martes, 10 de mayo de 2011

¿DE QUÉ CRISIS HABLAN?

La crisis no afecta a los partidos políticos -especialmente a alguno, como Coalición Canaria- según se desprende de los recursos propagandísticos visibles empleados -los invisibles deben ser también de nivelazo- en la campaña. La campaña que ya no es tan átona, por cierto.
Carteles, 'cedés', qué derroche de soportes, cuánto gasto... La vida sigue igual en esta campaña electoral a cuya fase preliminar frenó la ley que impedía el festín. Habrá que agradecerlo. Se creía que las circunstancias y las carencias iban a contener el gasto de las organizaciones políticas pero se ve que hay para todos. No es de extrañar que se repita aquel episodio (auténtico) de los años noventa: ejecutivos de un partido se presentan en una empresa de comunicación para contratar unos espacios publicitarios y la gerencia les dice que no, que es imposible, que no queda hueco para los contenidos informativos, que están a tope y que tanta emisión de la misma marca puede ser contraproducente ya que terminarían identificándoles con esa organización. Réplica de los ejecutivos:
-Pues entonces pagamos para que no se emitan inserciones de tal partido.
Ni recesión ni gaitas. Por si fuera poco, menudean las denuncias de parte y parte por utilización de medios públicos o institucionales, humanos y materiales. Cuando se creía que la situación económica iba a frenar o a contener el gasto de las organizaciones políticas, se aprecia lo contrario, Insaciables, es que son insaciables.
Y ojo, en algunos casos quienes hablan de que la cosa está fatal y critican al adversario olvidándose de su actuación en las competencias que les son propias son los mismos que ahora no tienen el mínimo empacho gastando -mejor:despilfarrando- en música, luz y alegría, que ese era el eslógan publicitario en los festejos populares antes de la restauración democrática. Hasta en la web de algún club deportivo aparecen ‘banners’ publicitarios.
Habrá que preguntarse si los dirigentes de las organizaciones políticas se habrán planteado un freno acaso temiendo la reacción de los ciudadanos o creyendo que derroches así aumentarían el rechazo a los políticos. Mucho nos tememos que esos bollos son para otro horno.
Pero que no se extrañen de que haya ciudadanos hartos que repudian este festín, ciudadanos a los que molesta tanto desprendimiento. Sería interesante que algún día se supiera el volumen inversor en propaganda electoral, tan sólo -aunque suene demagógico- para saber cuántas contrataciones laborales pudieron formalizarse con un porcentaje de ese volumen. O más fácil: para mitigar o impedir la agonía de organizaciones no gubernamentales o asistenciales que han tenido que reducir prestaciones y capacidad de empleo porque “la cosa está fatal”. Y es verdad que ellas la padecen.
Pero nada: la vida sigue igual. Es la moviola en Canarias de cada cuatro años. Y eso que, decían, había menos grasa para que funcionara.
¡Cómo será cuando abunde de nuevo!
¿Crisis? Pero ¿de qué están hablando cuando emplean ese vocablo?

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