jueves, 3 de marzo de 2011

LA REFORMA IMPOSIBLE

De modo que la reforma del sistema electoral canario es un enigma (José Manuel Soria dixit) y, a diferencia de la mujer desnuda del poema de Benedetti, hay que encomendarse al tiempo, al paso del tiempo, para resolverlo.
Un nuevo intento de revisión en el Parlamento de Canarias y un nuevo fracaso. Los grupos políticos no se ponen de acuerdo, el consenso parece imposible. No hay nada que hacer: las barreras insulares seguirán siendo del 30 por ciento y la representatividad de la soberanía popular continuará condicionada. En consecuencia, una cámara menos pluralista y menos representativa. La calidad democrática se resiente, sí.
Hasta en eso también parece Canarias condenada. Ese inmovilismo, ese no meneallo, genera automáticamente un apreciable desequilibrio. Cabe dudar de la voluntad política para reformar algo en lo que casi todos parecen estar de acuerdo: sistema injusto y desproporcionado.
A todas éstas, el asunto adquiere formas de enigma, según el candidato popular a la presidencia del Gobierno en los próximos comicios. Lo más preocupante es que no parece muy entusiasmado para dar un paso, presentar una alternativa y someterla a debate. No: que sea el tiempo el que defina. Vaya postura, ¿verdad?, para promover la solución de un problema latente que incide en la calidad del funcionamiento democrático.
O sea, dejar hacer, dejar pasar: que se pudra la situación, que se cansen los reivindicantes. Por los siglos de los siglos. O que el genio de la lámpara salga de ella y alumbre el desbloqueo.
Qué suerte vivir aquí.

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