Diario de Avisos publicaba días pasados una interesantísima información sobre la reapertura del cine “Timanfaya” como un espacio para la cultura. Los mentores de la idea proponen un recinto apto para acoger manifestaciones artísticas y culturales, con el fin de dinamizar y enriquecer la oferta cultural del municipio.
José Joaquín Hernández, miembro del colectivo de artistas del norte de Tenerife, uno de los promotores de la idea, y Hanim Suslu, un empresario turco, exponen en la citada información su voluntad de hacer algo distinto, de producir un espacio que, en sí mismo, sea una novedad y permita a los ciudadanos, nativos y visitantes -como siempre nos ha gustado decir-, disfrutar de una alternativa, de un espacio que la ciudad necesita. Y vaya si lo necesita.
Desde luego, hay que congratularse de la iniciativa. Que en plena crisis, aparezcan promotores dispuestos a incursionar y arriesgar, es plausible y merecedor de reconocimiento. Y mucho más, cuando se quiere hacerlo en un plano, el cultural, que, por desgracia, no despierta mucho entusiasmo.
El Puerto es el marco idóneo para desarrollar actividades culturales de todo tipo. Cualquier producción va a disponer de un espacio atrayente. Incluso, al aire libre, como es el caso de “Mueca”. El ambiente de la ciudad contribuye. A poco que se haga una promoción adecuada, las respuestas serán positivas.
Así tuvimos oportunidad de contrastarlo hace unos años, cuando desde la alcaldía, nos esmeramos en impulsar el quehacer cultural e intelectual hasta disponer de una oferta sostenible que redoblara sus opciones de captar más gente y más visitantes, no sólo llamados por sol y playa, no sólo por los tópicos, sino por la innovación. Se trataba, además, de dar una salida a la creatividad. Porque miren que hay autores esperando una oportunidad: sólo faltaba, precisamente, eso, un lugar, un espacio donde dar a conocer su valía y su proyección.
Así que esta iniciativa debe ser ponderada sin reservas. La valentía de los promotores merece ser correspondida. Algunas experiencias similares tuvieron un relativo éxito: recuerdo haber presentado exposiciones en oficinas bancarias y en cafeterías. Las características de los recintos y de los ambientes respectivos, así como otros factores de voluntad, hacían depender la continuidad.
Es bueno, además, que la iniciativa privada dé los pasos adecuados. Como suele ocurrir, de fuera han de venir para que, de nuevo, destaquemos su esfuerzo y su propósito. Lo que se pretende con este planteamiento es propio de agentes privados. Que no esperen por subvenciones ni ayudas económicas institucionales. Que avancen, poco a poco, hasta consolidar la marca, hasta que el reconocimiento de la sociedad sea palpable en cada una de las convocatorias que se haga.
El Puerto, la ciudad de los locales cerrados, necesita estímulos como éste que se barrunta allí donde hasta hace muy poco proyectaban películas. Revitalizar la ciudad -cuestión de todos- precisa imaginación y riesgos. De nada sirven el lamento y la pasividad. De eso andamos sobrados.
Animo para los promotores. Lo pueden conseguir.
José Joaquín Hernández, miembro del colectivo de artistas del norte de Tenerife, uno de los promotores de la idea, y Hanim Suslu, un empresario turco, exponen en la citada información su voluntad de hacer algo distinto, de producir un espacio que, en sí mismo, sea una novedad y permita a los ciudadanos, nativos y visitantes -como siempre nos ha gustado decir-, disfrutar de una alternativa, de un espacio que la ciudad necesita. Y vaya si lo necesita.
Desde luego, hay que congratularse de la iniciativa. Que en plena crisis, aparezcan promotores dispuestos a incursionar y arriesgar, es plausible y merecedor de reconocimiento. Y mucho más, cuando se quiere hacerlo en un plano, el cultural, que, por desgracia, no despierta mucho entusiasmo.
El Puerto es el marco idóneo para desarrollar actividades culturales de todo tipo. Cualquier producción va a disponer de un espacio atrayente. Incluso, al aire libre, como es el caso de “Mueca”. El ambiente de la ciudad contribuye. A poco que se haga una promoción adecuada, las respuestas serán positivas.
Así tuvimos oportunidad de contrastarlo hace unos años, cuando desde la alcaldía, nos esmeramos en impulsar el quehacer cultural e intelectual hasta disponer de una oferta sostenible que redoblara sus opciones de captar más gente y más visitantes, no sólo llamados por sol y playa, no sólo por los tópicos, sino por la innovación. Se trataba, además, de dar una salida a la creatividad. Porque miren que hay autores esperando una oportunidad: sólo faltaba, precisamente, eso, un lugar, un espacio donde dar a conocer su valía y su proyección.
Así que esta iniciativa debe ser ponderada sin reservas. La valentía de los promotores merece ser correspondida. Algunas experiencias similares tuvieron un relativo éxito: recuerdo haber presentado exposiciones en oficinas bancarias y en cafeterías. Las características de los recintos y de los ambientes respectivos, así como otros factores de voluntad, hacían depender la continuidad.
Es bueno, además, que la iniciativa privada dé los pasos adecuados. Como suele ocurrir, de fuera han de venir para que, de nuevo, destaquemos su esfuerzo y su propósito. Lo que se pretende con este planteamiento es propio de agentes privados. Que no esperen por subvenciones ni ayudas económicas institucionales. Que avancen, poco a poco, hasta consolidar la marca, hasta que el reconocimiento de la sociedad sea palpable en cada una de las convocatorias que se haga.
El Puerto, la ciudad de los locales cerrados, necesita estímulos como éste que se barrunta allí donde hasta hace muy poco proyectaban películas. Revitalizar la ciudad -cuestión de todos- precisa imaginación y riesgos. De nada sirven el lamento y la pasividad. De eso andamos sobrados.
Animo para los promotores. Lo pueden conseguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario