martes, 30 de abril de 2013

PIJAS Y RICAS


Lo ha dicho María de los Llanos de Luna, delegada del Gobierno en Catalunya: “Es importante que haya pijos y ricos porque son los que más gastan”. No escogió un buen momento para hacerlo: el mismo día en que eran conocidos los catastróficos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Y claro, entre la sesuda reflexión y la inoportunidad de su publicación, es consecuente que María de los Llanos, independientemente de algunos antecedentes poco gratificantes que su actuación pública ha meritado, haya elevado su cotización de reprobación, especialmente en redes sociales donde tal manifestación, desde luego, no podía pasar inadvertida.

            No están teniendo mucha fortuna algunos representantes del Gobierno o del Partido Popular con sus declaraciones públicas. Y eso que saben que se les está exigiendo. Entre otras causas, porque varios de los jefes eluden, literalmente, la comparecencia ante los medios de comunicación. Pero entre la falta de rigor y de cautela, entre los excesos de los sinceramientos y la incontinencia, salen ronchas que contribuyen a la erosión de lo gubernamental.

            Aquí, la señora delegada identifica a personas ricas y pijas. Nada se tiene en contra de las mismas. Allá cada quien con su rol y sus circunstancias. Pero que considere de Luna que es importante su existencia en función de su capacidad de gasto, ya es más discutible, porque el prejuicio expone una distinción clasista y seguro que eso no va a gustar ni a quienes teóricamente, por fas o por nefas, en ella se encuentran. Y luego, porque da pie a las siempre delicadas exclusiones, en este caso del consumo cotidiano, en el que cabe situar a las clases medias sobre la que recaen, ya se sabe, casi todos los males de la fiscalidad y las frestricciones, especialmente en tiempos de crisis. Si la clase media no consume, pasa lo que está pasando. Y si los más pudientes no contribuyen de otra manera, los desequilibrios serán aún mayores.

            El acento en la estigmatización de las personas ricas y pijas que ha puesto María de los Llanos de Luna da pie a preguntarse si todo ese gasto que se presume lo hace en España. Pero bueno, el caso es que su afirmación constata los frutos de ciertas políticas: seguro que hay ricos y pijos porque al disminuir el poder adquisitivo de las clases medias y bajas, derivado de la reducción de costes salariales o de puestos de trabajo, sencillamente, estos segmentos sólo han podido mantener su capacidad de gasto mediante el crédito, en tanto que los intereses de las grandes fortunas o los beneficios empresariales, en vez de ser reinvertidos, han desembocado en la economía especulativa o han escapado del fisco hacia paraísos fiscales.

            Seguirá distinguiendo la señora delegada. Y se le tolerará, no pasa nada. Faltaría más. Pero que luego no se queje de fractura ni de reivindicaciones o de apremios sociales, siquiera el derecho al pataleo que resta a quienes no son pijos ni ricos.

 

 

 

lunes, 29 de abril de 2013

POR SIEMPRE BEATLES

“Antes de Los Beatles, todo era distinto; después de Los Beatles, nada fue igual”.

Lo dijo en cierta ocasión John Lennon y hoy que estamos aquí para conmemorar el cincuenta aniversario de la estancia de tres componentes del grupo en la isla (Paul, George y Ringo), contrastamos el valor de esa apreciación, incluso si la ceñimos a los ámbitos más cercanos.

Lo podrán corroborar, desde luego, Klaus Voormann, que no es Jojo, sino amigo personal de los músicos y presidente de honor del comité organizador de esta iniciativa conmemorativa, pero igual nos sirve el título Get back! (Vuelve!) para congratularnos de este reencuentro; Adrian McGrath, guía oficial del Magical Mistery Tour (Mágica y Misteriosa Gira) y Nicolás González Lemus, gracias a cuyo trabajo investigador y a su incesante afán emprendedor ha sido posible conocer casi todos los pormenores de aquellos diez inolvidables días en Tenerife, los últimos de pleno descanso juntos, de auténtica vacación, antes de que el enorme manto de la celebridad les envolviera y ya no fuera posible disfrutar como lo hicieron.

“Los Beatles salvaron al mundo del aburrimiento”, vendría a decir George Harrison. Nada fue igual, en efecto, después de aquella primavera de 1963, cuando Please, please me (Por favor, compláceme), recién grabado, el primer elepé de la banda, causaba furor y consolidaba a quienes hasta poco antes se debatían en los ambientes del ‘Kaiserkeller’ y del ‘Top Ten’, los clubes de Hamburgo donde con toda seguridad se fraguó la visita a la isla, mientras en ellos aparecía, por cierto, el gran músico británico Tony Sheridan.

¡Cómo iba a ser igual si llegaron a inspirar al mismísimo Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura!

“Esta tarde, pensando todo esto frente a una ventana lúgubre, donde cae la nieve, con más de cincuenta años encima y todavía sin saber muy bien quién soy ni qué carajos hago aquí, tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que The Beatles comenzaron a cantar”, escribió el autor colombiano.

Esas canciones, esa creatividad, esa extraordinaria producción musical, calaron universalmente, revolucionaron nuestras vidas y nuestro quehacer, impulsaron la Historia, sin exageración, hasta el punto de que “ni The Beatles desaparecieron cuando el grupo se deshizo ni John Lennon murió cuando las balas de Chapman destrozaron su cuerpo en el frío asfalto de New York. Las ausencias físicas jamás son capaces de impedir el recuerdo permanente. Es el gran y mejor privilegio de los mitos”, según un editorial de la revista ‘Penthouse’.

Por eso, la Antología (Ediciones B), las publicaciones de Ulf Krüger y del propio Voormann, la obra de Hunter Davies, el libro Diario de Los Beatles, de Jordi Sierra y Fabra, y los mismos trabajos de Nicolás González Lemus, reflejo de una búsqueda concienzuda, testimonian, mejor dicho, perpetúan las vivencias en nuestro alrededor más próximo de quienes, en opinión del escritor Ramón Súrio, “fueron los artífices en la música de la mejor orfebrería ‘pop’ de todos los tiempos”.

“I’ll remember all the litlle things we’ve done” (Recordaré todas las pequeñas cosas que hicimos”, cantaron Lennon y McCartney en Misery (Desgracia), al piano George Martin, compuesta originariamente por Helen Shapiro, uno de los siete temas que complementaban al Please, please me, el primer álbum grabado en la maratoniana sesión de 585 minutos en los estudios EMI de Abbey Road y editado en marzo de 1963, pocos días antes de emprender el vuelo a Tenerife. Había que tener el disco cuanto antes. Cobraron por aquella grabación siete libras con diez chelines cada uno. El fotógrafo Angus McBean se encargó de la portada del disco.

El crítico Julián Ruiz no puede evitar la emoción que embarga el repaso de todas las circunstancias que concurrieron. “Es imposible describir -afirma- la frescura, la belleza, el divino misterio de este primer álbum de Los Beatles de hace ahora cincuenta años. Fue como si todos los dioses se hubieran unido el mismo día para dar el primer soplo mágico al grupo más impresionante de toda la historia de la música”.

Pequeñas cosas que hicieron. Casi todos las saben y seguro que las vamos a recordar, de una u otra manera, durante esta conmemoración. Carmelo Martín hizo un delicioso texto, en 2010, cuando vio la luz el libro Los Beatles en Tenerife. Estancia y beatlemanía (Editorial Nivaria), de Nicolás González Lemus: “…Esa añoranza de los días sin historia ni histeria en que no fueron noticia pudo manifestarse en ellos [los Beatles] en más de una ocasión…”, una vez que se lee la reconstrucción de los hechos.

Sin querer, es decir, sin conocerlo, Lennon había compuesto y cantado en el elepé, There´s a place (Hay un lugar), where I can go, when I feel low (donde puedo ir, cuando me siento deprimido), de modo que él, que prefirió tierra andaluza en aquellas fechas de asueto, se perdió la oportunidad de hacer efectivas sus estrofas. Menos mal que cantó un pronóstico: There’ll be no sad tomorrow (No habrá un triste mañana).

Claro que no. Lo mejor para el grupo estaba por llegar. Hasta aquellas pequeñas cosas: alojarse en el chalet de La Montañeta -desde donde tuvieron otra visión del entonces idílico valle-, conducir vehículos deportivos como si en un circuito estuvieran, sufrir en propia dermis los rigores del sol isleño primaveral, creer que en Martiánez se podía nadar sin riesgos, hacerlo en las coquetas piscinas que antecedieron al más formidable tratamiento del litoral por el ingenio y la mano del hombre, comprar en el mercado sombreros andaluces, seguir por Las Lonjas hasta el muelle e interesarse por los utensilios de pesca a la espera de unos mariscos en La Marquesina, tomar café en el Dinámico sin ser molestados ni que pidieran autógrafos, ligar con alguna dependienta y chocar con la barrera idiomática, asistir a una corrida de toros en la capital y tratar de actuar gratis, en el mejor local de la ciudad, cuyo regente, acaso celoso de las formas y de la clientela, correspondió con una negativa no sea que esos melenudos o greñudos estropeasen la fama del establecimiento. Una decisión, desde luego, para arrepentirse eternamente.

Como le traducirán a Adrian McGrath, ésta sí que era una jugosa fuente de inspiración para un Magical Mistery Tour (Mágica Misteriosa Gira).

