Se aguardaba con interés el dictamen del Consejo de Estado,
supremo órgano consultivo del Gobierno, sobre el Anteproyecto de Ley de
Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, lo suficientemente
controvertido -hasta los propios alcaldes del Partido Popular han expresado
públicamente unas cuantas discrepancias- como para estar muy atentos, tanto a
cualquiera de los acuerdos políticos que pudieran alcanzar las formaciones
políticas como a las resoluciones de instituciones como el Consejo de Estado
que acaba de poner, con ese dictamen, los puntos sobre las íes de algunas
materias en las que el Gobierno quería plasmar una reforma muy discutida por el
municipalismo en plena crisis. Cuando se atraviesa el ecuador del mandato, la
sensación que se va imponiendo es que no va a ser fácil llegar a una entente
con el poder local que es consciente de la necesidad de revisar muchos
contenidos y unas cuantas estructuras pero que no quiere sobresaltos ni
cirugías ideológicas o reduccionistas, so pena de que los vecinos -con los que,
a fin de cuentas, van a tener que seguir lidiando- sufran en carne propia las
peores consecuencias y terminen huyendo de eso que hemos dado en denominar el
centro de poder político más próximo.
El dictamen
es concluyente desde el punto de vista de la merma de la autonomía local, tal
como se deriva de algunas disposiciones de la norma. Es un golpe a la línea de
flotación del Anteproyecto de Ley: la evaluación del coste estándar de los
servicios, por un lado, es considerada una habilitación en blanco al Gobierno;
y por otro, la incongruencia y la desigualdad de trato entre municipios y
cabildos cuestiona la garantía de ese teóricamente intocable principio de
autonomía local. FECAM y FECAI tendrán bastante que decir al respecto en una
polémica que se adivina tensa.
También se detiene el Consejo de Estado
en otro de los aspectos más llamativos del Anteproyecto como es la recepción de
las competencias municipales en materia de sanidad, educación y servicios
sociales, en las Comunidades Autónomas. A este respecto, el órgano consultivo
lo tiene claro: sus consecuencias son impredecibles. El Anteproyecto no tiene
en cuenta, aspecto que critica, que estas competencias "se hayan venido
prestando de manera eficaz y eficiente" por parte de los propios
Ayuntamientos, advirtiendo del hecho de que "la asunción de estos servicios por las Comunidades Autónomas pueda,
en ciertos casos, suponer para ellas un coste adicional que no todas estén en
condiciones de sufragar”.
En definitiva, para el Consejo de Estado,
el Anteproyecto de Ley genera serias dudas, incertidumbres e incongruencias que
provocan altas dosis de inseguridad jurídica y que pueden llegar incluso a "dificultar la consecución de los objetivos
que con la nueva regulación se pretenden alcanzar”. Por consiguiente,
que invite el Consejo a la revisión del texto normativo resulta inevitable. Con
ese considerando, aunque las partes estén condenadas e entenderse, la solución
política se antoja complicada.
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