miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL PERIODISMO LE GANA A TRUMP

La justicia devolvió a la cadena CNN la acreditación de su corresponsal en la Casa Blanca, Jim Acosta, después de que la Administración norteamericana la retirase a raíz de un incidente durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, durante la que el periodista cuestionaba al presidente Donald Trump, quien le acusó de “persona grosera y terrible” a medida que aquél preguntaba una y otra vez por la demonización de los migrantes de las caravanas que intentan cruzar la frontera y a los que el inefable presidente llegó a calificar de criminales. Trump, después de espetarle a Acosta que no debería estar trabajando para la CNN, en un clima de máxima tensión, ordenó a una becaria retirar el micrófono.
Es un episodio que no debe pasar inadvertido. De Trump está demostrado que se puede esperar cualquier cosa y que, independientemente de las bravatas, no le importa hacerla, aunque las cámaras recojan los hechos. Su conocida aversión a los medios, con progresivas descalificaciones, especialmente hacia la CNN, refleja no solo la personalidad del gobernante del país más poderoso sino la comodidad que disfruta moviéndose en ese clima de enfrentamiento.
Claro que hay caprichos que no salen gratis. La cadena reclamó cuando fue retirada la acreditación a su corresponsal. Un juez -nombrado por Trump, precisamente- resolvió que la devolvieran, al menos por dos semanas. La administración replicó señalando que, cumplidos esos catorce días, volverían a revocar. Tras esa respuesta, nueva denuncia de la CNN y del propio periodista: cuidado, el presidente y su equipo están violando la Constitución. Fue entonces cuando la Casa Blanca se rindió y restauró la credencial, eso sí, estableciendo nueva pautas de trabajo para los periodistas durante las comparecencias presidenciales: harán solo una pregunta y luego cederán la palabra a otro de los presentes acreditados. Solo se permitirá una nueva cuestión si el presidente u otro funcionario lo autoriza. Terminado su turno, los periodistas deberán entregar el micrófono al personal de presidencia. La comunicación de la administración era, en ese sentido, contundente: “El incumplimiento de cualquiera de las reglas puede dar lugar a la suspensión o revocación del pase permanente del periodista”.
Así se zanja un incidente que, teniendo como marco las limitaciones a la libertad de expresión y las limitaciones para que los profesionales de la información ejerzan su trabajo, ha hecho tambalearse al mismísimo presidente de los Estados Unidos. Habrán valorado sus asesores el alto coste de actitudes así. Cabe interpretar que la Casa Blanca se ha rendido, aunque se guarde alguna carta para prevenir nuevas situaciones. Con la libertad de expresión no se juega.

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