sábado, 30 de julio de 2011

DESAPARICIONES

Las cosas no son inmutables o no duran toda la vida, solemos decir de vez en cuando. La continuidad, la perdurabilidad, desde luego, depende de los propios humanos, de su voluntad, de su capacidad, de su empeño. Hay cosas que se transmiten bien, con naturalidad y los sucesores o los herederos prosiguen una trayectoria, aunque introduzcan algunas variantes o innovaciones, a menudo impuestas por las modas o los usos sociales. En otras ocasiones, no: no hay forma de que haya continuidad, se asiste al abandono, a los cierres, a las desapariciones. Se trunca la historia, en definitiva.
En un rápido ejercicio de memoria, podemos contrastar que el Puerto de la Cruz, a lo largo de las últimas décadas, ha ido perdiendo señas de su identidad en muy variados órdenes: recreativo, deportivo, cultural o social. En algunos casos, se podrá echar la culpa a la crisis, desde luego; pero, en otros, se prueba la amargura de la desidia, de la falta de compromiso, de lo acomodaticio, de la incapacidad y de la falta de cariño por las cosas propias.
Baste poner el ejemplo de la pesca artesanal, un sector productivo en el que no se ha producido un relevo generacional. Salvo contadas excepciones, aquel medio de vida para tantas familias portuenses dejó de serlo. Normas, restricciones, exigencias, sacrificio, desmotivación, insuficiencia en la formación, carencia de voluntad e inadaptación a nuevas técnicas han ido liquidando el sustento marítimo.
La estación de guaguas, en pleno polígono San Felipe-El Tejar, es un espacio físico que, por problemas estructurales del edificio, pasará a mejor vida. Ahora mismo, presenta el aspecto de cualquier inmueble cerrado, sin funcionar, abandonado.
Algo similar ocurre con el parque San Francisco, hasta hace muy poco recinto polivalente donde quedaron registrados acontecimientos de todo tipo, algunos de indiscutible notoriedad. Su obsolescencia ha ido in crescendo hasta el punto de que su inutilidad es manifiesta.
Cerraron sus puertas los cines -como si hubieran querido seguir la estela de aquel inolvidable teatro Topham o del popular cinema Olympia- y hay que agradecer los intentos de remodelación por parte de promotores privados para darles en nuestyros días otra funcionalidad.
Perdimos, por distintas causas, convocatorias memorables, como aquel circuito automovilístico que llevaba el nombre de la ciudad y que a finales de los años sesenta del pasado siglo tuvo como marco primero el sector de Martiánez y luego las modernas y anchas vías del polígono San Felipe-El Tejar, por donde creció la ciudad. En el deporte, desde luego, nos hemos ido quedando sin equipos que proporcionaron jornadas de gloria en sus modalidades y categorías: Ucanca, de baloncesto; juvenil Taoro, juvenil San Felipe, Once Piratas y Puerto Cruz Atlético, jugando ante centenares de aficionados en un Peñón todavía de tierra.
Cayó también el Maritim Puerto Cruz, que llegó a militar en la división de honor de balonmano; y hace apenas unas semanas asistimos al funeral por la desaparición del equipo de waterpolo del Club Natación Martiánez, al cabo de dieciocho años en el primer estrato nacional de la disciplina.
Dijimos adiós en su día al conocido 'Casino de los caballeros', en la intersección de Blanco con Iriarte, donde se reunían los mayores que disfrutaban de los juegos de mesa y hablaban de lo que se podía hablar entonces. Tampoco ha habido suerte con las entidades que dispusieron de una sede o un local estable, como el Cima Club o el Club Juvenil Peñita. Algunas asociaciones vecinales, por otro lado, ya son historia.
De los programas de fiestas han desaparecido números como una cabalgata anunciadora o un baile de postín como cuentan que fue el de 'Blanco y negro'. En hablando de fiestas, nunca más se supo de las de Cuaco o aquellas de El Ancón, con su peregrinaje de gente de toda condición hasta el célebre arco.
Las actividades de la Cruz Roja en la primera semana de cada diciembre se echan tanto de menos como los afamados conciertos de la banda municipal de música en la noche de los jueves, aunque hiciera frío a raudales.
Dos colegios, donde se formaron varias generaciones de portuenses, duermen el sueño de los justos, si se nos permite la expresión: en las aulas y en los pasillos del San Agustín y del Gran Poder de Dios, de segunda enseñanza, se quedan infinidad de vivencias, aprendizajes, pilleríass, andanzas y amores tempranos.
Y donde se coleccionan desapariciones es en el ámbito de los espectáculos: el Festival Internacional de la Canción del Atlántico sólo pudo celebrar seis ediciones. Sólo hubo dos de las 'Galas OTA' que tuvieron como marco la memorable sala 'Andrómeda', del complejo turístico “Costa Martiánez”. Las dificultades económico-financieras dieron al traste con la Muestra del Atlántico, ya en plena democracia. El ejemplo más reciente es Mueca, una convocatoria artística al aire libre, en las calles peatonales y en las plazas, que gustaba a todo el mundo pero fue víctima de las circunstancias.
Otra pérdida lamentable: el Festival Internacional de Aeronáutica que llevaba el nombre de la ciudad y que era uno de grandes atractivos de las fiestas de Julio. No ha habido manera de tomar el testigo de su mentor, el inolvidable Gilberto Hernández Linares.
En fin: sitios, nombres, entidades, convocatorias que ya son historia. Desaparecieron. Inevitable licencia para la nostalgia. ¡Ay, portuenses! De cuántas cosas nos hemos ido privando...

miércoles, 27 de julio de 2011

CIERRE DE ESTABLECIMIENTOS

Cierre de otro hotel en el Puerto de la Cruz: uno de los clásicos, el Atalaya, enclavado en pleno parque de Taoro, con trayectoria destacada, con prestaciones profesionales en el pasado de muy estimable nivel, un marco apropiado, en definitiva, para alejarse de cualquier urbe y disfrutar de un ambiente muy propio.


El cierre del Atalaya alarga el agónico proceso de la pérdida cuantitativa de la oferta turística portuense que, a lo largo de los últimos años, se ha agravado hasta extremos preocupantes, porque es el sostén productivo y porque no ha habido forma de poner freno a la supresión de camas turísticas que es así como se expresa lo sustantivo de esa oferta.


Fuimos de los primeros en advertirlo, periodística y políticamente. Juan Antonio Rosado, el vicepresidente del norte de Ashotel, la patronal hotelera, nos secundó, con las cifras en la mano, hace unos meses: el Puerto de la Cruz puede haber perdido unas diez mil camas en los últimos veinte años.


Malo cuando un hotel como el Atalaya, consolidado y con prestigio, se supone que amortizado, tiene que cerrar sus puertas. Ahí están sus casi sesenta trabajadores manifestando sus postreras expresiones de desazón y de impotencia. Muy similares a las del hotel Internacional, hace también unos meses. Aguantaron pacientemente sin cobrar varias mensualidades. Sin cobrar y en silencio, no fuera que hablando o reivindicando se acelerara el cierre. Por cierto, mucha culpa tienen en esta sucesión los empresarios o los gestores turísticos pero también los trabajadores del ramo que han sostenido una actitud muy paciente, casi hasta la indolencia, sin darse cuenta de que más tarde o más temprano les podía afectar. Conservar el puesto bien merecía algún esfuerzo de implicarse, de prevenir, de sensibilizar y de pactar para salvar lo que se pudiera.


Lo grave es eso, que los nombres de los establecimientos que han cerrado su explotación y que ya son historia significan una evolución muy negativa de una oferta que va palideciendo y ojalá que siriviera para racionalizar o ajustarla. Ni siquiera los casos, con sus singularidades, han servido para frenar algo.


Es como si el Puerto hubiera entrado en barrena o en caída libre. Y a velocidad, desde luego, mucho más rápida que los tímidos intentos de recuperación.


martes, 26 de julio de 2011

Y NO ESCARMIENTAN

No escarmientan, ¡eh! Se van amontonando los casos y pronto leeremos -si no está editado ya- un libro con todas las expresiones, barbarismos, lindezas que los micrófonos no cerrados, después de la intervención de algún cargo público, recogen y propagan, para regocijo o rechifla, para lapsus sin más o para poner en evidencia -según cualquier analista crítico que simpatice más o menos con el autor- la personalidad de quien las dice.

En alguna ocasión ya nos hemos referido a estas situaciones siempre incómodas pues suelen verse reflejadas en las páginas y escritas, de modo que el episodio adquiere mayor trascendencia. Entre la impaciencia por terminar y los apremios de cualquier otra naturaleza, a veces se escapan frases e improperios que se amplifican. No deja de ser una anécdota, pero ¿y si algún día se dice algo más grueso, una de esas expresiones que, por coloquiales o comunes, se tolera en conversaciones privadas pero que, como epílogo de una intervención, ya no son tan de recibo?

A ver si los políticos aprenden de una vez para que nadie les afee la conducta cuando se les escapa un exabrupto que, micrófono todavía abierto, resulta impropio.

Los últimos pillados in fraganti han sido José Bono, presidente del Congreso de los Diputados; y Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid. Al primero se le escapó un “¡Estoy hasta los huevos!”, seguido de un “Ya está bien”, que empequeñeció aquel célebre “¡Manda huevos!”, de Federico Trillo, qué causalidad, desde el mismo sitial. Confiemos en que el rango no imponga esos alardes de masculinidad.

Y a la señora presidenta, durante la inauguración de un centro de innovación de una entidad bancaria, se le fue, en réplica al alcalde Ruiz Gallardón, un “Qué suerte tenéis; nosotros, ni un puto duro”, en referencia a un gasto cercano a los treinta millones de euros que el Ayuntamiento madrileño iba a sufragar. No era la primera vez que Esperanza Aguirre cometía un desliz similar: en cierta ocasión, llamó “hijoputa” a un compañero de partido mientras hablaba con su vicepresidente de la situación en CajaMadrid. Y en otra, reconoció ante el mismísimo Mariano Rajoy que había dicho “barbaridades” en una intervención pública sobre la reforma laboral.

Lo dicho: es cuestión de cautela. Y de tener presente que, pese a haber terminado de hablar y aunque suenen aplausos, un micrófono abierto o mal cerrado, puede jugar malas pasadas como las comentadas.

A ver si se enteran.

lunes, 25 de julio de 2011

INNOVACIÓN: SUSPENSO

“España suspende en innovación turística”, puede leerse en un informe del Aula de Innovación Turística de ESADE Creapolis, el primer centro internacional de innovación que agrupa, en su sede de Catalunya, a unas cincuenta empresas multisector que trabajan y colaboran entre sí en ese campo que, tal como van evolucionando tendencias y mercados, se configura cada vez más decisivo.

Ese suspenso viene a agriar las notas positivas de otros informes (el de Exceltur, por ejemplo) que concreta los registros y los avances de la realidad turística española y sus comunidades autónomas y en el que Canarias no salía malparada, a pesar de que pocos han reparado en un aspecto negativo para el archipiélago como es el agravamiento de su déficit en formación profesional.

El caso es que no se innova en el sector. Ni administraciones públicas ni sector privado. Desde finales de los años noventa venimos empleando esos términos, innovación y cualificación, para contrastar la madurez de cualquier producto turístico. Un experto, analista del informe citado, ha dicho que “pocos innovan, muchos esperan y casi todos copian”. Con lo que el suspenso es preocupante pues, a estas alturas, cabe suponer que se dispone de suficiente base empírica como para afrontar planes y políticas que, debidamente implementados, favorezcan iniciativas que permitan adelantarse y marcar el paso del desarrollo de la industria turística.

Si suspendemos es que hay un estancamiento, que no se toma en serio esa asignatura, que se dedican escasos recursos y que, en definitiva, no hay sensibilidad. Seguro que más de uno argumentará que con la crisis, bastante hay con captar mercados para intentar llenar los hoteles. Pero ese conformismo, ese espíritu resignado, tan propio del sector, no es suficiente para encarar el porvenir en materias que, precisamente, son esenciales.

Entre las ayudas de reducida cuantía por parte de las administraciones, las dificultades para acceder a las mismas a partir de una información insuficiente, la mentalidad conservadora, el miedo al riesgo y las posturas acomodaticias, la letra y música de la innovación empiezan a sonar lejanas: ¿Y eso qué es? Así, no es de extrañar que en muchos lugares todavía andemos a la búsqueda del modelo y en otros apenas se den pasos para redefinirlo, sin ni siquiera aprovechar las excelencias de otrora.

La innovación es primordial para cualificar un destino. Para hablar de competitividad, es indispensable apostar por un turismo responsable y sostenible, por el cuidado medioambiental, por soportes promocionales atractivos, por ofertas imaginativas, por la introducción de nuevas tecnologías a todas las escalas, por las sinergias con otros sectores productivos y por la clara mejora de la formación profesional de trabajadores que van a relacionarse con clientes cada vez más exigentes y a los que no va a bastar con el conocimiento de dos o tres idiomas. Todas esas cosas forman parte de la innovación.

Las estrategias y las directrices futuras del sector servicios han de caracterizarse por el dinamismo, cualidad en la que incide directamente cuanto se haga en el campo de la innovación. Todo lo que sea pasividad, conformismo e indolencia, o aguardar a que terceros hagan lo que corresponde a los mismos agentes turísticos, sólo contribuirá a la esclerotización.

Ese suspenso específico, desde luego, es para reflexionar.

sábado, 23 de julio de 2011

FÓRMULAS PROMOCIONALES PROPIAS: ATAJAR LA DESIDIA

A la espera de que el gobierno municipal del Puerto de la Cruz diga algo sobre lo que quiere hacer en materia de turismo, habrá que confiar en que sus responsables directos no hayan olvidado la importancia de los recursos promocionales propios que han ido consolidándose pero que, en los últimos años, han ido palideciendo como consecuencia de una cierta desidia, de un creciente abandono que, de no atajarse, puede conducir a una pérdida irreversible.

El mes próximo, sin ir más lejos, se celebrará una nueva edición de la Semana Bávara, la trigesimooctava, amenizada por una orquesta, Die Iustigen Egerländer, cuya estancia en la ciudad se solventa a base distribuir a sus componentes en distintos establecimientos hoteleros. Es una convocatoria en la que tiene mucho que ver el Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de la localidad. El bueno de Fred Gallasch es quien, al final, cuando ya sólo queda tiempo para la improvisación y las soluciones apuradas, se hace cargo de la parte más ejecutiva y ahí le tendremos traduciendo, atemperando, apelando, corrigiendo y unos cuantos gerundios más que connotan su participación directa en esta Semana, llamada a ser más brillante y animada en una época del año en la que es necesario captar mercados. Si se admite que la iniciativa ya sale por inercia, alguien debería reparar en que no basta la vía rutinaria: hay que integrar, promover, innovar y promocionar con otro aire.

Podría decirse lo mismo, ya que estamos, del intercambio carnavalero Düsseldorf-Tenerife que ha entrado, por lo comprobado en los últimos años, en una preocupante espiral de descuido y desatención. Cuidado, porque el intercambio es, en sí mismo, palabras mayores: se cumplirán en 2012 cuarenta años desde que Gregorio Etner, Eduardo Lobenstein y Horst Morgenbrod encontraron la fórmula para llevar a cabo -cuando no había plan de medios ni azafatas ni móviles ni DVD ni TDT- una promoción directa de los encantos de la ciudad en una zona tan característica de Alemania como es la Renania-Westfalia, a la larga una de las emisoras más potentes de afluencia turística.

Desde 1972, en efecto, se viene desarrollando -principalmente, con la ciudad de Düsseldorf- un intercambio de contenido carnavalero que ha fructificado no sólo con el respaldo interinstitucional sino con el acercamiento entre las ciudades. La reina del Carnaval portuense y sus damas de honor despiertan la admiración de miles de ciudadanos alemanes; en tanto que el príncipe de Düsseldorf y su acompañante, la venetia, asisten al fin de semana y la Piñata tinerfeña luciendo sus galas, siempre dignas de admiración, con un acompañamiento musical extraordinario.

Otros contenidos de este intercambio, encuadrados en el ámbito de la oficialidad, favorecen la seriedad de su planteamiento, al que se suman, por cierto, delegaciones oficiales de otras ciudades de la región alemana, interesadas, sobre todo, en poder introducir en sus programas lúdicos y festivos la presencia o la participación de las bellezas tinerfeña y los modelos que lucen.

En 2002, a propósito, en el ejercicio de la alcaldía, tuvimos oportunidad de conmemorar el treinta aniversario de esta iniciativa. Con nuestro colega de Düsseldorf tuvimos oportunidad de rubricar los documentos que hermanaban a las ciudades.

Es una historia, por tanto, interesante y una opción promocional que hay que mimar y enriquecer. A la aportación individual de emprendedores y profesionales, hay que unir la contribución de empresas y compañías gracias que resulta decisiva para materializar una experiencia que va a cumplir cuarenta años. A lo largo de ellos, muchas personas han envejecido o dejaron sus vidas: merecen ser recordados como sujetos activos de un hecho positivo para la ciudad.

Esa historia, ciertamente, es acreedora de respeto y de continuidad no mecánica. El intercambio requiere celo y dedicación. Hay que ser sensibles con su significación. Es en lo que debería afanarse el gobierno local. Se trata de una inversión productiva, luego hay que cultivarla.

