miércoles, 26 de marzo de 2025

Jardin Botánico, muchos granos hacen un mucho

 

Veteranos ejecutivos del sector turístico en el Puerto de la Cruz se vieron sorprendidos días pasados con las quejas de grupos de visitantes relativas al estado de conservación del Jardín de Aclimatación de La Orotava, popularmente conocido como Jardín Botánico, emplazado en el municipio portuense.

Las impresiones, según relataron, eran muy negativas: abandono, zonas mal cuidadas, desperdicios… Hasta ahora, la tónica convergente se centraba en el abandono del proyecto de ampliación, obras eternas inacabadas pese a contar con consignaciones presupuestarias y, en consecuencia, desaprovechamiento significativo de un recurso histórico, científico, cultural y turístico. Hace poco, hace unos meses, parecía que la actuación iba a ser reimpulsada pero resultó un espejismo: se volvió al solar donde comenzaron unos trabajos dotacionales y de reacondicionamiento… que ahí quedaron. Los grupos políticos institucionales, que podrían hacer bandera de este proyecto de ampliación, no se han esmerado mucho que digamos. Apenas unas míseras preguntas. La verdad que igual les da vergüenza visitar el lugar y hacerse unas fotos destinadas a redes sociales, el modo o sistema de dar a conocer que una actuación surge, se inicia, se desarrolla (se inaugura) y se firman las actas correspondientes.

Pero no. Ahí está viendo pasar el tiempo, la ampliación del Botánico. Hemos escrito mucho sobre ella. Es más, llegamos a plantearnos que no volveríamos a hacerlo hasta que finalizaran los trabajos, hasta que lucieran los mil distintos tonos de verde, semejando los paisajes de Catamarca, una de las veintitrés provincias en las que está dividida la República Argentina.

Pero quebramos ese propósito ahora que un grupo de ejecutivos del sector empiezan a percibir el malestar de visitantes que extenderán su mensaje crítico o negativo, como si el Puerto no acumulara suficientes impresiones de desidia o parálisis en sus dotaciones públicas. Lo quebramos aportando otro grano de arena. A ver si muchos granos hacen un mucho.

Que ya está bien.

Recordemos algunos datos históricos. Hay que remontarse a la Ilustración, cuando en 1788, una Real Orden del Rey Carlos III dispone que en nuestras islas se debían establecer un lugar donde cultivar especies exóticas procedentes de los trópicos, para su aclimatación y posterior envío a Madrid y los jardines reales de Aranjuez. La misión se encomienda a Don Alonso de Nava Grimón y Benítez de Lugo, sexto Marqués de Villanueva del Prado (1757-1832). Para el desarrollo del mismo el marqués pidió colaboración, entre otros, del inagotable sacerdote católico, historiador, biólogo y escritor Viera y Clavijo (1734-1813) y 1790 empezaron los trabajos según planos de su amigo y arquitecto Diego Nicholas Eduardo (1738-1798), que dispuso zonas de siembra de formas geométricas, terminado el trabajo de diseño en 1791. Las primeras 35 semillas se sembraron en 1792. El naturalista francés Pierre Ledrú (1761-1825) realiza el primer catálogo de especies cultivadas en el Jardín y propone la ordenación sistemática de sus colecciones basada en la taxonomía linneana de 1753. El intento de aclimatación en su traslado a la península resultó fallido debido al clima de interior de la península Ibérica. Después del Siglo XIX, se hace cargo de la institución la Sociedad Económica de Amigos del País, luego el Gobernador de las Islas Canarias, que lo arrendó a particulares, posteriormente ingenieros agrónomos hasta que ya a finales del Siglo XX lo asume el Centro de Investigación y Tecnología Agrarias de la Consejería de Agricultura y Alimentación del Gobierno de Canarias.

La superficie donde se encuentra la exposición principal sigue en pie desde su creación y ocupa unos veinte mil metros cuadrados, con un programa de ampliación, actualmente en ejecución, para ajardinar y dotar de nuevas infraestructuras una superficie adyacente de cuarenta mil metros cuadrados y actualmente desarrolla programas de investigación sobre la flora y vegetación de las Islas Canarias y sus endemismos. Existen ejemplos de especies raras o con una procedencia de lugares remotos y también importantes colecciones de plantas tropicales y subtropicales de valor económico y ornamental, teniendo especial mérito las variedades de palmeras, bromeliáceas, aráceas y moráceas.

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