Las
vueltas que da la vida: hace unos pocos años, eran ellos los que
preguntaban a uno, durante nuestra estancia en la Delegación del
Gobierno en Canarias, cuando la crisis de la migración irregular
desde África, a duras penas controlable, devenida en tragedia
humana. Cada cayuco, cada embarcación, una noticia en el momento más
insospechado: número, mujeres y hombres, menores, procedencia,
supervivientes y fallecidos.
Y
ahora estaban allí, en una calurosa tarde otoñal, en el marco de la
cuarta edición de Periplo,
el
Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras, para
explicar sus peripecias y experiencias personales y profesionales en
un ámbito del que terminaron siendo especialistas aventajados con la
máxima licencia de credibilidad pues para eso estuvieron en lo que
era algo más que un teatro de operaciones: era el escenario del
dolor desgarrado de miles y miles de personas de ambos sexos que
emprendieron la aventura a alguna parte, a la tierra de promisión,
con enormes sacrificios personales o familiares y con el trajín
inescrupuloso de traficantes de seres humanos.
Nos
fundimos en un abrazo con Nicolás Castellano (Cadena Ser) y José
Naranjo (‘free-lance’, referenciado en La Provincia y El País,
premio Canarias de Comunicación 2015), para condensar todos aquellos
desvelos informativos de entonces, para evocar los espacios de los
sucesos convertidos también en efímeros refugios donde se
hacinaron, donde lloraron su impotencia y donde aguardaron el retorno
al punto de partida o a otro muy distinto.
Castellano
llevó a las ondas, tras la inmediatez de la información, multitud
de testimonios -en su versión original, traducida- que desmenuzaron
el dolor o el desespero, acaso la esperanza de una, de una sola
oportunidad. Nico pregunta y opina con la solvencia de quien conoce
el terreno -y la imprevisible suerte del mar-, de quien se ha curtido
entre refugiados de distinta duración y de insólitos destinos.
Responde
Naranjo de la forma comprometida que es su ejercicio profesional,
animado también por el auxilio a los necesitados. Por eso, escribió
Los
invisibles de Kolda; por
eso, sus desplazamientos continuos a lugares donde la tragedia tiene
forma de oscuridad, escasez, hostilidad, condiciones infrahumanas y
supervivencia sin más; por eso, sus riesgos allí donde en la
proximidad estallan las bombas (“...pero yo no soy un reportero de
guerra, que conste...”) y donde el ébola machacaba en áreas donde
había un médico por cada quince o veinte mil habitantes.
Aún
así, no pierde el optimismo. Sabe que hay cosas que están
cambiando, que África empieza a dejar de ser el continente maldito,
que sus pueblos quieren avanzar, que el empoderamiento es un hecho,
que hay leyes de algunos parlamentos que garantizan la paridad y que
el liderazgo femenino crece incesantemente. Todo, contado de forma
natural, sin estridencias y sin afanes de lucimiento personal. El
suyo y el de Castellano, cada quien en sus cometidos, son el relato
de viajes forzados.
Les
siguió, en un enjundioso aperitivo de clausura de la cuarta edición
de Periplo,Rosa
María Calaf, a quien conocimos en la embajada de España en Buenos
Aires allá por 1992, cuando ejercía como corresponsal de TVE. Rosa
reveló su pasión por los viajes, transcontinentales, de norte a
sur, del frío boreal al tórrido Ecuador, acaso labrada cuando
aprendió a leer, junto a su padre y abuelo, en los muelles del
puerto de Barcelona, su ciudad natal en 1945.
Hizo
autostop para recorrer Europa a principios de los sesenta. Diez años
después, en 1973, con furgoneta y compañero, se adentró en África
por Marruecos, cruzó el Sahara y terminó en Ciudad del Cabo.
América, sus paisajes, su cultura, su monumentalidad y el dengue
peligrosamente contraído allí donde la asistencia estaba bajo
mínimos, vinieron luego. No satisfecha, le aguardaba Asia, donde el
supuesto paraíso, entre el Tigris y el Eufrates, estaba ya
sensiblemente deteriorado acaso porque Saddam Hussein no tenía
conciencia de la estética naturalista ni de la protección
medioambiental. Y donde en la mismísima línea fronteriza de las
Corea fue capaz de saltarse los rígidos cánones diplomáticos para
obtener la insólita imagen de representantes gubernamentales
volviendo del sur al norte por un quítame allá unos metros o unos
segundos. Timor, aquel proceso de autodeterminación tras el rechazo
de la población a ser un territorio autónomo dentro de Indonesia,
con los movimientos separatistas, los juegos de poder y de guerra
hasta el acceso a la independencia, fue posiblemente su escenario más
peligroso.
Rosa
María Calaf, en medio de un clima atento y expectante, desgranó
episodios, peripecias y situaciones de sus recorridos y estancias.
Naturalmente, también de las profesionales. Son más de veinticinco
años de carrera en el exterior, informando de conflictos y
catástrofes, de cultura, de sociedad, economía y política,
descubriendo idiosincrasias y llevándose sorpresas. Destacados
personajes públicos de distintos países respondieron a sus
preguntas a lo largo de las últimas décadas. Felizmente jubilada
(“...pero no de la vida, ¿eh?...”), conserva, enriquecido, el
afán de curiosear y conocer otras latitudes.
Nicolás
Castellano, José Naranjo y Rosa María Calaf brindaron en Periplo
sus
respectivas experiencias, en el fondo, un modo de interpretar el
periodismo, entre viajes y aventuras, desde los lugares buscados o
insospechados.
1 comentario:
Un articulo muy interesante. A pesar de que no pude asistir, por lo liada que estoy, tu lo relatas de una manera que parece estar oyendo en directo a los protagonistas.
Un abrazo . Gracias.
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