miércoles, 13 de noviembre de 2019

PRÓLOGO DE JOSEP BORRELL


Josep Borrell, actual ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación en funciones, ha sido seleccionado, como deben saber, para ser el Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea (UE). En términos coloquiales y periodísticos se le conoce ya como el jefe de la diplomacia europea. Una Europa más fuerte en el escenario internacional es su gran objetivo, aunque para ello tenga que sortear turbulencias políticas y divisiones internas. Será uno de los vicepresidentes de la Comisión Europea, su mandato es de cinco años. Borrel se ha convertido en el principal diplomático de quinientos millones de europeos.
Es titulado en Ingeniería Aeronáutica y Matemáticas, además de doctorado en Economía. Se dedicó a la docencia para luego entrar de lleno en política. Es un federalista europeo declarado y participó en la redacción de la Constitución Europea antes de convertirse en miembro de la Eurocámara entre 2004 y 2009. La presidió, por cierto, de 2004 a 2007. También se situó a posteriori al frente del Instituto Universitario Europeo.
Borrell ganó, frente a Joaquín Almunia, unas elecciones internas en el seno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), a finales de los años noventa para ser secretario general de la organización. Sin embargo, no fue candidato a la presidencia del Gobierno. Por aquel entonces, visitó Canarias y tuvimos oportunidad de presentarle en dos actos públicos, uno de ellos, en la sede tinerfeña de la antigua CajaCanarias, de gran repercusión mediática.
Después, le pedimos que escribiera el prólogo del libro Textos y manifiestos políticos (1995-99) (Edición del autor), que publicamos en vísperas de las elecciones locales de 1999. Su respuesta afirmativa se reflejó en el trabajo que reproducimos a continuación y que ya ha cumplido veinte años:
He tenido la fortuna, durante mis dos últimos actos públicos en Tenerife, de ser presentado por un compañro con mucho oficio y con un singular sentido de la dialéctica política. En la primera ocasión, recuerdo que se refirió a las elecciones internas como una prueba de madurez de nuestra organización, planteada en un momento cercano a su ciento veinte cumpleaños. Y en la segunda oportunidad, habló de ideas, de valores y reivindicó una nueva ética cívica para producir un vuelco en la política canaria.
Salvador García, además, leyó esas cosas con la naturalidad propia de qienes saber tomar el pulso de los auditorios, es decie, sabía que en los recintos no solo había presencia de socialistas sino de otras muchas personas que querían conocer directamente los contenidos de nuestro proyecto de progreso y lo que entendemos por política abierta.
Por ello, fue un excelente e inmejorable introductor de aquellos auditorios que siguieron con enorme respeto y mucha atención nuestras intervenciones. Guardo, en ese sentido, un gratísimo recuerdo de las últimas estancias en la isla.
Salvador García es, de nuevo, candidato a la alcaldía de su ciudad, un Puerto de la Cruz que es una referencia obligada a la hora de hablar del turismo en este país. En mi etapa al frente del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, tuve oportunidad de contribuir a la ejecución de un proyecto que, como Playa Jardín, ha servido para cualificar la oferta del municipio.
El autor de estos textos ya fue alcalde durante veintisiete días, suficientes para acreditar que lo iba a hacer bien. Por eso se apresuraron a censurarle, en uno de los hechos políticos más insólitos que se registra en la historia del municipalismo español. Desde la oposición ha seguido trabajando con toda dignidad, demostrando el amor a su pueblo y el compromiso con su gente.
Esta publicación recoge algunas de sus más destacadas intervenciones durante el pasado cuatrienio. Satisface comprobar que hay palabras e ideas que no deben perderse, por su valor, por su sentido reflexivo. Con un estilo claro, que es lo esencial para entender mensajes y contenidos políticos, estas páginas revelan el estilo de un político y la talla de quien sabe decir las cosas y escribirlas, no para hacerlas trascendentes sino para que, sencillamente, tengan sentido y constituyan una referencia de credibilidad”.




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