jueves, 13 de noviembre de 2014

DESESPERO EN LA AUTOPISTA

Solo quienes la padecemos, sabemos lo desesperante que resulta la habitual cola, de lunes a viernes, de la autopista del norte, a primera hora, a eso de las siete, dirección a Santa Cruz de Tenerife. Si quiere tomar un vuelo, sobre ese horario, salga con mucha antelación (en cierta ocasión le dijimos a unos parlamentarios europeos que para recorrer veinte kilómetros había que salir hora y medi antes). Si tiene una consulta médica o clínica, ármese de paciencia a sabiendas de que puede perder su turno. Si hay un examen convocado, es recomendable cualquier cosa menos menos verse atrapado en la cola. Si acude a su trabajo, pida flexibilidad horaria. Y así sucesivamente.
Algunos agitan ahora ese desespero. Igual es que han descubierto el problema. Que lleva años. Y que no tiene visos de solución inmediata. La autopista no absorbe todo el tráfico rodado. Las incorporaciones en las cercanías del padre Anchieta, en Guamasa, en Tacoronte, en La Matanza... agravan la intensidad de la circulación a esas horas. Colas largas y atascos hasta que se despeja en el descenso a la capital después del Hospital Universitario de Canarias (HUC). La cola nuestra de cada día.
Y mientras tanto, se piden más conexiones al anillo insular. Bien. Es una demanda lógica. Pero no hay que hacerse muchas ilusiones: el Gobierno de España ha vuelto a dar un hachazo unilateral al convenio de carreteras, o sea, un recorte de 628 millones de euros. Así las cosas, independientemente de las respectivas planificaciones, cabe augurar que esa cola, esos atascos, se van a prolongar por espacio indefinido.
Condenados pues a sufrir quebrantos, a desesperar. Y luego hablando de calidad de vida.

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