La fama era la que Los Beatles estaban cosechando y eclosionaría después de aquellas vacaciones en Tenerife, de la mano de Klaus Voormann, amigo también del manager omnipresente, Brian Epstein; y Astrid Kirchherr, la viuda del bajista Stuart Sutcliffe, el quinto componente de la banda, decisiva en la adopción del celebérrimo corte de pelo beatle, quienes desde Hamburgo, en Alemania, ya la olfateaban, con aquellos sonidos novedosos y aquellas letras llenas de mensajes y sugerencias. Un año después, efectivamente, hubo un momento en que los éxitos de Los Beatles ocupaban catorce de los cien primeros lugares del ‘ranking’ británico, acaparando los cuatro primeros puestos consecutivos durante tres semanas.

De modo que el hecho de comprobar por sí mismos que no eran ni medianamente populares, más no haber podido actuar como había sido su deseo y el mal rato que pasó Paul, a punto de ahogarse, puede que dejaran un sabor agridulce de aquellos días comprendidos entre el 28 de abril y el 9 de mayo de 1963. Los estudiosos, a la luz de sus investigaciones y de los testimonios contrastados, hacen esa interpretación.

Ese año, el Puerto de la Cruz contaba con 13.177 habitantes y seis mil camas hoteleras. El Ministerio de Información y Turismo había declarado a Canarias Zona de Interés Turístico. España se había convertido en el destino vacacional preferido de los británicos. Y en el Daily Express de la época se leían cosas como esta: ”España ya ha alcanzado la cima más alta de popularidad debido a que las autoridades turísticas españolas mantienen muy bajos los precios de los hoteles, cuya calidad y amplia gama para seleccionar contribuyen también poderosamente a atraer a los turistas británicos”.

Bien. Pues de todo esto, y de muchas cosas más, de la literatura de Los Beatles, de su filmografía, de su trayectoria, de su fabulosa capacidad de composición, de sus conciertos, de su versatilidad, del cambio de conciencia generacional, de su evolución y de sus fuentes de inspiración, se va a hablar a partir de hoy en esta ciudad, merced a una convocatoria que proyecta su nombre y que enmienda la plana, si se nos permite la expresión, de haber dejado pasar aquella oportunidad de sus vacaciones siquiera para haber registrado una actuación atípica en un local entonces de alto standing, hoy casino de juego.

Los mentores se han esmerado y bien merecen ser correspondidos, con la participación y el apoyo. Ha transcurrido medio siglo y nos parece, niños de calzón corto, estar viendo por las angostas calles portuenses, aquel Austin Healey descapotable con matrícula de Gran Canaria, propiedad de Ángel Gómez, en el que se pasearon los genios de Liverpool.

Han pasado cincuenta años -nada fue igual desde entonces, ciertamente- y es un buen momento para rendir tributo. Beatles forever (Por siempre Beatles).

Que para eso ya dijo Paul McCartney que “dentro de cien años la gente va a escuchar a Los Beatles como oye a Beethoven”.



sábado, 27 de abril de 2013

NO ES LO MÁS EDIFICANTE


Llama la atención que la disparidad de criterios y aún más, la disconformidad con algún proceder, y hasta la crítica que por alguna causa se pudiera ejercer, se libre entre responsables de una misma institución o de un organismo público en los medios de comunicación. Que se utilice a éstos para intercambiar mensajes o emitir señales de discrepancia con métodos de trabajo o decisiones que revelan, en sí mismas, prioridades, no parece la fórmula más idónea. Da que pensar, proyecta inestabilidad, anticipa descontento, genera desconfianza…

            Es lo que ha pasado últimamente con el Consorcio Urbanístico de Rehabilitación Turística, encargado de planificar, canalizar y empezar a ejecutar, junto a otras instituciones públicas, el futuro del Puerto de la Cruz. Miembros del gobierno municipal, entre ellos, el propio alcalde, han cuestionado hasta la diligencia o la agilidad de la gerencia en determinados asuntos.

            Y eso es difícilmente digerible. Porque, vale que no se crea en el Consorcio, que se mantengan los recelos de la etapa en que fue creado; y vale que la actuación profesional sea imperfecta hasta el punto de producir insatisfacciones. Pero de ahí a expresarlo en medios de comunicación media un trecho. Y miren que siempre ponderaremos la autocrítica pero partiendo de que ésta hay que hacerla y ejercerla en el seno que debe hacerse y luego, si se quiere, procesarla adecuadamente para su proyección pública.

            Quizá sea la incredulidad donde estribe el pecado original y esa sea una señal que no sólo no se borre sino que se va extendiendo. Únicamente serán pruebas documentadas y materialización física o palpable de gestiones los soportes con los que superar la incredulidad. Se supone que estando en el mismo barco, todos navegarán en la misma dirección, asumido el reparto de papeles. Y cuando se advierta desvío de rumbo, o disfunciones a bordo, a corregirlo desde el puente de mando -donde por fortuna tampoco hay excesivo personal- discutiendo y ensamblando las determinaciones si es necesario.

            Pero que se diga públicamente que “el Consorcio no ha actuado con rapidez en la gestión de determinados asuntos”, o que “debería plantearse una nueva priorización en los proyectos debido a la situación económica”, o la necesidad de “una mayor premura para la puesta en marcha y culminación de algunas obras fundamentales”, revela, cuando menos, un grado de insatisfacción que, si por un lado, sirve para no incurrir en la autocomplacencia -y eso no parece malo si se tuviera para todo la misma vara de medir-; por otro, desnuda la natural preocupación que significa airear en los medios la disparidad o la diferencia de criterios.

            Porque eso, claro, proyecta una sensación de disconformidad y descoordinación muy inquietante. Si la gente está cansada de controversias entre políticos, mucho más desazonada se sentirá si comprueba que quienes están en el mismo barco también se dedican a recelar y a exponer puntos de vista contrarios.

            No es lo más edificante.

 

viernes, 26 de abril de 2013

EL CABALLERO DEL RING

Más hormiga que cigarra… siempre distinguido por su honradez y laboriosidad (Antonio Salgado dixit), hoy hacen Hijo Ilustre de la Isla en el Cabildo de Tenerife, y a propuesta de su presidente, a Miguel Velázquez Torres, boxeador profesional tinerfeño que se ganó a pulso su condición de legendario, no en vano se proclamó dos veces campeón del mundo (una de ellas, militar) en los pesos ligeros.
Define bien Salgado el carácter y la trayectoria de Velázquez. La hormiga que desde sus inicios, en Taco, fue acumulando de forma tesonera las cualidades técnicas que le caracterizaron y le impulsaron al cenit pugilístico. Además, honrado y constante, dentro y fuera de los cuadriláteros.
Su estrella brilló desde los años sesenta del pasado siglo, coincidiendo con una etapa gloriosa del boxeo tinerfeño, robustecida con gran entusiasmo de los aficionados. La leyenda de Miguel se inició en los Juegos Olímpicos de Tokio (1964). La medalla de oro conquistada en Alemania, en el campeonato del mundo militar, antecedió su salto al profesionalismo. Un año después ya era campeón de España de los ligeros. Ya destacaba el estilista, ya era digna de admiración su técnica depurada.
Y llegaron los hitos. Uno, aquel mítico combate con el titulo europeo en juego frente a Pedro Carrasco. Pelea terrible y encarnizada. La controversia en todo lo alto pues el veredicto de los jueces, favorable a Carrasco, fue muy contestado.
Otro, la conquista de ese mismo título, en 1970, frente al británico Ken Buchanan, a quien superó por puntos. Retuvo la corona dos veces, ante los italianos Carmelo Coscia y Antonio Puddu.
Y el tercero, la oportunidad de su vida, ya en 1976, cuando parecía que su estrella declinaba. En Madrid, Miguel Velázquez se proclamó campeón del mundo de los superligeros, versión Consejo, al derrotar en el quinto asalto, por descalificación, al tailandés Sansak Muangsurin, (apodado “La sombra del diablo”) que le había arrebatado el título al español Perico Fernández.
Meses después, en octubre, el púgil tinerfeño, por decisión del Consejo Mundial, tiene que defender su título. Lo hace en Segovia -¡en el pabellón polideportivo de un colegio religioso!- donde tuvo que inclinarse ante el tailandés que, con una pegada demoledora, le derriba en el segundo asalto.
De este combate, recordamos un titular (Diario de Avisos, 29 de octubre de 1976) con cierto sabor anecdótico, pues ese día, la competencia no se enteró de que un tinerfeño disputaba un campeonato del mundo: “Mis ánimos, de Las Cañadas para arriba”. El campeón, en una distendida conversación telefónica, fue así de gráfico en las vísperas, convencido de que podría retener su corona. En la misma edición, en un comentario de opinión, titulado “¡Ánimo, Miguel!”, escribimos:
“…Hay algo más importante que eso: la defensa de tu título. Tú no has rehuido. Has aceptado volver a medirte con el mismo hombre al que descalificaron. El gesto, Miguel, es propio de un caballero del ring, de un señor del deporte, de esos que pocos quedan. Y afrontas -ya lo veo- este nuevo combate con el espíritu juvenil que siempre te caracterizó. Piensas ganar y piensas seguir siendo campeón…”.
No pudo ser. Pero Miguel Velázquez Torres ya era leyenda, la que fue reconocida en el curso del homenaje tributado en febrero de 2006 y la que hoy se contrasta con la distinción de Hijo Ilustre de Tenerife. Ya saben: más hormiga que cigarra…

jueves, 25 de abril de 2013

ENFOQUE SOBRE LOS ESCRACHES


Hasta dónde habrá llegado el estupor, y puede que la indignación, de quienes han sido despiadadamente críticos con los escraches, término que escribimos por primera vez, por cierto, al escuchar las manifestaciones del presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Gonzalo Moliner. Para quienes aún desconozcan el significado de la palabra, digamos que son las protestas que se efectúan ante el lugar de trabajo o el domicilio de políticos a los que, de algún modo, hacen responsables de algunas medidas, en este caso no haber promovido ya una solución estable para los desahucios.

Su Señoría ha dicho que “son un ejemplo de la libertad de manifestación, en tanto no sean violentos”, añadiendo que son “rechazables si afectan a la libertad individual de las personas”. Moliner ha precisado que “no se pueden condenar de manera general”  ya que depende de las circunstancias en que se desarrolle cada uno.

Y claro, para quienes han hablado de nazismo, para quienes han secundado de alguna manera -equivocada, por cierto- ese planteamiento, para quienes se han apresurado a condenar tan reprobables métodos, las palabras del presidente del Tribunal Supremo habrán producido urticaria. Han sido, además, lo suficientemente precisas como para dejar bien sentado que se trata de un derecho y que, por tanto, debe ser respetado.

No es que Moliner bendiga las protestas pero al menos su apreciación es válida para encontrar ese punto de sensatez y de equilibrio que tanto se echa en falta en toda tendencia social radicalizada. Quienes vienen interpretando los escraches como fórmula que debe ser reprimida sin ambages -seguro que callaron o miraron para otro lado cuando había personas que se concentraban o manifestaban a favor de una ley de interrupción voluntaria del embarazo o cuando comunidades y colectivos han reivindicado trabajo o mejores condiciones laborales-, han encontrado en los razonamientos del magistrado un freno a sus pretensiones que, de alguna forma, riñen con el Estado de derecho.

Eso sí, han hallado también un aliado inesperado: con Moliner en juego, ya hay otra razón, otro factor para hablar menos de lo que daña y de lo que indigna. Encima, tienen suerte.

 

miércoles, 24 de abril de 2013

SERVICIOS SOCIALES AMENAZADOS

Si el próximo viernes se adivina fatídico, con un nuevo paquete de medidas gubernamentales que contiene, según se anuncia, más restricciones en los órdenes laboral y fiscal, en los mercados internos de bienes y servicios y hasta en las pensiones, esperemos que no lo sea más si también tuviera luz verde la nueva Ley para la Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local. De esa reforma sigue muy pendiente el municipalismo que ya ha expresado su disconformidad -incluso el sector conservador- sustanciada en el caso canario por la incomprensible y reprobable omisión inicial del hecho diferencial y de los cabildos.

Pero el flanco más delicado de esta pretendida y necesaria reforma del régimen local español estriba en los servicios sociales. Privatización o desaparición: esa es la disyuntiva a la que parecen abocados quienes desde los ayuntamientos vislumbran un panorama desolador. Según la Memoria del Plan Concertado de Prestaciones Básicas de Servicios Sociales en Corporaciones Locales, en cuya elaboración interviene el ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el 98% de la ciudadanía española tiene acceso a los servicios sociales que prestan los ayuntamientos. Unos siete millones de personas se benefician anualmente de estos servicios que canalizan y prestan unas cincuenta mil personas. La nueva norma propiciará la eliminación de los servicios sociales en los municipios con menos de veinte mil habitantes, en tanto que serán las Diputaciones provinciales las que asumirán la competencia de esta materia en aquellos casos donde no desaparezca. La destrucción de empleo, pues, parece inevitable. Aunque, eso sí, la consiguiente privatización en forma de concesión administrativa conllevará afirmaciones en sentido contrario: al revés, se dirá, se crearán tantos puestos de trabajo directos o indirectos.

Hablamos de ayuda a domicilio para dependientes, transporte escolar, teleasistencia, acogimiento a personas en riesgo o situación de exclusión social, talleres ocupacionales, asistencia intermedia… Esos son, entre otros, servicios sociales. Habrá que preguntarse qué será de los profesionales y de las redes que los han ideado y los gestionan. También los grandes municipios se verán afectados pues, además de la supresión de buena parte de las competencias, el Estado se reserva la capacidad de fijar el coste estándar de los servicios que puedan seguir prestando, sin atender, claro, las especificidades de los municipios, lo cual se traduce en una disminución considerable de los recursos que las instituciones locales dedicarán a las prestaciones sociales.

A la espera de los resultados finales de la tramitación de la norma -ojalá no veamos otra demostración de la mayoría absolutista- el municipalismo debe ser consciente del vuelco que significará esta nueva modalidad. Ese debe ser el temor de los propios alcaldes del Partido Popular que han experimentado -y experimentan- lo que significa la atención a los administrados en aquellos casos de apremiante o acuciante necesidad. Ahí duele: cuando hay que dar una solución desde la proximidad sin color político sino con intención clara de resolver un problema. Cuando el economicismo y el negocio priman sobre la sensibilidad y las personas, es que la sociedad se derrumba.

martes, 23 de abril de 2013

DE LA CALIDAD DE LA ESCRITURA DEPENDE


Hay que escribir mejor para que los lectores superen el titular de la noticia, ha venido a decir el escritor Juan José Millás, tan preocupado como el que más con las ediciones impresas de los periódicos, cada vez más condenadas, entre los avances de las nuevas tecnologías y la infinidad de aplicaciones, la pérdida de suscripciones y la reducción del poder adquisitivo de los lectores habituales de la prensa convencional.

            Superar el titular, he ahí la cuestión. Porque a menudo nos quedamos en eso, en la frase más o menos corta, y con ella nos damos por enterados. Es más, no solo contrastamos apriorísticamente la tendencia del medio o del redactor sino que hasta casi adivinamos, según el género, el contenido de la información o del artículo.

            Pero eso induce al error. Cuántas veces, después de leer el texto, comprobamos que el titulo no se corresponde con el contenido. O lo que es igual, que el título va por un lado en tanto que la información ha tomado otro.

            Por eso es interesante la apreciación de Millás. Escribir mejor, hacerlo con más calidad, ensamblar un texto periodístico con rigor -y con los recursos de que se disponga para enriquecerlo- y con la claridad necesaria para que el lector obtenga la mejor impresión. Se dirá que muchas veces eso es imposible: entre la prontitud, el apremio de los cierres y otras circunstancias, las dificultades condicionan el ejercicio del autor. Al final, tampoco está exigiendo demasiado: es como retrotraerse al viejo principio del sujeto, verbo y predicado para luego desarrollar -con lujo de detalles, si se quiere- la oración del hecho noticioso o digno de ser comentado.

            El escritor valenciano llega más lejos cuando aboga por textos bien escritos para que el periodismo sobreviva en el vértigo o en la jungla de la sociedad mediática de nuestros días. Defiende una “relación de hechos bien encajados con un matiz literario en el que se detalle un relato y no un cuento”. Eso se logra, en nuestra opinión, con una buena técnica, con unas dotes de escritura bien armadas y un afán de superación que permitan abonar con solvencia los enfoques informativos por encima de cualquier tendenciosidad.

            “A escribir también se aprende”, concluye Juan José Millás. Todos debemos ser receptores de ese mensaje. Se trata de cultivarse y, en  definitiva, de mejorar la capacidad o las habilidades para redactar. Porque estamos ante otro problema de la profesión que sólo se puede resolver con el propio esfuerzo individual y teniendo en cuenta enseñanzas como la comentada.

            No basta con un título original o atrevido. Hay que elaborar un buen texto para atraer o incentivar el interés del lector, sobre todo el de ediciones impresas que sigue prefiriendo ese soporte al clic de las digitales.

 

lunes, 22 de abril de 2013

VENEZUELA, EN EL LABERINTO


Han pasado tantas cosas en una semana, desde la jornada electoral, que es inevitable aludir al predominio de la incertidumbre, presente y futura, del país venezolano, un país sociológicamente partido, donde el proceso revolucionario parece palidecer. Cacerolas y cohetes rivalizan en Caracas ‘la nuit’, como si no hubiera terminado la fiesta, como si hubiera que prolongar una suerte de insólita celebración. Unos, la disconformidad con el resultado y el modo de obtenerlo; otros, la permanencia en el poder y la continuidad del citado proceso.

            Pero la realidad es otra: las informaciones sobre desabastecimiento no son más que la cara externa de una economía en crisis, acentuada por una devaluación reciente de la moneda; en tanto que la creciente inseguridad o el aumento delincuencial, factor en el que convergieron los aspirantes a la presidencia de la República durante la pasada campaña electoral, hace cada día más complicada la convivencia. Imágenes de diputados agredidos en plena Asamblea legislativa o el mismo episodio de la interrupción del discurso de investidura del presidente electo son pruebas de la radicalidad, no digamos de alguna fraseología empleada en los discursos de campaña y de los testimonios de familiares y allegados afectados por esa zozobra de inseguridad.

