viernes, 29 de junio de 2012

UN POQUITO DE MANTENIMIENTO, POR FAVOR

Y otro poquito de sensibilidad, claro. Para cuidar nuestras cosas, para apreciarlas, para hacer que luzcan. Tiene la ciudad algunas realidades de abandono que es como para echarse a llorar. Pero eso no basta o no arregla el problema: la resignación no es la mejor terapia para superar esos monumentos que se deterioran, ese patrimonio que envejece sin una mísera mano humana que se apiade, esos rincones tan visibles, por transitados, que ofrecen un aspecto deprimente.


En algunos casos, cierto que el mejor cuidado empieza por la ciudadanía misma. El respeto y el adecuado uso de los recursos naturales, paisajísticos o patrimoniales son factores determinantes para que la personalidad urbanística de un municipio se distinga y se consolide… porque los habitantes se identifican y se esmeran en el mantenimiento de su estado. Es una de las pruebas del civismo que hay que reivindicar a la vista de cómo están algunas referencias de la geografía urbana, visitadas en estos días de tan altas y molestas temperaturas, alterados o animados por la suerte futbolística.

Pero, desgraciadamente, ya saben que no ocurre así. A veces, son los propios portuenses los primeros en desgastar o en comportarse de forma que, más pronto que tarde, se hace palpable la escasa voluntad de respetar y colaborar o se contrasta la desidia, rematada por la carencia de mantenimiento de quien corresponde, esto es, la administración local.

Por ejemplo, días después de la celebración de San Juan, playa Jardín aún tiene zonas intransitables o llenas de desperdicios. Los jardines de las inmediaciones dejan mucho de estar atrayentes. Hay numerosos desperfectos en los paseos interiores que llegan hasta Punta Brava. En algunas avenidas de las cercanías, los rótulos están dañados desde hace meses.

Hacia el centro, es como si algunos monumentos o bustos hubieran sido castigados por alguna plaga que hasta desnaturaliza su color. Por el este, muchos transeúntes ya se quejan del progresivo deterioro que en pocas fechas ha sufrido la remodelación de una céntrica avenida, aunque esa queja nada se compara con la que se expresa cada vez que se pasa en torno al edificio ‘Iders’, que parece condenado, no sólo judicialmente, a sufrir la cadena perpetua de la incomprensión, de la discordia y de la especulación ilimitada.

Y miren, ya puestos, que hagan algo por el Lago. Nos cuesta aceptar que un concejal, un funcionario, un encargado, un operario o un policía, no se han detenido, siquiera a contemplarlos, en los desperfectos en las esculturas, que empiezan a ser graves. Tenemos la impresión de que hace años que los soportes de madera no se tratan con productos protectores y antipolilla y se está dejando quemar la madera. Al ‘Monumento al mar’ le han puesto un parche y ¡lo han pintado de blanco con la pintura del lago! La escultura móvil de la entrada (Barlovento) está totalmente oxidada.

Desde luego, con estos ejemplos y con otros muchos que serían apreciados con un recorrido más detenido, sería deseable que desde el Ayuntamiento, porque se le ocurra a alguien, bien desde la oposición bien desde el gobierno, se emprendiera una tarea mínimamente planificada conducente al mantenimiento de estos lugares públicos que tanto impacto negativo despiertan entre los visitantes cuando es fácilmente comprobable su abandono.

Porque éstas también son, no se olvide, señales de decadencia.







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