Hora decisiva esta semana
para el socialismo español. La Conferencia Política llega en unos momentos de
notable incertidumbre para el partido y para su secretario general que ha
venido sufriendo lo indecible a lo largo de los últimos meses, desde fuera y
desde dentro. Solo un político de la talla y de la experiencia de Alfredo Pérez
Rubalcaba, a quien el peso de su pertenencia a gobiernos pasados le resulta muy
gravoso, podía resistir las tormentas desatadas en distintos frentes mientras
él se esmeraba en implantar un modelo o un estilo de hacer oposición que debió
ser mejor secundado desde las propias filas.
Pero ahora toca cruzar el Rubicón de una Conferencia Política
que se supone ha de marcar un antes y un después en la historia de la
organización. Antes, dos piramidales reveses electorales y sus secuelas, con
todas sus variables, incluidas las orgánicas, en el marco de un creciente
proceso de desafección política, aunque es el PSOE el que parece cargar con los
mayores rechazos, solo superados con políticas progresistas e identificables
allí donde quedan sus reductos de poder, autonomías e instituciones locales.
Después, con un propósito de consolidar un corpus ideológico capaz de sortear
los límites acotados de un programa electoral, es decir, rearmar un andamiaje y
diseñar un modelo que tenga vocación de perdurabilidad al menos durante una
década.
Un, un, un… es decir, todo o bastante indeterminado, más allá
del apremio de las elecciones internas o primarias, con sus reglas y derivados.
Pero es lo que toca y de ello han de ser conscientes quienes participen en la
Conferencia y quienes serán los receptores de sus resoluciones, entre ellos,
probablemente, los nuevos integrantes, o sea, los afiliados directos
(teóricamente el que no participa en la vida de las agrupaciones de base) y los
militantes 2.0, todo sea con tal de ampliar la base social del partido.
Que sean conscientes, desde luego, de la que debe ser una hora
histórica. Se trata, hablando de Rubicón, de un paso decisivo arrostrando un
riesgo. En unos momentos en que la política precisa de nuevos esquemas, de
otras formas de pensar y obrar, sobre todo cuando la ciudadanía no perdona ni
los gestos, esta convocatoria debería ser ejemplo futuro de democracia,
participación y transparencia. Si no, difícilmente el socialismo volverá a
estar en la vanguardia política.
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