            El chavismo tiene que empezar a entender que las cosas han cambiado y que sin el líder natural, por muchas invocaciones que se hagan, el escenario es muy diferente. El primero en advertirlo fue el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, a propósito de la pérdida de más de setecientos mil votos, cuando, en un aviso a navegantes -¿también a Maduro?-, planteó la necesidad de hacer autocrítica. En ese escenario, el papel del Ejército sigue siendo reservado. Y la consideración del imperio como enemigo comienza a ser un recurrente poco creíble, aun cuando Estados Unidos siga sin reconocer el resultado electoral. Un resultado, por cierto, que tuvo un coste de seis muertos y centenares de heridos. Demasiado en una consulta democrática, mancillada con sangre.

            A la espera de despejar algunas incógnitas, Venezuela anda sumida en el laberinto. Que haya recuento definitivo o no de las urnas puestas en duda, significa mucho para las partes, el oficialismo y las instituciones por un lado; y el candidato derrotado por otro. Esa es una. Y la necesidad de replantearse el pacto social, otra. Es muy difícil tratar de proseguir un proceso revolucionario en las condiciones que queda un país tras la desaparición de un liderazgo unipersonal muy acusado y afectado por problemas internos de coexistencia sociológica. Si en el escenario aparecieran otros elementos que, en sí mismos, significaran más complicaciones, estaríamos ante una intrincada jungla cuya salida es difícil vislumbrar. Por ejemplo: esas amenazas de no reconocimiento de los mandatos populares, o incluso de prisión, son pruebas de querer hacer absolutamente irreconciliable cualquier intento de aproximación y de respeto a las reglas del juego.

            Ni siquiera en las socorridas invocaciones a la divinidad o a las abstracciones de la religiosidad, de muy difícil entendimiento en un proceso revolucionario, hay fundamentos para encontrar un horizonte mínimamente despejado.

sábado, 20 de abril de 2013

GLOSA DE UN HIJO PREDILECTO

Francisco Gómez Pérez, oficial jefe de la Cuerpo de la Policía Local, fue distinguido por el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, con el título de Hijo Predilecto de la ciudad. En el acto de imposición, con asistencia del presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero; del alcalde, Marcos Brito; y de varios miembros de la corporación municipal, leímos el siguiente texto:



El poeta argentino Carlos Heitz, natural de Mendoza, escribió:
“Cuando patrulles la ciudad y sientas que es tu misión sagrada custodiarla. Cuando el eco de tus pasos en la noche lleven tranquilidad y den confianza. Y representes la paz en cada esquina, bajo el sereno control de tu mirada. Cuando el frío y el sol muerdan tu carne, sin que se mueva un músculo en tu cara. Cuando el miedo penetre en tus entrañas y encuentres allí un altar de fe cristiana. Cuando tengas la humildad de los valientes para ordenar hacer lo que más cueste y los hombres te sigan por ti mismo aunque vayas incluso hacia la muerte. Cuando impongas respeto y disciplina, con tu sola presencia ante quien sea. Cuando nadie juzgue nunca tu conducta, porque no das lugar para que puedan; y el código de honor que guíe tus actos marque el norte vital de tu existencia. Cuando en cada amanecer mires el cielo agradeciendo a Dios poder decir “presente”. Cuando la lista de muertos día a día signifique para ti deudas pendientes, y en el llanto de huérfanos y viudas encuentres para luchar un aliciente. Cuando el surco caliente de una bala rompa el espejo negro del silencio. Cuando florezca un clavel ensangrentado en el pecho de tu compañero y eleves al Señor una plegaria sin rencor, ni queja ni lamento. Cuando debas tirar y tu disparo sea sin odio y a la vez certero. Cuando aceptes morir solo en la calle, teniendo como mortaja el firmamento, y aspires a formar junto a los otros que hacen guardia junto a los luceros. Cuando seas imparcial contigo mismo, sin creerte poseedor de las verdades, Cuando puedas reprimir impulsos propios y logres irradiar, sin falsas poses, esa hombría de bien con que se nace. Cuando estés penetrado totalmente, de tu hermosa misión en esta tierra, Cuando no te encandilen los honores ni el poder se te suba a la cabeza; y el dinero no pueda doblegarte ni ponerle precio a tu decencia. Cuando eso consigas con tu esfuerzo, recién entonces habrá llegado el día en que puedas decir al Universo: Por gracia, a Dios, SOY POLICÍA.”

Es un hermoso poema, titulado “Señor de ti mismo”, que sirve para dimensionar la personalidad de quien hoy va a recibir la distinción pública por antonomasia: portuense predilecto, por méritos, cualidades y circunstancias.

El autor exalta las virtudes de quien asume, en la historia de la sociedad misma, un papel determinante en la convivencia, en la protección de las libertades y en la seguridad tanto individual como colectiva.
En esos versos retratamos a Francisco Gómez Pérez, el más joven de cinco hermanos que tuvo en la abuela Hortensia la excelente cuidadora de sus pasos, desde La Vera, el vínculo portuense de cada fin de semana, de cada festivo, de cada verano; la evasión o la alternativa a los largos cursos del colegio San Ildefonso y a la residencia en la capital.

En esos tránsitos, que incluyen el universitario lagunero, se fraguó la vocación policial. Parecía que podría la militar, que para eso estaba el coronel artillero Miguel, pero no acababa de gustar y la licenciatura en Derecho daba como mucho más juego, tal fue así que, bajo la diestra batuta de Juan del Castillo León, opositó a la Jefatura del Cuerpo de la Policía Local, a la que accede en junio de 1982, siendo alcalde el recordado Francisco Afonso Carrillo. Nuestro Hijo Predilecto rememorará que aquella noche, un aprendiz de periodista al que hoy  ha obsequiado la oportunidad de ser el introductor de sus honores, le tomaba sus primeras declaraciones como nuevo ‘Jefe’.

Paco es, pues, un policía de la democracia que puede presumir de lealtad al haber servido a cinco alcaldes portuenses. Lo ha hecho, además, como debía, esto es, cumpliendo, razonando, tolerando, instruyendo, ideando, buscando soluciones, sugiriendo medidas, extremando precauciones y hasta discrepando, como siempre ha hecho, de forma respetuosa.

Que nos perdonen los puristas por esta concatenación de gerundios pero en ella se sustancia buena parte del ejercicio profesional de quien ha acreditado ser un probo servidor público, un policía que ha querido trabajar siempre con eficacia y sin alharacas, con rigor y sin negligencias, con un estricto sentido del cumplimiento del deber y una actitud consecuente con el carácter jerárquico de la organización y el método de funcionamiento.

No ha sido Gómez Pérez un policía rutinario al que el mecanismo anulara capacidad de acción o iniciativa. Al contrario, su preocupación por la formación de los integrantes del cuerpo, por la especialización, por la coordinación efectiva con otros organismos policiales, por la cooperación con la Administración de justicia y por la restructuración de las policías locales; así como su sólida formación técnico-jurídica, han hecho que su criterio sea tenido en cuenta en foros e instancias donde le fue pedido.
Un policía de la democracia empeñado en que quienes escogieron tal profesión sean cercanos, estén pegados a las necesidades o las demandas del pueblo, compartan sus afanes, les auxilie, les informe y les prevenga, les haga sentir a los ciudadanos seguros y sujetos activos del Estado de derecho.

Ese policía atesora razones para ser nombrado Hijo Predilecto de la ciudad, título que podrá parecer exagerado o excesivo (y no es malo que haya aristas o visiones discutibles) pero que es completamente ajustado cuando se repasa su trayectoria profesional, su dedicación y los servicios prestados. No sólo son las decisiones que ha tenido que adoptar en el desempeño de sus funciones. También están los riesgos físicos asumidos en sucesos. Y la atención dedicada a vecinos de toda condición social. Y el esmero para que el visitante, de cualquier nacionalidad, se llevara la mejor impresión. Y el propósito de que el cuerpo que dirige ofrezca en cada actuación su mejor y más eficaz versión. Y la solícita colaboración con el estamento militar y el poder judicial. Y el comportamiento atento, solidario y diligente del funcionario.

Si a todo ello se suma su condición de esposo y padre ejemplar, de portuense comprometido de verdad con los valores y la proyección de la ciudad, con su idiosincrasia, la decisión corporativa se justifica por sí sola.

Si el Reglamento de Honores y Distinciones habla de méritos, cualidades y circunstancias, podemos decir que en el ejercicio de sus funciones y responsabilidades, el Hijo Predilecto ha contrastado su pericia, su celo y su solvencia.

Se nota hasta en esos testimonios que brotan espontáneamente del ciudadano sabio. Rescatemos uno, con permiso del homenajeado, que es indicativo de cuanto decimos. El 18 de abril de 2007, seis días antes de cumplir 99 años, el ciudadano Rafael Abreu González, a quien tanto apreciaba, le dedicó el poema titulado “¿Quién es él?”. Dice:
“Es un joven funcionario; su oficina, en el Penitente. Atiende y aconseja a la gente pero no cobra ‘honorarios’.
Seguro que es progresista, correctamente educado, positivamente ilustrado: fotografiando, un artista.
Joven e inteligente, amigo de los amigos, no se le conocen enemigos: los tiene, seguramente.
No tiene ningún estrés. Dirige a la policía, trabajando día a día, ¿adivíname quién es?”.

Así, esmerándose día a día, incluso en circunstancias adversas de salud, luchando contra la incomprensión y los imponderables, contra la limitación de recursos, Francisco Gómez Pérez, Hijo Predilecto del Puerto de la Cruz –para que nos vayamos familiarizando-, se ha granjeado el respeto y el afecto de agentes sociales, funcionarios e integrantes del Cuerpo de Policía Local que dirige y que está considerado como de los más destacados de Canarias.

