jueves, 8 de febrero de 2018

DESCORTESÍA IGUAL A RENUNCIA


Podrá parecer exagerado o haber llevado el asunto a sus últimos extremos o que es una conducta estricta. Pero que a nadie le quepa duda, después de lo ocurrido, que la puntualidad británica tiene bien ganada fama.

El secretario de Estado de Desarrollo Internacional del Reino Unido, lord Michel Bates, anunciaba en sede parlamentaria su intención de dimitir tras haberse demorado la friolera de dos minutos en la respuesta que debía dar a la pregunta de una diputada laborista. “Quiero ofrecer mi sincera disculpa por mi descortesía al no haber estado en mi lugar para responder a su pregunta en un tema tan importante”, dijo desde la modesta tribuna de una de las sedes parlamentarias más antiguas del mundo.

El tono empleado, el rigor expresivo, el énfasis advertido, la mirada contrita lo decían todo: eran pruebas de que hablaba en serio, de que su decisión había sido tomada con todas las consecuencias, en medio de la confesión de su vergüenza por la ya célebre demora. Bates rompía los esquemas con un hecho completamente inusual, entre expresiones de incredulidad o de rechazo y esa gestualidad ya típica del Parlamento británico, en tanto ponía el cargo a disposición de la primera ministra, Theresa May, quien, por cierto, no consideró conveniente aceptar la renuncia.

Acostumbrados a que en la órbita política se registran situaciones o comportamientos mucho más graves y se constata la negativa a dimitir -unas veces porque se estima que no se infringe la ley y otras porque aún infringiéndolas, se acogen a la presunción de inocencia y se aguarda a una resolución judicial, si es que se media algún tipo de demanda, aferrándose al cargo-, la voluntad de Bates sobresale como código de conducta, aunque pueda interpretarse como exagerado. Los británicos y su flema, el mito de la puntualidad, la coherencia por encima de todo… y todo lo que ustedes quieran pero, tal como están las cosas en política, ¿a que son necesarios hechos como este, al menos para dignificarla? Gracias a Michel Bates por ser consecuente, por haber reivindicado las formas de manera tan significativa, por haber demostrado que aún se puede confiar en quienes demuestran que no todos son iguales.


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