A Paco Purriños, a Kay, a Fischer, a Kalery y a un comisario de policía, ya jubilado, Gustavo Fernández de Terán. Y rescatamos a Matías, el taxista, siempre tan atento. Seguro que hay más. Perdón, de nuevo, pues, por las omisiones.

domingo, 28 de septiembre de 2008

UN GALARDON PARA CARMELO

Carmelo Pérez Abreu. Probablemente, el último de los grandes clásicos del turismo portuense. Un ‘grande’ hecho a sí mismo: desde botones a su actual responsabilidad ejecutiva en el grupo “Sol Meliá”, su trayectoria es todo un ejemplo de compromiso con la hostelería, con el turismo, con sus empresas.
A Carmelo, natural del Puerto de la Cruz, el Gobierno de Canarias le ha distinguido con la Medalla a la Excelencia Turística que recogió días pasados en Fuerteventura, en ocasión de la conmemoración del Día Mundial del Turismo. Es más que merecida. Le llega, además, casi coincidiendo con el final de su etapa en activo que sólo interrumpe, por cierto (móvil desconectado), los fines de semana, cuando cultiva sus frutos y sus flores en una finca de las medianías norteñas.
Carmelo es la modestia personificada. Quien huye de todo protagonismo. Quien toma las decisiones con temple y sin alharacas. Quien acomete las gestiones de forma perseverante hasta obtener un resultado definitivo. Quien no se arruga ante las adversidades. Quien guarda respeto y lealtad a los que están por encima. Que al final ya no son muchos, por cierto.
Se supone que algún media le llamará un día de estos y le preguntará (si él quiere y se deja) por los pasos de esa trayectoria. Ahí contrastarían la experiencia de este profesional del turismo a quien uno, siendo niño, recuerda con gesto serio trabajando en los hoteles y en las agencias de viajes, en pleno auge del destino turístico portuense.
Carmelo siempre tuvo claro que había que trabajar y por eso se esmeró en la mejor escuela de entonces: al lado de grandes directores, de pujantes emprendedores y de profesionales curtidos que vieron en él una persona recta, capaz, enamorada del turismo y de las cosas bien hechas. Si llegó lejos -tan lejos, como que desde hace unos cuantos años es el brazo derecho de otro ‘monstruo’ del turismo español, Gabriel Escarrer- es porque no se detuvo, fue escalando y asumiendo nuevas funciones y nuevas responsabilidades.
Es de los que ha visto cómo cerraban establecimientos entrañables (principalmente en su ciudad natal) y cómo surgían nuevos establecimientos en todas las islas. En los aviones, por cierto, está su otra vida. Porque Carmelo acude allí donde su concurso es necesario. Y así ha podido ir comprobando, en primera persona, la evolución del sector turístico: su esplendor y sus vacas flacas. Ha tenido que sondear en esa jungla llamada directrices, ha visto cómo se ha malbaratado el producto y cómo hay que plantearse una promoción para captar eso que llaman segmentos de calidad turística, que no son otra cosa que los clientes de alto poder adquisitivo que tan deferentemente le trataban hace décadas cuando hacía de botones o de recepcionista en algún hotel del Puerto de la Cruz.
Que le duele, por cierto. De donde nunca se alejó, sentimentalmente.
Ahora ya luce un galardón que reconoce la excelencia turística personal, ganada a pulso en una carrera profesional caracterizada, ante todo, por la modestia y por la superación. Un hombre hecho a sí mismo, de la vieja escuela, de los que ya no hay.
¡Enhorabuena!

jueves, 25 de septiembre de 2008

Enhamed, la dicha de la resistencia

Siendo delegado del Gobierno en Canarias, tuve oportunidad de asistir al acto de presentación de los deportistas discapacitados que iban a participar en los Juegos Paralímpicos de Beijing (Pekín). Junto a la secretaria de Estado de Política Social, Familias y Atención a la dependencia y a la discapacidad, Amparo Valcárce, estaban los representantes de las entidades que velan por los procesos de integración y de entrenamiento de estos deportistas, así como de las empresas y firmas que colaboran con los respectivos programas. Allí estaba el gran Manolo Negrín, siempre comprometido con las causas nobles, como maestro de ceremonias.

