lunes, 15 de abril de 2013

PERO ISAAC...


Dan ganas de parafrasear a Felipe Navarro García, el recordado Yale, que una vez, en Interviú, publicó una entrevista de tres páginas con Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, sin hacer una sola pregunta, sino que separó las respuestas, mejor dicho, la concatenación de butades dichas por el personaje, con la expresión “Pero don Santiago…”. Y le quedó redondo.
            Aquí es el alcalde de La Orotava, Isaac Valencia, quien, tras la feliz recuperación de sus quebrantos de salud, como para que no hubiera duda alguna de su retorno, destapa la caja de los truenos y lanza una serie de afirmaciones que, en el fondo, solo reafirman su personalidad, el peculiar pensamiento de un político entregado en cuerpo y alma a su pueblo que anuncia su adiós y facilita con ello la sucesión, aparentemente bastante decantada a favor de Francisco Linares.
            “Pero Isaac…” hubiera servido para intentar frenar -sin éxito, claro- ese torrente de expresiones que, siendo carne de titulares, revelan una forma de ser y terminan incomodando. No están los tiempos para eso pero este Isaac, incontinente y lenguaraz, es el mismo de siempre, el que dijo lo que pensaba sin que las plumas, los micrófonos o las cámaras fueran un freno a su dialéctica, común y campechana.
            “Pero Isaac…”, que si el moro invasor, que si el machismo, que si la platanera, que si El Rincón, que si el Atlante, que si los oponentes, que si el urbanismo mal entendido, que si la gente del Liceo, que si me hubieran hecho caso, que si ya lo dije hace tiempo… Y encima, asegura que él no se ha equivocado, si lo apuran, nunca. Claro que incomoda.
            “Pero Isaac…”, si no hay que extrañarse. Porque  no está tan lejos en la memoria, octubre de 2011, aquella célebre salutación a los participantes (secretarios, interventores, depositarios y técnicos de administración) en las XII Jornadas de Administración Local, en la que invitaba a tirar a la basura cuatro o cinco leyes, con tal de eliminar burocracia y facilitar la gestión de los administrados. Y unos pocos años antes, aquella declaración pública sobre determinado impacto ambiental en el valle de La Orotava que sirvió de texto publicitario que su partido se apresuró a retirar, eso, comprobado el otro impacto. El regidor no se quedó atrás y en otro momento llegó a amenazar con marcharse y alumbrar otra formación política de ámbito local.
            Ahora, felizmente recuperado, el alcalde orotavense, antes de entonar su adiós, vuelve por sus fueros. Ha largado como solía: estilo compadre. Cuando así ha ocurrido, sus compañeros y hasta sus adversarios políticos han dicho “¡Las cosas de Isaac!”, que es una exclamación con la que restar importancia a sus propios dichos. Como en aquellas ocasiones, hacemos esta interpretación desde los principios de la lealtad amistosa, la que recíprocamente nos hemos profesado. No se trata de ser más o menos crítico sino cortés y ecuánime ante un hecho que ha cobrado trascendencia.
            “Pero Isaac…”. La pena, escrito quedó, es que una trayectoria respetable pueda tener un final de sobresaltos, de impertinencias, majaderías o chambonadas





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