miércoles, 20 de noviembre de 2013

MENUDA PROTECCIÓN

Tenía que notarse. Debía aparecer su sello inconfundible. Ya está aquí, para abonada controversia, la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana. No es que haya fallado el Gobierno con su autoritarismo y tal, que sí hay varios ejemplos. Pero faltaba la norma. Y ya ha aparecido, para preocupación general. Como que en algunos sitios de redes sociales ya ha sido bautizada: Ley de vagos y maleantes (II).
Aquel símil de la patada en la puerta, cuando Corcuera era ministro de Interior y el terrorismo golpeaba con saña, se queda corto. En síntesis, ciudadano que proteste, que se atreva a protestar, será considerado, poco menos, enemigo público número uno. Ni escraches ni alteraciones de orden público ni concentraciones ante instituciones o infraestructuras relevantes: las sanciones, para que duela la cosa, pueden alcanzar los seiscientos mil euros.
Hasta el botellón, oiga, acarrea penalización. Qué botellón: ni los mendigos escapan. Los pobres, como si no tuvieran bastante con lo que arrastran, suscitan la contradicción: hasta 750 euros costará la mendicidad en la vía pública.
Algunos estarán contentísimos porque la nueva Ley supera con creces el golpe de timón que añoran cíclicamente. Ahora sí, ahora pedirán que funcione el Estado de derecho. Ya tienen normas a la medida. ¿O será que el Gobierno lo que busca es precisamente eso? O sea, una sociedad anestesiada, maniatada, desmotivada y atemorizada.
Menuda protección.

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