En
medio de lo que empieza a parecerse una orgía de estadísticas
deslumbrantes que reflejan el auge del sector turístico y los medios
de comunicación saludan con efusividad hasta titular con propensión
al triunfalismo, surgen las cifras de los cruceros que reflejan una
tendencia no tan positiva que debe hacer reflexionar no solo a
quienes están en el negocio sino a todos aquellos que aspiran a
contar con una afluencia de turistas por esa vía para solucionar
problemas o carencias, pese a que son conscientes de que la estancia
de los cruceristas en la escala es reducida o muy limitada.
El
caso es que en el primer trimestre de 2017, según datos de Puertos
del Estado, la afluencia de cruceristas cae hasta el 11,4%: 1,1
millones de pasajeros, o sea, ciento cuarentra mil menos que un año
antes, prolongando de esa manera los cinco meses consecutivos de
disminución. Aumentó el número de buques (quinientos veintiséis,
seis más que el mismo período de 2016) pero se redujo el número de
pasajeros. Según la citada fuente, en marzo pasaron por los puertos
españoles cuatrocientos cuatro mil quinientos veintitrés pasajeros
de cruceros, un 13,6 % menos o sesenta y tres mil quinientas cuarenta
y cuatro personas menos que hace un año. También decreció el
número de buques: de 210 a 200 unidades, aunque hay que tener en
cuenta el distinto calendario de celebración de Semana Santa (en
2016 fue en marzo y este año en abril).
En
cifras absolutas, los puertos de La Luz y de Las Palmas y de Santa
Cruz de Tenerife fueron los que registraron, por este orden y por
delante de Barcelona, el mayor tráfico de cruceristas. En cuanto al
número de cruceros, Bahía de Cádiz, Barcelona, Santa Cruz de
Tenerife y Las Palmas, también por este orden, fueron los que
registraron incrementos: Tenerife, el 2,4%, y Las Palmas, el 1,7%.
Se
completan estos datos con el registro de cruceristas que significaron
un 22% de casi cinco millones de pasajeros que utilizaron el
transporte marítimo en España duranta el primer trimestre del año,
un 6,2% menos. Baleares, el destino más afectado: un 33,1% de
pasajeros menos.
Hay
que analizar, claro, la evolución de esta modalidad turística, en
auge hasta que las cifras han empezado a indicar que algo falla o que
las preferencias van por otro lado. Puede que los precios, el trazado
de las rutas, la competitividad y hasta razones de seguridad influyan
en las opciones de los clientes. Las tendencias son así: alcistas o
a la baja, supeditadas a coyunturas a las que el sector no debe ser
ajeno. Recordemos que en 2016 ya se advirtieron síntomas de flaqueza
y el descenso del 1,15% del balance final se situaba por debajo de
las previsiones del ministerio de Fomento que calculaba un repunte
del 1,1% hasta alcanzar los 8,7 millones de cruceristas.
Pero,
sobre todo, quienes se ilusionen con exceso con el turismo de
cruceros y vean en su oferta una fuente de negocios segura, deben
saber que también experimenta fluctuaciones que no sugieren,
precisamente, estabilidad.
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