domingo, 4 de febrero de 2024

SEMILLAS DE ENTONCES, VALORES ETERNOS

 

Los antecedentes –mejor dicho: el antecedente, el único que se ha producido- fueron tan favorables, dejaron tan buen sabor, que los asistentes parecían ansiosos de repetirlos o experimentarlos. “Nada es para siempre, excepto la amistad”, dijo en una escena Kevin Costner en el drama pasional Revenge (Revancha), película de 1990 dirigida por Tony Scott.

La afirmación es de aplicación si se tiene en cuenta la vivencia de ex jugadores de distintas épocas del Club Deportivo Puerto Cruz que se dieron cita al mediodía de ayer en el sector más turístico de Punta Brava, no solo para evocar sino acreditar que, a principios de los años setenta del pasado siglo, el acceso de los juveniles al primer equipo se hizo con una naturalidad pasmosa, fortaleciendo, acaso sin saberlo, una amistad y un relación fraternal que habrían de perdurar.

De aquello tuvieron buena parte de culpa el presidente de entonces, Alberto Hernández Illada; el entrenador, Fernando Cova Barroso; y dirigentes como Gregorio Álvarez, Pepe Galindo, Alejandro Marrero y Juan Pedro Plasencia. Muchos de los juveniles de entonces darían un salto solvente no en vano se habían codeado con los mejores equipos y jugadores de la época. Fue un momento decisivo de la pequeña gran historia del club porque hubo que elegir entre la cantera o seguir trabajando con fichajes e incorporaciones de otras latitudes.

La cantera, por fortuna, seguía dando sus frutos, algunos de ellos muy jugosos, más que aprovechables. El tránsito apenas se notaba. Los resultados compañaban. Y el blanco del uniforme portuense seguía estando impoluto desde ese punto de vista. La  sucesión se hizo con naturalidad. Daba gusto acudir hasta las sesiones de entrenamiento en El Peñón, donde apenas se percibía la diferencia de edad. Lo que importaba era discernir quién o quiénes eran los próximos jugadores que se incorporarían al cuadro representativo de los portuenses.

Aquellos recuerdos se amontonaban en el imaginario de muchos portuenses que, en aquellos años, ignoraban aún que se avecinaba una auténtica debacle en el fútbol regional motivada por hechos de distinta índole y que ha culminado en nuestros con  una crisis que se ha llevado por delante a la mismísima rivalidad, factor estimulante que servía para mantener la llama encendida.

Los veteranos de entonces lucieron generosidad y propiciaron una cohabitación escrita con mayúsculas. Que ha durado hasta nuestros días, como se puso de manifiesto al mediodía del pasado sábado, no importan las canas y las calvicies ni los mayores o menores vínculos que los protagonistas sigan teniendo con el fútbol y con  el club portuense. Ya todos prácticamente han cumplido su ciclo y su aportación será recordada con gratitud. Lo que trasciende en el paso del tiempo es que el compañerismo y la armonía, la confianza y la sana relación perduran, aptas para seguir brindando por lo mejor del mercantilizado fútbol, por tantos valores que se contrastan, principalmente, en momentos como los vividos.

Aquel gol, aquella parada, aquel desplazamiento, aquella expulsión… lances que marcaron una época, la de principios de los años setenta, tan granada y tan positiva, vivida con tanta pasión y con tanta positividad que las semillas entonces han germinado  como en muy pocas otras ocasiones.

La historia, la pequeña gran historia del fútbol portuense, las recogerá.

1 comentario:

Mon Rodríguez dijo...

Buenas tardes, bonito y emotivo reencuentro de muchos exjugadores amigos y del qué fuera uno de nuestros presidentes Don Alberto Hernández Illada, muchas anédotas y bonitos recuerdos en la tarde de ayer.

De nuevo le doy las gracias a Orlando por esta iniciativa de contactar con todos nosotros y reunirnos de nuevo, aunque esta vez fueron los ex-jugadores veternos juntos a los nuevos qué subieron de los juveniles al primer equipo a principios de los años 70.

Gracias nuevamente Orlando. Saludos de Carmelo Rodríguez (Mon I)