Hay que empezar a
estar atentos a las consecuencias de los sucesos de París y Bruselas -sin
olvidarnos de los golpes terroristas en otros países, como Mali, o en ciudades
de Oriente medio- en las tendencias y la evolución de los mercados turísticos.
Van sucediéndose las informaciones sobre repercusiones inmediatas y previsiones
a corto plazo.
Hay razones para la
preocupación, a primera vista de los primeros datos. Una empresa de estudios de
mercado, Forward Keys, ha dado a
conocer que tras los atentados del pasado viernes 13, todas las reservas con
destino a la capital francesa reflejan una caída interanual del 27%. Antes de
los sucesos -según las mismas fuentes- las reservas para viajar hasta París en
fechas navideñas sólo registraban un descenso del 2%.
El impacto, por tanto,
es considerable. Tanto, que algún titular periodístico es significativo: “El
miedo no viaja”. En efecto, la demanda para visitar la capital francesa
disminuyó notoriamente durante la semana siguiente. Y atención también a estos
otros datos que confirmarían el titular citado: los países donde más cayeron
las reservas, tras los atentados, fueron España (-113%), China (-131%), Italia
(-115%) y Brasil, con el mismo porcentaje que el país trasalpino.
El análisis de los
datos aportado por la citada empresa muestra que las cancelaciones, tras los
sucesos, fueron “de último minuto respecto a planes de viaje inmediatos, sobre
todo entre viajeros de negocios”. La evolución de las tendencias de reservas,
por ahora, no se recupera. Esto es lo inquietante. Como también lo es el
descenso de un 50% en la clientela de restauración y de un 22% en la ocupación
hotelera.
Lo dicho: las
consecuencias de esa guerra, que tiene indicios de prolongarse o abrirse en
cualquier punto, repercuten en un sector fundamental de la economía productiva.
Preocupante.
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