Era un acto distinto por razones que no es necesario detallar. El clima de emotividad era inevitable. Muchos más, cuando los deportistas intervinieron y sus palabras fueron una mezcla de entusiasmo, de expectativa y de gratitud. Sobre todo, de gratitud. Me encantó compartir con los deportistas, con sus padres, con sus entrenadores y patrocinadores aquellos momentos de feliz ilusión, pendiente de cristalizar unos meses después, cuando su particular cita olímpica.

Y allí estaba él, allí le conocí. Y es curioso: he querido ver el desfile de clausura de los Juegos pues quería ver su rostro. El rostro de un abanderado. Era el mismo rostro de aquella ocasión: el de Enhamed Yahdih. Sonriente, llamativo, expectante… Y sobre todo, cabal. El gesto de aquella cita era merecedor de todo el respaldo, de toda la confianza. Ahora, ante la pequeña pantalla, era el mismo gesto avalado por cuatro oros, los que cosechó, nadando, en el denominado Cubo de Agua, una de las fabulosas e icónicas infraestructuras deportivas construidas al calor de la cita olímpica.

Enhamed Yahdih. Veintiún años. Grancanario. Hijo de emigrantes saharauis, procedentes de El Aaiún. Estudiante de Administración y Dirección de Empresas. Invidente y ganador de cuatro preseas de oro. Este es, en pocas palabras, el perfil de quien se convirtió en la figura de la delegación paralímpica española. El perfil de quien se ganó el derecho a ser el abanderado en la clausura.

Una retinosis congénita que degeneró de forma irreversible le dejó ciego a los ocho años. Pude preguntarle entonces a qué edad comenzó a nadar: “A los ocho años”; y por qué escogió una disciplina tan exigente: “Porque me encanta resistir”.
Claro que impactaron sus directas y lacónicas respuestas. Me acordé de tantos y tantos niños saharauis que vienen en determinadas épocas del año y de la frase de uno de los mentores de los programas de acogida: “Es que les han robado el mar y por eso se entusiasman con el agua”.

Y allí, con la enseña nacional, feliz, dichoso, desfilaba Enhamed. Se me erizaron los pelos, lo confieso. Había competido con una soltura envidiable en la categoría S11 para deficientes visuales. Ganó las competencias de 50, 100 y 400 metros libres y completó su cuarteto de oro en los 100 metros mariposa. Registró a su nombre dos récords del mundo. Como es humano, se le resistió la prueba de 100 metros espalda en la que clasificó en octava posición.

Enhamed es un claro ejemplo de perseverancia y de superación. Hoy en día, cuando los deportistas profesionales son literalmente mimados, cuando una molestia en el dedo meñique ya es noticia de duda para su concurso en un próximo encuentro, que un deportista ciego, con todos los condicionantes que ello supone, sobre el agua demuestre que su trayectoria es sinónimo de esfuerzo, de entrega y de compromiso, merece todos los elogios. Sus entrenadores y sus mecenas tienen razones de sobra para sentirse orgullosos. Que aprendan bien su máxima:

“Porque me encanta resistir”.

Por cierto: qué gran inversión de las empresas que han patrocinado. Enhorabuena también.

lunes, 22 de septiembre de 2008

EL 'IDERS' NO SE RINDE

Quién iba a decir a los sufridos y atribulados propietarios del edificio ‘Iders’, localizado en la avenida “Familia de Agustín de Betancourt”, en el sector Martiánez, del Puerto de la Cruz, que un día dispondrían de un blog en internet para manifestar sus ideas, sus quejas, sus criterios… Para proseguir su lucha, en definitiva.
Cuando arrancaron sus males, allá a principios de los noventa, ese blog, una de las múltiples opciones de la red, estaba aún por inventar. Lo que ya no tenía marcha atrás era una declaración técnica y política que aconsejaba desalojar el edificio al sufrir éste aluminosis, la enfermedad del cemento, detectada en alguna partida -o como se diga- con la que fueron construidas varias edificaciones en los años sesenta, en los tiempos del desarrollismo feroz e incontrolado.
Desde entonces andan los propietarios de las viviendas y locales del ‘Iders’ arrastrando sus penurias, coleccionando reveses y viendo cómo los intentos de recuperar lo que es suyo o de volver a sus casas y a sus negocios han ido chocando con mil y un imponderables. Algunos ya han fallecido y en su dolor se habrán llevado la frustración de no haber visto cumplido ese objetivo de retornar. Otros se vieron forzados a vender. Y otros resisten. Resisten contra la especulación, contra la desmoralización, contra la incomprensión, contra la lentitud, contra la falta de soluciones…
Durante nuestra etapa en el consistorio tuvimos oportunidad de seguir de cerca este proceso y hasta de tomar decisiones. Siempre estuvimos al lado de los afectados, tal es así que en un acto público ponderamos su afán, su tesón indesmayable. Lo citábamos como ejemplo de perseverancia para que los portuenses se identificaran con sus cosas, con lo que es suyo, para que entendieran bien que nada es fácil ni se regala, que algunas conquistas o reivindicaciones -legítimas en este caso- se logran si la constancia no decae, si se esgrime la razón y si la fibra de la sensibilidad que se supone existe en otras partes aún está despierta.
Ahora, navegando y casi sin querer, hemos descubierto su sitio en la red. Hay fotos, testimonios, declaraciones, cuitas judiciales… Deben actualizarlo, por cierto. Es un instrumento para seguir luchando, para hacerlo valer ante quien corresponda transmitiendo el mensaje más claro: el ‘Iders’ no se rinde. Es un caso de justicia social. Y como tal, hay que resolverlo.
Fuera ya de la actividad política local, aún los propietarios enfrascados en un proceso que respetamos y que debe ser reconducido para ver la luz del túnel, aún representando el estado actual de la edificación un impacto negativo en pleno corazón turístico del municipio, y aún con la incertidumbre y la indefinición de las administraciones -hay que acreditar, como mínimo, voluntad política de resolución del problema-, seguimos estando donde siempre: al lado de los damnificados. Seguimos siendo sus aliados en esta larga travesía de tribulaciones que sólo parece haber generado desencanto, frustración y escepticismo.
Pues no: mientras haya vida, mientras queden fuerzas, hay que seguir intentándolo. Perder por aburrimiento es doloroso. Y algunos no se merecen ese regalo.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

EL MERCADO, CULPABLE

Lunes negro. Era un título fácil después de la quiebra de entidades financieras norteamericanas. Y operadores turísticos británicos desmoronándose mientras miles de clientes eran pillados en plenos aeropuertos, a la entrada o la salida. Y las bolsas de la Humanidad saltando hechas añicos, no importara la diferencia horaria. Menos mal que los italianos encontraron una fórmula en el último instante para salvar la aerolínea de bandera que se había quedado sin fondos para ¡pagar el keroseno! Y menos mal que, por estos lares, el imperio Kiessling tuvo arrestos para inaugurar su nueva obra temática en el sur de Tenerife: Siam Park.
Las páginas de los periódicos de ayer eran un canto fúnebre. Los informativos radiofónicos no daban abasto para sistematizar noticias del mismo perfil sin que paracieran iguales y los datos en caída libre no desembocaran en un crack. Las imágenes de patios bursátiles con corredores y jugadores en incesantes gestos de desespero o de rascacielos con letreros gigantescos resignados ya a un declive ¿definitivo? Como si todavía no se tocara fondo en ese frenazo a la actividad económica, las impresiones no podían ser peores.
Han salido en auxilio los bancos centrales. A inyectar dinero. ¡Qué expresión! No es que suene mal, suena tan... tan paradójica. Porque contradicción es que sesudos analistas y aquellos que negaban por activa y por pasiva -y en Canarias hay unos cuantos empresarios de ese tenor- la intervención del Estado no encuentren otra salida que la fácil de echar las culpas al Gobierno y la contradictoria de que se materialice cuando antes esa intervención. Vivir para ver. Hasta hace poco decían (sic) que el mercado se encarga de arreglarlo, de poner las cosas en su sitio. Ahora apremian una inyección para evitar el último descalabro, para que no haya más lunes negros o para que el resto de la semana sea de colores o tonos más claros.
Pues para que se enteren: es el mercado el causante de todo, con sus oscilaciones, con sus especulaciones, con sus feroces y ambiciosos movimientos y sus criaturas artificiales. Quienes negaron la teoría de los ciclos ya deben estar corrigiendo. Y reconociendo su fracaso: bueno, el del capitalismo. O el del neoliberalismo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Y NO SE CALLA EL HOMBRE

Después de los improperios -¿lo dejamos ahí?- vertidos por el presidente de Venezuela -nada nuevo, sólo que ahora más subidos de tono hacia el enemigo imperialista- para anunciar en vivo y en directo la expulsión del país del embajador norteamericano, es cuando cobra todo el valor y cuando se entiende mejor aquel "corte" de Su Majestad el Rey don Juan Carlos en la cumbre de Santiago de Chile.

-¡Pero por qué no te callas?

La expresión tuvo un eco universal y hasta resultó uno de los factores determinantes de la derrota chavista en un referéndum celebrado semanas después. Fue una auténtica parada en seco, una espontánea expresión que hizo salir malparado al presidente venezolano, torpe, sobre todo, en las reacciones de días posteriores.

Ahora, hace unos días, la refriega interna de Bolivia alimentó rumores de desestabilización, de golpe de Estado. El presidente boliviano denuncia una conspiración y apunta hacia Estados Unidos como inductor de una trama para liquidarle. Fue entonces cuando Chávez, en uno de esos inefables actos públicos convocados en plena campaña electoral de gobernadores, quiso solidarizarse con su colega boliviano y en un tono absolutamente indescriptible, desde la tribuna exclamó:

-¡Váyanse al carajo, yankies de mierda!

Como no debió parecerle muy convincente la boutade, remachó:

-¡Váyanse al carajo cien veces!

La imagen era inenarrabe.

A Chávez cualquier crítica debe traerle sin cuidado. El poder omnímodo que ejerce le permitirá decir esas cosas y hacer otras muchas sin que ocurra nada. Pero, en cualquier caso, revela con esas frases su auténtica personalidad, lejana, por cierto, de la que puede esperarse en un hombre de Estado. Tan lejana, que un general del Ejército boliviano hubo de salir públicamente a despejar esa solidaridad fanfarrona del presidente de Venezuela y a advertir que una cosa son las bravatas y otra la intromisión en asuntos internos de aquel país.

Pero bueno, a lo que íbamos. Después del nuevo alarde chavista, aquella frase de don Juan Carlos se revaloriza. Algún iluso, quiza, pudo pensar que iba a frenar la locuacidad de Chávez, su verborrea incontenible. Ya se ve que no. No se calla el hombre.

Pero, al menos, tenía toda la razón de ser y sirvió para poner en evidencia, de forma espontánea, a quien no se le pide que sea más diplomático sino más sensato pues a estas alturas ya debería haber entendido que la credibilidad y la altura política no se ganan con estridencias y extravagancias acreedoras de que alguien, con fundamento y razón, pida silenciarlas.

ADIOS A ENRIQUE MONTES DE OCA

Se fue tranquilo tras penosa enfermedad. Enrique Montes de Oca, periodista, un profesional de los que siempre hacen falta en los gabinetes de comunicación. Por su temple, sobre todo. Trabajamos a su lado durante casi dos años, en la Dirección General de Relaciones Informativas del Gobierno de Canarias, siendo presidente Jerónimo Saavedra Acevedo.

Le recordaremos siempre por su bonhomía, por su temperamento, por su humor, por su identificación con la música de salsa, por su particular diversión carnavalera, por su franqueza a la hora de decir lo que no le gustaba de un discurso o de una intervención...

Enrique era mucho Enrique. Me hago cargo del dolor de su esposa, Pimpi, y de sus hijos. Y de quienes estuvimos a su lado: Olivia, Fátima, Chari, Susana y Julio. Creo interpretar el sentimiento de todos: le recordaremos siempre.

