miércoles, 20 de junio de 2012

AÚN REGALANDO INFORMACIÓN

Un suceso que nunca dejará de regalar información. Lo dice Bob Woodward, uno de los dos periodistas que lo investigaron hasta el tuétano. Se han cumplido cuarenta años del Watergate, que sigue siendo una suerte de mito para el periodismo universal. Aquel robo perpetrado en la sede del Partido Demócrata propició un escándalo sin precedentes que costó meses después la presidencia a Richard Nixon y sumió a la sociedad norteamericana en una profunda crisis ética, tal es así que aún hoy vive con la sospecha de que aquello puede reditarse en cualquier momento.


Para los del oficio, Watergate es una palabra casi mágica, que dice un montón de cosas a la vez, una referencia obligada para entender, sobre todo, el periodismo de investigación. No es que Woodward y su compañero Carl Bernstein suplieran a la policía o a quienes tenían que asumir ese cometido pero sí dieron un paso decisivo de cómo contribuir al esclarecimiento de hechos que directamente incidían en la vida política y en el funcionamiento mismo de la democracia. Los frutos de su trabajo, publicados en el periódico The Washington Post, y en el célebre libro Todos los hombres del presidente, que inspiró la no menos célebre película de Alan Pakula, con el mismo título, son un ejemplo de riesgo, de tenacidad, de rigor, del valor de las fuentes, de lucha sin cuartel contra las presiones, de perseverancia… En definitiva, un ejemplo superior.

Quizás por todo eso el mito continúa. Es una historia de interés político y social, de poderes y contrapoderes, de corrupción y de vulneración de libertades. Incontables conexiones y ramificaciones. Con la perspectiva del tiempo, puede que con alguna clave aún por aflorar o despejar, con un aura enquistado de misterio, entre audacia, pericia y suspense, lo que prima, lo que ha prevalecido es el periodismo, el trabajo de Woodward y Bernstein, la labor incesante apoyada en la “garganta profunda”, expresión que inmortalizó la principal de las fuentes nutrientes del inmenso caudal de información que circuló hasta plasmarse en los textos publicados en el Post que hoy se debate, como tantos otros, en medio de la crisis del sector.

Los dos periodistas ganaron el Pulitzer, claro que sí, y se convirtieron en leyenda viva del periodismo universal pero lo que de verdad ocurrió fue que elevaron el papel de la prensa libre. El periodismo de investigación, tan de moda en nuestro país en determinados episodios, tiene en su profesionalidad y en su compromiso una referencia primordial.

Al cabo de cuatro décadas, el singular suceso, desde luego, sigue regalando información.



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