jueves, 23 de noviembre de 2017

LA FORMACIÓN TURÍSTICA, CLAVE

Más de setenta y cinco millones de visitantes en 2016. Todo da a entender que, pese al encendido de las luces de la competencia y la inestabilidad en Catalunya, en el presente año esa cifra será superada y habrá nuevo récord. El sector turístico registró crecimientos superiores al 3 % en los últimos meses y, según distintos informes, saludados por la patronal, es uno de los que más empleo ha generado, bien es verdad que muy ligado a la estacionalidad. Los expertos aseguran que es el momento de gestionar el éxito de forma sostenible.
Por ejemplo, dedicando atención y recursos a la formación, una de las asignaturas poco atendidas, pese a que varias voces empresariales han coincidido en la necesidad de tomársela en serio no solo para cualificar la mano de obra sino para producir respuestas que correspondan con los niveles de exigencia de los clientes, cada vez más altos.
Es tarea de todos, tanto de las administraciones, universidades y del sector público como de los operadores privados y empresariado del sector. La formación atañe a todos. Los profesionales al servicio del turistas han de esmerarse: ya no basta con el voluntarismo. Por eso, son convenientes y necesarios los convenios de universidades, escuelas de turismo y centros de formación con asociaciones y entidades del sector privado para llevar a cabo programas de prácticas y estancias de formación, especialmente para los recién titulados, pero también de reciclaje y asimilación a quienes ya tienen un puesto de trabajo pero necesitan ampliar o actualizar sus conocimientos. Si es necesario insistir en que otros gremios como taxistas, conductores, oficinistas y policías, también deben mejorar su formación, se hace. La formación es clave para realzar una oferta y un producto, en definitiva, para hacer honor a las prestaciones que se demandan.
Tan solo las innovaciones tecnológicas obligan a tomar conciencia sobre esta necesidad de una formación adecuada y constante. En ese sentido, poner en marcha un sistema de becas y ayudas resulta primordial para estimular la reflexión y la participación de quienes, ya con obligaciones laborales o a punto de mejorarlas y consolidarlas, han de sentirse motivados para madurar su experiencia y su misma trayectoria profesional.
Hasta se podría pensar en nuevos y transparentes programas que las empresas, posteriormente recompensadas, pondrían en marcha con estímulos procedentes del sector público. Se trata de crear una cultura apropiada para facilitar el acceso a la formación y capacitación profesional, teniendo en cuenta las circunstancias y perfiles de las empresas y de los propios empleados.

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