jueves, 3 de abril de 2014

POR SAN TELMO, DE NUEVO

Dos manifestaciones en una semana en el Puerto de la Cruz. El hecho es llamativo. Y no por el riesgo de que la reiteración en tan corto lapso de tiempo acabe cansando al personal. El caso es que una población muy dada a la quietud y a lo acomodaticio ahora parece querer moverse en otras coordenadas de un mayor activismo externo. Ya lo escribimos no hace mucho tiempo: algo se mueve en el Puerto. No es que sea una agitación masiva pero al menos hay una cierta identificación con ciertas y determinadas causas.


Ejemplo: el proyecto de rehabilitación del paseo San Telmo, del que discrepan numerosos ciudadanos. Una plataforma social, un colectivo, denominado Maresía, no ceja en su empeño de impedir que se materialice en las condiciones que quieren sus promotores. Es la segunda manifestación sobre el particular que se convoca en menos de un año: el sábado próximo insistirán los convocantes en que hay razones para rehabilitar pero también para respetar y no destruir. Sobre todo, lo que son señas de identidad, lo que son núcleos patrimoniales urbanos.

Maresía viene con una decisión judicial favorable: plantearon la suspensión cautelar de las obras y el juez la concedió. Se está a la espera de contrastar la aportación del Cabildo Insular o de la Comisión Insular de Patrimonio. El colectivo ha defendido sin reservas la conservación del muro pero, habiendo interpretado que no es una razón exclusiva y que hasta las administraciones podrían terminar cediendo, sigue contemplando el resto de la actuación con una visión crítica. Con un cierto pragmatismo: no se opone a la rehabilitación, a la mejora de aquellos elementos susceptibles de reposición o reparación. Lo que quiere es que se respeten los propios, los identificativos: lo que quiere es evitar destrucción que dé paso a innovaciones que impacten negativamente.

En cualquier caso, la manifestación quiere ser un grito de ciudadanos, críticos con la actuación, con algunos criterios que la inspiran y con el procedimiento administrativo seguido.

Un grito para acreditar que algo se sigue moviendo en el Puerto.

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