Agradecemos a los promotores de la convocatoria la confianza y la oportunidad de intervenir en esta conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente, este año dedicada a reivindicar el Jardín de Aclimatación de Plantas de La Orotava, cuya denominación, popularmente aceptada, es el Jardín Botánico del Puerto de la Cruz. Aquí está emplazado, aquí se ha consolidado durante siglos y aquí, si alguna vez cristaliza el proyecto de ampliación, va a seguir siendo -ojalá que con una denominación actualizada- un recurso científico, cultural y turístico de primer orden.
El Día Mundial del Medio Ambiente es una jornada que se celebra el 5 de junio desde 1973. Se estableció en 1972 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU).
La institucionalización de la fecha se da en el contexto de la primera gran conferencia sobre cuestiones medioambientales, conocida como la Conferencia sobre el Medio Humano o Conferencia de Estocolmo, celebrada en junio de ese mismo año. Su finalidad era resaltar que la protección y la salud del medio ambiente son cuestiones fundamentales que afectan el bienestar de la población y el desarrollo económico mundial. Además, pretendía motivar a individuos, empresas y comunidades a convertirse en agentes activos del desarrollo sustentable o sostenible y equitativo.
Ese mismo día, también se aprobó la creación del Programa de las Naciones Unidas parea el Medio Ambiente (PNUMA), que ha representado un papel crucial en la coordinación de las actividades a escala mundial para este día.
La fecha, cada 5 de junio, coincide con la apertura de la Conferencia en la capital sueca, para recordar a los gobiernos y organizaciones la importancia de llevar a cabo actividades que refuercen la preocupación por la preservación y mejora del medio ambiente. La conmemoración se hace con múltiples variantes, incluye una gama de actividades que van desde concentraciones en calles a conciertos, plantaciones de árboles o campañas de reciclaje Además, en muchos países, esta fecha es aprovechada para firmar o ratificar convenios de distinto ámbito y establecer estructuras gubernamentales para el manejo ambiental, lo que subraya la importancia sociopolítica del día.
La consultora ‘Garden Atlas’ define los jardines como espacios de diálogo entre la naturaleza y la cultura. Laboratorios donde se entrelazan creativamente los deseos humanos con las potencialidades vegetales, entre las cuales se halla la capacidad de estimular los sentidos y la razón, pero también de regular el medio que nos rodea. Por ello, en un contexto de desequilibrio climático y ecológico como el actual, resulta de vital importancia volver a actualizar el interés por estos espacios de conciliación entre lo natural y lo artificial. Un reto, a propósito, que, según esta firma, no debe recaer exclusivamente sobre la generación de certidumbres científicas sino también sobre la creación de nuevos relatos compartidos que permitan hacer aflorar una sensibilidad renovada e integradora.
Esta es nuestra modesta contribución a uno de esos relatos que, en en síntesis, concebida como tal, es la ampliación del Botánico, la crónica de una frustración más, de una aspiración social que ha esclerotizado, de un hecho que, como muchos otros, representa el quiero y no puedo de un pueblo, de una sociedad acostumbrada a tenerlo todo con la norma no escrita del mínimo esfuerzo, bajo el paraguas del fácil acceso o la poco costosa consecución de los bienes de provisión.
Hace muchos años -lo hemos contado- en un trayecto en guagua desde Santa Cruz fuimos testigos de una conversación entre dos pasajeros extranjeros, uno de los cuales advertía que hacía cinco años que se había ausentado de la isla y había dejado aquel paisaje de la ampliación en las mismas condiciones que ahora observaba desde su asiento y la cristalera.
Después de eso, unos primeros pasos constructivos y una edificación, junto a la siembra de algunas especies vegetales, que avanzaban la realización, que hacían parecer que aquello iba en serio. También, muy buenas intenciones, como en el mandato municipal anterior, cuando el área de Cultura del Ayuntamiento puso en marcha una herramienta que está asociada a una aplicación de juego y a todo un proyecto de actuación. La riqueza botánica está geolocalizada, incluso, gracias a un proyecto de participación dentro del programa ‘Ecosistema Cultural y Creativo’. Pero lástima: el gozo, en un pozo, según se plasmaría con el paso del tiempo en el que apenas mostraban interés los responsables públicos de las administraciones implicadas.