No parece que sea la tónica de los últimos años. Ahora que se van a cumplir cuarenta -que son muchos- bien estaría una corrección de esta suerte de rumbo a la deriva que sirviera, al menos, para no desvirtuar ni perder aquello que con tanto esfuerzo ha costado conseguir y que se ha convertido en elementos distintivos de una ciudad llamada a otras empresas.

viernes, 22 de julio de 2011

FORMACIÓN, ASIGNATURA PENDIENTE

Un informe específico de Exceltur, elaborado para analizar y valorar los índices de competitividad de las comunidades autónomas, concluye que la formación sigue siendo una asignatura pendiente en el ámbito turístico. De ese suspenso continuado se desprende que una de las razones más negativas para el desarrollo de de Canarias como destino, en el sentido de que merma considerablemente el alcance y las potencialidades de los servicios ofrecidos en las islas, es la falta de cualificación de los empleados del sector.
No es nueva la conclusión. Lo inquietante es eso, que se venga repitiendo desde hace algún tiempo y que, pese a los llamamientos de unos pocos empresarios y sindicalistas y de algunos esfuerzos tanto de la Administración como de la iniciativa privada, no mejora el enfermo, si se nos permite la expresión coloquial. Es preocupante, desde luego, que a estas alturas andemos todavía con estas limitaciones o esta tara en la profesionalización de nuestro principal sector productivo.
Según el citado informe, titulado 'Monitur 2010', las iniciativas para fomentar la atracción del talento, la formación y la eficiencia de los recursos humanos son muy escasas, lo que agrava el problema hasta colocar a la Comunidad Autónoma en una delicada posición si quiere mantener cuotas de competitividad que no sólo dependan de sus encantos naturales.
Las carencias en el campo formativo a las que alude la evaluación de Exceltur no han mejorado a lo largo de los últimos dos años. El suspenso es la resultante, entre otras cosas, de la desidia y de la falta de interés de un trabajo sistemático en áreas como el apoyo a la formación continua, la calidad de la formación profesional o del propio sistema educativo. Del informe se deduce que si se reiteran las circunstancias, el déficit puede incrementarse con evidentes efectos negativos y que el destino perderá caché porque los cada vez más exigentes clientes -aunque paguen precios a veces irrisorios- se encontrarán a disgusto y sin ver correspondidas sus demandas de atención.
Los recursos humanos, en cualquier orden o actividad productiva, son primordiales. De sus prestaciones depende la buena marcha de una empresa o del sector en el que está encuadrada. Si ese personal no da la talla, todos saldremos perdiendo, así que habrá que esmerarse.

jueves, 21 de julio de 2011

SE VE, SE SIENTE: CNN+ NO ESTÁ PRESENTE

2010 fue un mal año para el periodismo. Habrán eclosionado las redes sociales y habrán aflorado ediciones digitales, pero la desaparición de CNN+ simboliza todo eso que palpamos: más desempleo, más precariedad, menos medios, más limitaciones, menos calidad, más vulgaridad, menos pluralismo. 2010 fue el año de la desaparición de CNN+. Seguimos atentamente y recordamos su emisión final, una auténtica lección de periodismo, aún impartida en la cruda hora final.
Que se haya apagado la opción más equilibrada y plural, una de las más creíbles del amplio y a veces insufrible espectro de la Televisión Digital Terrestre (TDT), fue una noticia negativa que entristeció a quienes trabajamos en la comunicación pero también a los miles de espectadores que aguardaban la cita con los informativos para estar actualizados, para retener buenísimas imágenes, para seguir atentamente los debates y para gozar, en definitiva, de la cobertura deseada de cualquier acontecimiento.
Está pasando, lo estás viendo. ¿Recuerdan? Ahora cabría decir: Se nota, se siente, CNN+ no está presente. Desde entonces andamos huérfanos. Echamos de menos aquel auténtico oasis del zapping a cualquier hora, al que acudíamos hartos de publicidad incesante, telebasura y telecaverna para poder informarnos de lo que acontecía con objetividad y realismo, ajustándose
a los hechos y sin sesgos o tendenciosidades tan abundantes en otros canales.
Duele, vaya que si duele, sobre todo porque en los tiempos que corren en algún lugar serio del contexto mediático debemos refugiarnos. Lo dejo escrito Pierre Renoir: “El problema es que la televisión amalgame y convierta en papilla informe la realidad, la ficción, lo fundamental, lo secundario, el divertimento y la reflexión”.


Pero puestos a citar, quedémonos con el periodista y actor estadounidense Jack Gould:
“Hay algo absolutamente tranquilizador sobre la televisión: Lo peor está siempre por venir”.
Así como hemos celebrado con entusiasmo el nacimiento o los números uno de publicaciones y medios de comunicación, aquel cierre anunciado acompañó una inevitable sombra de tristeza. Cuando un canal de ese nivel echa el candado, hay que preocuparse. Por la dimensión de la crisis, por la pérdida de valores intrínsecos, porque se deja de escuchar voces rigurosas y críticas, porque sobre profesionales de contrastada valía se ciernen incertidumbres, porque desaparece una opción informativa seria y creíble… Hay que preocuparse.
Los muy profesionales: fueron fieles a su lema hasta el último instante. Al cabo de casi doce años, transmitieron su cierre. Estaba pasando, lo estábamos viendo. van con nosotros. Iban con todos, con todos aquellos que abogamos por esa información veraz y contrastada,
por un medio plural, por una televisión digna y de nivel que signifique un rayo de luz en el oscuro panorama de la mediocridad, las simplezas y la chabacanería. Totalmente cierto. Se nota, se siente: CNN+ no está presente.
Tragamos un par de nudos, qué quieren. Estaba sucediendo, lo estábamos contemplando. Los rostros serios de quienes resistieron y se agruparon en la lucha final. La lectura sosegada y grave del comunicado postrero. Cómo fenece un canal televisivo. El hachazo invisible y homicida, con permiso de Miguel Hernández, se cobraba la vida de un medio de comunicación. Se apagó la señal. Después de once años. Apareció otra, fruto de una fusión empresarial, en la que durante un tiempo se emitió uno de los subproductos más morboso y preferido dada su millonaria audiencia.
¡Ah! las cuentas de resultados, los balances de explotación, el lenguaje frío de los números empresariales que prima sobre todos los demás… ¡Ah!
2010 fue un mal año para el periodismo y la comunicación. Habrán eclosionado las redes sociales y habrán aflorado ediciones digitales. Pero la desaparición de CNN+ simboliza, de alguna manera, todo eso que palpamos: más desempleo, más precariedad, menos medios, más limitaciones, menos calidad informativa, más vulgaridad, menos pluralismo.


(Publicado en el Anuario de Canarias 2010, editado por la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife)

miércoles, 20 de julio de 2011

DE SU PROPIA MEDICINA

Sencillamente, está probando de su propia medicina. O por recurrir a otra frase hecha, muy propia de los escándalos o lo sucesos que se complican: estas cosas se sabe cómo empiezan pero nunca cómo acaban.
Él mismo dijo, en sede parlamentaria, que el de ayer era el día más humilde de su vida. Claro: por la mañana, un grupo denominado Lulz Security había pirateado la edición digital de “The Sun” para insertar la noticia de su muerte. Y por la tarde, en la comisión correspondiente de la cámara de los Comunes, después de que uno de su brazos derechos -se supone que un magnate tiene varios, ¿no?- admitiera que el periódico utilizara detectives privados para obtener información y alegara que desconocía las escuchas -pero, ¿a quién engañan a estas alturas?- estuvo a punto de ser agredido por una persona que, en el interior de la comisión, intentó alcanzarle con un plato lleno de espuma de afeitar. Su esposa lo impidió y llegó a abofetear al agresor, inmediatamente reducido y expulsado de la sala. Todo este 'show', en el Parlamento británico, en el Parlamento por antonomasia, ni más ni menos.
Rupert Murdoch, el dueño de News Corporation, el australiano magnate de la comunicación, jamás olvidará ese 19 de julio. Le dan por fallecido -aún queda a los ingleses resquicio para su humor caústico-, comparece ante un órgano de la representación de la soberanía popular -qué lista aparentó ser Rebekah Brooks, el brazo aludido- y le intentan agredir. Su estrategia de victimismo -en todas las latitudes cuecen esas habas-, a base de cierre de un tabloide, de pedir perdones y de renuncias se revela como inútil. Lo ocurrido son señales evidentes de que el imperio se desmorona.
Y mientras José María Aznar guarda un elocuente silencio -para quienes no lo sepan, el ex presidente español se sienta en el consejo de administración de Murdoch-, las repercusiones y las responsabilidades políticas, por ahora, sólo asoman la cabeza. Cierto que ya hay un par de dimisiones y que el primer ministro, James Camero, tiene las barbas en remojo pero la crisis apunta profundo. La cosa no ha hecho más que empezar.
Y es que nada como la propia medicina para saber lo que escuece. Ya verán.

martes, 19 de julio de 2011

ESTÁN TRISTES LOS MICRÓFONOS

Con permiso de Sinatra, pero para nosotros, los del medio, Mariano era ‘la Voz’. Ninguna como la suya, tan peculiar, tan seria y sugerente a la vez.

“Enrique Martín Braun y Mariano Vega presentan: 707 Musical, el vuelo directo de los éxitos”. Esa era la introducción de aquel inolvidable espacio de Radio Nacional de España, cuando era Centro Emisor del Atlántico y los jóvenes que asomábamos a las novedades y a las tendencias musicales en la segunda mitad de la década de los sesenta teníamos en aquel espacio -¿te acuerdas, Carlos Martínez?- una obligada fuente de información y entretenimiento.

Muchos años después, quién lo iba a decir, coincidiríamos en esa emisora, él ya con una trayectoria contrastada en espacios informativos y en actividades culturales. Discreto, observador y austero, tanto en sus formas existenciales como ante el micrófono que se plegaba a su timbre vocal. Entonces, la admiración de años pretéritos se convirtió en reconocimiento profesional.

Mucho mayor cuando tuvimos oportunidad de relacionarnos con amigos comunes, por ejemplo, con Edmundo Essedín del Ródano, el polifacético argentino afincado en el Puerto de la Cruz, capaz de memorizar fragmentos de Martín Fierro y de interpretar a su manera capítulos del “Ulises” de Joyce, mientras se recreaba con un asado o unas empanadillas criollas. Ahí descubrimos al Mariano que escuchaba, al Mariano atento que ponía atención para luego opinar, siempre con rigor y con conocimiento de causa.

Hasta en el frío lagunero tuvimos varias oportunidades de palpar su sensibilidad, la del poeta y la del actor teatral que llevaba dentro, la del intelectual que jamás alardeó; al contrario, su caudal fluía sin que se notara: la modestia y la discreción de los grandes. Cuando accedió a la presidencia de una entidad tan apreciada como el Ateneo, sabíamos de su actitud de compromiso, de querer hacer cosas, de contribuir al desarrollo del pluralismo cultural.

Calló ‘la Voz’ singular de Mariano, los micrófonos ya son huérfanos de su timbre, de sus modulaciones y de sus recurrentes inflexiones. Están tristes los micrófonos. Una voz, por cierto, igual de válida para una cuña elemental que para la locución de una producción audiovisual que terminaba gustando o calando, precisamente, al identificarla, por su tono o por su énfasis. Cuando tengamos ocasión de volverla a escuchar, será inevitable emocionarse.

Un compañero de la vieja escuela, si se nos permite la expresión. Un compañero lleno de valores, que dignificó el oficio y lo engrandeció. Deja huella: lo siente Olga, lo dicen todos quienes le conocieron y trataron.

lunes, 18 de julio de 2011

CAYETANO

Seguro que se acordará de cuándo hacíamos cola para coger turno en el antiguo edificio de Correos y Telégrafos y transmitir la información vía telex. O cuando l,os dos estuvimos pendientes de Petra Kelly, líder de Los Verdes alemanes, en el exterior del hotel Botánico, invitada por el malogrado Paco Afonso a una edición del Festival Internacional de Cine Ecológico y de la Naturaleza. O cuando Jaime Lusinchi, aún candidato a la presidencia de la República de Venezuela, nos hizo esperar (para nada, para después no hacer declaraciones) en otro hotel portuense. O cuando buscaba desesperadamente, en la urbanización La Paz, una cabina telefónica desde la que anticipar la noticia de una censura a Félix Real que nunca se consumó, pese a que “cayó el tesegue”, titular que empleó en una apresurada crónica de vísperas...
Y así, sucesivamente podríamos contar numerosos episodios de andanzas informativas y periodísticas que vivimos juntos o compartimos en el Puerto de la Cruz, en el valle orotavense y otras localidades norteñas. Convertido al judaísmo, Rafael Ben Abraham jamás dejó de ser Cayetano Barreto, el Cayetano a secas que conocimos siendo candidato al Senado por el Partido de los Trabajadores y que ahora pone punto fin a treinta y tres años de quehacer profesional contrastado en distintos medios, el entusiasta y respetable Cayetano, delegado de 'El Día' que, una noche, para cubrir un carnavalero baile de disfraces se disfrazó de Xavier Vinader, un colega de enorme parecido físico algunas de cuyas cuyas publicaciones en 'Interviú', si no recordamos mal, le privaron de libertad. Cayetano posó aquella noche con Eligio Hernández en pleno tránsito de éste desde la Delegación del Gobierno a la Fiscalía General del Estado y la foto, de Carlos Cabezola, quedó colgada durante años, para regocijo general, en la desaparecida cafetería 'Oasis', donde tantas veces coincidió con Mariano López Palacios y César Ortega en la diaria búsqueda de información.
Cayetano ha sido el periodista todoterreno, el informador vocacional y cumplidor, amante del costumbrismo local y narrador de otros valores locales que se ha encargado de exaltar durante más de tres décadas, buscando material para llenar páginas y convirtiendo en noticia querencias, vivencias, anécdotas y episodios de personajes que han permanecido en el anonimato o no han podido ver reflejada su dedicación en las páginas impresas.
Barreto, además de informar, obsequiaba a sus lectores, dominicalmente, con textos cortos -rubricados con el seudónimo Herzog- en los que destilaba su filosofía de la vida, en los que escribía abstracciones metafóricas para lanzar mensajes singulares o interpretaciones de la cotidianeidad. Esos textos son la base de sus pinitos literarios, de sus dos libros, Preludios y La ranilla, que se leen en cualquier momento para entender las aristas de su personalidad.
Para hacerse una idea del respeto que ha sabido ganarse, Barreto fue elegido presidente perpetuo -sin objeciones ni censuras posibles- de la peña de informadores del norte que, antes de la crisis, venía reuniéndose una vez al año en fechas navideñas para debatir los asuntos más controvertidos del año.
La peña, por cierto, le recibió con alborozo después de un incidente en el que se vio implicado en Jerusalén y que motivó alguna gestión apremiada cuando andábamos por la Delegación del Gobierno. Llegamos a temer lo peor pero, por fortuna, Cayetano Barreto salió airoso y hoy puede contarlo. Seguro que ahora, al cabo de treinta y tres años de periodismo activo, dispone de experiencia, sosiego y tiempo para hacerlo. Porque le queda su sitio web.
Y porque las ganas de seguir comunicando no se le han agotado. Seguro.
¡Shalom!

sábado, 16 de julio de 2011

EL PARQUE A LA CIUDAD, LO QUE EL LAGO

La ciudad necesita de un incentivo, de un reclamo importante. Es una conclusión que venimos sosteniendo desde hace unos años. Los destinos turísticos suelen depender, en gran medida, de uno o más atractivos que lo identifican y que son, en sí mismos, los primeros soportes de promoción directa.

Lo fue el Lago, en los años setenta, la gran idea de César Manrique, su obra cumbre, completando el complejo turístico “Costa Martiánez”. Fue el anticipo, aquí en Canarias, de las distintas visiones de parques marítimos. Una infraestructura vital para el Puerto de la Cruz. Y unas instalaciones que, a lo largo del tiempo, han servido como nutriente de los ingresos municipales, como fuente de riqueza y generación de empleo y como impacto de la necesaria proyección del municipio turístico.

Y ahora hay que incidir en el parque marítimo, el “eterno” proyecto. No son buenos tiempos para la inversión pública pero alguna vez habrá que impulsar una iniciativa singular que permitiría, por fin, el aprovechamiento de una franja de terreno ganada al mar y que significó, en su día, una importante inversión hecha con recursos propios.

Es lo que falta para un tratamiento más o menos integral del litoral portuense, con partes perfectamente diferenciadas: piscinas, zonas naturales de baño, playas debidamente acondicionadas…

El proyecto, en fin, por múltiples circunstancias, lleva estancado un largo, larguísimo trecho. Se habla de él de forma recurrente, o cuando se trata de explicar la historia más reciente: los intentos, las visiones, las posibles fórmulas, las negociaciones… Al final, frustración.

La conclusión, la señalada al principio, es que el parque marítimo tiene que ser al Puerto de la Cruz en la próxima década -parece un tiempo razonable, ¿no?- lo que el Lago en los años setenta y ochenta. Ese es el reclamo. Ese debería ser el objetivo: disponer de una infraestructura atrayente y potente, modernista, avanzada, que combinara usos acuáticos y recreativos y que, a ser posible, con las debidas regulaciones de sus actividades, funcionara la veinticuatro horas.

Por lo tanto, ahora que se estrena un nuevo ciclo político y hay un Consorcio y, lo más importante, hay coincidencia generalizada en que la revitalización de la ciudad y de su destino turístico es una tarea prioritaria, se trata de impulsar un proyecto de esa envergadura para empezar a hablar con propiedad de un nuevo Puerto de la Cruz.

Porque en el actual, por cierto, se registran algunos problemas y algunos vicios que ponen al desnudo situaciones preocupantes. Es lo que sucede, ya que hablamos del Lago, con sus instalaciones. Algunos usuarios habituales del complejo turístico “Costa Martiánez” no hablan bien del estado de aquéllas ni de algunos servicios que en las mismas se prestan. El abandono es palpable, dicen; y las carencias, en tiempos como el veraniego, se hacen más palpables. Un deterioro notable que no se arregla ni con parches ni con los anuales trabajos de mantenimiento que obligan al cierre del complejo durante una temporada. Y entre que no hay personal o el que está (al menos, parte del mismo) no parece muy diestro o acredita un comportamiento que inspira quejas o rechazo, el malestar, por lo que se oye, se ha venido acrecentando. La pérdida de calidad en las prestaciones es un hecho evidente. Malo.

Si esta situación se prolonga, el daño puede ser de incalculables proporciones. El complejo tiene que ser un espejo, una referencia para cuidar con mimo y esmero. Los responsables políticos ya deberían estar tomando alguna iniciativa, distinta a la de contratación de personal en épocas de conveniencia, ya saben.

Porque no queremos ser mal pensados y admitir que tanto abandono tiene como finalidad propiciar las condiciones para que las instalaciones sean privatizadas.

Que eso le sucediera a la ‘joya de la corona’, tras su significación histórica, social e identitaria, sería muy lamentable.


martes, 12 de julio de 2011

JAQUE A LA RADIO

Hay una banda tocando en la radio/ con un ritmo de guitarras que riman.../

Están jugando, oh sí, en la radio”.

Son versos de Bryan Ferry para Roxy Music, en una canción dedicada al medio, a su magia, a su servicio, a su poder de comunicación. Ahora que no soplan en Canarias buenos vientos para la radio, con la resolución de un concurso público de concesión de frecuencias por parte del Gobierno autónomo que ha excluido a un buen número de emisoras que desde hace años se han hecho con una posición en el dial y se han consolidado desde el punto de vista empresarial y mediático, la poesía de Ferry suena más desgarradora: se apaga la señal, flaquea el pluralismo, se destruye empleo, desaparecen pequeñas empresas, se pierde la inversión, se quiebran las ilusiones, se frenan la dedicación y las vocaciones...

La decisión del ejecutivo autonómico llegó a producir, hace poco, un hecho sin precedentes en la radiodifusión canaria: durante unas cinco horas estuvieron emitiendo conjuntamente las emisoras que no resultaron adjudicatarias. Fue un solo indicativo, una sola señal. Se podrá decir que era el derecho al pataleo y hasta que llegaba tarde la reacción: el individualismo del canario, su escasa proclividad a moverse de forma solidaria en los momentos oportunos, ponían de relieve que hay que calcular bien las reacciones, entremezclar bien los elementos y tener muy claro el objetivo a conquistar. El resto, ya lo sentenció la sabiduría popular: el conejo se escapó, palos a la madriguera.

A la pregunta si puede ser objeto de revisión la decisión, si va a haber marcha atrás, la respuesta es complicada. En la recta final de la legislatura anterior, los grupos parlamentario socialista y popular, entonces en la oposición, pidieron al gobierno monocolor y minoritario de Coalición Canaria que la resolución del concurso quedara aplazada hasta el nuevo ciclo político, con un nuevo gobierno que decidiera en circunstancias políticas distintas.

Ahora, el nuevo ejecutivo resultante de la alianza política suscrita entre los nacionalinsularistas y los socialistas canarios tendrá que lidiar la papeleta. Menuda papeleta. Porque no será fácil una reconsideración después de la primera determinación del órgano que ha evaluado con arreglo a las bases del concurso y que ha hecho una preadjudicación.

A un comunicado de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife nos remitimos para entender mejor que la resolución inicial favorece la especulación y que, desde el punto de vista social y laboral, las consecuencias son tremendas. Por supuesto, ni que decir tiene que el pluralismo en el conjunto de la oferta informativa del archipiélago, vía radiofónica, se ve muy mermado. Por eso, la dirección de la Asociación planteaba sin dobleces hasta dónde es posible la revisión del concurso.

Independientemente de algunos planteamientos retorcidos, revanchistas y viscerales hechos por algún medio excluido, cabe vislumbrar que sucederá algo muy similar tras la resolución del concurso para la Televisión Digital Terrestre (TDT): indefinición prolongada, una cascada de pleitos y recursos en los tribunales, bufetes de abogados a todo tren, un Consejo Audiovisual al que quizá proporcionen inyecciones, emisiones en precario y a la espera de, y puede que hasta incumplimientos de los requisitos exigidos en el pliego de condiciones una vez adjudicada la frecuencia. A propósito: nadie, que se sepa, ha hecho seguimiento para velar por el normal desenvolvimiento de los nuevos y regularizados canales pero da igual porque, entre la crisis, la negligencia, la artificialidad y la irresponsabilidad varias televisiones locales o han dejado de emitir o han reducido personal o han probado fehacientemente que no disponían de recursos para hacer la producción propia que se les exigía. Por no hablar de algunos medios peninsulares que llegaron a vaticinar, los muy osados, que superarían a la mismísima televisión pública y terminaron haciendo recaudaciones entre sus filotelevidentes o llorando su desaparición.

Sobre eso, sobre ese terreno acomodaticio, refugio del pasotismo e imperio del compadreo impune, también habrá que hablar y reflexionar. Ahora, confiemos en que la radio, pese al jaque, pese al golpe asestado, siga siendo una buena compañía.

(Publicado en Tangentes, número 37, julio 2011)


lunes, 11 de julio de 2011

TODO TIENE SU FIN

Nuestra personal colección de números uno de publicaciones y ediciones se vio enriquecida ayer con un ejemplar de muy distinto signo: el último News of the world, una de las joyas periodísticas del imperio de Rupert Murdoch, con siglo y medio de existencia, saldado como consecuencia de un escándalo basado en la utilización de métodos ilícitos (pinchazos telefónicos, sobre todo) para obtener información.

Este punto final de un tabloide que registraba una tirada media anual superior a los dos millones y medio de ejemplares es impactante, un auténtico suceso no sólo en el plano mediático sino en el político. Se abre un debate prolijo pero se hablará de un antes y un después de la desaparición de este periódico. Las repercusiones sólo están emergiendo: Andy Coulson, que llegó a ser su director antes de que James Cameron le designara portavoz del partido y del Gobierno, ha estado detenido; en tanto que el primer ministro ha promovido una investigación no sólo referida a los métodos empleados por el rotativo sino ampliada a las relaciones entre la política, la prensa y la policía. Casi nada. Imaginemos esos mismos papeles en nuestro país.

De modo que tras el “Gracias y adiós” del último número, además de la expresa petición de disculpas por el daño causado a las víctimas de auténticas e inconmensurables maldades periodísticas, interesa esa interpretación de que ha sido determinante la presión o el hartazgo de los propios lectores para que el magnate Murdoch se decidiera a cerrar. Un párrafo del editorial final con aires de epitafio: "Perdimos el rumbo. Se pincharon teléfonos y por ello este periódico pide sinceras disculpas. No hay justificación para esta vergonzosa conducta. No hay justificación para el dolor causado a las víctimas, tampoco para la profunda mancha que ha dejado en nuestra historia". En otro párrafo, espera que la historia, precisamente, juzgue toda su trayectoria y defiende a los profesionales del semanario, "gente capaz, dedicada y honrada" que ahora paga por las "fechorías de unos pocos". La pregunta subsiguiente: ¿es suficiente? Aunque suene cruel, cabría responder con otra: ¿qué importa eso ya?

Interesa porque igual es la reivindicación de una ética, quién sabe si el germen de una nueva conducta ante los desmanes con los que los británicos, en este caso, venían conviviendo, morbosa e indolentemente, mientras aquéllos se cometían en absoluta impunidad e indiferencia. Corresponde los lectores, a los indignados y a los pasivos, tomar la iniciativa, traducir ese “hasta aquí hemos llegado” con una actitud clara de acabar con este periodismo inicuo y perverso. Quizá Murdoch intuyera esa reacción y decidiera echar el cierre, socapa de que la credibilidad de sus otros productos saltara hecha añicos de forma irreversible. Por cierto, ¿se agotan en los directores y demás profesionales las responsabilidades? ¿Escapan indemnes los ejecutivos de las ediciones?

Atentos, pues, a la dimensión que vaya cobrando este suceso pues trasciende las coordenadas políticas y sitúa al ejercicio del periodismo en la necesidad de tomárselo cada vez más en serio, si es que quiere superar no sólo los imponderables de la crisis que tan duramente golpea en algunos casos sino los factores (leyes, autorregulación....) que lo atenazan y que merman su propia razón de ser, su capacidad misma para lograr niveles de calidad exigibles y garantizar el pluralismo.

Que esto suceda en plena expansión de la sociedad del conocimiento o de la información resulta un contrasentido y hasta un sarcasmo. Pero como en aquel viejo poema de Pepe Robles, todo tiene su fin. Y aunque tarden, también los excesos de los imperios.





sábado, 9 de julio de 2011

LA FIESTA EN PAZ

En julio del pasado año, publicamos, con el título Fiesta, sí; desmadre, no, un artículo en el que deplorábamos el “espectáculo” vivido en la jornada principal de las Fiestas de Julio del Puerto de la Cruz. La proximidad de las celebraciones y la promulgación de un bando por parte del alcalde de la ciudad permiten actualizar el asunto, refrescar aquel texto y exponer algunas consideraciones.

Reproduzcamos pues el contenido de entonces:

Decenas de portuenses testimonian su malestar y su disgusto por hechos ocurridos durante la jornada festiva del martes en que la imagen de la Virgen del Carmen procesiona en su trayecto marítimo-terrestre. Algunos informadores presentes o en las cercanías también dieron cuenta de lo que hay que llamar desde ya actos incívicos, algo más que meras y esporádicas acciones de gamberrismo. Juan Jesús Carballo firma un atinado artículo sobre el particular en sitios web cada vez más visitados.

Sin embargo, hemos echado en falta una declaración institucional, alguna manifestación de autoridad representativa o de portavoz que, sencillamente, hubiera hecho una apelación pública a la cordura, al civismo, al comportamiento alegre sin distorsiones; que hubiera apelado a la sensatez para que el legítimo derecho a la diversión no se ejerciera con violencia, agresividad o quebranto de las buenas costumbres y usos sociales.

No son nuevos estos sucesos aunque el paroxismo parece haberse alcanzado en la edición de este año. De unos años a esta parte, los vítores a la Virgen se convirtieron en descalificaciones, empujones, provocaciones y desafueros de quienes pretenden portarla, aún dentro del templo. El paseo por el dique del refugio pesquero, para saborear desde temprano el ambiente marinero, trocó en un riesgo absurdo de dar con ropa y todo en las aguas de la dársena porque algún gracioso se inventó eso de lanzar a quien pasaba por allí. Las concentraciones de grupos y colectivos que teóricamente danzaban o daban rienda suelta a su frenesí resultaron arriesgadas y molestas aglomeraciones donde igual te mojaban que te pellizcaban o te agredían jocosamente, un suponer. El dicho “tengamos la fiesta en paz” está, por lo que se ve, muy lejos de materializarse.

El caso es que se pierden los valores de la fiesta. Tales valores no son inmutables, desde luego, ni se puede pretender que los “modos” de diversión de nuestro tiempo sean iguales a los de hace décadas. Tampoco es cuestión de anclarse en los convencionalismos. Pero cuando se desvirtúan las conductas hasta extremos difícilmente aceptables, cuan la cosa degenera, entonces es cuando el malestar se acrecienta y la sensación de descontrol o desastre se termina consolidando hasta el punto de que generar una mala fama que trasciende y ahuyenta a los nativos (que se avergüenzan) y a gente de otras latitudes que prefieren otro jolgorio más sano y establecen una comparación con actos similares de otras latitudes para acabar optando por aquella más pacífica, más sana o menos arriesgada. Autoridades militares marítimas, un caso concreto, dejaron de acudir hace unos años después de comprobar in situ que aquel descontrol podía tener repercusiones indeseadas.

¿Hay terapia? Pues sí. Hay que insistir en el civismo, en la educación, en la prevención y en la corresponsabilidad. Y luego, como medidas complementarias, la vigilancia, el seguimiento y la intervención apropiada para evitar contagios. Un par de ejemplos:

Cuentan que la moda de arrojar gente al agua ha sido sustituida por el uso de pistolas o fusiles de agua que sus poseedores emplean para mojar a quien esté por sus alrededores. Muy bien: es difícil tratar de impedir la venta de un juguete aparentemente inocuo pero se puede intentar, al menos en aquellos establecimientos o puestos de feria que, advertida la demanda, disponen de partidas con más unidades. Cuentan también que no es agua lo que disparan: cerveza y orines son los líquidos que vierten con evidente molestia para quienes reciben el impacto y se aperciben de inmediato de que no es agua inodora, incolora e insípida lo que ha mojado su vestuario. El civismo y la prevención comienzan por recomendar, quien corresponda, que durante esos días no se vendan artilugios que van na ser mal empleados y resultan dañinos para la población.

El otro ejemplo es el elevado consumo de alcohol entre los menores de edad. Aquí sí es más fácil una intervención policial pues hay leyes y ordenanzas que prohíben la venta de esa sustancia. Claro que es triste ver a jóvenes de ambos sexos menores de edad deambulando incontroladamente, a merced de los efectos de una ingesta excesiva. Los expendedores deben estar advertidos primero y sobre ellos debe recaer todo el peso de la norma después cuando se descubras o se pruebe que despachaban bebidas alcohólicas a quienes no deben consumirlas. Una labor discreta con policías de paisano vigilantes sería muy productiva.

La organización debe cuidar y controlar hasta donde sea posible también la instalación, tanto complementaria de establecimientos fijos como ambulante, de espacios donde se fomente la aglomeración propiciada por un consumo indiscriminado, máxime si a lo largo de la jornada discurre por los alrededores alguna manifestación cívico-religiosa. Esa es la fase preventiva: llegar a acuerdos de colaboración con comerciantes, con industriales, con expendedores. Ese es otro modo de educar y de hacer partícipes del buen desarrollo de la fiesta.

Y por ahí se llega a la corresponsabilidad. Es la que hay que cultivar y consolidar con las organizaciones que tienen algo que ver con determinados actos. Su papel debe ser proactivo: preparando, disponiendo, ensayando si es necesario. No se trata de apropiarse en exclusiva de esos actos sino de hacer más llevadera y acentuar la identificación con su significado o simbolismo, conscientes de que trasciende y que congrega a muchísimas personas, lo cual requiere adoptar todas las medidas posibles de organización.

Miembros de cofradía de pescadores, hermandades y otras organizaciones deben estar mínimamente coordinados, deben seguir algunas directrices básicas y deben cooperar estrechamente para impedir extralimitaciones y desmesuras como las que se ven en el templo. Se puede conseguir. La improvisación no es buena en fiestas de masas. Y confiarlo todo a la divinidad no puede ser un recurso permanente. El propio ceremonial de la embarcación de la imagen debe estar mejor cuidado, tanto desde el punto de vista de formas como de fondo. La desorganización más organizada que jamás se haya visto, solíamos decir hace unos años, una frase que servía para definir la complejidad del momento y para lanzar un mensaje de mínima responsabilidad.

Dotar de contenidos la jornada. Es la labor de la organización. Es decir, procurar montar números y actividades, adecuadamente programadas desde el punto de vista horario, para evitar desvíos o facilitar comportamientos que desvirtúan el carácter lúdico o festivo de la jornada, “porque no hay nada”, según se quejan los jóvenes a los que se reprocha su actitud incontrolada, sobre todo en cuanto son protagonistas de algunas escenas que, sin llegar a escandalizar, generan repulsa.

El caso es que se van acumulando malas o negativas impresiones en el martes portuense por antonomasia. Y eso es lo que hay que atajar so pena de que en el futuro una fiesta de tanto raigambre termine ganándose un rechazo generalizado y lejos de ser una seña de identidad que enorgullece se convierta en una de esas manifestaciones populares que nadie quiere.

Fiesta, sí; desmadre, no. Diversión, por supuesto; lo más sana y saludable, también. Sí a la corresponsabilidad; no a los excesos. Festejar también es honrar. Hay que hacer honor a las tradiciones o labrar otras que sirvan para identificar las celebraciones con orgullo y buen hacer”.

Hasta aquí, el texto de aquel artículo. Al cabo de un año, y en previsión de que la historia se reedite, el alcalde del municipio, Marcos Brito Gutiérrez, con fecha 1 de julio pasado, ha promulgado un bando en el que prohíbe expresamente el uso de artefactos que desnaturalice los valores de la fiesta popular y marinera. Esto dice la parte dispositiva del bando:

“Que de conformidad con lo dispuesto en los artículos 13 y 15 de la Ordenanza reguladora de la convivencia ciudadana (Boletín Oficial de de la Provincia de 30 de julio de 2010, tales comportamientos [genéricamente, los incívicos y los derivados del empleo de artefactos] serán sancionados con rigoir por esta alcaldía, habiendo dado instrucciones a los miembros de nuestra policía local para que adopten todas aquellas medidas encaminadas a evitar e impedir que se consumen actos de esta naturaleza y, en su caso, denunciar y decomisar los elementos empleados por la comisión de tales hechos.

“Incrementar los niveles de convivencia es un quehacer de todos, y es necesario tener clara conciencia de que convivir significa respeto a la ciudad, a sus gentes y a quienes nos visitan”.

Independientemente de que la fecha de la publicación de la ordenanza, a efectos de su vigencia, fuera posterior a los hechos que se reprueban, y de que se puede discrepar con alguna interpretación sobre aspectos de su contenido, este bando o esta disposición de la alcaldía era lo que, más o menos, se reclamaba hace un año, tal como se señala en el segundo párrafo del artículo publicado entonces. Por cierto, ya podría el alcalde dar también instrucciones para que el impreso no fuera pegado o adherido en fachadas de edificios o en paredes y muros de recintos y espacios públicos.

