lunes, 23 de diciembre de 2013

SILENCIO Y ESCLEROSIS

Menos derechos, menos libertades, más paro, más impuestos, más pobreza, más deuda pública… Dos años de gobierno del Partido Popular (PP) dan para eso, que cabe en cualquier balance mientras las “circunstancias atípicas” de las tarifas eléctricas, aún pendientes de explicación por si alguien es responsable, apagaron la luz del túnel con la que empezaron a alumbrar y hacer creer que los brotes verdes no pasaron de ser otra majadería más de la célebre herencia. Lo siguen diciendo acaso los únicos contentos, los banqueros y los empresarios que siguen ingresando mientras mandan los suyos, que para eso les pusieron ahí, para que “se jodan” los de siempre, como alguien desde su escaño se encargó de amplificar sin miramientos y sin que alguien le llamara la atención públicamente. Les da igual la sucesión de escándalos: siempre hay un ERE andaluz a mano.
    Menos derechos, menos libertades, más paro, más impuestos, más pobreza, más deuda pública… Aquel Gobierno serio que predicaban algunos abrazados a la causa y que haría olvidar pronto la pesadilla socialista resultó ser el ejecutivo de un engaño masivo. Tremenda decepción la del PP, la de su presidente en plasma o huyendo del periodismo o diciendo desde el extranjero “a ver cómo arreglamos” lo del incremento del recibo de la luz. Creían que era cuestión de hacer olvidar al socialismo con tres o cuatro medidas reformistas, no importaba algún incumplimiento electoral. Pero las mentiras y los fraudes se han ido concatenando, la eficiencia sigue muy empequeñecida y el abuso del rulo parlamentario hace todo lo demás. ¿Hay alguna materia que, gubernamentalmente procesada, tenga contento al personal? Para colmo, la corrupción que galopa, las sospechas de una financiación irregular, las medidas internas en la cúpula policial o en la Agencia Tributaria, la cesión a las presiones de la Iglesia y alguna condena judicial han mermado la credibilidad hasta límites de máximos arreglos culinarios en las encuestas. Buenos arreglos, por cierto, porque si después de todo lo que está pasando, aún queda ese porcentaje preferente en intención de voto, es que la fidelidad sigue siendo predominante.

    Con razón, Fernando Navarro, profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, se preguntaba en redes sociales, a raíz de la lectura de un artículo de Lucía Méndez publicado en el diario El Mundo, dónde está la derecha moderna y democrática. Añade que la democracia la necesita con urgencia, igual que la izquierda vuelva a ilusionar y a enganchar al país. Pero Navarro, ante el panorama que se vislumbra, con tantos hechos abonando la desafección política, se cuestiona, sobre todo, dónde está la voz de la mayoría agazapada tras el silencio. Esa sí que la necesita la democracia con la máxima urgencia, primero porque callada solo abona la involución, tan contrastada en esa reforma radicalmente ideologizada; y luego, porque una sociedad resignada, sin iniciativa y sin capacidad de reacción solo cultiva la esclerotización hasta verse literalmente impedida para defender sus propios valores y las conquistas sociales que tanto costaron.

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