La euforia que vive el sector turístico español recibe un
varapalo de consideración: la llegada de turistas extranjeros no se está
correspondiendo con los ingresos por turismo internacional, de modo que esa
correlación entre dos indicadores fundamentales para monitorizar la evolución y
las tendencias de los mercados no se está materializando de forma adecuada, lo
cual significa un riesgo evidente para la rentabilidad socioeconómica de
destinos turísticos en parámetros de rentabilidad empresarial, creación de
empleo, calidad de la oferta y erosión de infraestructuras y servicios.
La Encuesta
de Movimientos Turísticos en Fronteras (FRONTUR) que elabora el Instituto de
Estudios Turísticos (IET) establece una comparación con los resultados de la
balanza de pagos y arroja un resultado paradójico: durante los dos primeros
meses del año, la llegada de turistas extranjeros a nuestro país aumentó un
12%; pero los ingresos dejados por estos turistas en el mismo período solo
crecieron la mitad, es decir, un 6%. La descompensación es evidente.
Es la
Organización Mundial de Turismo (OMT) la que señala la estrecha y fuerte
correlación entre los dos indicadores, destacada en 2012, año en que los
ingresos del turismo internacional crecieron un 4% en términos reales en todo
el mundo, un resultado similar al ascenso de las llegadas de turistas
internacionales, según la misma OMT.
En nuestro
país, los dos primeros meses de 2014 arrojan esa llamativa disparidad,
condensada en que han venido más turistas -lo que generó un incremento del
gasto total- pero que gastaron menos por cabeza. He aquí los datos: durante
enero y febrero del presente año entraron en nuestro país 6,17 millones de
turistas, un 11,8% más que durante los mismos meses de 2013. Los llegados
gastaron unos cinco mil trescientos millones de euros, un 6% más, según, como
hemos dicho, la balanza de pagos del Banco de España.
Veremos cómo
evolucionan los registros de aquí a finales de año, sobre todo después de verificar
los resultados de la temporada estival, en la que se han depositado muchas
expectativas. De hecho, el sector privado se prepara para un verano singular,
sobre todo si prevalecen las circunstancias en otros destinos que aconsejan
viajar a España.
Pero
tengamos en cuenta esa descompensación entre afluencia turística extranjera e
ingresos generados por la misma pues todo el sector se resiente. Si vienen más
turistas, con las estadísticas en la mano, pero gastan menos, se reducen los
márgenes del negocio. Hay que preguntarse si están llegando contingentes de
menor poder adquisitivo o si no hay forma de superar ciertas técnicas de
comercialización que favorecen una oferta poco competitiva.
El
desequilibrio es evidente y habrá que encontrar una explicación consecuente
para corregir lo que sea necesario.
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