Reciba, junto a Ana, su esposa; sus hijos, Francisco, Salvador, Felipe y Ana Georgina; sus hermanos Salvador, Luis, Miguel Ángel, Carlos, y demás familiares, nuestra sincera felicitación que seguro es la de muchos portuenses y a la que él corresponderá con creces.

Como lo hizo en su día el poeta cubano Nicolás Guillén, quien llevara a España en cuatro angustias y una esperanza, autor de un poema de profundo sentido simbólico que eleva la dignidad de la función policial a la que Paco, en la escala local, ha dedicado tantos empeños. Que la esperanza, por cierto, siga siendo una constante. Estos son los versos y con ello concluimos:

“La policía (paso de alfombra y ojo de gato) mira en la sombra. Vigila el gato. Pasa una sombra. La Policía se hunde en la alfombra. ¡La policía! ¡Alzad la alfombra! ¡Matad el gato que está en la sombra!”.

viernes, 19 de abril de 2013

CADA COSA, A SU TIEMPO

Ha sido directo y ha hecho bien Alfredo Pérez Rubalcaba al afirmar que el PSOE, en estos momentos, no está en eso, en su sucesión, deseada por un montón de gente, tanto dentro como fuera de la organización. El propio secretario general seguro que es consciente de esa demanda: no acompañan las impresiones y las percepciones de los ciudadanos, pese a la oposición constructiva, consecuente e inteligente que viene desplegando. Puede más, pesa mucho más el pasado, ese que no se perdona en tiempos de crisis.

Es tentador hacer la agenda de un partido político pero se supone que los dirigentes y los estrategas de éste saben manejar los tiempos. La respuesta de Pérez Rubalcaba está en consonancia con esa idea: ahora, cuando arrecia la crisis, cuando la ciudadanía española necesita de soluciones, alternativas y esperanzas, cuando son otros los apremios a los que desde la oposición -y desde las instancias gubernamentales de que se disponga- hay que dar adecuada respuesta, no se puede estar con debates o ni siquiera eso, con pugnas nominalistas que proyectan una imagen muy negativa.

Claro que es la pugna que alimentará el derechío mediático, el más interesado para desviar la atención de otros frentes complicados a los que no quiere ni sabe dar respuesta ante la avalancha de evidencias. En esa pugna le será fácil revolver el patio, fomentar el cisma, revolver el pasado, averiguar lastres, decantarse aparentemente y, al final, como ya ha ocurrido en algunos programas de opinión, valorar a los posibles candidatos en función de su aspecto físico o estético. Deplorable.

Deberían los socialistas no contribuir a esa ‘revoltura’, a ese patio que algunos presentarán como incontrolado, desmoralizado e irreconducible. Está bien que haya más de un aspirante, que se den a conocer, que se contraste su valía en función de programas o ideas… Eso es saludable. Refleja, teóricamente, la riqueza de cuadros, la pluralidad de opciones. Pero cada cosa a su tiempo: participar o prestarse a maniobras dilatorias puede proporcionar resultados indeseados.

Ahora, lo que toca es seguir fiscalizando una decepcionante gestión del Gobierno, presentar alternativas que permitan fraguar soluciones que sean factibles y favorezcan la recuperación de la credibilidad ciudadana. Es cuestión de paciencia y de perseverancia, virtudes muy válidas cuando desde fuera se intenta marcar un rumbo por razones que saltan a la vista.





jueves, 18 de abril de 2013

EL ESCONDITE ANTES QUE EL 'SIN COMENTARIOS'


El Defensor del Lector del diario El País, Tomás Delclós, escribe sobre la mala praxis que ha instaurado el Partido Popular (PP) en las comparecencias de sus dirigentes. “Políticos escondidos”, es el título de su entrega, motivada por las quejas de lectores que sugieren no acudir a las conferencias de prensa en las que el partido convocante advierte que no habrá preguntas.
            Es difícil encontrar precedentes de esta situación en la democracia española. Y mucho menos, en un partido gobernante. Es un hecho insólito que el PP se haya pasado semanas sin que se reuniera su órgano de dirección pues, aunque no lo parezca, con la idea de eludir la comparecencia posterior ante la prensa. Es curioso que quienes en el pasado predicaban transparencia, y en el presente, aunque con menos entusiasmo, también lo hagan, ahora revelen con sus hechos una opacidad impropia de una democracia avanzada.
            Recordemos, en ese sentido, que la legislatura empezó muy mal y que de ahí, probablemente, provengan los males pues los medios en ese momento fueron muy condescendientes y no hubo críticas a aquel comportamiento. Nos referimos al anuncio de la composición del Gobierno hecho por su presidente: se limitó a dar los nombres y las carteras de su gabinete. Ni una sola explicación del organigrama o de los propósitos de funcionamiento para el cumplimiento (¿) del programa. Alguna comparecencia posterior del presidente, sin preguntas, y casi con espantada, como ocurrió en el Senado, el día en que la prima de riesgo batió su récord y no hubo una mísera explicación gubernamental, pone de relieve que la relación con los medios, cuanto más distante o cuanto más inexistente, mejor.
            Los dirigentes del PP encontraron como sucedáneo la telecomparecencia, esto es, aprovechar la reunión del comité ejecutivo nacional para exponer la intervención leída del presidente. Los periodistas han de seguirla desde una sala de prensa. Sin opción  a preguntar, por supuesto. Pero algunos medios ya desistieron de prestar cobertura a esta fórmula en la última aparición de Mariano Rajoy. Les parecía una burla o una falta de respeto. No es de recibo, desde luego, que los problemas de presunta corrupción financiera que afectan a la organización o cuestiones de interés nacional sean despachados de la forma apuntada, con una estratagema que confiemos no sea secundada. Estaríamos, sin duda, ante una farsa democrática.
            El Defensor del Lector de El País, después de citar el caso del presidente francés François Hollande con muchas similitudes al de Rajoy (no admitir preguntas en el espinoso asunto de su ex ministro de Hacienda), habla de “triste coincidencia que demuestra la intención de situar a la prensa en una posición residual, invitada como máximo a ser ornamento de sus ceremonias”.
            La Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) ha sido taxativa a la hora de rechazar estos métodos de funcionamiento. Y es que con ellos se priva a lectores, oyentes y televidentes de información veraz y directa, obtenida de las fuentes autorizadas. Empieza entonces a resquebrajarse el cimiento democrático. Y más que eso, a deteriorarse la relación entre políticos y periodismo que, si en algunas épocas, ha  tenido fases procelosas y turbulencias de todo tipo, no es menos cierto que ha sido indispensable para saber cómo se respira en organizaciones políticas y en instituciones.
            Curiosamente, cuando se pide más y más política para acabar con dictaduras económicas o de mercados o de intereses determinados, resulta que algunos políticos no contribuyen a esa consecución. Al contrario, con sus espantadas, sus omisiones y sus elusiones enriquecen el peor de los climas y la peor de las impresiones para ellos mismos.
            Con lo fácil que sería recurrir a la frase ‘No comment’ (‘Sin comentarios’) cuando la pregunta sea incómoda, se quiera ganar un poco de tiempo o se pretenda no complicar las cosas.
            Pero se prefiere el escondite. En fin…

miércoles, 17 de abril de 2013

EL PRESIDENTE AUSTERO

Era un tinerfeño de pro, un defensor de los valores insulares, un dirigente deportivo nada presuntuoso; era un buen hombre José López Gómez, a quien conocimos cuando, en 1977, inició su segunda andadura presidencial en el Club Deportivo Tenerife.


Le tocó lidiar una etapa complicada, tanto en lo económico como en lo deportivo, de ahí que la controversia caracterizara buena parte de su gestión. Pese a poner toda la mejor voluntad del mundo, fue contestado, tuvo notables tratamientos críticos y se sintió incomprendido. Pero no perdió la compostura: su probado amor por el club le permitió superar trances amargos, como aquel descenso de categoría consumado en Vigo en cuya estación ferroviaria le vimos llorar desconsoladamente, junto a Manolo Sanchís, entonces entrenador.

Su modo de ser, su personalidad y una filosofía de austeridad hicieron que surgiera una leyenda negativa en torno a su ejercicio directivo, puede que no muy justa. Le atribuyeron caprichos y soluciones con frecuencia deformadas o exageradas. Como buen contable, solía presentar unos presupuestos y unas liquidaciones muy exactas. Fue, desde ese punto de vista, un administrador realista que a veces resolvía, con aportaciones particulares, algunas situaciones de zozobra financiera. Curiosamente, era muy ponderado en círculos federativos y otros ambientes futbolísticos peninsulares. Tuvo en su familia un sólido elemento de apoyo. Eugenio Camacho, sensible y preocupado, fue su vicepresidente y más fiel colaborador.

Defensor acérrimo de la cantera (en su primera presidencia, en los años 60, la entidad recibió el premio “Amberes” que distinguía el trabajo con las categorías de base), hubo de incorporar durante varias temporadas a jugadores de otras latitudes. Pero su sueño, su aspiración era ensamblar un conjunto con gente de aquí. Y por eso era un asiduo espectador de partidos de los filiales y de otras categorías del fútbol regional.

