lunes, 11 de febrero de 2019

CON MUSEOS TAMBIÉN SE VIVE

Auténtica desmoralización la que se vive en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), con sede en el Puerto de la Cruz. La situación de los museos es desesperante y parecen desbordadas la paciencia y la motivación de dirigentes y asociados. 
En uno participa, el Museo Arqueológico Municipal (MAM), que se gestó precisamente en el seno del Instituto. Pero lleva dieciocho meses cerrado y pese a la declaración de buenas intenciones, no parece que un problema de dotaciones y mobiliario, por la lentitud funcionarial, por la demora administrativa, por lo que sea, tenga fácil e inmediata solución. Ojalá nos equivoquemos al cabo de la publicación de estas líneas. Se diría que con voluntad política y un poco de empuje o interés, bastaría; pero pasa el tiempo sin que se alumbre una salida. La imagen que se proyecta no es, desde luego, muy edificante que digamos.
El otro está a su cargo: Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdhal (MACEW) emplazado en la Antigua Casa de la Real Aduana, último vestigio de un sin igual entorno urbanístico y arquitectónico del refugio pesquero portuense. Ahora mismo, un inmueble en obras de remozamiento sin que el IEHC, por cierto, haya sido consultado, siquiera sobre el color de las paredes. Aunque este es un problema menor al lado de la verdadera cuestión de fondo: ¿qué pasa, cuál será la futura sede del MACEW?
Porque cuando se creía que iba a ser el nuevo parque San Francisco, resulta que no: que el proyecto, tras el concurso de ideas, no lo consigna. Además, va para largo, aunque el desmontaje sea teóricamente inminente. Y la alternativa del antiguo colegio de los padres agustinos, esto es, Casa Ventoso, se ha complicado al máximo entre interpretaciones y diferencias del acuerdo de compraventa (Ayuntamiento, Obispado, propiedad privada) y los usos que, definitivamente, van a ser autorizados. El vetusto inmueble, por tanto, sufre ya la plaga del abandono (recuérdese que en la parte trasera, junto a la calle Valois, está el Torreón Ventoso, otro monumento a la deriva) que dio al traste con aquella llamativa exposición de belenes que animaba la Navidad portuense pues ya no hubo en 2018.
Habrá quien diga que una maldición pesa sobre el IEHC y sobre los museos mencionados, una frustración de marca mayor, desde luego. Pero no: son muchos años solicitando, gestionando e insistiendo, con promesas y anuncios que rodaron cuesta abajo por la senda de los incumplimientos y sin que se hayan registrado avances sustantivos para materializar un anhelo. El Instituto necesita de esas dependencias para fundamentar y programar mejor sus propósitos. La ciudad, no sobrada precisamente de dotaciones y recursos culturales, ve también mermada, de forma sensible, sus ofertas turístico-culturales y sus potencialidades.
La maldición se combate con hechos, aunque cueste materializarlos. Y no se ven ni se sienten. Pasa el tiempo, pasan los años y es natural que entre los responsables y asociados del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias cunda la desazón. Ya no saben si hay norte. Han perdido esperanzas porque el margen de credibilidad en quienes deben inspirarla ha menguado considerablemente. Demasiadas pegas más larga dilación igual a bloqueo. 
El mensaje debería ser fácil y claro para el IEHC: reivindicar, ante las administraciones, mejoras y reapertura del MAM así como una sede para el MACEW, que fue una iniciativa pionera en la historia del arte contemporáneo español. El primero de su género en nuestro país. ¿Será necesario volver a contar la idea de Westerdhal, el apoyo de su esposa Maud, el del pintor Óscar Domínguez y el del arquitecto suizo Alberto Sartoris?
El Puerto de la Cruz es olvidadizo, desde luego, pero también descuidado y negligente con su patrimonio y con sus pilares históricos-culturales. Que haya desazón entre quienes se han esforzado para hacer de los museos centros vivos y dinámicos de producción cultural, es lo más natural. Hace un año, precisamente, una de esas personas, declaraba en Diario de Avisos: "Estamos esperanzados pero a la vez agotados". No queda más remedio que decir ahora: no desfallezcan. Háganlo y propinen una lección de compromiso, entrega y perseverancia. 
Con museos también se vive.



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