viernes, 24 de agosto de 2012

CONJUGACIÓN GUBERNAMENTAL


El Gobierno vuelve a reunirse hoy, con una controversia sobre la mesa: la protagonizada por los ministros de Hacienda e Industria, señores Montoro y Soria, respectivamente, a cuenta de la reforma energética para reducir el denominado “déficit de tarifa”, es decir el resultante de la diferencia que el ejecutivo reconoce entre el coste de la energía producida y lo que cobran las compañías eléctricas por medio de las tarifas aprobadas.
El asunto, por un quítame allá esas competencias, y por un fortalecimiento de las posiciones políticas dentro del Gobierno, terminará zanjado como ha pronosticado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría: se debate, pelillos a la mar, fuera asperezas… y que siga pagando el pueblo, que es de lo que se trata. Cuentan que el presidente Rajoy fue quien frenó esta iniciativa reformista a la espera de evaluar el impacto político. Puede que ya se oliera algo. Pero, como suele ocurrir, parece no haberse preocupado del impacto ciudadano. Porque las tarifas, ya lo verán, van a seguir subiendo. Buenas son las eléctricas para presentar una cuenta de resultados a la baja.
El caso es que la polémica ha puesto de relieve una conjugación gubernamental: yo me entrometo, tú contradices, él descoordina… Nos hemos acostumbrado a las contradicciones y no pasa nada en el océano de las penurias que, en otoño, va a experimentar una crecida de aquí te espero.
Si las diferencias entre Montoro y Soria son una suerte de pugilato, o un envite, por usar un término cercano, malo que se haga a costa de los ciudadanos pagadores. Ya el sector hizo valer su rechazo, a cuenta de la incidencia en las energías renovables. Miren por donde se airea de nuevo el malestar, a la espera de que se resuelva la controversia, ya veremos en qué sentido.
Porque estas cosas, cuando se plantean como señalan algunas versiones, es decir, un pulso, a ver en quién confía más el jefe, o tratando de que prevalezcan criterios con vistas al futuro, para otros intereses, se sabe cómo empiezan pero no cómo acaban. 

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