En cualquier caso, veamos los efectos que produce. Ojalá que positivos, a ver si es posible tener la fiesta en paz.




viernes, 8 de julio de 2011

SAR, EL EMPRENDEDOR

Seguro, desenvuelto, ágil, espontáneo...
César, César Sar o cesarsar.com se presentó en CajaCanarias con todo lo que puede esperarse de un emprendedor, de alguien que considera acabada una etapa de su vida profesional y se lanza a la aventura de ir por su cuenta. Con ideas propias, con un proyecto propio labrado al calor de su misma experiencia profesional pero también al de sus gustos y preferencias.
César Sar anduvo en Teidevisión Canal 6 hasta hace muuy poco. Ha sido el rostro de ese medio, curtido en cientos de entrevistas, en decenas de programas (uno de ellos, La luna, de considerable audiencia) y en múltiples apariciones. Por no hablar del otro trabajo, el que no se ve en la pantalla, que también es importante y sustantivo.
Unos cuantos años aprovechando el tiempo, asistiendo al nacimiento de la Televisión Digital Terrestre (TDT) y asimilando las nuevas tecnologías en cuyo personal se ha embarcado para dar forma a ese proyecto de autónomo, a esa producción basada en todo lo que le gusta hacer.
Eso fue lo que reveló en la presentación ante sus amigos y allegados. A veces, con aires de "showman", aunque sin esa intención; en todo momento con originalidad y desenfado, que son dos cualidades esenciales en un emprendedor que se lanza a recorrer caminos, en este caso, los del mundo, que puede sonar pretencioso pero que es su iniciativa.
Le gusta comer, comer bien; y viajar, conocer otras culturas, otras costumbres, otros modos de vida. Va a combinar esas dos apetencias con el trabajo, que también le atrae, para sentirse bien y divertirse. Más que combinar, entonces, va a ensamblar: press, travel, cook, los tres pilares sobre los que descansa la marca, el producto resultante de una vuelta al mundo, perfectamente planificada, trazada, ajustada a los contrastes de lo que un profesional ambicionaría para su propia realización.
Seguro, desenvuelto, ágil, espontáneo...
Este César que se nos va, como Phileas Fogg o como tantos otros que ya iniciaron aventuras similares, va a emprender, en un momento clave de su vida, el viaje a la emprendeduría con el bagaje de su experiencia y de sus aficiones. ¿Un bon vivant? No, un periodista que se lanza, que no se conforma, que quiere probar y quiere incursionar pese a las incertidumbres que despierta el paso dado.
La presentación de su idea fue un alarde de originalidad, una performance en consonancia con el alcance o la dimensión de aquélla. Rompiendo esquemas y convencionalismos, abriendo surcos y estimulando a quienes quieren emprender o no se resignan a que otros resuelvan por uno.
Necesitará suerte.
La va a tener.

jueves, 7 de julio de 2011

VISITA REAL Y ERUPCIÓN VOLCÁNICA

(El presente trabajo fue publicado en un número especial de Diario de Avisos con motivo de su 120 aniversario)

La del 22 de junio de 1899 es la portada más antigua que se conserva en la hemeroteca digital de DIARIO DE AVISOS. El primer paso de la larga caminata del proverbio. El primer guiño a la historia. La andadura que se iniciaba en el tránsito hacia el nuevo siglo. Un periodismo que se debate en la búsqueda de su propia personalidad (es cuando empieza a hablarse con más fundamento de financiación publicitaria y de rentabilidad) y frente a los altísimos niveles de analfabetismo, hecho que probablemente frene las grandes tiradas.

Debe ser un período muy atractivo para historiadores e investigadores. El 1 de enero de aquel año sale a la calle La Voz de Catalunya, un diario eminentemente político, defensor del programa de la denominada Lliga Regionalista. España está en plena liquidación del imperio; Francisco Silvela significa la renovación frustrada y los restos de Francisco Goya son trasladados a nuestro país desde Burdeos.El regeneracionismo de Joaquín Costa despierta grandes expectativas en la primera década del siglo XX, cuando se asiste a un salto cualitativo en la confección de los rotativos, ya más preparados para masas de lectores. Renovación léxica y estilística, un lenguaje más ágil, inserción de fotografías y tratamiento especializado o en forma de suplementos para algunos asuntos son algunos de los avances más significativos. Desde Estados Unidos llegaban los ecos de los primeros escarceos en materia de códigos deontológicos.

En Canarias, ya en 1900, una ley ratifica el carácter de puertos francos que las islas ostentaban desde 1852. Fue un impulso decisivo para la economía de las islas. ¿Y la prensa de entonces, cómo era? El profesor Yanes Mesa habla de un periodismo canario que, “floreciendo en variedad y cuantía, culminaba la expansión geográfica inicial previa al subsiguiente proceso de concentración, dando fruto en islas hasta ahora yermas como La Gomera o El Hierro o en localidades también inéditas como Los Llanos de Aridane, Puerto de la Cruz, Icod de los Vinos, Moya, Puerto del Rosario, Telde, El Paso, Guía de Gran Canaria y Arucas”.

En diciembre de 1906, el rey Alfonso XIII visita todas las islas Canarias. El conde Romanones, entonces ministro de la Gobernación, fue muy explícito en la Memoria de aquel viaje, elevada al Consejo de Ministros y publicada en “La Gaceta de Madrid”. Aquella visita del abuelo de don Juan Carlos I señaló para el archipiélago canario una nueva época, según relata Romanones: “Las Islas Afortunadas, que habían estado muy olvidadas de los gobiernos, fueron desde entonces objeto de su atención; bien lo merecen pues no obstante la distancia a que se hallan de la metrópoli y de la cuantía de los intereses extranjeros, especialmente ingleses allí constituidos, su amor a la Patria continúa inquebrantable”.

Adolfo Cabrera Pinto, director del instituto que lleva su nombre entre 1901 y 1925, en el curso del itinerario real, pidió al monarca el restablecimiento de la Universidad de San Fernando suprimida en 1845. Años después, mediante Real Decreto, era creada una Sección de Estudios Universitarios cuyas enseñanzas se imparten en dicho instituto en lo que se considera el primer paso de la restauración del centro universitario.

El centenario de la visita fue conmemorado hace pocos años con una estancia de don Juan Carlos y doña Sofía en las siete islas, todo un acontecimiento que permitió refrescar numerosos aspectos.

Otro hecho sobresaliente de la primera década del siglo, desde el punto de vista informativo: en noviembre de 1909, el volcán Chinyero entra en erupción. Según el vulcanólogo José Luis Barrera, “ha sido la última erupción histórica que se ha producido en Tenerife y la primera erupción canaria con documentación científica y estudios de carácter científico”. Barrera destaca que “la erupción fue sólo una noticia nacional y pasó casi desapercibida en la prensa mundial, salvo en Gran Bretaña, por las vinculaciones económicas y comerciales que mantenía con el archipiélago canario”.

Duró diez días y la superficie cubierta por la lava expulsada fue de unas 2.379 hectáreas. El Chinyero, localizado en el término municipal de Santiago del Teide, no dejó víctimas mortales y ha sido investigado notablemente. En el trabajo de José Luis Barrera, se citan hasta tres fuentes principales: el estudio de Fernández Navarro, publicado en 1911; las impresiones de Antonio de Ponte y Cólogan, testigo ocular y el libro de M. Brito, publicado en 2003, titulado Erupción del Chinyero a través de la prensa.

Que los historiadores y los eruditos nos perdonen esta intromisión, una breve síntesis periodística de aquella primera portada y los dos acontecimientos citados, a los que nos hemos acercado con la curiosidad propia de entender los tratamientos recibidos en el contexto de entonces.

miércoles, 6 de julio de 2011

EL PODER BANCARIO

Circula en la red un video curioso y original. Ciudadanos andaluces entran en oficinas de entidades bancarias y comienzan a bailar espontáneamente, en medio de la sorpresa de quienes hacen cola y mientras se escucha de fondo el grito ¡Esto es un atraco! Es una suerte de “flash mob” en el que para rubricar su autenticidad pueve verse a algunos empleados tratar de impedir la espontánea manifestación de grupos de ciudadanos que exteriorizan su protesta de esa forma: bailando flamenco, taconeando, marcándose unos pasos como sólo los andaluces saben hacer.

Los bancos, la banca, los banqueros, todo lo que envuelve ese ámbito de las finanzas, todo lo que rodea a las sucursales del capital empiezan a estar estigmatizados. ¿Qué creían, que no les iba a tocar, después de la convulsión que han causado con sus políticas, con sus restricciones, con sus comisiones, con sus productos, con sus operaciones, con sus abusos?

Así como otras figuras públicas, otros personajes, otros agentes sociales y hasta las mismas instituciones han quedado señaladas por determinadas decisiones o por trayectorias que han ido mermando su credibilidad y su propio papel, la banca ya debe saber que no goza de simpatías populares. Tiene a su favor la gran baza: el dinero, el capital, y mientras esté en sus manos, es una sartén bien asida por el mango de modo que difícilmente habrá alternativas. Pero esas crecientes señales de desazón, de protesta, de no resignarse apuntan claramente a debe reorientar estrategias no para vender productos atractivos sino para ganarse la confianza y el respeto de usuarios y clientes a base de... Los banqueros sabrán. Pero que sepan que el crédito de aquéllos se está agotando.

Aunque los ciudadanos sigan pensando que los bancos tienen más poder que el mismísimo Gobierno, tal como reveló un informe de la fundación “Alternativas” que concluye tal circunstancia como una de las deficiencias de la democracia española. Ni más ni menos. El informe, dirigido por el periodista Joaquín Estefanía, ex director de El País, es revelador: se reconoce el miedo a la inseguridad económica, “a quedar atrás en una distribución de recursos cada vez más desigual”.

Y luego, esa otra apreciación: el poder de las decisiones parece depender más de lo que digan o hagan los bancos. Antes que las políticas gubernamentales. Es tremendo.

