Ha aparecido recientemente, en un par de ocasiones, en el
programa Qué tiempo tan feliz, de
Tele 5, conducido por María Teresa Campos. Puede resultar pretencioso,
halagüeño en exceso, afirmar que está igual, pero poco le falta, desde luego.
Baste decir que se conserva muy bien físicamente, que siguen encantando sus
perfiles de belleza tropical, que su voz aún rezuma aquella dulzura que
desprendía cantando Quererte a ti y No, no hay nadie más… Su gestualidad,
sosegada, rematando una mirada permanentemente pensativa, semeja aún la que
lució en la versión española de la célebre ópera rock Jesucristo Superstar.
El caso es
que se han cumplido treinta años justos de la actuación de la cantante
dominicana Ángela Carrasco en la antigua sala ‘Andrómeda’, en el marco de las Galas OTA que reunieron, durante dos
veranos consecutivos, a destacados intérpretes de la música nacional y
extranjera. Fueron tiempos de esplendor en aquel Puerto Cruz la nuit, el complemento idóneo de un destino turístico
incomparable que se proyectaba incesantemente con esa iniciativa artística y
con otras de distinta naturaleza.
Durante
aquella estancia, Ángela Carrasco anunció que interpretaría el papel estelar en
la versión rock de My fair lady, todo
un reto que superó de forma sobresaliente en un teatro madrileño después del
gran éxito cosechado con Jesucristo
Superstar, junto a Camilo Sesto, con el que trabajaría durante varios años
hasta que emprendieron caminos separados. La cantante dominicana interpretó My fair lady al lado de Alberto Closas.
“La cantante
que no piense que puede llegar lejos en el mundo artístico, mejor que no se
dedique a estos menesteres que no son una carrera de obstáculos pero sí un
camino en el que hay que conquistar metas”, reveló Ángela Carrasco a los
periodistas que siguieron atentamente el ensayo de su actuación.
Otra de sus
confesiones de entonces, recogida en Diario
de Avisos (edición del 5 de septiembre de 1982): “Yo he logrado ser una
cantante estándar, lo que significa que no te contraten por el éxito sino por
la personalidad y la continuidad”.
La cantante
admitió su debilidad por los temas románticos y por las baladas, sin rechazar
en absoluto las canciones rítmicas, algunas de las cuales había incorporado al
“show” para hacerlo más divertido y variado.
Tuvimos el
placer de presentar aquella noche a Ángela Carrasco. De su espectáculo de
entonces, quedó el siguiente reflejo en el citado periódico:
“En cuanto a
su actuación, digamos que Ángela Carrasco no contó con un público muy
entusiasta. O al menos no le supo transmitir el calor necesario para animarla.
Y eso que hizo todo cuanto estaba a su alcance para contagiarle. Hubo algún
problemilla en el sonido y su voz –correctamente ecualizada- se vio a veces
apagada. Bastante aceptable su versión de No
llores por mí, Argentina y sobradamente, como se esperaba, en Quererte a ti. El grupo que la acompañó,
de buen nivel. El problema fue ese: la frialdad del público”.
En cualquier
caso, su anuncio de My fair lady fue
el anticipo del gran éxito.
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