Descanse en paz.



sábado, 13 de septiembre de 2008

Cine: no a un réquiem

Ya está muy extendido que el cine “Chimisay”, en el Puerto de la Cruz, va a cerrar. Las puertas del “Timanfaya” ya lo hicieron hace unos meses. Y en medio de la resignación, surgen unos ciudadanos norteños que empiezan a recoger firmas y a sensibilizar a la población para impedir que se consume otra mala noticia y que el proceso de decadencia del municipio no incorpore otra prueba más. Menos mal.
Imposible determinar si lo conseguirán o no pero, al menos, hay que agradecer a los promotores su iniciativa, ese esfuerzo de movilización para que la gran pantalla no sea un elemento más de la historia de la ciudad.
En esa historia entró el teatro “Topham” que se vino abajo en pleno desarrollismo de los sesenta sin que nadie tuviera un ápice de visión de futuro y previera que el Puerto se quedaba sin recintos donde apreciar manifestaciones artísticas o culturales. El viejo “Topham” dijo adiós en silencio, no tuvo defensores públicos, salvo Jesús Hernández, ‘el Maestro’, que había dirigido allí obras de teatro para bachilleres de todas las edades y veladas lírico-musicales -¡qué denominaciones las de aquéllos años!- donde unos cuantos hicieron pinitos y descarnaron aptitudes.
El “Topham”, popular por su ‘gallinero’, un graderío de madera donde las noches de lleno olía a humanidad que era un primor y de vez en cuando alguna somnolencia era interrumpida por el paso de insectos, acogió también fiestas bailables -dicen que los de “Blanco y Negro”, siempre anunciados como grandes, destacaron por un señorío como no se conocía en la isla, ni siquiera en Santa Cruz- y riñas de gallos, que se hacían durante algunos meses del año los domingos al mediodía.
El “Olympia” fue el otro “local de los grandes estrenos cinematográficos”, terminología que fue calando en todas las capas de población. Tomó el relevo del “Topham”, se quedó solo. Logró, ante todo, alterar sustancialmente los hábitos horarios de la localidad. Las sesiones dejaron de proyectarse a las 7 y a las 10 y pasaron a ¡tres diarias!: 6, 8 y 10, cuando la duración de las cintas era la convencional. El “Olympia” -tiempos de No-Do, filminas, propagandas rudimentarias y personajes memorables- conoció aquella revisión de la conocida y temida “Calificación moral de espectáculos” que el franquismo y la Iglesia creyeron indispensable para frenar las corrientes y aperturas europeas. Se pasó de “Apta” y “No apta” a “Para mayores de 14”, de 18.
La propiedad del cinema -ésta era su denominación real- nos pidió que dijéramos unas palabras antes de la última proyección. Y cumplimos, con la vana esperanza de que el uso cinematográfico fuera recuperado. Hablamos de “los cuadros del cine” -¡qué expresiones las de aquellos años-, de las veladas de boxeo que acogió y hasta de los “baños turcos”, denominación coloquial o popular con que se identificaba a los bailes que eran programados tanto en carnavales como en las fiestas de julio. Por ahí debe quedar algún programa de la ocasión
“Topham”, “Olympia”, “Timanfaya”… Nombres, pues, para la historia. El “Chimisay”, como que se resiste a entrar. Ojalá que esa iniciativa ciudadana sirva y frene la desaparición, si otrora impulsada por el desarrollismo salvaje o las legítimas oportunidades de negocio, ahora motivada, entre otras causa, por la crisis de un sector que ha de competir con video, con internet y con nuevas tecnologías y no sabe muy bien cómo hacerlo.
En el Puerto siempre hubo una cultura cinematográfica avanzada. Una seña de distinción era “saber o entender de cine”. Cada portuense era un crítico en potencia. Memorizaba nombres de artistas y de directores y alumbraba juicios sobre la calidad de la cinta con una facilidad asombrosa. Así, desde la fácil distinción -una policíaca, una “españolada”, una de fantasía…- hasta la identificación doméstica de los intérpretes -el fulano, la chica, el malvado…-, esa cultura sobrevive hasta nuestros días.Ojalá que no haya que cultivarla en otras latitudes porque el Puerto, como tantas otras cosas, se quede sin cines. Hay que intentarlo. Hay que impedir otro réquiem.