Casi completó quince años al frente de la entidad. Las tribulaciones y las adversidades se trocaron en alegría de ascenso de nuevo a Segunda ‘A’, en la primavera de 1983, cuando fue paseado a hombros y cuando se bañó, literalmente, en la plaza de La Paz. Las fotos ilustraban un lógico contento, una alegría inusitada que festejó a su manera, acaso rompiendo los moldes de aquella modestia y la austeridad. Tres años después, en 1986, abandonaba el club, siendo sustituido por Javier Pérez.

martes, 16 de abril de 2013

MÁS CEMENTO, MÁS ESPECULACIÓN


La segunda quincena de abril será dolorosa para los ciudadanos españoles. Deberán estar muy atentos. Por un lado, a las medidas gubernamentales para contrarrestar las exigencias de Bruselas, las que imponen las dictaduras económicas: más restricciones, más limitaciones, más inestabilidad, más incertidumbre. Y por otro, a la fase final de la tramitación de la Ley de Protección y Uso Sostenible del Litoral, visión reformista de la Ley de Costas, vigente desde 1988.
            Este segundo hecho tiene en Canarias y en toda la España costera una singular importancia. La consideración básica del litoral como bien común y que, por consiguiente, es necesario preservar o proteger al máximo, no será una cuestión de principios: las intenciones del legislador parecen más inspiradas por la flexibilidad, por una permisividad generosa que hará de la costa española nuevamente una amplia franja especulativa. Vuelve el cemento, vuelve el uso comercial indiscriminado, vuelve el aprovechamiento a conveniencia, vuelve -aunque lo nieguen- el uso privativo…
            Así se desprende de las facilidades que encontrarán los promotores para edificar o de la pretendida reducción del dominio público de una franja de cien metros desde la línea de costa a veinte metros. Si este segundo aspecto se traduce en una ampliación de las concesiones, preparémonos para una auténtica privatización. Y la papeleta, por cierto, en manos de los ayuntamientos que, aunque supervisados por la comunidad autónoma respectiva, tendrán que tomar la decisión final. A ver esas haciendas tan necesitadas, a ver esos proyectos tan cargados de “puestos de trabajo directos”, a ver… quién se niega.
            El debate final en sede parlamentaria puede ser de traca aunque el resultado no peligra para la mayoría que volverá a lucir su vocación absolutista, a medida que se contraste el que no haya voluntad de consensuar o sean rechazadas algunas enmiendas que pretendan salvar, por ejemplo, los núcleos de población que en la norma de 1988 quedaron fuera del dominio público. Al contrario, parece que la reforma de la Ley de Costas lo que persigue es legalizar determinadas urbanizaciones o construcciones fuera de ordenación y rebajar el listón de protección del litoral. Hasta listas circulan ya esperando la bendición final de la entrada en vigor de la nueva Ley. Hay quien ya habla de la ley chicle que estira los límites.
            Lo cierto es que la larga mano de las privatizaciones costeras se vuelve a posar sobra las islas y sobre las regiones marítimas. Eso de que el litoral es un bien común al que todos tenemos derecho, dentro de nada, será papel mojado.
            Que no se extrañen de concentraciones ni de activismos ecologistas ni de escraches en bikinis… Llegarán, llegarán.

lunes, 15 de abril de 2013

PERO ISAAC...


Dan ganas de parafrasear a Felipe Navarro García, el recordado Yale, que una vez, en Interviú, publicó una entrevista de tres páginas con Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, sin hacer una sola pregunta, sino que separó las respuestas, mejor dicho, la concatenación de butades dichas por el personaje, con la expresión “Pero don Santiago…”. Y le quedó redondo.
            Aquí es el alcalde de La Orotava, Isaac Valencia, quien, tras la feliz recuperación de sus quebrantos de salud, como para que no hubiera duda alguna de su retorno, destapa la caja de los truenos y lanza una serie de afirmaciones que, en el fondo, solo reafirman su personalidad, el peculiar pensamiento de un político entregado en cuerpo y alma a su pueblo que anuncia su adiós y facilita con ello la sucesión, aparentemente bastante decantada a favor de Francisco Linares.
            “Pero Isaac…” hubiera servido para intentar frenar -sin éxito, claro- ese torrente de expresiones que, siendo carne de titulares, revelan una forma de ser y terminan incomodando. No están los tiempos para eso pero este Isaac, incontinente y lenguaraz, es el mismo de siempre, el que dijo lo que pensaba sin que las plumas, los micrófonos o las cámaras fueran un freno a su dialéctica, común y campechana.
            “Pero Isaac…”, que si el moro invasor, que si el machismo, que si la platanera, que si El Rincón, que si el Atlante, que si los oponentes, que si el urbanismo mal entendido, que si la gente del Liceo, que si me hubieran hecho caso, que si ya lo dije hace tiempo… Y encima, asegura que él no se ha equivocado, si lo apuran, nunca. Claro que incomoda.
            “Pero Isaac…”, si no hay que extrañarse. Porque  no está tan lejos en la memoria, octubre de 2011, aquella célebre salutación a los participantes (secretarios, interventores, depositarios y técnicos de administración) en las XII Jornadas de Administración Local, en la que invitaba a tirar a la basura cuatro o cinco leyes, con tal de eliminar burocracia y facilitar la gestión de los administrados. Y unos pocos años antes, aquella declaración pública sobre determinado impacto ambiental en el valle de La Orotava que sirvió de texto publicitario que su partido se apresuró a retirar, eso, comprobado el otro impacto. El regidor no se quedó atrás y en otro momento llegó a amenazar con marcharse y alumbrar otra formación política de ámbito local.
            Ahora, felizmente recuperado, el alcalde orotavense, antes de entonar su adiós, vuelve por sus fueros. Ha largado como solía: estilo compadre. Cuando así ha ocurrido, sus compañeros y hasta sus adversarios políticos han dicho “¡Las cosas de Isaac!”, que es una exclamación con la que restar importancia a sus propios dichos. Como en aquellas ocasiones, hacemos esta interpretación desde los principios de la lealtad amistosa, la que recíprocamente nos hemos profesado. No se trata de ser más o menos crítico sino cortés y ecuánime ante un hecho que ha cobrado trascendencia.
            “Pero Isaac…”. La pena, escrito quedó, es que una trayectoria respetable pueda tener un final de sobresaltos, de impertinencias, majaderías o chambonadas





miércoles, 10 de abril de 2013

ATENTO Y SOLÍCITO

Era tan atento como solícito pero se ganó a pulso otros muchos adjetivos, incluso alguno no tan favorable, motivado por ese afán de querer que todo estuviera al primer nivel y saliera mejor ejecutado. Vivía de cerca, en primera persona, lo que preparaba con celo. Observador y amante de las formalidades, disfrutaba con la liturgia y la ceremoniosidad.




Así recordamos a Samuel Ramírez Santana, fallecido ayer, tras nuestro paso por el gabinete de alcaldía del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Él ejerció de jefe de protocolo, tarea en la que se esmeró fuese cual fuese la naturaleza del acto convocado. Trabajador, muy dinámico, le gustaba adelantarse, de modo que disfrutaba en los preparativos, con guiones, expedientes, documentos de prueba, modelos de invitaciones, pendrive, imágenes, diseños, nuevas tecnologías y llamadas telefónicas.



Ese era el verdadero Samuel, la persona que mantenía un ‘no’ cuando estaba seguro de que le asistía la razón y no había alternativa pero que también se esforzaba en hallar una salida al problema que se presentaba. Cierto que parecía no haber término medio en esas situaciones, que hasta podía levantar asperezas y resultar algo hosco, pero siempre procuró obrar con criterios profesionales de modo que nadie se sintiera desmerecido ni desconsiderado.



Trabajó con denuedo para cada una de las celebraciones del acto de entrega de honores y distinciones. Asumió no sólo la organización del acto de inauguración sino la coordinación del traslado de órganos y departamentos municipales a la sede de Santa Ana. Suya fue también la idea de las visitas en fechas y horarios no laborales. Se encargó de que las convocatorias motivadas por determinadas fechas estuviesen siempre bien dispuestas. Las visitas de autoridades, la celebración de congresos y hasta los preparativos de las sesiones plenarias tenían un inconfundible sello de Samuel, excelente conocedor, por cierto, de la geografía municipal.



Su empeño, como el de tantos otros, era que Las Palmas de Gran Canaria fuese declarada Capital Europa de la Cultura 2016. No resultó pero él, integrado en aquel equipo que volcó tantos esfuerzos, fue de los primeros en ponderar el trabajo realizado y la exaltación de los contenidos ofertados. Su papel de aglutinador de la respuesta social e institucional fue notable.



Un profesional valioso, siempre predispuesto para la labor cotidiana y para las grandes solemnidades, que prestó luego sus servicios como director de gabinete a Jerónimo Saavedra Acevedo desde que éste fuera elegido Diputado del Común. En ese destino volvió a acreditar su capacidad, su entrega y su bondad.



