Tiene
Antonia Jaster la fibra de las grandes actrices británicas que ahora
trata de inculcar a los integrantes de La Pandilla, un
animoso y entusiasta grupo de portuenses amantes de las tablas que
hacen menos ociosas sus jubilaciones y más productivo el tiempo
libre de quienes aún se mantienen en activo, para prolongar aquella
vena teatral que caracterizó el Puerto de hace unas décadas, cuando
cursaba temporada en El Penitente el ambulante Teatro Popular Español
y cuando aún existían el 'Topham', el salón del antiguo colegio de
los Agustinos... y la casa, en la calle Santo Domingo, de don Jesús
Hernández 'el Maestro', para ensayar entre olores a tinta y el
trantran de las
máquinas de la antigua imprenta.
Jaster dirige el plantel
y saca el máximo partido del amateurismo de quienes aparecen en
escena y de los recursos que posibilita el patio de recreo de aquel
colegio, en cuyo empedrado aún lucen despintadas las líneas que
delimitaban una reducida cancha de baloncesto. ¡Ay, las
limitaciones! A los actores les mete en la piel de personajes que
pasean con gracejo vario penurias, frustraciones, desenfados y
afanes. Y así logra que los papeles sean interpretados sin grandes
alharacas pero con un digna solvencia. Y en cuanto al atrezo, más no
se puede pedir: en una escalera lateral, el rincón de un cementerio
-con lápidas y todo- y un escenario al aire libre -justo delante del
aún existente salón ahora utilizado para otros menesteres- donde la
austeridad no impide la polifuncionalidad del mobiliario y la
versatilidad de los usos. Una grabación de fondo, con voces de los
propios actores y música ambiental, utilizada para entrada y salida,
completa el cupo de elementos.
Se supone que Ángel
Camacho Cabrera, autor de la obra, asistente en primera fila a la
representación del pasado sábado, se habrá quedado satisfecho con
los resultados de “A sus órdenes, señor director”, la sucesión
de tres obras humorísticas cortas, concebidas, sobre todo, para
hacer reír y pasar un rato de divertimento. Efectivamente, “El
abrigo de Marta”, “Blanco Radiante llama a su puerta” y “A
sus órdenes, señor director” dejan fluir la sencillez y la fácil
comprensión de las situaciones/insinuaciones que se concatenan a la
espera de una solución previsible pero que se aguarda con
expectativa para culminar la escenificación de forma gratificante.
Carmen Dolores Pacheco,
Manuel Jiménez y Carmen Yuste, junto a los niños Sofía Jiménez,
Celia López, Bruno García, Juan Baltar, Laura Block y Francisco
Ramos, hacen en “El abrigo de Marta” un ejercicio paradójico de
dolor e hipocresía. Nadie puede creerse que aquel querubín
ponderado fuera el padre de las criaturas que su viuda desconocía.
Por allí, por las escaleras de madera, aparecen y desfilan tras
despedirse a coro de la señora.
Lupe
Abrante y Mara Martínez, amigas del alma, se confían sus
intimidades entre 'gags', martingalas y ambigüedades calculadas que
se superponen en “Blanco Radiante llama a su puerta”, donde el
caústico Jesús Camacho se desvive por la limpieza y una camisa
adorada mientras Alberto Castilla se beneficia de los efectos de una
pócima explosiva.
Y, finalmente, Julio
Rodríguez y Antonio Castro, revelan sus aptitudes en los dislates
encadenados de “A sus órdenes, señor director”. El jefe y el
secretario. El primero, con sus exigencias, que va improvisando según
se fija y que reclama sin dar opción a que el subordinado satisfaga
en sus gestiones las demandas de aquél. Castro es el más natural de
todos los papeles del plantel, obra tal cual, se sofoca y se
desenvuelve al ritmo frenético que termina con el “¡No, señor
director!”, remate rupturista de la representación después de
tanto agobio.
En fin, que La
Pandilla hizo las delicias en la primaveral noche portuense,
aportando a la decimoquinta edición de Mueca un necesario
sello local. El grupo, recordemos, tiene en su haber un originalísimo
pregón de las Fiestas de Julio antes del que se colgó el cartel “No
hay entradas”, un éxito de crítica y público, ahora revalidado
porque esa fibra de Antonia Jaster se va contagiando un primor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario