miércoles, 10 de mayo de 2017

QUINCE MUECAS: ASI SE INICIARON


Con la edición del presente año ya serán quince muecas. Más de cien actividades artísticas al aire libre para las que se aguarda a unos sesenta mil espectadores. Estupendo. Compañías afamadas, artistas de relieve, sello canario, montajes escénicos, comedias musicales, mimos, actores, animadores... Las vías y plazas portuenses se llenarán de ese ambiente lúdico-festivo, abrirán sus ventanas de espectáculo ágil, dinámico y creativo de par en par. Estupendo. Nos congratulamos, de verdad, de la consolidación y del previsible éxito. La conjunción de elementos favorables hace prever aquello de éxito de crítica y de público. Estupendo también.

Y pensar que no querían Mueca. Pensar que estuvo a punto de desaparecer. Hasta por las discrepancias existentes hace años en el seno del gobierno local, del mismo signo político que el actual, por cierto. Pero la población hizo suya la iniciativa que terminó convirtiéndose en todo un acontecimiento que distingue a la ciudad en un ámbito como el cultural. Y entonces, hasta los menos crédulos terminaron cediendo. Hoy se suman, gozosos, a la dimensión cobrada por la convocatoria. Hay que congratularse.

Permitan que, a la vista de algunas entusiastas alegrías, de llamativos “descubrimientos” culturales que a estas alturas algunos hacen sin ruborizarse, refresquemos la memoria. Es que no dejan otra opción. Y como siguen los titulares exultantes, esos afanes por atribuirse autorias que devinieron exitosas, equiparables a querer borrar de los mapas todo lo que hicieron otros, contrastado ello casi como obsesión, son dignos de mejor causa. En mayo de 2013, por ejemplo, escribimos que “ni siquiera el hecho de una maternidad política distinta es causa para desentenderse y dejar fenecer -como tantas cosas en el Puerto- una convocatoria en la que, por originalidad, apertura y sintonía con las características de la ciudad, se podía creer con pleno fundamento”.

Y añadíamos: “Mueca, lo dijimos desde la primera edición, allá por el año 2000, tenía una vocación universal que es la que hay que cultivar. La actual concejalía-delegada, sobre la que recae la responsabilidad de la programación y organización, parece haber interpretado muy bien esa premisa inicial. Ahora se trata de “articular un discurso propio, que es esencial para un evento cultural”, como ha dicho Octavio Arbeláez, director del Festival de teatro de Manizales (Colombia), presente en la cita portuense” (de aquel año).

Luego, en 2016, hace casi justo un año, publicamos: “Mueca arrancaba con vocación de entretener y divertir, hasta de descubrir tendencias y corrientes artísticas. Unos funambulistas belgas hicieron las delicias de quienes, curiosos, se dieron cita en el parque San Francisco, aún útil entonces para espectáculos y representaciones. Plazas y vías del Puerto de la Cruz se contagiaron del buen ánimo y del ambiente que derivaban de música, disfraces, desenfado, circo, comicidad, performances… Mueca, el arte en la calle, accesible, atrayente, un conjunto de alardes, era, en sí mismo, una prueba de optimismo que podía crecer y convertirse en algo grande”.

Como dijimos, “estuvo a punto de desaparecer, acaso por un cierto afán de liquidación de lo que otros han hecho bajo el pretexto de incongruentes políticas austericidas y de contención de gastos”; hasta que terminó imponiéndose la sensatez y llegaron empeños plausibles que involucraron al sector privado. Como tiene que ser. Con cómplices y todo.

Era necesario -decíamos- además de fe, mantener voluntad política, respetar y exprimir la capacidad de gestión. Sin eso, no hay optimismo que valga. Esta es una apuesta diferenciada por la cultura, una incursión en el vasto campo de las manifestaciones artísticas que, además, ha cobrado ya una dimensión internacional verdaderamente estimable y está en las principales agendas socioculturales del país. El Puerto hace Mueca. Qué bien. Ya van quince.

No hay comentarios: