miércoles, 16 de febrero de 2022

Nueva era de relaciones entre empresarios y empleados

 

Son los primeros pasos, los primeros actos, pero ya estamos asistiendo a los cambios sociales y económicos consiguientes a la pandemia que se ciernen como sustrato sobre la necesaria confianza social en las empresas e instituciones.

Lo acaba de ratificar en un documento personal el presidente y fundador de BlackRock, Larry Fink. La firma es la mayor gestora de fondos del mundo con diez billones de dólares en activos gestionados. Hablamos del segundo accionista de Apple y Microsoft y el tercero de JP Morgan. Está presente en el capital de dieciocho compañías del Ibex 35.

Fink, auténtico líder empresarial, dirige una comunicación anual a los directivos de sus compañías participadas que, en esta ocasión, dedica unas consideraciones a valorar la transparencia y sostenibilidad. Fink sostiene que en el mundo de nuestros días, una empresa solo crea valor a largo plazo cuando cumple estas tres condiciones:

-Ser una organización con propósito y valores consistentes.

-Asegurar el beneficio general de sus grupos de interés (empleados, clientes, proveedores, comunidades locales…).

-Y contribuir al bien común en una relación de reciprocidad con el entorno.

Los profesores de la Universidad de Navarra, Santiago Fernández-Gubieda Lacalle y Juan Manuel Mora, estudiosos de la trayectoria de Larry Fink, valoran los propósitos y valores que sustancian el cambio de paradigma que inaugura un nuevo marco de relación entre la sociedad y la empresa. Asistimos a un cambio de paradigma que inaugura un nuevo marco de relación entre la sociedad y la empresa. Ese nuevo marco viene dado por la crisis actual que demanda a las empresas y las instituciones liderazgos consistentes, con un propósito claro y compartido, una estrategia coherente y una visión a largo plazo.

En un entorno cambiante y disruptivo como el actual –escriben los profesores navarros- la misión de la empresa debe ser funcionar como guía. La pandemia ha acelerado la transformación operativa y tecnológica de las empresas pero, sobre todo, ha tocado su fibra más sensible: nunca antes una relación había cambiado tanto como la que existe entre empleadores y empleados”.

Esto les lleva concluir que todos ganan. Al menos, en teoría. Y es que si se admite que en los últimos años ha cambiado la orientación de las relaciones del capitalismo, “ahora las empresas deben trabajar no solo para sus accionistas, sino para todos sus grupos de interés y, en especial, sus empleados”. Y explican que “ya no es solo una cuestión de salario y flexibilidad. Importan los temas de conciliación familiar y maternidad, la motivación intrínseca, la igualdad y la salud física y mental. Profundizar en el vínculo con los empleados es abrir sistemas de escucha e integrar sus expectativas en la toma de decisiones en las organizaciones. Las empresas deben aspirar a tener una agenda social conectada con su propósito”.

Muy interesante es la apreciación de Fink sobre el cumplimiento de objetivos pues entiende que las organizaciones empresariales y corporativas no solo serán reconocidas por este hecho sino por el grado de contribución al bien común. El presidente de BlackRock recuerda de nuevo que el riesgo climático es riesgo de inversión, y anuncia grandes cantidades de capital asignadas a la descarbonización de la economía y la transición energética. Por su parte, los investigadores navarros apuntan que debe tenerse en cuenta que “los mercados piden rentabilidad a largo plazo pero también un compromiso real con la sostenibilidad económica, social y medioambiental. La sostenibilidad (entender el presente para mejorar el futuro) ha demostrado tener un amplio consenso social, que justificaría fortalecer la colaboración entre los gobiernos y el sector privado. La pandemia ha sido, de nuevo, un buen observatorio de esta tendencia global”.

En esta línea, el líder empresarial asume críticas a la visión clásica de la relación entre empresarios y empleados y advierte que sus ambiciones son claras: legítimas ganancias y rentabilidad a largo plazo. Eso sí, aclara que el mercado ha cambiado las reglas.

Larry Fink, finalmente, recuerda que la quiebra de la confianza de los grupos de interés impacta en la reputación de las instituciones y sus expectativas de crecimiento económico. Es preciso tomar conciencia de que la recuperación de la confianza es vital para la propia sostenibilidad del sistema.

Porque se llega a otra conclusión: esto ya no va solo de distribuir dividendos.

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