lunes, 14 de julio de 2025

Periodismo de carne y calle

 

Luis Cucarella, periodista y consultor, director editorial del Laboratorio de Periodismo de la Fundación Luca de Tena, profesor, escritor y conferenciante, escribe un delicioso artículo que atrae desde su título, el mismo que encabeza este texto: Periodismo de carne y calle. ¡Qué oportuna su publicación ahora que se ha puesto de manifiesto lo que no es periodismo, con ese acoso incalificable a cargos públicos por personajes dotados de cámara y micrófono en busca de algún gesto, una reacción o una respuesta que refleje lo incómodo que ese acoso resulta ya sea en convocatorias formales o en la propia calle!

Claro que el autor trata de establecer las diferencias que detecta, digamos entre el periodismo natural y el que surge de la Inteligencia Artificial (IA) o de la fría y casi siempre infalible tecnología. Son las diferencias entre la escritura apresurada y barata, apremiada por las circunstancias para transmitir la información, y el pulso vivo de la realidad, o sea “el contacto humano irreemplazable y la agenda forjada en años de encuentros cara a cara y miradas que dicen más que cualquier palabra”, escribe Cucarella, para quien, en los tiempos extraños que vivimos, “las palabras ya no nacen solo de labios humanos sino de circuitos electrónicos que simulan emociones con la perfección fría de un espejo sin alma”.

El profesor Cucarella es reivindicativo en su interpretación del periodismo de carne y calle. Este párrafo de su texto resulta ilustrativo: “La inteligencia artificial podrá escribir mil historias en un instante, pero jamás podrá vivir ninguna. Procesa textos, aprende patrones y reproduce narrativas con precisión quirúrgica. Pero hay algo intangible y profundamente humano que escapa siempre a su alcance: la experiencia directa, esa que se obtiene pisando calles, captando el matiz en un tono de voz o interpretando silencios cargados de significado”.

Los grandes maestros de nuestra profesión insistían una y otra vez en la capacidad de discernir sobre un acto, un acontecimiento y hasta un encuentro deportivo. Ver para apreciar, observar para entender y para enjuiciar. Ahí radicaba el secreto, el desarrollo de las facultades, del olfalto y de la visión para luego redactar e imprimir lo que aquéllos sugerían. Hasta para detectar la equivocación: “Errare humanum est”.

Cucarella razona de la siguiente manera: “Estamos entrando en una era en la que el periodista capaz de sobrevivir y destacar será aquel que conserve intacta la credibilidad que se gana día tras día, historia tras historia. Deberá mantener su vínculo auténtico con personas reales, en contextos impredecibles, capaces de confiarle lo que jamás entregarían a un extraño. Ahí radica el verdadero poder del periodismo, un poder que trasciende la lógica matemática y la velocidad tecnológica”.

El periodismo más valioso -inmediatez aparte-, es decir, el que perdure, brotará siempre de las incertidumbres humanas, de las controversias internas y de las contradicciones que ningún algoritmo puede resolver. El periodista deberá explorar lo incierto, capturar esos detalles efímeros que nunca estarán codificados, y traducir en palabras la profunda complejidad del alma humana.

La conclusión del profesor Cucarella es que “frente a las máquinas, el periodista deberá ser más humano que nunca. Las fuentes, esos seres anónimos que confían secretos a voces reconocibles, serán el verdadero combustible del periodismo que viene”. Esa premisa es primordial para el periodismo de carne y calle que hay que seguir procurando con una finalidad clara: continuar ganando la confianza y la credibilidad, quintaesencia de este bendito oficio.


No hay comentarios: