miércoles, 31 de julio de 2013

LA ACTUALIDAD SE CREA

Debemos ser de los últimos en estirar el monstruo del lago Ness cuando llegaba el verano, se despoblaba la redacción y había que hacer filigranas para llenar las páginas. El monstruo era recurrente y servía hasta para un espacio en primera. De sucesos, con testimonios inverosímiles, saltaba a la última, incluso como reportaje de cierre. Hasta que un día llegó Carlos Luis Álvarez, Cándido, y sentenció: “La actualidad no existe. Se crea”.
    Y entonces nos dimos cuenta de que Nessie, o como se llamara, tenía los días contados o que no iba a durar toda la vida, todos los estíos, cuando la política se iba de vacaciones, la Administración se paralizaba, las protestas sociales disminuían, aparecía algún famoso, alguna rueda de prensa parecía convocatoria equivocada, los montes sorteaban como podían los incendios y las fiestas locales salvaban la papeleta.
    El monstruo languideció mientras la muchachada de prácticas paría ideas y salía a la calle a curtirse. A otros les tocaba corregir teletipos. La celebración del 15 de agosto, en Candelaria, con su peregrinación y su peculiar fervor, marcaba un horizonte, tal es así que algún redactor-jefe se preguntaba con qué cubriremos después que se vaya la Virgen. El balón echaba a rodar y entre las presentaciones y los trofeos veraniegos, la cosa como que se animaba un poco, a la espera de que se iniciaran las competiciones oficiales. Después, la lluvia de estrellas, las perseidas traducidas en las lágrimas de San Lorenzo. Y los preparativos del nuevo curso escolar. Y alguna actuación musical. Y las fotos de mayor tamaño para completar el espacio.
    Con eso, con muy pocos hechos noticiosos y con lo que se pudiera interpretar como informativamente trascendente, había que fabricar la actualidad. El mes discurría lento y caluroso hasta el desespero. Pero las redacciones rezumaban frescura y juventud, plagadas de redactores vocacionales o de forzosas prácticas que aguardaban una oportunidad, se labraban un porvenir, acreditaban sus habilidades y se ilusionaban con ver su nombre impreso al comienzo de una información o al pie de una entrevista. Cuando contaban en voz alta las peripecias o algunas de las circunstancias que concurrían para cubrir una información, se palpaba la inexperiencia. Eran los novatos en estado puro. Cuando hacían un ejercicio comparativo con el tratamiento de la competencia, empezaban a entender claves y cosas, comenzaban a crecer periodísticamente hablando.
    Así fue muriendo el monstruo. Y así surgieron otros tópicos que ya son nostalgia o recuerdo a secas, aunque otros se resisten a abandonar el espacio que parece corresponderles.

Ahora el presidente del Gobierno comparece en sede parlamentaria el primer día del vacacional y festivo agosto. Y con esos mimbres, por seguir a Cándido, habrá que crear la actualidad. Ahí radica la agudeza periodística, el olfato del oficio.  

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