Menos mal que en Andalucía -y en la red- bailan al son de intereses y de comisiones crecientes. Aún el miedo da para divertirse.



martes, 5 de julio de 2011

NI IZQUIERDA NI UNIDA

A lo largo de la jornada, se conocerá la suerte de Extremadura en la legislatura que se acaba de estrenar. Todo apunta a un probable cambio de gobierno, después de varias décadas con hegemonía del PSOE. Ahora, con una arimética electoral muy ajustada que propicia un giro muy sustantivo, todo da a entender que el Partido Popular se hará con la presidencia de la Junta y completará el mapa azul de su poder autonómico. Para ello, deben abstenerse los diputados de Izquierda Unida (IU), hecho que será el más probable para aumentar, un suponer, la desazón de Cayo Lara que ha planteado en público, abiertamente, una desobediencia política de su gente en la comunidad extremeña que no hará caso a lo decidido en la asamblea general de la organización, claramente inclinada a no favorecer gobiernos de la derecha en las instituciones.
Lara queda a la espera de la consumación de los hechos para saber qué paso dar a continuación.
En ese escenario, asisitirá a una representación política que no debe serle desconocida: la pinza que en su día alumbraron Izquierda Unida y Partido Popular en un gobierno minoritario de Manuel Chaves en la Junta de Andalucía, bien es verdad que la abstención da mucho juego, incluso para eludir compromisos y quién sabe si será la primera semilla de una futura censura.
En cualquier caso, que recuerden las partes que aquella pinza conllevó la mayoría absoluta posterior der Manuel Chaves y la erosión sufrida por IU de la que no parece recuperada en tierras andaluzas. Y que esa hipotética censura terminará haciendo víctima a José Antonio Monago, candidato del PP extremeño, en plena situación alcista de esta opción política.
Y en hablando de pinzas y censuras, en el municipio sevillano de El Saucejo, se ha producido la primera del mandato: IU y PP se unen para derribar al alcalde socialista, ganador de los comicios y ya electo. Diez días ha durado el ejercicio de su cargo. Aquí, es Izquierda Unida la que se ve apoyada por el Partido Popular.
Que las ideologías y las coherencias no son lo que predominan, ya se está viendo. Que las circunstancias de cada territorio fuerzan situaciones paradójicas, no hay más que tener a mano las referencias comentadas. Lo de los extraños compañeros de cama en política es verdad. "Todo sea en beneficio de los legítimos y supremos intereses generales de la comunidad"... dice el discurso.
Total, que entre las cuitas de Cayo Lara y la pinza reeditada, la frase de Alfonso Guerra recobra vigencia: "Ni es izquierda ni está unida".

lunes, 4 de julio de 2011

LA CONMOCIÓN DE UN DESCENSO

River Plate, club de fútbol laureado, ciento diez años de historia, ha descendido por primera vez a la segunda división argentina. Pocas veces una pérdida de categoría balompédica produjo tamaña conmoción.
River no es un equipo cualquoiera. Popularmente conocido como "Los Millonarios", ha sido la escuadra de DiStéfano, Labruna, Mas, Francéscoli, Ortega, Higuaín... La lista de excelentes jugadores sería interminable. River, el de la elástica franjirroja, no es cualquier cosa: es sentimiento de pueblo, es grito, es pasión... De ahí la trascendencia de su descenso, una tragedia deportiva y una sacudida social. Sin exageraciones.
Hemos archivado los últimos minutos del relato de Víctor Huigo Morales, en Radio Continental, una admirable pieza radiofónica que sirvió para probar, una vez más, el nivel de comunicaciómn del genial relator argentino -el mismo que contrató la SER para la final de la Copa del Rey- así como para entender la dimensión de un hecho histórico que estaba consumándose en aquellos momentos.
Hace unos treinta años, siendo ponentes en un curso de periodismo impartido en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de la cvapital tinerfeña, defendimos la garra y la originalidad como poderes de atracción a la hora de titular una información o una crónica depportiva. Pedimos prestado uno a la pretigiosa revista "El Gráfico". River inició el campeonato de forma muy irregular y en ocho jornadas apenas había sumado cinco puntos. Tenía verdaderas dificultades para hacer goles. Tras un partido decisivo que ganó 2-1, la revista tituló: "River ya cree en Dios pero aún no sabe rezar".
Hemos palpado también lo que significa River Plate fuera de su país. En 1992, tuvimos oportunidad de asistir en Montevideo al encuentro de vuelta de la semifinal de la Copa Libertadores con Peñarol que debía remontar dos goles de desventaja. La pasión dentro y fuera del Estadio Centenario era inconmensurabnle. Había miles de aficionados argentinos en los repletos graderíos. Jamás se arrugaron ante el pundonor y la ambición de los uruguayos. River dio una lección de fútbol de contrataque y volvió a imponerse con la elegancia de los campeones. Mientras los aficionados locales protagonizaban incidentes fuera del estadio, los de River cantaban sin cesar aún en el interior. Más de una hora después, en las calles y avenidas, el festejo riverplatense era una muestra del sentimiento y del significado de una victoria, "en un barrio de Buenos Aires" que es como despectivamente tratan a Montevideo muchos porteños.
River ya no es de primera tras ciento diez años de historia. Una historia que también registra pérdidas luctuosas y reveses descomunales que unos creen que nunca van a suceder.
River aún cree pero descendió a los infiernos.

sábado, 2 de julio de 2011

SEÑALES PREOCUPANTES DE INDOLENCIA SOCIAL

Los portuenses deben estar muy hartos de la política municipal. Hartos, escépticos, desmotivados, indolentes... Todo les empieza a ser indiferente. Nada parece atraer su atención, identificarse con alguna causa, hacer suyo algún problema, procesarlo y aportar alguna solución. A su tradicional postura acomodaticia, que se pudo entender en otras épocas más prósperas, y a su escaso apego a la vida asociativa, se unen, en pleno anquilosamiento de la ciudad y en plena recesión económica, el pasotismo, la resignación y la insensibilidad, factores que, desde luego, no son los más deseables en cualquier evolución sociológica.

Las últimas señales son muy preocupantes. Advertimos una de ellas el sábado de la constitución de la nueva corporación municipal. Es costumbre, diríase que inveterada, desde 1979, que al finalizar las formalidades en el interior de las casas consistoriales, ya con todo resuelto y decidido, que el nuevo alcalde y los miembros del futuro gobierno local saluden desde la balconada. Es costumbre que en el exterior del Ayuntamiento, antes en la explanada de El Penitente y después en la plaza de Europa, se concentrasen centenares de personas a la espera de esa salutación y para dedicar un primer aplauso de ánimo a los nuevos regidores, sin perjuicio de desahogar euforias comprensibles.

Pues ese sábado no ocurrió así. Menos gente de la habitual, desde luego, y menos entusiasmo. Y fíjense que no creemos se debiera al propio resultado de la sesión que, más o menos, podía esperarse, sino que obedecía a ese cansancio, a ese hartazgo al que aludimos al principio. Que la política local llegue a aburrir hasta esos extremos, que no se interrumpa esa tónica ni siquiera en la jornada que, supuestamente, abre un nuevo mandato corporativo, refleja un conformismo y una indiferencia que refuerzan la indolencia. No es bueno, no.

Hay otros hechos que abundan esta impresión. Por ejemplo, ¿qué pasó con el edificio 'Iders'? Su insólita situación se ha eternizado. Independientemente de la no menos insólita resolución judicial que obligaba a entenderse a las partes que han entablado un litigio sin igual, se comprende que una parte de los propietarios, cansada de años de lucha sin apenas fruto, haya arrojado la toalla, actitud que igual es la que espera la otra parte para terminar imponiéndose en su particular confrontación.

Lo cierto es que del 'Iders' no se volvió a hablar. O al menos con el nivel de trascendencia pública que es deseable para intentar impulsar alguna soluición. Y allí, en Martiánez, en pleno proceso de reacondicionamiento, languidece el inmueble para escarnio de todos, para vergüenza de propios y extraños, para imposible respuesta de turistas que se ufanan de haber repetido su visita al Puerto de la Cruz y encontrarse, desde hace casi dos décadas, con la misma estampa de incapàcidad, abandono y desencuentro.


Lo ocurrido con el equipo de waterpolo del Club Natación Martiánez esta semana es otra prueba de lo que decimos. En lo deportivo, su representación de la ciudad, de la isla y de la Comunidad Autónoma ha sido bastante estimable. Cierto que sus dirigentes no han sabido o no han podido propiciar una mínima estructura social que proyectase el nombre del equiipo y propiciase la identificación de los ciudadanos, incluso de los menos aficionados o de los menos entendidos.

Pero el Martiánez ha perdido en los despachos lo que supo defender en las piscinas -a veces con brillantez y siempre con coraje y vergüenza deportiva- y, sobre todo, en las frías aguas de la municipal. No ha podido hacer frente a las obligaciones federativas y deja su plaza en la División de Honor. ¡Cómo duele! Lo de menos -bueno, no tan de menos- es la cuantía de lo que se le exigía al club. Pero que no haya habido una mínima movilización social y deportiva, que no se haya extendido una impresión de solidaridad entre la ciudadanía y entre los propios medios de comunicación, que no haya habido una respuesta institucional siquiera como colaboradora, habla bien a las claras de la indolencia consignada en las primeras líneas.

Los portuenses no quieren saber nada. Esa es la conclusión a la que se llega. Ni siquiera las expresiones más comunes, como ¡vaya desastre!, justifican tanto conformismo, tanta insensibilidad. No nos comprometemos y no nos duielen las cosas. No cuidamos nuestros propios valores.

Esto es lo más preocupante. Que una sociedad se entregue así al ostracismo. ¡Vaya porvenir!