miércoles, 2 de marzo de 2011

MEJOR PRODUCTIVIDAD TURÍSTICA

Los registros del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos al turismo reflejan una sensible mejoría en conceptos como afluencia y ocupación, tal es así que habría que remontarse a 2005 para encontrar un arranque de año de parecidas características.
En concreto, un aumento del 22,6% en la llegada de extranjeros y una ocupación del 67,5% en los hoteles canarios. Lógicamente, a más turistas, más pernoctaciones. Los porcentajes son similares a los que se contabilizaban antes de iniciarse la recesión que también afectó al sector, después de una resistencia inicial que permitió timonear la productividad económica.
Otros resultados sobresalientes en las estadísticas del INE: por un lado, la estancia media en las islas se situó en 7,8 noches, muy por encima de otros destinos nacionales y ligeramente superior a la de un año antes, 7,6. Y por otra parte, los ingresos medios por habitación ocupada que se elevaron en Canarias a 73,3 euros, un aumento interanual del 2,9%.
Claro que hay otros registros más inquietantes, como los del turismo nacional, un 3,4% menos que en enero de 2009. Ello confirma algunas de las impresiones extraídas de la pasada edición de FITUR y contrastadas con las primeras grandes campañas de captación del segmento nacional: no parece que el verano tenga los trazos de años anteriores, de ahí que haya que reforzar las promociones y hacer más atractiva la oferta.
En todo caso, estas buenas señales de la productividad turística -como en algunas estadísticas anteriores- deben corresponderse con una mejor contratación laboral. Cuando así lo planteamos en alguna entrega anterior y en una comparecencia radiofónica, no faltaron voces empresariales que casi reprochaban la apreciación. Ahora ha venido a decir lo mismo -con otras palabras- el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero. A ver qué dicen esas mismas voces.
Aunque lo importante es, desde luego, mantener la tendencia. La crisis ha enseñado que o aumenta la competitividad o el destino -coyunturalmente favorecido por desgraciados acontecimientos en otras zonas del mundo- corre el riesgo de palidecer preocupantemente.

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