Lo último, lo más reciente de un camino que podríamos recorrer al revés para apreciar la frustración de la que hablamos, fue una Proposición no de Ley (PNL) del Grupo Parlamentario Socialista Canario, aprobada por unanimidad en la Cámara legislativa en la que se pide culminar el proyecto de ampliación. Dice así:
“El Jardín Botánico de Puerto de la Cruz se creó en 1788, y su creación supuso la consolidación de una importante región botánica para la investigación científica. Inicialmente, este jardín se llamó Jardín Botánico de La Orotava y en distintas publicaciones se destaca que el mismo estuvo en contacto durante décadas con los jardines botánicos europeos, particularmente con los de Francia e Inglaterra. Sin embargo, el jardín de Canarias adquirió un protagonismo diferenciado del resto, al ser el único de los jardines europeos en hacerse con las plantas nuevas que se estaban trayendo de los nuevos territorios de ultramar, muchas de ellas plantas tropicales que no hubieran sobrevivido al traslado directo a Europa. Se trataba de aclimatarlas en Canarias, para que, más adelante, pudieran soportar el frío europeo.
“El Jardín Botánico de Puerto de la Cruz -prosigue el texto de la PNL- también se convirtió en un laboratorio científico, de ensayo con fines medicinales, y para buscar usos de las nuevas especies. Este jardín fue visitado por científicos de notable prestigio como Humboldt, Baudin, Ledru, Barker-Webb, entre otros.
“El establecimiento de un jardín botánico en Tenerife es una idea sumamente feliz, a causa de la doble influencia que pueda ejercer este jardín sobre los progresos de la botánica y en la introducción de vegetales útiles en Europa”.
“Esta era la cita de viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland.
“En la actualidad, este Jardín de Aclimatación sigue constituyendo un activo natural que visitan miles de personas para contemplar una importante colección de plantas autóctonas, tropicales y subtropicales y que, tal como relata su página web, se trata de una colección de plantas que se han aclimatado a nuestro clima y son muy difíciles de encontrar en esta parte del mundo. El Jardín de Aclimatación de La Orotava, dependiente del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), organismo adscrito a la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria, contó con una importante inversión de casi tres millones de euros la pasada legislatura, consistente en la dotación del centro de visitantes con elementos expositivos y divulgativos necesarios para su apertura al público, de forma que pueda desarrollarse la actividad de divulgación para la que se ha creado.
“Sin embargo, el tiempo ha pasado y aunque el Jardín se conserva muy bien, hace años que no cuenta con recursos suficientes para avanzar hacia un modelo de gestión que lo haga más atractivo tanto para la ciudadanía de nuestra tierra como para los que nos visitan. De tal manera que no se cuenta con un modelo de gestión que permita reinvertir los ingresos vinculados a las entradas y a la eventual explotación de las infraestructuras de hostelería con que cuenta en una continua mejora y mantenimiento del espacio. No se puede tolerar que un lugar tan emblemático cuente tan solo con una persona responsable del recinto, que a la vez se encarga tanto del jardín como de cobrar entradas. Si bien es cierto que se ha avanzado en proyectos como el centro de interpretación, la cartografía o una aplicación APP implementada por el Área de Cultura, estas medidas tienen que ir acompañadas de formación, y, sobre todo, de compromiso de las instituciones en la introducción de un modelo de gestión más autosuficiente y que mejore la calidad de los servicios que se prestan.
Por todo lo expuesto, el Parlamento de Canarias aprobó esta Proposición con dos objetivos en el petitum dirigido al Gobierno autónomo:
1. Desarrollar un estudio de viabilidad económica y jurídica para implantar la mejor modalidad de gestión posible del Jardín Botánico del Puerto de la Cruz y, en ese marco, iniciar los procedimientos administrativos para la gestión de los recursos turísticos con los que cuenta.
Y 2. Culminar el proyecto de ampliación del Jardín Botánico del Puerto de la Cruz.
Durante las últimas décadas, desde nuestra modestas tribunas de opinión, hemos expuesto en reiteradas ocasiones la necesidad de tomarse en serio este proyecto.
La última ocasión fue el 26 de marzo del presente año cuando escribimos que “Veteranos ejecutivos del sector turístico en el Puerto de la Cruz se vieron sorprendidos días pasados con las quejas de grupos de visitantes relativas al estado de conservación del Jardín de Aclimatación de La Orotava, popularmente conocido como Jardín Botánico, emplazado en el municipio portuense.
Las impresiones, según relataron, eran muy negativas: abandono, zonas mal cuidadas, desperdicios… Hasta ahora, la tónica convergente se centraba en el abandono del proyecto de ampliación, obras eternas inacabadas pese a contar con consignaciones presupuestarias y, en consecuencia, desaprovechamiento significativo de un recurso histórico, científico, cultural y turístico.
Hace poco, hace unos meses, parecía que la actuación iba a ser reimpulsada pero resultó un espejismo: se volvió al solar donde comenzaron unos trabajos dotacionales y de reacondicionamiento… que ahí quedaron. Los grupos políticos institucionales, que podrían hacer bandera de este proyecto de ampliación, no se han esmerado mucho que digamos. Apenas unas míseras preguntas. La verdad que igual les da vergüenza visitar el lugar y hacerse unas fotos destinadas a redes sociales, el modo o sistema de dar a conocer que una actuación surge, se inicia, se desarrolla (se inaugura) y se firman las actas correspondientes.
Pero no. Ahí está viendo pasar el tiempo, la ampliación del Botánico. Hemos escrito mucho sobre ella. Es más, llegamos a plantearnos que no volveríamos a hacerlo hasta que finalizaran los trabajos, hasta que lucieran los mil distintos tonos de verde, semejando los paisajes de Catamarca, una de las veintitrés provincias en las que está dividida la República Argentina.
Pero quebramos ese propósito ahora que un grupo de ejecutivos del sector empiezan a percibir el malestar de visitantes que extenderán su mensaje crítico o negativo, como si el Puerto no acumulara suficientes impresiones de desidia o parálisis en sus dotaciones públicas. Lo quebramos aportando otro grano de arena. A ver si muchos granos hacen un mucho. Que ya está bien.
Recordemos algunos datos históricos. Hay que remontarse a la Ilustración, cuando en 1788, una Real Orden del Rey Carlos III dispone que en nuestras islas se debía establecer un lugar donde cultivar especies exóticas procedentes de los trópicos, para su aclimatación y posterior envío a Madrid y los jardines reales de Aranjuez. La misión se encomienda a don Alonso de Nava Grimón y Benítez de Lugo, sexto Marqués de Villanueva del Prado (1757-1832). Para el desarrollo del mismo el marqués pidió colaboración, entre otros, del inagotable sacerdote católico, historiador, biólogo y escritor Viera y Clavijo (1734-1813) y en 1790 empezaron los trabajos según planos de su amigo y arquitecto Diego Nicholas Eduardo (1738-1798), que dispuso zonas de siembra de formas geométricas, terminado el trabajo de diseño en 1791. Las primeras 35 semillas se sembraron en 1792.
El naturalista francés Pierre Ledrú (1761-1825) realiza el primer catálogo de especies cultivadas en el Jardín y propone la ordenación sistemática de sus colecciones basada en la taxonomía linneana de 1753. El intento de aclimatación en su traslado a la península resultó fallido debido al clima de interior de la península Ibérica. Después del Siglo XIX, se hace cargo de la institución la Sociedad Económica de Amigos del País; luego, el Gobernador de las Islas Canarias, que lo arrendó a particulares; posteriormente ingenieros agrónomos, hasta que ya a finales del Siglo XX lo asume el Centro de Investigación y Tecnología Agrarias de la Consejería de Agricultura y Alimentación del Gobierno de Canarias.
La superficie donde se encuentra la exposición principal sigue en pie desde su creación y ocupa unos veinte mil metros cuadrados, con un programa de ampliación, actualmente en ejecución, para ajardinar y dotar de nuevas infraestructuras una superficie adyacente de cuarenta mil metros cuadrados y donde en la actualidad desarrolla programas de investigación sobre la flora y vegetación de las Islas Canarias y sus endemismos. Existen ejemplos de especies raras o con una procedencia de lugares remotos y también importantes colecciones de plantas tropicales y subtropicales de valor económico y ornamental, teniendo especial mérito las variedades de palmeras, bromeliáceas, aráceas y moráceas.
En marzo de 2015, hace por tanto ya más de diez años, reaparecieron los presupuestos planes de privatización del Jardín. Decíamos entonces que no han concluido las obras de ampliación pero ya se habla de privatizar servicios. Las consignaciones en los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de varios ejercicios no han sido enganche suficiente para impulsar y materializar aquéllas y se vuelve a especular con la posibilidad de hacer una o más concesiones administrativas.
Habrá que aguardar a conocer con exactitud el alcance de esa operación. La titularidad del recinto corresponde a un departamento del ejecutivo autonómico y es preciso concretar si son los servicios de cafetería o similares los que pasarían a manos privadas (el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias, desde luego, no tiene camareros ni personal especializado para esos menesteres) o la iniciativa es de mayor calado, donde entonces mucho habría que decir.
(continuará)
1 comentario:
Siempre será más beneficioso para los políticos una buena mordida de un muelle que el Jardín Botánico de Puerto de la Cruz. Desgraciadamente es así.
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