Por tantas cualidades será recordado.

martes, 9 de abril de 2013

POBRE MARCA


La marca España se ha vuelto recurrente. Los reveses que acumula este país, en el contexto de una crisis de institucionalidad, fruto de desmanes, de comportamientos nada ejemplares de cargos públicos o de personajes tramposos y siniestros  y de los saqueos que algunos han perpetrado en entidades, son automáticamente instrumentalizados como dañinos para la marca España. A ese paso, sólo las glorias deportivas, individuales y colectivas, mantendrá a flote la marca.
            Hay muchas maneras de mermarla, desde luego, de restar credibilidad y prestigio. Una que no puede pasar inadvertida, desde luego, es la que alimentó días pasados en el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, partidario de fijar “límites” a los medios, para no dañar, según él, a personas e instituciones. Esto, en pleno siglo XXI. Es decir, si no fueran pocos los males que vienen padeciendo la comunicación y el ejercicio de la profesión periodística, aparece el heredero de Esperanza Aguirre, tan serio y tan compuesto, convencido de que la solución está en decir a los editores lo que tienen que publicar y lo que no, lo que conviene divulgar y lo que no… ¿No les suena a algo?
            Pues eso, dicho por un presidente autonómico, le hace daño, vaya que sí, a la marca identificativa de un país que si no tuviera suficiente con los millones de desempleados, con las actuaciones policiales, con los desahucios, con el galope tendido de la corrupción, con las oscilaciones de la prima de riesgo, con derechos sociales literalmente arrasados, se encuentra ahora con la sugerencia que hace un destacado cargo institucional del Partido Popular. Una opción impensable pero que, una vez dicha públicamente, termina asustando. La tentación está desnuda. ¡Si te coge! Tienen razón quienes consideran que, en cierta medida, asistimos a una vuelta al pasado: de nuevo la censura, los filtros, las influencias, el periodismo siniestro y fraguado lejos de las redacciones.
            Esto lo dice el presidente madrileño cuando todavía no se habían apagado los ecos de la segunda “teleplasma” comparecencia del presidente de su partido y del Gobierno de la nación, situación insólita en una democracia de la sociedad del conocimiento a la que suponíamos mínimamente madura para solventar ciertas cuestiones de comunicación pública. Pues ya se ve como no. Las conclusiones son evidentes: no quieren periodismo, les asustan las preguntas, temen la comunicación…
            Menos mal que la vicepresidenta del ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, ha venido a poner las cosas en su sitio al manifestar el “máximo respeto” del Gobierno por la libertad de expresión y al advertir que los límites a este derecho los fija la vigente Constitución Española (artículo 20.4). Cada quien que interprete lo que quiera pero es una evidente desautorización a Ignacio González cuyas quejas, ante ciertos tratamientos mediáticos, no se sostienen. Alguien debió advertirle y salió a matizar sus palabfras. Dio igual: el daño ya estaba hecho.
            La marca España siguió encajando otro golpe. Pobre marca. A este paso, invocarla, no sólo es un topicazo sino una contribución a su degradación.

lunes, 8 de abril de 2013

EL PORVENIR DE PUNTA BRAVA


Quieren hacer algo en Punta Brava. ¿Algo? Un estudio para la reordenación y la transformación del frente marítimo de este núcleo portuense, basado en una perspectiva sostenible y que englobe aspectos urbanos, paisajísticos y arquitectónicos.
Punta Brava no es cualquier barrio. Durante unos cuantos años fue avanzadilla de la lucha obrera y anticipo de la participación ciudadana que sustanció el reivindicativo movimiento vecinal de los setenta. Antes, fue desarrollándose casi de forma anárquica (la leyenda es que Isidoro Luz, siendo alcalde, regalaba los terrenos para que el necesitado afrontara la autoconstrucción de su vivienda) y allí donde había un lazareto (en realidad no se tiene constancia de un establecimiento sanitario para aislar a personas infectadas o sospechosas de enfermedades contagiosas) y un vertedero de residuos, donde a diario se quemaban toneladas, fue surgiendo un barrio con personalidad propia que se abrió al turismo después de haber visto satisfecha, con la primera corporación democrática (1979-83), la principal reivindicación durante décadas: una vía de acceso en condiciones, con seguridad para la circulación vial y peatonal. Cuando se consolidó Loro Parque, una atracción turística indiscutible, Punta Brava, que también se llamó María Jiménez y Washington en lenguaje popular, fortaleció su tejido social, incorporó espacios públicos, dotacionales, pequeños y medianos comercios.
Décadas después de que las primeras casas desafiaran la furia atlántica, el Colegio de Arquitectos de Santa Cruz de Tenerife y el Consorcio Urbanístico de Rehabilitación Turística se proponen ver cuál es el tratamiento más adecuado para este núcleo costero. Se supone que mediante la nueva Ley de Costas (no sabemos si favorecerá el alcance de la iniciativa) y con una solución definitiva en cualquier planeamiento de ordenación que se haga con vistas al futuro. Punta Brava es un núcleo urbano consolidado. Pero no es menos cierto que ciertas edificaciones están (estaban) afectadas al estar incluidas en lo que se denominaba demarcación pública marítimo-terrestre. Ello condicionó transacciones y hasta proyectos de reconstrucción o simplemente de reformas.
Un barrio netamente costero imprime personalidad y distingue a un municipio. Para lo bueno y para lo malo. De ahí que este estudio deba ser examinado con detenimiento por vecinos y agentes sociales. Entre los primeros, hay generaciones jóvenes, muy bien preparadas, herederas del mejor espíritu combativo de los habitantes del barrio y que ahora tienen la oportunidad de prolongarlo desde una óptica diferente, claro. Se propone un desarrollo sostenible en el que prime la clave paisajística, se lee en un sumario de una información periodística. Habrá que mirar muy bien esa vertiente sostenible. Si se quiere que el barrio resulte modélico, tendrán que esmerarse y poner mucho empeño. Hacer suyo, identificarse con el proyecto integral.
Que no ocurra como con tantas otras cosas en el municipio, donde el dejar hacer, dejar pasar resultó un sinónimo de pasotismo que sólo condujo a frustración, desencanto y descontento.
Es el barrio. Quien hacer algo. Es el futuro. No dejen que se esfume la oportunidad de poder participar para hacer algo propio. Sin la anarquía y sin las carencias de aquellos años.

sábado, 6 de abril de 2013

¿SE SEGUIRÁ LLAMANDO PARQUE SAN FRANCISCO?


Un concurso de ideas para remodelar -a tenor del alcance de la iniciativa, éste parece ser el término más apropiado- el parque San Francisco que se transformaría en un espacio cultural y acogería los fondos del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdhal (MACEW). El Consorcio Urbanístico para la Rehabilitación Turística del Puerto de la Cruz prosigue su obra de planificación y promueve esta actuación que resulta decisiva para dinamizar la oferta cultural del municipio.
El parque San Francisco surgió sobre las cenizas de un pavoroso incendio que afectó al ‘convoy’ de viviendas que albergaba, mediados los años sesenta. La iglesia contigua se salvó milagrosamente. Entonces, el Ayuntamiento habilitó el solar como un centro de espectáculos con el que la ciudad, en plena proyección turística, no contaba.
En efecto, allí se celebraron las ediciones del Festival Internacional de la Canción del Atlántico después de que la sede del Lido San Telmo deviniera insuficiente además de estar muy expuesta a temporales marítimos. Las obras interiores de adaptación del parque San Francisco fueron acometidas por fases. Llegó a ser cubierto en su totalidad para garantizar que las inclemencias del tiempo no iban a impedir la celebración de espectáculos. Ya en los ochenta, hasta se pudo abrir una puerta de salida hacia la calle San Juan, muy útil para el despliegue de los actos carnavaleros.
El parque, ya lo hemos escrito, acogió importantes eventos musicales pero fue utilizado también como recinto deportivo, centro de reuniones y de participación social, ceremonias religiosas, mítines, exposiciones, actos y festivales escolares. Durante la última década fue entrando en desuso. Las exigencias de los requisitos de seguridad terminaron por hacerlo prácticamente inservible.
Su localización es muy céntrica, factor que se debe aprovechar, en todos los sentidos. Ubicado entre dos vías peatonales, es el momento de plantearse en el proyecto que gane el concurso una dotación de aparcamientos subterráneos, con acceso desde Santo Domingo y salida por San Juan.
Pero el concurso será gestionado por el Colegio de Arquitectos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife y los usos habrán de ser definidos antes del verano. Habrá que estar atentos porque, si se materializa, será una actuación muy visible, expuesta, por tanto, al juicio crítico de la ciudadanía que, en el Puerto, ya se sabe…
Pero conseguir una infraestructura de primer nivel, que sea referencia, con una clara voluntad multifuncional, es el objetivo de los mentores. Se habla de auditorio, sala de exposiciones temporales, sede del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) y el MACEW. Si añadimos los espacios complementarios, está claro que va a ser una actuación costosa. Pero convenimos en que la ciudad la necesita.
A propósito, que se aproveche el concurso de ideas para estudiar o determinar la modalidad de gestión posterior. Que el Ayuntamiento conserve la titularidad pública, por supuesto. Pero que la gestión del recinto admite variables, por supuesto. Otra vez planteamos, por si se quiere estimar, la alternativa de la empresa mixta.
En cualquier caso, el parque San Francisco -¿se seguirá llamando así en el futuro?- es un espacio que debe poner a prueba la capacidad de imaginación de los portuenses y agentes sociales. Para eso son los concursos de ideas, ¿no?

viernes, 5 de abril de 2013

AGONÍA DEL PEQUEÑO Y MEDIANO COMERCIO

Hace años que se ha convertido en un sonsonete monocorde pero no puede negarse que la crisis golpea, y con dureza, al pequeño comercio. Primero fue la renovación de las estructuras comerciales, derivada de todo el libre mercado y de las reglas marcadas en organizaciones, países y tratados. Luego, los consumidores y sus exigencias. Finalmente, la aparición de medianas y grande superficies, de más liberalismo comercial, del empuje imparable de multinacionales y centros comerciales.


La pequeña y mediana empresa fue cediendo y cediendo. Imposible competir. Aquella convicción consolidada –especialmente en Canarias- de que quien no hiciera carrera o no encontrara trabajo en el turismo tenía como solución el local de la familia para montar cualquier cosita, desde una tienda de lencería a un bazar de artículos variados o una juguetería o una agencia de autorepuestos ha ido perdiendo peso hasta casi evaporarse del todo. Así abundan los locales cerrados, no sólo en ciudades sino en pueblos y localidades de unos miles de habitantes.

Nadie ha dad con la cura: los programas de los partidos políticos se han llenado de intenciones pero luego no llegaron las soluciones. En las instituciones, gobernadas por cualquier signo político, menudearon planes, integrales, parciales o específicos, pero poco operativos todos. Todo lo más, en algunos municipios, la solución ha sido ocupar la calle, sacar postaleros, muestrarios o tinglados para producir un reclamo, a veces más poderoso que el mismo género que se vendía en el interior. Y es que, en efecto, una buena parte de la crítica al inmovilismo se enfoca desde la falta de iniciativa o de imaginación para modernizar, para iluminar, para hacer escaparates atractivos o para renovar. Tanta pasividad, seguro, ha acelerado muchos cierres. Ni la fórmula esa Zonas Comerciales Abiertas instaurada en varias localidades parece haber producido efectos positivos.

Si la crisis no distingue, menos consideración iba a atener con los más débiles y con quienes han venido estando condicionados por las circunstancias anteriores. A menor poder adquisitivo, disminución segura del consumo: no le demos más vueltas. Pero los datos de días pasados son muy preocupantes: las ventas del comercio al por menor bajaron en febrero un 10,6% comparado con el mismo período del año pasado, ampliando en casi dos puntos la caída interanual registrada en enero (8,85). Ya son treinta y dos meses de descensos interanuales consecutivos, de acuerdo con la información del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Además, por modos de distribución, todos ellos redujeron sus ventas en febrero, especialmente las empresas unilocalizadas, donde disminuyeron un 13%. En las grandes superficies las ventas bajaron un 11,1% en tasa interanual, mientras que en las pequeñas cadenas el descenso de las ventas fue del 11,5% y en las grandes cadenas, del 4,1%. En tasa mensual (febrero sobre enero), las ventas del comercio minorista, corregida la estacionalidad y el efecto calendario, aumentaron un 0,6%, cinco décimas menos que en enero.

Con unos datos así, no es de extrañar que el empleo en el sector del comercio minorista haya disminuido un 2% en el segundo mes del año, encadenando de este modo 17 meses sucesivos de caídas interanuales.

¿Ven cómo no hay que hacer un interpretación triunfalista de los últimos registros del número de desempleados? O si prefieren: ¿están haciendo más cruda la agonía del pequeño y mediano comercio las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy?

jueves, 4 de abril de 2013

JUANITO, EL ESTILETE TEMPERAMENTAL


La suya era una velocidad distinta. Que se lo pregunten a Eladio, aquel lateral zurdo del F.C. Barcelona, que le marcó (¿le marcó?) en aquel inolvidable mediodía carnavalero en el “Rodríguez López”, victoria del Tenerife (4-1) en un amistoso que sirvió para terminar de convencer a los técnicos del club catalán.

Juanito hizo diabluras. Le hizo “arrojar” al defensor. Le quebró la cintura, dirían los chicos de hoy. Le hizo sudar sangre, también. Y es que, dotado de un prodigioso sentido de la verticalidad, reveló, en ese partido y en muchos otros, su capacidad de desborde, su regate seco y desbaratador de todas las vigilancias por férreas que fuesen. Semanas después, marzo de 1972, siendo Marinus Michels entrenador del equipo blaugrana, debutaba en San Mamés, ocupando la plaza de Carlos Rexach. En el Barcelona, llegaría a compartir dupla atacante con José Antonio Tigre Barrios, otro tinerfeño que triunfaría en la ciudad condal después de haberlo hecho en el Granada.

Juan Díaz Sánchez, Juanito el Vieja, sobresalía por su rapidez y por su habilidad. Era un estilete. Desde que se incorporó al primer equipo del Tenerife, su juego incisivo y veloz propició un estilo de contragolpe como hasta entonces no conocía el equipo insular. Con García Verdugo como técnico, ascendió a segunda división. Ambidextro, dotado de un excelente toque de balón, superaba con generosidad la inevitable tendencia individualista de este perfil de jugadores.

En las transmisiones, cada vez que recibía el balón, el tono se elevaba automáticamente. Era como si enardeciera el juego. Le gustaba arriesgar. De carácter díscolo, ese comportamiento a veces le perdía en la cancha. Le gustaba encarar al rival, le apasionaba el uno contra uno, acaso porque se sentía capaz de desbordar siempre. Algunos disgustos tuvo con los árbitros y con Arsenio Iglesias, en el Hércules, quien no debió tragar con sus extravagancias. Pero fuera del campo, era un tipo estupendo, fresco, dialogante, buen compañero  que se interesó siempre por la marcha de los equipos tinerfeños.

Con el Barcelona se proclamó campeón de Liga. Después, se marchó al Hércules, todavía en primera división. Allí no hizo buenas migas con Iglesias, entrenador entonces del equipo alicantino. Fue traspasado a la U.D. Salamanca, donde reverdeció laureles y se ganó al aprecio de los aficionados, además de contar con la confianza de García Traíd y Felipe Mesones, los dos técnicos con los que superó los cien partidos en la máxima categoría. Regresó al Tenerife a principios de los ochenta para retirarse en segunda ‘B’. Y hasta jugó unos meses en el Mensajero.

Juanito el Vieja no sintió entonces la tentación de entrenar. Mantuvo, en su oficio de conductor, su carácter espontáneo, solidario y campechano. Le agradaba rememorar su paso por los primerdivisionarios y su capacidad para adaptarse a climas tan diferentes como el de Salamanca y Alicante.
Desde luego, un futbolista singular que será recordado por aquellos regates a Eladio, por su velocidad distinta, por su temperamento y por su militancia destacada en tres equipos de primera división.


martes, 2 de abril de 2013

DATOS QUE NO INVITAN AL TRIUNFALISMO


Anda el Gobierno de Mariano Rajoy tan necesitado de “vender” una buena noticia, de apuntarse un éxito, que se ha apresurado a destacar que la reducción del número de parados del mes de marzo trae causa de sus políticas laborales. Que éstas son acertadas, vaya. ¡Cómo sería si de verdad determinadas medidas o programas conllevasen frutos palpables de mejoría en sectores o en productividad! Es lo que está deseando el derechío mediático: tener algo bueno que contar, algo positivo que magnificar, con ese alarde triunfalista y propagandista que tanto le caracteriza, especialmente cuando en un período de vacas flacas se suceden las tribulaciones, las de la crisis y las otras derivadas de cualquier escandalete.
Hombre, hay que alegrarse siempre de que se reduzca el número de desempleados. Nada más gratificante que alguien, necesitado de un medio de vida o de un ingreso estable para sacar una familia adelante, encuentre lo que cada vez cotiza más alto. Es cierto: pocas informaciones pueden ser acogidas con más agrado que la disminución de los parados.
Por eso, choca que el Gobierno haya querido “lucirse” con esos casi cinco mil parados menos, fruto, como en años anteriores, del efecto estacional de Semana Santa. Choca porque, en un asunto de especial sensibilidad, autoatribuirse esos logros llega a confundir. Baste un elemento ejercicio comparativo para darse cuenta de que no hay que lanzar campanas de fiesta: el paro aumento en casi doscientas ochenta y cinco mil personas con respecto al mismo mes del pasado año. Y por segundo mes consecutivo, se supera la cifra global récord de cinco millones.
Más registros para no ser tan triunfalistas ni exitosos: el paro sólo descendió en el sector Servicios, en las zonas turísticas, concretamente. En todos los demás sectores, subió. Mientras el efecto estacional de la Semana Santa en marzo de hace cinco años hizo que catorce mil personas dejaran de ser desempleadas, y en abril de 2012, fueran seis mil las que encontraran trabajo, ahora la cifra no llegó a los cinco mil.
Esto es lo preocupante: que haya cada vez menos contratos y cada vez menos indefinidos, según se desprende de los datos aportados por el Servicio Público de Empleo. Por ejemplo: que los contratos indefinidos el pasado mes de marzo hayan sido un 16,5% menos que el mismo mes del año anterior, revela que no son tan acertadas las políticas gubernamentales y mucho menos las derivadas de la reforma laboral.
Hay un millón menos de afiliados a la Seguridad Social y casi son seiscientos trece mil parados más desde que el Partido Popular accedió al Gobierno.
No, decididamente no es para apuntarse tantos ni para presumir de nada. Se comprende el estado de necesidad de un Gobierno abrumado; pero los hechos tozudos y las cifras, tanto registradas como comparadas, dejan muy poco espacio –por no decir ninguno- para la satisfacción y la autocomplacencia.